RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

jueves, 30 de abril de 2020

La perspectiva de género en la lucha contra el coronavirus



Los efectos de la covid-19 y el confinamiento son distintos para cada persona y hay diferencias de género; incluso en la proporción de voces autorizadas que opinan sobre esta crisis en los medios. La Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas alerta de que conocer estas diferencias es clave para saber dónde intervenir, ahora y en el futuro.

Trabajadores hospitalarios y cuidadores en residencias tienen una altísima proporción de mujeres. / Adobe Stock

Trabajadores hospitalarios y cuidadores en residencias tienen una altísima proporción de mujeres. / Adobe Stock
La pandemia provocada por el SARS-CoV-2, causante de la covid-19, nos está poniendo a prueba como sociedad. Tras esta crisis deberemos estar mejor preparados para que la vida sea más segura ante amenazas como la que estamos sufriendo, pero deberemos también, porque tenemos la oportunidad de hacerlo, trabajar para que la sociedad del día después sea más justa que la que dejamos atrás. Y solo lo será si somos capaces de analizar lo que está ocurriendo ahora en todas sus vertientes; una de ellas es, indiscutiblemente, la del género.
Conocer cómo está afectando a las mujeres la enfermedad y la sacudida social que la acompaña es una de las claves para saber dónde hay que intervenir no solo ahora, sino también en el futuro.
Por los datos que tenemos hasta el momento sabemos que el virus parece infectar de forma similar a mujeres y a hombres en cualquier rango de edad. Sin embargo, su letalidad es, al menos según los datos preliminares de varios países, más alta en los varones.
Investigar mejor
Se han propuesto algunas hipótesis para explicar esta diferencia, pero distamos de comprender sus causas reales. Tampoco sabemos si la aparentemente similar susceptibilidad al contagio de mujeres y hombres está sesgada, pues algunos de los colectivos más expuestos –como todo tipo de trabajadores hospitalarios y cuidadores en residencias– tienen una altísima proporción de mujeres. Por ejemplo, en la región china de Hubei donde comenzó la enfermedad, las mujeres eran el 90 % del personal expuesto en primera línea.
Dadas estas diferencias, se hace obvia la necesidad de que todas las investigaciones sobre tratamientos o vacunas para combatir la covid-19 incorporen la perspectiva de género. Y eso solo se podrá hacer si todas las administraciones asumen que para contar con datos científicos válidos estos deben salir de diseños experimentales robustos que incluyan la dimensión de género, y que no debería financiarse ningún estudio que no la contemple. Solo así podrán diseñarse políticas efectivas para enfrentarse a la próxima emergencia sanitaria.
Para contar con datos científicos válidos estos deben salir de diseños experimentales robustos que incluyan la dimensión de género
La covid-19 nos está afectando de muchas maneras. Una fundamental es que esta pandemia nos ha confinado, y los efectos del confinamiento, que son distintos para cada persona, tienen también diferencias en función del género. Según la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres realizan el 76,2% del total de horas de trabajo de cuidados no remunerado en todo el mundo en situación normal.
Con las escuelas cerradas y los niños y niñas en las casas siguiendo sus clases y con tareas que precisan apoyo, las horas necesarias para atenderlo todo han aumentado brutalmente.
Reparto de tareas
Si no cambian los estereotipos tradicionales, la carga de trabajo asumida por las mujeres aumentará peligrosamente, y con ella crecerán los efectos perniciosos que esa sobrecarga tiene sobre las mujeres: mayor estrés, más problemas mentales y menos tiempo para dedicarlo a la vida profesional. Pero deberíamos reflexionar sobre el hecho de que el confinamiento es también una oportunidad para que los varones se responsabilicen de su parte de este trabajo en el hogar, y convertir esta amenaza en una ocasión para el cambio.
Según la Organización Internacional del Trabajo, las mujeres realizan el 76,2 % del total de horas de trabajo de cuidados no remunerado en todo el mundo en situación normal
El confinamiento tiene además un riesgo añadido en el caso de las mujeres que padecen violencia machista, atrapadas en casa con su maltratador. Los datos de algunos países que han hecho públicas cifras estos días señalan que el problema se ha agravado considerablemente: en Francia los casos de violencia contra las mujeres aumentaron en un tercio en la primera semana de confinamiento y en Australia las búsquedas en Google de ayuda por violencia de género subieron un 75% en ese mismo periodo.
Según un estudio de la organización internacional de planificación familiar Marie Stopes, más de 9,5 millones de mujeres y niñas se arriesgan a perder el acceso a anticoncepción e interrupción voluntaria del embarazo este año por causa de la pandemia.
El esfuerzo económico que está suponiendo la lucha contra la pandemia de covid-19 y la posterior recuperación económica puede repercutir en las partidas de gasto social, como ya ocurrió con los recientes brotes de ébola y zika.
El desempleo producto de la covid-19 golpeará duramente a mujeres y hombres, pero la vulnerabilidad del empleo femenino es mayor y, como advierte ONU Mujeres, en todas las crisis económicas las mujeres sufren en mucha mayor medida.
Menor visibilidad
También en la comunicación sobre la covid-19 se observa un retroceso. Según un análisis preliminar hecho por las autoras los días 17 y 18 de abril en cuatro diarios españoles –El País, La Vanguardia, eldiario.es y ABC–, solo el 27 % de las fuentes consultadas en artículos relacionados con la pandemia eran mujeres, frente al 73 % de varones. Esta cifra es ligeramente más baja que la recogida en el estudio «La visibilidad de las científicas españolas» de Pablo Francescutti publicado en 2018 y que señalaba que las mujeres citadas en artículos relacionados con ciencias de la vida en España eran el 29,5 %.
Las mujeres tienen que incorporarse en condiciones de igualdad en todos los organismos asesores y de toma de decisiones sobre la pandemia y sobre la salida de la crisis
Pero además, si tenemos en cuenta que, según datos de la ONU, las mujeres que trabajan en la atención al público en los sistemas sanitarios y sociales, los más relacionados con la lucha contra la covid-19, son el 70 %, la cifra de su reflejo en los medios de comunicación es aún más injusta.
Para afrontar la salida de esta crisis sanitaria, económica y social es necesario analizar y corregir la desigualdad de todos estos ámbitos. Las mujeres tienen que incorporarse en condiciones de igualdad en todos los organismos asesores y de toma de decisiones sobre la pandemia y sobre la salida de la crisis.
Las necesidades de mujeres y hombres son diferentes, y la forma en la que la pandemia afecta a unas y otros es distinta. Esas diferencias deben ser tenidas en cuenta a la hora de diseñar tanto la lucha contra la enfermedad como una salida de esta crisis que no ahonde más aún las desigualdades.
Carmen Fenoll y Victoria Toro (SINC)



Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

martes, 28 de abril de 2020

Geopolítica y feminismo antiimperialista en tiempos de COVID

 




Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

“Somos nosotras las que ponemos el cuerpo”, clase y género en tiempos de pandemia


Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones coge fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, pero no sin las que cuidan
Mujeres trabajando en un invernadero. 
Una auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid o una enfermera en Nueva York. Una teleoperadora que hace teletrabajo desde casa mientras cuida a sus hijos. Una trabajadora del hogar inmigrante y una trabajadora de la logística en Italia. Mujeres que ponen el cuerpo en la primera línea del combate contra la pandemia y la crisis social. 
“Somos las grandes olvidadas”, nos dice Isabel Calvo, auxiliar de ayuda a domicilio en Madrid. Son miles las mujeres que, como ella, salen cada día a trabajar en tiempos de cuarentena, porque no pueden dejar sin servicio a personas enfermas o mayores. “En una jornada completa podemos llegar a ver a seis usuarios, les ayudamos con las actividades básicas de la vida, el aseo, la comida, una cita de un médico, recoger un poquito la casa”. Sin embargo, aunque están en contacto estrecho con personas en riesgo, no reciben la protección adecuada por parte de las empresas empleadoras. En los últimos días, Calvo ha tenido que contactar personalmente con diferentes asociaciones para conseguir material de protección, mascarillas o batas. “Parece que tiene que suceder, ojalá que no, la muerte de alguna compañera para que esto se visibilice, que se ponga en el mapa”. Y aunque ellas actúan como una barrera protectora para que muchos casos no lleguen a la sanidad pública, nadie las cuida. “Necesitamos protección, para poder proteger a los demás”, asegura. 
Tre Kwon es enfermera en el Hospital Mount Sinai de Nueva York. Junto con sus compañeras, personal sanitario y de limpieza, han creado el Grupo de trabajadoras de primera línea de la Covid-19, una especie de escudo humano para sortear la tormenta que se desata sobre las salas de emergencia cada día. Mientras Donald Trump declara en los medios que “estamos todos juntos en esto”, Tre Kwon piensa algo muy distinto. “Somos nosotras las que ponemos nuestros cuerpos en la línea de frente. Somos las que ponemos en riesgo a nuestras familias y a nosotras mismas en el trabajo”. Ella tiene una beba de tres meses y había ahorrado algún dinero para poder tomarse una licencia maternal, pero al ver por televisión la gravedad de la crisis ha decidido volver al hospital junto a sus compañeras y compañeros. Enfermeras y personal médico de Nueva York, California, Missouri y Texas están protestando por la “falta de preparación” de los hospitales para enfrentar la pandemia en el país más poderoso del mundo.
Las trabajadoras del hogar y los cuidados son un sector totalmente feminizado, que ocupa a más de 700.000 personas en España. La mayoría son migrantes y una parte importante trabaja como internas, en la economía sumergida y en situación irregular, debido a los requisitos de la Ley de extranjería, que no son fáciles de cumplir. En la última semana, el Gobierno calificó a este sector como parte de los servicios esenciales si tienen a su cargo el cuidado de personas enfermas o mayores. 
Marina Díaz lleva trece años como trabajadora del hogar y pertenece a la Red de Hondureñas migradas. “Con esta crisis sanitaria, económica y social estamos sufriendo mucho más la precariedad y vulnerabilidad, debido a que las medidas tomadas por el Gobierno no son las suficientes”. La situación se agrava, ya que no reciben insumos de protección para evitar los contagios. “El subsidio extraordinario aprobado por el Gobierno no cubrirá a todas las trabajadoras del hogar y los cuidados y además se tardará para poder obtener esa ayuda, pero la crisis la estamos viviendo ya”, explica. Díaz hace una pregunta simple: “Dicen que somos esenciales, que sostenemos la vida y la economía y facilitamos a personas, principalmente mujeres, que puedan trabajar fuera de sus hogares. ¿Entonces por qué no tenemos los mismos derechos que los demás trabajadores de España? ¿Qué es lo que impide la entrada al Régimen General de la Seguridad Social?” 
