RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

domingo, 30 de junio de 2019

Argentina. La Revuelta Continúa (Video)


Por Colectivo Cultural Otro Viento para la RNMA
Esta actividad fue organizada por la Cátedra Libre Virginia Bolten, la Fundación Rosa Luxemburgo, Arte Al Ataque, la Colectiva Decidimos , la Colectiva de Trabajadoras de la comunicación B-E-LP, Marabunta y el Espacio de Géneros del FPDS CN.
La Comisión Provincial por la Memoria se colmó de compañeres en el marco la actividad para celebrar los 50 años de Stonewall. A pesar de la lluvia la sala se iba llenando, cálida e iluminada con un puesto de empanadas y sopa paraguaya. Entre banderas diversas y vino tinto nos íbamos acomodando  para escuchar y pensar colectivamente a Stonewall hoy. En el conversatorio nos recibió Marlene Wayar, Mabel Bellucci, Sandra Chagas y Facundo Saxe para compartir sus reflexiones, desde una mesa donde la bandera del orgullo estaba muy presente.
Como muches ya saben, la ciudad de La Plata será sede del Encuentro Plurinacional de mujeres, lesbianas, travestis, trans, bisexuales y no binaries, y por ello se pensó este conversatorio para seguir debatiendo y reflexionando sobre las tensiones que traen los discursos conservadores y racistas que se rehúsan a perder privilegios y quieren mantener un encuentro blanco y patriarcal.
La encargada de abrir la charla fue Marlene Wayar quien expresó su preocupación por las voces que no se sienten representadas en el feminismo y reclamó: “Empiecen a nombrarnos y a complejizar el mundo en todas sus variantes (..) No sé cuándo vamos a entrar algunas colectivas a la agenda emocional de este país”.
Luego fue el turno de Facundo Saxe quien reflexionó sobre su rol dentro de la academia y lo que significa hacer investigación sexo-disidente con las resistencias que esto conlleva al interior de la hegemonía del “saber científico”. Se preguntó además, “¿qué tenemos que ver nosotras acá en La Plata, maricas, sudacas, disidentes, feministas  con algo que pasó hace 50 años en Estados Unidos? ¿Nos sirve de algo Stonewall? ¿Tiene algo que ver con nosotras?” agregando luego, “a mí me está haciendo ruido que haya tantos discursos diciendo qué tenemos que hacer (…) si nos volvemos dueñes de la verdad y definimos a les otres estamos cayendo en un sistema de jerarquías (…) por eso a mí me gusta la idea de desobedecer”.
Mabel Bellucci compartió un poco de historia recordando los primeros pasos de la comunidad gay en Argentina e historizó que el 30 de junio de 1986 en el parque Centenario se congregaron diverses activistas para conmemorar la revuelta de Stonewall, abriendo así una efervescencia por la liberación de los homosexuales, generando multitudinarias marchas para recordar este hito histórico.
Finalmente cerró el conversatorio Sandra Chagas quien inició su intervención exclamando “el racismo me atraviesa”. Y enseguida manifestó que las diferencias existen y son buenas,“nos hacen ser todo esto que somos, toda esta diversidad y plurinacionalidad a la que queremos llegar”. Mientras la sala estaba en silencio y les presentes atentes a cada palabra de Sandra, ella expresó: “Lo que no nombramos no existe (…) ¿Quién va a nombrar a una negra si no estamos acá sentadas? Quiero un feminismo participativo, comunitario, un feminismo que haga circular la palabra, quiero un feminismo anticapitalista y antiracista. Si este movimiento feminista no se declara antirracista, es racista”.
Finalmente, luego de una ronda de preguntas y compartir sentires, el encuentro concluyó con una emotiva intervención de Luciana Campilongo en homenaje a la querida Lohana Berkins. Se invocó a su palabra trava para recordarla como una activista, referente y vanguardista dentro del movimiento feminista que mostró en cada acción la necesidad de luchar por otra humanidad.
Esta actividad fue organizada por la Cátedra Libre Virginia Bolten, la Fundación Rosa Luxemburgo, Arte Al Ataque, la Colectiva Decidimos , la Colectiva de Trabajadoras de la comunicación B-E-LP, Marabunta y el Espacio de Géneros del FPDS CN.
Te invitamos a ver el video de la actividad:



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sábado, 29 de junio de 2019

El Supremo y “La manada”

Violencia machista & "Caso de la Manada"
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Miguel Lorente Acosta
https://miguelorenteautopsia.wordpress.com

La sentencia del Supremo en el caso de la "Manada" nos permite poner la mirada en las causas estructurales y las referencias culturales del machismo llamando a los hechos como lo que son: violación. Así desvela la estrategia del machismo de tergiversar y confundir lo evidente para mantener la cultura machista como algo normal.

