Por Beatriz Asuar Gallego
A finales de la II República unas 21.000 anarquistas se agruparon formando el primer movimiento feminista radical de auténtica base popular en España. Uno de los grupos precursores de reivindicaciones por la liberación de género que, tantos años después, siguen estando presentes en la actualidad.
La historia de España no ha sido menos dura con las mujeres, enterrando durante muchos años el papel que tuvieron durante la época más revuelta del país, la Guerra Civil. Sin embargo, organizaciones sociales intentan constantemente hacer un hueco en nuestra memoria colectiva y enfrentar el olvido. Como ejemplo, CGT y Mujeres Anarquistas con la Agrupación de Mujeres Libres, que éste 2017 hace 80 años de su fundación. Una organización que se conformó entonces como el primer movimiento feminista radical de auténtica base popular y precursor en la lucha por reivindicaciones que, tantos años después, siguen estando presentes en la actualidad.Se dice de la historia que la escriben los vencedores, pero lo que no se dice es que los vencedores, casi en su totalidad, son hombres. Y, tampoco se dice, que estos suelen olvidarse de las mujeres: si echamos una mirada hacia atrás y pensamos en los grandes momentos de cambio de la humanidad, o en las grandes revoluciones, ningún o casi ningún nombre de mujer nos viene a la cabeza.
¿Cómo nacieron? A finales de la II República en una dinámica política y cultural que abría nuevas posibilidades para la participación de las mujeres en la lucha social. CNT, la Confederación Nacional del Trabajo, era desde 1910 la central sindical principal orientada por el anarquismo, de la que después derivó la CGT. Un sindicato que contaba con una presencia alta de mujeres y que reconocían los derechos laborales básicos como la libertad económica o la igualdad de salario, pero en el que poco se ideaban iniciativas de luchas específicas.
Las mujeres marcaron su propio camino en el anarquismo y en 1936 crearon su propia organización
Ante esto, las mujeres necesitaron marcar su propio camino. En Barcelona, núcleo principal del movimiento anarquista, se fundó en 1934 el Grupo Cultural Femenino, pionero de las articulaciones de mujeres dentro del sindicato. Pero el estallido de la guerra civil cambió el ritmo de las formaciones, avanzaron y decidieron entonces crear su propia organización. El 2 de mayo de 1936 varias mujeres publicaron el primer número de la revista Mujeres Libres que, como relata Paula Ruíz Roa, responsable de la secretaría de la mujer de CGT “sirvió de base para la constitución del grupo libertario y la organización de su primer primer – y único – congreso que pudieron realizar en agosto de 1937”. En poco tiempo, pasaron a contar con 147 agrupaciones locales y 21.000 mujeres afiliadas.
El primer grupo autónomo de mujeres
Desde sus inicios, Mujeres Libres se formaron como un grupo totalmente autónomo. La mayoría de las militantes ya formaban parte de otras organizaciones del movimiento libertario – CNT, FAI, Juventudes Libertarias -, sin embargo, no se subordinaron a ninguna de las estructuras previas.
Cartel de Mujeres Libres
Esta fue una batalla de las anarquistas por el rechazo que generó dentro del movimiento libertario una organización sólo de mujeres: “Fueron ellas quienes hicieron ver que era necesario separar las organizaciones de toda la clase trabajadora de las organizaciones de las mujeres para diferenciar las reivindicaciones de ambos, porque dentro de la lucha de la clase obrera no se le daba la importancia que tenían”, explica a Público el actual secretario de CGT, José Manuel Muñoz Póliz.
La escritora e historiadora estadounidense Martha Ackelsberg señala que el mayor logro de la organización fue ser las “pioneras de las organizaciones feministas” y “unir la lucha contra la explotación capitalista con la opresión patriarcal”. Así fue, Mujeres Libres seguía la línea ideológica de CNT, pero desarrolló su propio objetivo: emancipar a la mujer de la triple esclavitud, “esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora”. Con el inicio de la guerra, se marcaron otra meta, “aportar una ayuda ordenada y eficiente a la defensa de la República”.
Reivindicaciones aún presentes en la actualidad
“Lo que más llama de atención de este grupo es cómo plantean la problemática de la mujer. Sobre todo en aquella época, con temas que abarcan desde la abolición de la prostitución, la educación mixta, comedores o guarderías populares o el amor libre. Reivindicaciones que llegan a la mayoría de izquierda mucho después, en la década de los 70”, cuenta el historiador brasileño Thiago Lemos Silva, que ha estudiado durante más de diez años la historia de esta agrupación.
Desde sus inicios reclamaron la importancia de la incorporación de la mujer al trabajo asalariado, realizando múltiples trabajos, además de las actividades de retaguardia: desde la alfabetización hasta la capacitación en el trabajo en todas los sectores laborales. Y, para que esta incorporación no fuera una doble carga para las mujeres, reclamaban – igual que en la actualidad- y pusieron en marcha comedores y guarderías populares en los lugares de trabajo.
Trabajaron en la retaguardia y en las fábricas, alfabetizando y capacitando a centenares de mujeres
Rompieron con la idea de que el hogar y las relaciones de pareja eran privadas: denunciaban con fervor el control dentro de la propia pareja y desde el propio estado e Iglesia católica. Proclamaban el amor libre y denunciaban que el modelo tradicional de familia fomenta las desigualdades. Por un lado, porque mantiene las dependencias económicas en la que se sustenta el patriarcado. Por otro, porque ampara la sumisión de las mujeres a los hombres dentro de la familia por lo que carecían de todo derecho de expresarse en ella.
Otro de los temas que más destacaron fue la educación infantil. Aseguraban que en las escuelas se adquiere una mentalidad encasillada por los valores burgueses por lo que era esencial que la educación diese un giro total potenciando una escuela para la libertad. Dentro de la educación, además, reclamaban la necesidad de la educación sexual, planteando temas hasta entonces tabúes como los métodos anticonceptivos o el aborto.
La represión contra las anarquistas
Como con casi todos los grupos revolucionarios la represión durante la guerra por parte de las tropas franquistas fueron colosales. Más con los grupos de mujeres como éste que suponían un doble peligro al no luchar sólo por la emancipación de la clase obrera, sino también por la emancipación de la mujer.
Parece una tarea imposible documentar el número exacto de mujeres que pasaron por el calvilcio de la tortura, de los asesinatos, de las desapariciones y de la violencia sexual. Pero sí sabemos que al igual que, como la mayoría de milicianas y militantes, las integrantes de Mujeres Libres acabaron en la cárcel, en el exilio, o, en el mejor de los casos, sometidas a un silencio absoluto negando haber participado en esta organización. Ni desde el extranjero consiguieron mantener estructuras organizadas en la clandestinidad, por lo que a los tres años, en 1939, Mujeres Libres acabó disolviéndose. Aunque sí han mantenido un legado: “crearon un gran deseo en las mujeres de libertad en todas nosotras”, afirma Ruíz Roa. Y es que, como también señala Thiago, “hay que conocer la historia de estas mujeres para poder cuestionar el machismo”.
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