Maddy era una trabajadora inmigrante, empleada en la empresa DHL de Piacenza, cerca de Milán. Estaba organizada junto al sindicato de base Si-Cobas y participó de las huelgas que se desataron en el norte de Italia para exigir condiciones de protección sanitaria y el cierre de las empresas no esenciales cuando empezó la cuarentena. Falleció el 24 de marzo, después de contagiarse coronavirus. Sus compañeras y compañeros de trabajo prometen no olvidarla. El lema de muchas de estas huelgas era “Nuestra salud, antes que sus ganancias”. Cuando se tiene que ir a la huelga para no morir, es que hay un sistema que merece perecer. 
La pandemia, con epicentro en Italia, España y Estados Unidos, ha puesto al desnudo las profundas contradicciones del capitalismo patriarcal donde los trabajos de cuidados y los empleos más precarios siguen recayendo en las mujeres. Durante las décadas de ofensiva neoliberal se desplegaron múltiples tendencias que aumentaron como nunca el entrelazamiento de los agravios de clase, género y racismo para las mujeres trabajadoras.  
Mientras el Estado recortaba drásticamente los presupuestos de salud, educación y servicios sociales –preparando así el colapso del sistema sanitario ante pandemias como la actual– se incentivó la expansión de empresas privadas en estos sectores, que emplean trabajo femenino, precario y sin derechos. Al mismo tiempo, el ingreso al mundo laboral de millones de mujeres en todo el planeta, especialmente en los países más ricos, supuso un aumento de la demanda de mano de obra de mujeres migrantes, tercerizando el trabajo del hogar como trabajo asalariado. 
Pero la mayor feminización de la fuerza laboral no implicó una reducción de la carga del trabajo doméstico en los hogares para gran parte de las mujeres. Y en esta crisis, esa contradicción también estalla. ¿Cómo combinas el teletrabajo con cuidar a tus hijos durante todo el día? ¿O cómo cuidas adecuadamente a tu familia, si has sido despedida y tienes que elegir entre pagar el alquiler o comprar comida?
Si la conciliación familiar ya era una tarea titánica para la mayoría de las mujeres en tiempos “normales”, qué decir cuando tienes que sortear la presión de los jefes y el cuidado de los niños, al mismo tiempo, dentro de las cuatro paredes del hogar. ¿Y qué ocurre cuando no se puede establecer un espacio físico de teletrabajo separado del resto de la familia, en pequeños pisos sin condiciones adecuadas?
La crisis múltiple que estamos atravesando (crisis sanitaria, económica, geopolítica y social) desvela la barbarie de un sistema capitalista patriarcal que no puede asegurar ni siquiera la atención médica a gran parte de la población, donde algunas corporaciones capitalistas se lucran con la producción e investigación de vacunas, mientras se trata a las personas mayores o las que están enfermas como material descartable. Un sistema que se encamina hacia una probable depresión y que intentará, una vez más, reconstruir el ciclo de acumulación sobre los cuerpos cansados y explotados de las mujeres y el conjunto de la clase trabajadora, a costa de la vida de millones.
Pero algo está cambiando. Cuando miles de personas aplauden desde sus balcones a las enfermeras y al personal médico, cuando se viraliza un video aplaudiendo a las limpiadoras de un hospital, cuando alguien le agradece a la cajera de un supermercado, está empezando a coger fuerza una idea: podemos vivir sin banqueros, sin grandes empresarias que rompan los techos de cristal, pero no podemos vivir sin las trabajadoras del campo, sin las que cuidan a niños y ancianos, sin las que producen nuestros alimentos y nuestra ropa. Una vez que esta idea prenda, será difícil apagar el fuego. 