La sentencia “emanada” del Tribunal Supremo sobre el caso de “la manada” ha venido a corregir el desfase que se había producido entre el tiempo y la realidad, un tiempo lastrado por los prejuicios y estereotipos de quienes añoran unos años que quedaron atrás, y una realidad que avanza con la fuerza de la Igualdad y la mirada crítica de la conciencia para no olvidar que hasta 1989 la violencia sexual estaba considerada como “delitos contra el honor”, y que, en consecuencia, no había libertad si no había honor, situación que todavía condiciona el presente.

El derecho ha cambiado, pero la idea de honor no tanto, por eso muchos no entienden la libertad de una mujer para caminar con cinco hombres en la madrugada de una ciudad en fiestas, y sí ven la libertad de esos cinco hombres para interpretar y decidir sobre lo que la mujer decide o desea. Esa es la mirada con “perspectiva machista” que lleva a dudar de la credibilidad de la víctima o a darle un significado a los hechos a partir de la conducta de la mujer antes, durante y después de la agresión, al tiempo que ignora la conducta de los agresores y da fiabilidad a sus palabras, aunque no haya coherencia entre ellas ni con los elementos objetivos de lo ocurrido.

Todo el mundo acepta esa mirada, en cambio se rechaza corregir la distorsión que produce mediante el cambio de enfoque, y aplicar una perspectiva de género capaz de mostrar cómo la realidad se ha configurado bajo la luz de un “sol de justicia” que levantaba las sombras necesarias para ocultar el verdadero significado de los acontecimientos.

La sentencia del Tribunal Supremo no sólo pone justicia en el caso, sino que contribuye a mostrar esas sombras presentadas como luz ante el contraste con la oscuridad profunda de la negación, y a consolidar la base desde donde se aplica la justicia, que es la justicia social. Son tres los elementos que aporta:


1. NO SON ABUSOS, ES VIOLACIÓN. En este sentido, da un nuevo significado a lo que ya la Audiencia Provincial de Navarra había recogido como hechos probados, y refleja el peso de uno de los instrumentos más valiosos de la cultura patriarcal, como es la capacidad de dar significado para, aun reconociendo hechos de manera objetiva, darle un sentido diferente. Es lo mismo que sucede ante los homicidios por violencia de género, que a pesar de producirse con una media de 64 al año, aún son presentados como “casos aislados” a través de un significado que mira a las circunstancias particulares de cada homicidio, en lugar de detenerse sobre los elementos comunes a todos ellos.

2. NO ES UNA VIOLACIÓN CONTINUADA, SINO 10 VIOLACIONES. Ya no sólo es el significado global de lo ocurrido lo que corrige la sentencia del Tribunal Supremo, sino que muestra cómo ni siquiera se llegan a identificar las diferentes agresiones sexuales cometidas por los cinco agresores, y todo queda como si se hubiera tratado de una sola. De nuevo demuestra cómo la violencia de género no llega, si quiera, a ser percibida.

3. NO SON VÁLIDAS LAS REFERENCIAS QUE INTERPRETAN LA REALIDAD DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO. Si importantes son las dos aportaciones que hace la sentencia al caso, más trascendente, si cabe, lo es la referencia y el mensaje que manda a toda la sociedad, incluida la Administración de Justicia, a la hora de mostrar cómo se interpreta la violencia de género de manera habitual. La distorsión que introduce la “perspectiva machista” a la hora de dar significado a la violencia contra las mujeres es tan marcada, que unos “Hechos probados” por la Audiencia Provincial de Navarra son la base para llegar a conclusiones contrarias a lo demostrado. Por ejemplo, la sentencia concluye que se trata de abusos sexuales porque no hay intimidación, pero da por probado, y recoge literalmente con relación al momento en que la víctima, en un espacio de 3 metros cuadrados, es rodeada por los cinco agresores y comienzan a desnudarla, que “experimentó sensación de angustia”. Un párrafo más adelante describe que “la denunciante sintió un intenso agobio y desasosiego, que le produjo estupor y le hizo adoptar una actitud de sometimiento y pasividad, determinándole a hacer lo que los procesados le decían que hiciera, manteniendo la mayor parte del tiempo los ojos cerrados”.Y sobre las consecuencias de los hechos, en el momento del juicio oral reconoce que la víctima, dos años después de los hechos, padece un “trastorno por estrés postraumático” grave a pesar de haber estar bajo tratamiento. Si todo eso está presente y ha sido demostrado tiene que haber algo que lo haya causado, y ese factor capaz de producir todas esas consecuencias no puede ser un “error de consentimiento”, sino que tiene que ser una situación caracterizada por la violencia en alguna de sus múltiples formas. Esta circunstancia muestra cómo la Audiencia y el Tribunal de Justicia de Navarra a partir de elementos objetivos llegan a conclusiones contrarias, pero también revela esa misma actitud en la sociedad, incluso cómo una parte de ella insiste en que todo fue una “juerga y diversión”. Finalmente, ha sido el Tribunal Supremo quien muestra la visión crítica cada vez más numerosa en la sociedad, que entiende que se trató de una violación.


La sentencia del Tribunal Supremo pone mucha luz sobre las sombras que el machismo siempre ha levantado alrededor de la violencia de género en cualquiera de sus manifestaciones, especialmente en la que se lleva a cabo dentro de las relaciones de pareja y como violencia sexual. La sentencia demuestra cómo la clave que ha utilizado la sociedad a la hora de valorar y de responder profesionalmente desde distintos ámbitos no ha sido la negación de los hechos, sino su reinterpretación para darle el significado necesario que permitiera integrarlos como parte de la normalidad, o como un hecho aislado y menor sin trascendencia ni significado social. Y para ello resulta fundamental cuestionar la conducta y la palabra de las mujeres víctimas, no la de los hombres agresores. Es lo que se ha visto también en la sentencia de “la manada”, cuando se cuestiona a la víctima porque hubo un beso con uno de los agresores antes de la violación, o cuando se intenta investigar en su vida privada tras el juicio. En cambio, esos mismos sectores no dicen nada de la conducta de los agresores antes de la agresión, de cómo la introdujeron en el portal tirando de ella, concretamente (según se escribe en la sentencia), dos de los agresores la cogieron de las manos y “ambos la apremiaron a entrar en el portal tirando de “la denunciante”, quien de esa guisa entró en el recinto de modo súbito y repentino, sin violencia”. Y continúa después, “cuando la introdujeron en el portal, los procesados, le dijeron “calla””. Y tampoco dicen nada de la conducta de los cinco hombres y su relación con una teórica juerga cuando dejan a la mujer sola en el pequeño espacio, llorando y sin móvil, mientras ellos salen a la calle de uno en uno, no como los cinco amigos que se acaban de divertir tanto con una conocida.
No es algo puntual, sino generalizado. Si ante un caso como el de “la manada”, tan objetivo y corregido judicialmente todavía hay quien lo niega, imagínense la verdad que hay detrás sobre todo lo que desde el machismo dicen respecto a la violencia de género en la pareja, a las “denuncias falsas”, a la manipulación de los hijos e hijas por las madres, o al presentar los homicidios machistas como “casos aislados”… Todo forma parte de su estrategia de ocultación y confusión, por eso ahora intentan, una vez más, esconder la violencia de género dentro de la “violencia intrafamiliar”, para así facilitar todo este proceso y dar un nuevo significado a la realidad.
Nada es casual. La sentencia del Tribunal Supremo ha puesto luz, conocimiento y referencias para interpretar la realidad de la violencia de género.

Fuentes: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2019/06/22/el-supremo-y-la-manada/amp/?__twitter_impression=true&fbclid=IwAR1UNNfN1_B3KueI5o8aVcjJcQoE8ZIPsIkKZ443yfLMPfLBc4AREWUM9jk



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El Orgullo Crítico toma la calle para recuperar la rabia de Stonewall medio siglo después