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

lunes, 27 de abril de 2020

“El feminismo es una de las variantes críticas de las revoluciones democráticas”

Entrevista a Pepe Gutiérrez Álvarez sobre Revolucionarias. Mujeres entre el feminismo y el socialismo (I)

Activista, divulgador cultural, conferenciante, cineclubista, periodista comprometido con la prensa alternativa,… Pepe Gutiérrez Álvarez es el vicepresidente de la Fundación Andreu Nin de Cataluña y miembro del consejo editorial de Viento Sur. Entre sus principales libros: Memorias de un bolchevique andaluz, Conocer a Trotsky y su obra, Retratos poumistas, La vejez: problemas y alternativas, Rosa Luxemburg. Cartas de amor y revolución, El cine y el 36, etc.
Nos centramos en esta entrevista en su último libro, Revolucionarias, publicado por El Viejo Topo.
*
Enhorabuena por tu nuevo libro, un libro de hermoso título: Revolucionarias. ¿En quiénes has pensando con ese término? ¿En luchadoras, en políticas, filósofas, científicas tal vez?
Este trabajo representó un desgajamiento de un proyecto más amplio que me ocupó los años ochenta y sobre el que nunca he dejado de trabajar. En su primera parte la idea era realizar un “diccionario biográfico del socialismo”, siguiendo las línea trazadas en Francia por el gran Jean Maitron. Ese proyecto se mostró pronto editorialmente inviable por lo que se me planteó la idea de ir por partes. La editorial Hacer editó en1982 una primera parte: “Desde su orígenes hasta Marx y Engels”. Un segundo abarcada “Libertarias, libertarios” que estuvo anunciado por Ediciones Libertarias,en principio con un prólogo del entonces todavía “anarquista” Fernando Savater. Pero esta editorial entró en crisis, y otras como Hacer y Anthropos no se atrevieron. Entonces esta historia se había convertido –como se dice en cine- en “veneno para la taquilla”. Más tarde apareció en Internet. Hacer se atrevió a publicar en 1986 una edición muy defectuosa. El proyecto, que había sido bien recibido por el movimiento feminista de entonces, fue luego olvidado. Algo tuvo que ver que la prologuista inicial Mª Aurelia Capmany enfermara, y la nueva candidata, una parlamentaria del PSC relacionada con Hacer, escribió un prólogo que rechacé tajantemente ya aseguraba que la democracia parlamentaria asumiría la tarea que guió a las protagonistas.
El subtítulo: “Mujeres entre el feminismo y el socialismo.” ¿Por qué ese entre? ¿No eran propiamente ni feministas ni socialistas, o eran todas más bien feministas y socialistas?
Desde 1848 con Flora Tristán, las mujeres que sitúan la emancipación de las mujeres como parte del proyecto socialista se encuentran en medio de dicha conflictividad. Lo habitual era que los líderes revolucionarios entendieran que el socialismo conllevaba de por sí la equiparación de ellos, un criterio del que las feministas más lúcidas desconfiaban. Se encontraban pues en ambos terrenos pero con serias contradicciones como se verá en el curso de la revolución rusa, la más avanzada en el terreno jurídico y programático que sufre empero el peso de las tradiciones machistas. Así, el propio Lenin se quejaba de que obreros comunistas dispuestos a morir por la causa luego maltrataban a su compañera en el hogar. Con la victoria de burocracia en la URSS, pero también en la izquierda tradicional –socialdemócrata, comunista-, dicha contradicción se hace más evidente. Esto explica que el enorme impulso que llegó a alcanzar el movimiento de mujeres con Clara Zetkin, o más tarde con “Mujeres libres” en la CNT, la dimensión feminista se mantiene como subalterna…
¿No es un tanto extraño, contradictorio puede pensar alguien, que un hombre como Pepe Gutiérrez escriba sobre mujeres revolucionarias? ¿No son las mujeres más sensibles que nosotros para estos temas?
Recuerdo que hace años Josep Vincent Marqués escribió un ensayo en el que se preguntaba sobre sí los hombres podían ser feministas en sentido integral, y la respuesta era que no. Sin embargo, esto no ha impedido la existencia de una voluntad manifiesta en el caso de Engels, de August Bebel o de Richard Pankhurts –el “patriarca” de la familia que lideró el sufragismo británico de principios del siglo XX-, realizaran verdaderas contribuciones. Es obvio que las mujeres ocupan el escenario, que el trabajo de estudio e investigación ha avanzado sobre todo gracias a ellas, pero eso no contradice la importancia de un trabajo autocrítico como pretende ser este trabajo situado en el terreno de la divulgación.
¿Autocrítico? ¿Por qué autocrítico? ¿De qué tienes que autocriticarte?