Por Marta Borraz
«Nunca hemos bajado la guardia, pero a mis 42 años creo que estamos en el momento más crítico por el que hemos atravesado», señala Ana, una mujer lesbiana integrante de la Plataforma de Encuentros Bolleros. Le complementa Sergio, que ha venido con sus amigos de instituto. A sus 17 años, lo tiene claro» «Ni un paso atrás», grita mientras la cabecera de la manifestación desemboca en la plaza de Pedro Zerolo.
  • El Orgullo alternativo de Madrid se manifiesta como cada 28 de junio para conmemorar los disturbios que en 1969 dieron lugar a la protesta.
  • Convertida en un símbolo de diversidad, la marcha es un puzzle de color y un abanico de cuerpos e identidades que pretenden reivindicar la visibilidad de todo el colectivo.
  • «Aquí hay más protesta. Somos los de abajo, los que no tenemos privilegios ni muchas oportunidades en este sistema de decidir lo que somos», señala Vicky, mujer trans y migrante.
Con la vista puesta más que nunca en 1969, el Orgullo Crítico sale a calle en Madrid para reivindicar el espíritu combativo de una cita que tuvo su origen en una revuelta. Tal día como hoy hace 50 años, los clientes del pub neoyorkino Stonewall Inn se levantaron contra la irrupción de la policía en una de sus múltiples redadas y hartas de la represión que sufrían. Como cada 28 de junio y con el objetivo de conmemorar estos hechos y denunciar la «deriva comercial» del que llaman ‘Orgullo oficial’, el ‘otro Orgullo’ se manifiesta en la capital en plena ola de calor.
Purpurina, plumas, caras pintadas y mucho color. Bajo el lema «Despierta tu rabia», la manifestación ha partido pasados casi 20 minutos de las 19.00 horas de la madrileña plaza de Jacinto Benavente para culminar en la plaza de Pedro Zerolo, renombrada así en 2015 y situada en pleno corazón de Chueca.
Convertida en un símbolo de diversidad, la marcha es un puzzle de color y un abanico de cuerpos e identidades que pretenden reivindicar la visibilidad de todo el colectivo. Aunque el sol que hace a los termómetros alcanzar los 40 grados, no ha dejado a la gente en casa y el calor marcaba buena parte de las conversaciones antes del inicio de la manifestación.
La marcha mantiene la afluencia de los dos últimos años después de que la de 2017, que quiso plantar cara al World Pride celebrado en la capital, la convirtiera en multitudinaria. Personas a título individual envueltas en banderas y varios bloques representando a distintos colectivos desafían al calor madrileño botella de agua en mano. Todos, eso sí, coinciden en denunciar «la comercialización» en la que ha derivado, a su juicio, la cita oficial: «Se ha convertido en un desfile, pero todavía ha que seguir luchando contra un sistema que nos quiere en el armario», cuenta David, un joven gay que recuerda las 623 agresiones LGTBIfóbicas registradas por los colectivos en 2018.
Personas envueltas en banderas LGTBI han recorrido el centro de Madrid
Personas envueltas en banderas LGTBI han recorrido el centro de Madrid Álvaro Minguito
Vicky espera a la sombra al resto de compañeras con las que marchará cerca de la pancarta de cabecera esta tarde. «Aquí hay más protesta. Somos los de abajo, los que no tenemos privilegios ni muchas oportunidades en este sistema de decidir lo que somos», señala. Esta mujer trans y migrante, que llegó de Honduras hace tres años, reconoce que acudirá también a la manifestación estatal del día 6, pero asegura sentirse más representada hoy: «El otro es más comercial», concluye.
La reivindicación de las personas trans y la lucha por la despatologización de la transexualidad -dejar de considerarlo una enfermedad- ha marcado parte de la manifestación, que ha avanzado con lentitud debido a la gran cantidad de gente. Lemas como «No es mi cuerpo, es tu mirada» o «mi documentación no admite discusión» ilustran la pelea de estas personas para ser reconocidas social y legalmente como lo que son. Entre otras cosas, piden la derogación de la ley de identidad de género, en vigor desde 2007, que les obliga a cumplir varios requisitos médicos para cambiar su nombre y sexo legal en el Registro Civil.
«Apenas hay referencias sobre nuestra identidad, hay un vacío», dice Hylian, una persona trans que se identifica como no binaria. «Cuando me descubrí y descubrí la etiqueta tuve que hacer muchísimas búsquedas y bucear mucho porque hay muy poca visibilidad», lamenta a sus 15 años.

«Abran las fronteras, queremos más bolleras»