Tal como he explicado en detalle en algunos de las “Memorias” del bolchevique, y en el que prepara Renacimiento, “Retratos en rojo y negro”, no puedo por menos que considerarme como un niño mimado por las mujeres de la familia. Pude estudiar, al menos en parte, cuando mis tres hermanas apenas sí aprendieron lo más básico. Desde que empecé a trabajar gané más que las mujeres, principio de un largo etcétera de privilegios. No fue hasta mitad de los años setenta que comencé a situarme ante la cuestión femenina, y a pesar de todas las rectificaciones sigo gozando de privilegios “naturales”. La opresión femenina como la de los trabajadores parte de un principio de subestimación, con la gravedad de que, como ya descubrió Flora Tristán, las mujeres han sido en no poca medida “la proletaria de los hombres”.
Autocrítica significa reconocimiento de esta realidad, la voluntad de asumir cambios que llevaran mucho tiempo, y que fueron anunciados por algunas de las mujeres tratadas en la obra.
¿A qué idiomas ha sido traducido tu libro? ¿Qué tal ha sido recibido?
El libro se tradujo al alemán. Luego conoció dos hermosas ediciones en italiano. Esta última figura citada en la bibliografía de varias obras generales académicas sobre la historia del feminismo. Sobre su recepción creo que es bastante explícita la presentación de Julia Cámara que actúa también como un aval, aparte de realizar una reflexión propia que va más allá del horizonte didáctico de la obra.
Nos presentas brevemente a Julia Cámara.
Julia es militante en Anticapitalistas Ha estudiado Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, es compañera de formación política, está integrada también en la revista Viento Sur y ha publicado numerosos artículos sobre la liberación de la mujer. Pienso que su prólogo se sitúa en un escalón analítico superior al propio del libro, orientado como ya he explicado de ser un escalón introductorio. Hubo otras candidatas como Teresa Rodríguez y Ester Vivas,  pero en esta ocasión Julia pudo gozar de un mayor respiro.  
Escribes en la presentación, en sus compases finales: “No hay que decir que el objetivo sigue siendo el mismo: contribuir al mayor conocimiento de una historia: la de las mujeres “subversivas” que trataron de caminar con dos pies…” ¿La historia de estas mujeres sigue siendo desconocida entre nosotros o estamos mejor que hace años cuando apenas nadie había oído hablar de Mary Wollstonecraft por ejemplo?
Obviamente las últimas décadas han sido especialmente importantes en el reconocimiento de estas mujeres pioneros, y el libro ha sido actualizado tanto en referencia a la ampliación bibliográfica como a las filmográficas. Sin embargo, creo que dicha divulgación se sitúa por lo general en un ático mientras que en la planta baja se ignora lo fundamental. Una reconocida investigadora en el curso de la presentación de la edición originaria, me achacó en un debate que el libro parecía un poco al “Hola”. Sin perder la calma le respondí que ojalá compitiera con esta revista en las peluquerías y en la sala de los dentistas. En el medio extrauniversitario, son muy pocas y pocos que están al día de las siluetas tratadas.
¿Están entonces al día en el mundo universitario? ¿De verdad de la buena?
Sigo el ambiente universitario desde mi laboratorio de divulgador, y por lo tanto mi opinión no puede ser muy rigurosa. Sin embargo, creo que se percibe una renovación especial en este terreno, con una “revolución” en lo que se refiere a las aportaciones. Aunque todavía no tenemos la suficiente perspectiva, creo que nos encontramos con una “revolución” en el terreno de análisis intelectual. Algo que a mí me parece que se hace evidente en las revistas de pensamiento más avanzado…
Hablando de Wollstonecraft. Afirmas en el capítulo que le dedicas que aunque sus orígenes se remontan cuanto menos a la Grecia clásica, se puede decir que el feminismo tal como lo entendemos hoy se remonta al largo proceso de la revolución democrática inglesa. Aunque no fuera con nuestra mirada, ¿hay autoras que puedan considerarse feministas en la Antigüedad clásica?
Creo que existen inicios de sensibilidades feministas en la Antigüedad clásica, incluso en la Biblia. Sobre esto la lectura de la obra magna de Simone de Beauvoir resulta apasionante. Sin embargo, el feminismo es una de las variantes críticas de las revoluciones democráticas. No es por casualidad que las primeras feministas se mostrasen tan sensibles a la emancipación de los esclavos como a las luchas obreras. Con todo creo que estamos asistiendo a una fase que significa un salto cualitativo y cuantitativo sin antecedentes.
¿Y por qué piensas que estamos asistiendo a una fase que significa un salto cualitativo y cuantitativo sin antecedentes? ¿Quiénes protagonizan este “gran salto adelante”?