La marcha avanza entre gritos de «menos negocio y más derechos» y «Orgullo no se vende, se defiende» y deja atrás la Puerta del Sol. En la simbólica plaza, la Plataforma de Encuentros Bolleros ha hecho una acción con el objetivo de reivindicar la visibilidad lésbica y antirracista dentro de estos mismos espacios: «Venimos como bloque crítico dentro del Orgullo Crítico porque también en estos ambientes hay machismo y racismo», explica Gabriela, integrante de la plataforma. La acción, que ha parado la manifestación por un momento, ha consistido en que varias mujeres racializadas se han colocado tras la pancarta que reza «Bloque bollero. Existimos y resistimos». Lo han hecho al grito de «abran las fronteras, queremos más bolleras» mientras abrían varios botes de humo morado.
Imagen del momento en el que la Puerta del Sol se ha teñido de morado
Imagen del momento en el que la Puerta del Sol se ha teñido de morado Ana Murillo
Como cada año, el sentido de este Orgullo alternativo es organizarse al margen de la manifestación que tendrá lugar el próximo sábado día 6 y a la que acusan de apropiarse del discurso LGTBI «para obtener rédito económico, político y social». 
Consideran sus organizadores que la cita oficial ha perdido la esencia de la protesta y se ha vaciado de contenido para convertirse fundamentalmente en un evento festivo que atrae a miles de turistas cada año. Así, no ven con buenos ojos a los colectivos LGTBI que están detrás de la organización y citan como punta de lanza el entramado empresarial que patrocina el evento y que tiene su reflejo en las carrozas con grandes logos de compañías y partidos políticos que desfilan en la manifestación.
La marcha ha recorrido el centro de la capital, desde la plaza de Jacinto Benavente a Pedro Zerolo
La marcha ha recorrido el centro de la capital, desde la plaza de Jacinto Benavente a Pedro Zerolo Álvaro Minguito
Autonombrado como anticapitalista, feminista y antirracista, el Orgullo Crítico tiene por objetivo visibilizar a todas las personas que, denuncia, no están lo suficientemente representados en el oficial debido a la preeminencia del hombre gay y blanco. Este año, además, se suma la irrupción de Vox en las instituciones, que directamente cuestiona los derechos LGTBI y cuyo discurso ha reforzado este año el lado reivindicativo del Orgullo en general.
El desafío que supone la presencia de la extrema derecha y los pactos que tanto PP como Ciudadanos han hecho con los de Santiago Abascal en distintas Administraciones ha redoblado este año la crítica a los partidos por el llamado ‘pinkwahing’. Este término inglés da nombre a las estrategias por las que formaciones, empresas y países se muestran simpatizantes con el colectivo LGTBI pero al mismo tiempo vulneran los derechos humanos. Para la comunidad LGTBI, un ejemplo es el PP en el Ayuntamiento de Madrid, que ha colgado la bandera arcoiris en un lateral de Cibeles, desplazada por la de España, al mismo tiempo que se pliega ante Vox, que directamente ha pedido la derogación de las leyes contra la homofobia y la transfobia de la Comunidad de Madrid.
«Nunca hemos bajado la guardia, pero a mis 42 años creo que estamos en el momento más crítico por el que hemos atravesado», señala Ana, una mujer lesbiana integrante de la Plataforma de Encuentros Bolleros. Le complementa Sergio, que ha venido con sus amigos de instituto. A sus 17 años, lo tiene claro» «Ni un paso atrás», grita mientras la cabecera de la manifestación desemboca en la plaza de Pedro Zerolo.
Imagen de portada: Manifestación del Orgullo Crítico en Madrid Álvaro Minguito



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Shangay Lily: un cuerpo disidente


Por Paloma Linares

Si ganamos la lucha LGTB no sirve absolutamente de nada si perdemos la lucha feminista (…) si perdemos la lucha antirracista (…) si perdemos la lucha de clases
Podría escribir mucho de Shangay Lily, un ser humano excepcional. Y lo voy a hacer en presente, porque sus textos, sus artículos, su poesía, su lucha, su fuerza, su artivismo son parte del aquí y ahora. Sin duda podría haberlos escrito hoy mismo. La lucidez, capacidad de análisis y visión de Shangay Lily es cuanto menos sorprendente.
Shangay Lily es una figura compleja, difícil de encasillar, que rompe los moldes y transgrede todos los parámetros con el que el resto nos sentimos cómodos. No es casualidad. Shangay Lily busca muy conscientemente crear esa reacción para conseguir que nos salgamos de nuestra zona de confort, de control y así provocar una respuesta que consiga cambiar nuestra mirada hegemónica, heteropatriarcal.
Si hay dos cosas que caracterizan a Shangay Lily son: su enorme talento en todo lo artístico y su incansable espíritu combativo y luchador. Y Shangay fusiona las dos a través de su artivismo.
¿Y qué exactamente es el artivismo? Es la unión del arte y el activismo. A través de lo artístico, de la performance o la acción, Shangay pretende denunciar, remover conciencias, que nos cuestionemos. Siempre con la intención de burlar el monopolio de la información, la educación, la cultura de este sistema patriarcal y heterosexista imperante. De ese sofisticado control sigiloso, cada vez mayor, que nos hace creer que tenemos plena libertad cuando en realidad cada vez tenemos menos.
A través de su artivismo Shangay Lily se convierte en lo que él mismo denomina “un cuerpo disidente”. Reniega de lo que denomina su “nombre de esclavo”, nombre que nos ponen al nacer y que nos etiqueta, nos identifica como perteneciente a un género, masculino o femenino, a una familia, en definitiva, a un clan o tribu. Como él mismo explica en su libro ‘Plasma Virago” (Huerga & Fierro, 2015) “Mi pueblo es feminista, sin apellidos patrilineales, nosotras creamos nuestra identidad, nuestro nombre-alma”. Su nombre-alma, su nombre elegido, es Shangay Lily.
Shangay insiste mucho en la importancia de que creemos nuestra propia identidad, más allá de las expectativas de ser, hacer, o actuar de tal o cual manera por haber nacido en un determinado lugar, de una determinada familia, de un determinado sexo y de un determinado género. Su cuestionamiento del esquema dualista de los géneros es profundo. Su forma de vestir, por ejemplo, no pretende ser una forma más o menos divertida y colorida de ir por la calle, sino una forma de artivismo. En sus propias palabras: “Era duro profundizar en el cuestionamiento político, feminista, que hacíamos de los géneros, de la imposición de ciertas actitudes por tu sexo: mujeres sumisas, dulces, elegantes, guapas, divertidas, simpáticas, complacientes y hombres duros, agresivos, directivos, poderosos, fuertes, sin adornos…” Shangay Lily, de su libro “Adiós, Chueca: Memorias del gaypitalismo” (Akal/Foca, 2016. p.22).
Uno de los ejes del pensamiento de Shangay Lily es la unidad de lucha, y para subrayarlo siempre se presenta diciendo “Soy Shangay Lily, y soy maricón, feminista, rojo, ateo, anticapitalista, y republicano”. La unidad de lucha como única forma de combatir una de las estrategias del capitalismo, y especialmente de la derecha y las oligarquías, que consiste en aislar las distintas luchas. Luego comprar y favorecer, dentro de los distintos colectivos o luchas, a una élite privilegiada, convirtiendo así a los y las líderes de esas luchas en oligarquías dentro de cada lucha. Al aislar las distintas luchas, estas se convierten en luchas egoístas y como Shangay Lily explica “convirtiendo los avances en privilegios. Una cosa es un avance que es para todos y todas y otra un privilegio que es para una élite.” (Fiesta PCE 2013).
Esto es algo que se está viendo muy claramente, por poner un ejemplo, entre un sector del feminismo, tan en auge, con altas cotas de visibilidad, y que por tanto urge debilitar y convertir en una lucha cada vez más egoísta, y la lucha por los derechos de las mujeres transexuales –nuestras hermanas-.
Shangay Lily lo explica con enorme claridad “Si ganamos la lucha LGTB no sirve absolutamente de nada si perdemos la lucha feminista, que es la madre de todas las luchas. Si perdemos la lucha antirracista de nada sirve haber ganado la lucha LGTB ni la feminista. Si perdemos la lucha de clases y dejamos que toda la parte desprivilegiada, precaria de la comunidad, y de otras comunidades, sigan sufriendo la homofobia, y que sea sólo una élite privilegiada la que disfrute de los privilegios, de los amos patriarcales que nos están comprando, por una migajas de dinero para que nos callemos, y nos conformemos con algunos logros mayoritariamente burgueses, eso no es ninguna victoria, la victoria es tener siempre en cuenta a las y los desfavorecidos…” (Pregón Orgullo 2015, Alcalá de Henares).
En su libro autobiográfico “Adiós Chueca: Memoria del gaypitalismo. Construyendo la marca gay” Shangay Lily analiza cómo estas estrategias han llevado a una derechización tramposa de la comunidad gay, y ha convertido a unas minorías en los mejores representantes de ese discurso capitalista, clasista y elitistas. Unas elites de empresarios, que Shangay denomina gaympresarios, que han creado la “marca gay” y convertido la lucha LGTBI en negocio. El capital gay, el gaypitalismo, termino que acuña Shangay Lily, crea así toda una estructura, una auténtica mafia para explotar la “marca gay”, que impone un pensamiento único y se invisibiliza, boicotea y estigmatiza a todo aquel que se oponga, que disienta. La herramienta publicitaria definitiva es el secuestro del Orgullo gay como herramienta política para convertirlo en un lucrativo negocio al servicio de las grandes marcas, corporaciones, partidos políticos, en definitiva, del gaypitalismo.
Y voy a terminar con un texto de Shangay Lily de su libro “Adiós, Chueca” sobre el Orgullo Gay. Precisamente el próximo 28 de junio se cumplen 50 años de las Revueltas de Stonewall en la ciudad de Nueva York que marcaron un antes y un después en el reconocimiento de los derechos civiles gays en el mundo.
“Muchos fueron los instrumentos de solidificación de ese monopolio, del pensamiento único, de la marca, pero la herramienta publicitaria definitiva, el más indiscutible ariete que el gaypitalismo utilizó para derrumbar cualquier oposición a su modelo, fue el Orgullo Gay.
O lo que quedó del Orgullo Gay, porque, si hay una manifestación de la comunidad distorsionada hasta lo irreconocible por esas estrategias mercantilistas, esa es el Orgullo Gay. En ningún lugar queda más patente el secuestro de la lucha homosexual por parte del aparato corporativo de la «marca gay». Pocos capítulos de nuestra historia han sido más tristes que su apropiación para aprovechar el foco reivindicativo que miles de activistas consiguieron reclamar tras siglos de silencio con el fin de convertirlo en su particular desfile de la victoria, una grandiosa publicidad para el gaypitalismo que proclama su mentira: todo es maravilloso, todo es felicidad, somos la comunidad contenta, todo se arregla con dinero.
Gracias a este secuestro, el Orgullo Gay pasó de herramienta reivindicativa a mero escaparate corporativo. O, dicho de otra manera, se pasó de la manifestación a la fiesta (incluso la verbena).” (p.213-214).
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Ocho universidades privadas españolas se adhieren al manifiesto de la ONG antiabortista «One Of Us»