Este gran salto se da en todos los terrenos, incluyendo los más prosaicos. Cualquiera que esté en relación con las nuevas generaciones, incluyendo la menos politizada, puede percibir cambios en la relación, el inicio de una conciencia crítica entre las muchachas y el estupor de los muchachos. Se perciben los debates públicos en la creciente presencia femenina así como en una mayor presencia en las intervenciones. Desde aquellos tiempos en los que una mujer en una agrupación militante era la excepción al ahora, media un abismo. Esto no contradice el hecho de que este desarrollo resulte irregular, y quede muchísimo por trabajar. En la presentación local del libro la mayoría de los asistentes y de las intervenciones fueron femeninas, eso no había sido para nada lo habitual.
Hablabas hace un momento de El segundo sexo de Simone de Beauvoir. No le has dedicado ningún capítulo. ¿No fue propiamente una revolucionaria?
He tenido que establecer una criba, falta Simone y otras muchas. También tiene que ver el que hecho que la conexión militante y orgánica con las izquierdas se hace dominante al menos desde el siglo XX. Simone la he trabajado mucho más en su aportación sobre la vejez en un lejano libro mío sobre esta cuestión. Ahora con el trabajo de Samir Nair que creo refleja en alguna medida la creciente consideración que se está dando sobre ella, como se está haciendo sobre otras socialistas feministas, sobre todo británicas. Esto me ha llevado a descubrir, por ejemplo, que el testimonio de Dora Russell sobre la revolución rusa era mucho más rico que el Bertrand, demasiado atrincherado en sus propios criterios.
Como se discute a veces (antes lo hemos hecho tú y yo) sobre si algunos hombres pueden ser considerados feministas, te pregunto sobre Condorcet. ¿Lo fue? El hablaba, a finales del XVIII, tú lo citas, que las mujeres poseen en común con el hombre “la cualidad de seres razonables y sensibles”. No todos los filósofos ilustrados de aquella época decían lo mismo.
Por supuesto, además lo cita Mary  Wollstonecraft en su polémica con Rousseau. Esta sensibilidad es incuestionable como lo era en William Godwin considerado como el principal protoanarquista de entre los siglos XVII y XIX. Sin embargo, como muestra la propia historia de Mary y de su hija, Mary Shelley, a la hora de la verdad suelen ser muy pocos los hombres que no hacen prevalecer sus privilegios. Este tema lo traté en una serie de artículos sobre Marx, Lenin, Trotsky para el “Combate”, y suscitó una polémica en la internacional y una fuerte reacción de las compañeras feministas que tendían a subrayar la importancia de la autonomía del feminismo.
¿Y qué significa exactamente esa afirmación sobre la autonomía del feminismo? ¿Que el movimiento decide por sí mismo, a su aire y sin controles externos, sobre sus finalidades, procedimientos, focos de interés, alianzas y estrategias?
En realidad este concepto se da en todos los movimientos, por ejemplo en el de LGTB o el de los pensionistas, que no pueden ser como lo fueron antaño, “correas de transmisión” de ningún partido. Otra cosa es que la autonomía se oriente en trabajar por la mayor unidad posible. Desde este punto de vista se dan ejemplos magníficos como por ejemplo de los pensionistas que se esfuerzan en subrayar su dimensión femenina. Las coincidencias tácticas y estratégicas tienen que darse como consecuencia de un tratamiento de tú a tú…
¿Se puede afirmar, como creo que sugieres, que la Revolución francesa fue, además de muchas más cosas, una revolución feminista?
Lo fue en el sentido de que numerosas mujeres, paradójicamente en su mayoría girondinas, tuvieron claro que los derechos del Hombre eran incompletos sino constaban los de la mujer. En 1789, la frustración resulta más evidente que en el 1776 norteamericano.
Hablas de girondinas. ¿Y qué pasó entonces con las jacobinas?
El caso de Olimpes de Gouges es sin duda es más revelador. De cualquier estudio se desprende que fue la tendencia donde coincidieron más mujeres en equiparar los derechos de la mujer junto con los del hombre. Hace tiempo que no me meto en este terreno, pero parece evidente que las jacobinas ponían más por delante la revolución, sin detenerse en la cuestión de género. La voluntad de síntesis que se fue dando ulteriormente puede caracterizarse como la de un matrimonio mal avenido por la predominancia masculina, algo que resulta obvio dando un repaso  cuadros dirigentes en los que las mujeres eran excepciones.
Tomemos un descanso si te parece. Continuamos en breve.
De acuerdo, cuando quieras.
Por Salvador López Arnal
Fuente: El Viejo Topo, marzo de 2020