Por Laicismo.org
Esta plataforma ha sido impulsada por la Federación Europea “One of Us”, integrada por organizaciones nacionales que defienden la vida y la familia en Europa y que está presidida por el español, Jaime Mayor Oreja.




Ocho universidades españolas se adhieren al manifiesto de la ONG provida «One Of Us». Los centros se suman así a la la Plataforma Cultural “One of Us”, presentadad el pasado 23 de febrero de 2019 en el Senado de París. Esta plataforma ha sido impulsada por la Federación Europea “One of Us”, integrada por organizaciones nacionales que defienden la vida y la familia en Europa y que está presidida por el español, Jaime Mayor Oreja.
Bajo el título “Por una Europa fiel a la Dignidad Humana” la presentación tuvo lugar en París con la participación de Rémi Brague, Pierre Manent y Olivier Rey como intelectuales de referencia de este nuevo proyecto. El equipo humano que conforma la Plataforma en los países de la Unión Europea, se dará cita en Santiago de Compostela el próximo día 19 de Octubre de 2019.
Las Universidades abajo firmantes, desde el pleno convencimiento de la extrema importancia de una presencia activa del mundo académico en el profundo debate cultural que en estos momentos vive Europa, se adhieren al Manifiesto presentado por la Plataforma Cultural One of Us y se comprometen a participar en la misma aportando lo que es propio de la Universidad: generación y transferencia de conocimiento, debate, razones y argumentos en defensa de la verdad de la vida y de la dignidad humana.
La Federación Europea “One of Us” “One of Us” se fundó en 2014 tras el éxito de la primera iniciativa de ciudadanos europeos “One of Us”. Casi dos millones de personas firmaron contra la destrucción de los embriones humanos en Europa. “One of Us” está comprometida con el reconocimiento incondicional de la dignidad humana, además de la protección de la vida humana en las fases más vulnerables de desarrollo, y en los momentos de enfermedad, edad avanzada y al final de la vida.


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viernes, 28 de junio de 2019

Stonewall: a 50 años de la rebelión que impulsó el movimiento LGBTI


Por Valentina Jofré / La Tercera
El 28 de junio de 1969 gays, lesbianas y transexuales se rebelaron contra la policía en el bar Stonewall. El hito desembocó en la primera protesta por los derechos de esa comunidad. Dos protagonistas cuentan a La Tercera cómo ocurrió todo.
Era la primera vez que Rusty Rose, una lesbiana de 17 años, acudía al Stonewall bar, en el barrio neoyorquino de Greenwich Village, en una calurosa noche del sábado 27 de junio de 1969. Estaba con su amiga Vinny, una drag king, y otros transexuales en el bar cuando a eso de las 01:20 del domingo, vio que varios policías vestidos de civil ingresaron al local y comenzaron a pedir identificaciones. Esto era común en esa época, debido a que era ilegal servir alcohol a los homosexuales. Pero de pronto la situación se tornó violenta entre los clientes del bar y la policía. Así, la comunidad gay no se quedó de brazos cruzados cuando los agentes intentaron arrestarlos y se alzó contra la represión policial. La rebelión, que duró seis noches, terminó por convertirse en el mayor símbolo de la lucha de la comunidad LGBTI en Estados Unidos y en el mundo.
“En ese momento no sabía que haríamos historia”, contó a La Tercera Rusty Rose, hoy de 67 años, medio siglo después de la llamada “sublevación de Stonewall”.
El Stonewall bar era uno de los pocos clubes nocturnos de alto desenfreno permitidos para homosexuales. Al ser controlado por la mafia, el Stonewall lograba zafar de que la policía cerrara el local. “En ese tiempo en EE.UU. era ilegal mantener una relación homosexual, eras criminal. Se consideraba la homosexualidad como una enfermedad mental, la iglesia te consideraba inmoral. Eran tiempos difíciles. Incluso podías ser despedido de tu trabajo por ser gay”, explica a La Tercera Eric Marcus, autor de Making History: The Struggle for Gay and Lesbian Equal Rights 1945-1990. Pese a que las redadas policiales eran comunes en el bar, esa madrugada del 28 de junio de 1969 todo cambió.
EN ESTA FOTO DE 1970 PROPORCIONADA POR EL CENTRO COMUNITARIO DE LESBIANAS, GAYS, BISEXUALES Y TRANSGÉNEROS, LOS MANIFESTANTES SE CONGREGAN Y MARCHAN DURANTE LA PRIMERA MARCHA DEL DÍA DE LA LIBERACIÓN GAY EN NUEVA YORK. FOTO: AP