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Chile. Violencia político-sexual: Lanzan 2°Reporte de violencias a cuerpxs disidentes sexuales



El Segundo Reporte de Violencias a Cuerpxs Disidentes Sexuales en el Pre, Durante y Post Estado de Emergencia de Sebastián Piñera, registra los hechos de violencia cometidos por las agentes de orden y seguridad desde octubre de 2019 a marzo del 2020. Dichos hechos fueron denunciados posterior a la circulación del Primer Reporte, realizada en noviembre.
El 1er y 2do reporte registran, entre ambos, 62 hechos de violencia injustificada, abusiva y no atenida a la ley, cometida por distintas instancias de orden policial. De estas la mayoría afectó a lesbianas de apariencia masculina, como fue el caso de Karen Ulloa que estuvo encarcelada durante tres meses en la Cárcel El Manzano de Concepción. Las violencias que registra el Reporte destacan su carácter de Odio y cómo este se expresa a través de discursos y crímenes.
Lxs activistas  que trabajaron en su desarrollo, destacan que este Reporte intenta ser un aporte a la construcción de memoria, de tal forma que no ocurra lo mismo que ocurrió en la Dictadura de Pinochet, en donde no se registró ni un caso de violencia a disidencias sexuales y también pretende aportar a la reflexión sobre los procesos de reparación y justicia que estas violencias demandan.
Puedes revisar el reporte completo en el siguiente link:
https://tinyurl.com/yapqe8zo
lazarzamoracolectivalesbofem.wordpress.com/2020/04/24/violencia-politico-sexual-lanzan-2reporte-de-violencias-a-cuerpxs-discidentes-sexuales/
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Redes. Espacio de reflexión anarcofeminista. «Manifiesto desde las vísceras»