“Este es el principio”

Rusty Rose recuerda que una oficial se acercó a su amiga drag king, Vinny, quien estaba vestida con pantalones de hombre y una polera, y le indicaron que fuera al fondo del local. “Vinny comenzó a dar un gran discurso y dijo que sabía cuáles eran sus derechos civiles. La oficial agarró su polera y se la rompió. Y nos tiraron al suelo con las manos atadas”, cuenta. Cuando intentaban salir del bar junto con los policías, Rose se dio cuenta de que afuera algo estaba pasando. Vio entonces a un gran grupo de personas con las manos alzadas lanzando cosas. No sabía exactamente qué. Tuvieron que retroceder y quedaron atrapadas junto con la policía nuevamente dentro del bar, mientras se rompían las ventanas del lugar.
Una muchedumbre cada vez mayor afuera del bar comenzó a tirar monedas y luego piedras y botellas. Gays, lesbianas y drag queens se enfrentaron así a la policía. “De repente tenías a la policía siendo desafiada por esta gente que es considerada débil o fácil de hacer bullying”, señala Marcus.
Ya fuera del bar, Rose cuenta que la policía comenzó a golpear a los presentes. Su amiga Vinny fue detenida y a ella le ordenaron que se fuera a su casa. “En ese minuto no pensaba nada acerca de que se trataba de una cosa gay o de la comunidad gay”,recuerda Rose.
Lo que pasó aquella noche quedó en la historia de la lucha por los derechos del movimiento LGBTI y fue la llama que encendió el movimiento de protesta.
VISITANTES SE DETIENEN FRENTE AL STONEWALL INN EN NUEVA YORK. FOTO: AP

“Otro motín”

La gran artífice de la organización de este movimiento fue Martha Shelley, lesbiana de 26 años y portavoz en 1969 de la sede de N. York del grupo Daughters of Bilitis, la primera asociación defensora de los derechos de las lesbianas en EE.UU.
Shelley iba caminando por fuera del Stonewall esa noche y se percató del incidente, pero pensó “debe ser otro motín contra la guerra de Vietnam”, y se apartó del lugar. Pero el lunes siguiente vio en el diario la noticia. “Pensé ‘dios mío, tenemos que hacer algo’”, contó a La Tercera la propia Martha Shelley, hoy de 75 años.
Días después, Shelley se comunicó con una organización homosexual y decidieron organizar una manifestación un mes más tarde. Al finalizar esa marcha, a la que asistieron cerca de 400 personas, Shelley se dirigió a la masa. “Les dije que eso había sido todo por hoy, que nos iríamos pacíficamente a nuestras casas, pero les advertí: ‘Este es el principio, no es el final. Volveremos’”, recuerda Shelley, pionera del movimiento LGBTI. Y así fue.
UN OFICIAL DE POLICÍA SE PARA FRENTE AL STONEWALL INN, DONDE UN RECORTE DE NOTICIAS ENMARCADO DESTACA LOS DISTURBIOS DE 1969. EL STONEWALL INN ORIGINAL NO SOBREVIVIÓ AL ATAQUE QUE LO HIZO FAMOSO. FOTO: AP
Para Eric Marcus, lo de Stonewall fue un catalizador: “Había una llama ardiendo sobre cómo la gente estaba siendo tratada y Stonewall fue como la gasolina que generó una explosión. Yo llamo al período después de Stonewall como el periodo de la liberación gay”“Después de Stonewall las cosas cambiaron, nos paramos frente a la sociedad”, acota Shelley.
Pero hoy, 50 años después estos tres protagonistas advierten que todo lo logrado está siendo amenazado por Donald Trump. “Lo que tenemos hoy es una administración que intenta quitar todo lo que conseguimos para volver a cómo eran las cosas para la comunidad gay en 1950. Así que tenemos que volver a luchar”, concluye Shelley.


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