Este manifiesto surge desde las vísceras, la náusea, desde la indignación ante una pandemia que vuelve a poner de manifiesto la vulnerabilidad, la desigualdad y el conflicto  que este sistema capitalista-patriarcal-racista-homófobo-especista-capacitista… tiene con la vida.
No vamos a olvidar que la selección natural de quién debe morir o quién debe vivir por COVID19 no solo la ha realizado la naturaleza sino que ha sido pautada y dictada por los diferentes  gobiernos al no garantizar la vida de todxs: no todxs se han podido quedar en casa y no todxs han podido acceder a respiradores o a medicación específica en los hospitales. No vamos a olvidar que las muertes en las residencias, en las cárceles o en los hospitales son consecuencias de un modelo que privilegia los beneficios frente a la sostenibilidad de la vida.
Toda esta situación evidencia dos cosas: primera, la incapacidad de quienes nos gobiernan para cubrir las necesidades básicas, sobretodo de lxs más vulnerables y, segunda, la capacidad de auto organización, creación e imaginación que algunos colectivos han empezado a tejer en redes de apoyo mutuo en los barrios de algunas ciudades (reparto de comida, ayuda en la compra a personas mayores para que no rompan el confinamiento, apoyo a presxs, reubicación en pisos de mujeres maltratadas, etc.) para intentar dotar de fuerza a lxs más vulnerables. Tenemos miedo, pero sabemos también que lo podemos transformar en deseo de resistencia frente a las injusticias y en la construcción de recursos de acción partiendo de lo que tenemos a nuestro alrededor y contando con nuestras realidades cotidianas. Los feminismos, okupas, colectivos anticapitalistas o ecologistas ya han sido ejemplo de una práctica social transformadora y radical con luchas locales y, sin embargo, globales en su inspiración y en su alcance.
Busquemos entre todxs la potencia de actuar, pero no guiadas por una globalidad abstracta sino por acciones concretas en situación que puedan revertir en un bienestar común. Formemos grupos de mujeres que están en primera línea de sectores esenciales sin distinción de categorías o cualificación, grupos de mujeres y mixtos en el vecindario y en los barrios, defendamos nuestras precarias libertades no dejando que nos arrebaten nuestra frágil privacidad y anonimato, no dejemos que nos monitoricen con el señuelo de la salud, debemos organizar la autodefensa digital. Colectivicemos y reorganicemos nuestras vidas.
Este manifiesto pretende ser un  revulsivo para despertar nuestra conciencia, para estimular nuestra capacidad crítica, un revulsivo contra la obediencia, contra la servidumbre voluntaria como acto de fe. Organicemos espacios seguros y con garantías sanitarias, reclamemos la calle como espacio antiautoritario de protesta y rebeldía frente a las tropelías y restricciones de los gobiernos. En definitiva, construyamos modelos diferentes, diversos e inclusivos para todxs fuera de la lógica de acumulación, de cualquier tutelaje u opresión.
NO PODEMOS VOLVER A LA NORMALIDAD,
PORQUE LA NORMALIDAD FUE EL PROBLEMA
 REDES 24 de Abril de 2020
Enviadnos vuestra adhesión, si os place, puede ser individual (nombre y apellidos) como de grupos, colectivos, sindicatos…
Nuestro correo:


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

sábado, 25 de abril de 2020

Subvertir la soberanía del hombre en tiempos de Covid.19

Subvertir la soberanía del hombre - Acracia

La crisis del Covid.19 está facilitando un regreso a los análisis y respuestas a la pandemia desde posiciones «neutras», soslayando la perspectiva de género[1], a través de mensajes afirmando que esta crisis nos afecta a todos por igual, que tenemos que luchar unidos, etc. Más negativo si cabe es que en el espacio libertario también se hagan llamamientos a la confluencia anticapitalista buscando una añorada unidad de «sujeto» único en el camino de la transformación social.
Los feminismos hace mucho que criticaron la concepción unitaria, hegemónica y de motor de la historia del «sujeto Hombre» (en mayúscula por su equivalencia con lo Uno) y de su pretendida universalidad, que ha privilegiado lo masculino. La soberanía humanista clásica declaró al Hombre como medida de todas las cosas, olvidando el sexismo (y otras formas de dominación) que implicaba dicha postura.  El poder de imponer a las personas representaciones de sí mismas o de «otros» en su nombre, tiene un contenido opresor que nos ha costado mucho tiempo ver y cuestionar. No podemos retroceder en este terreno.
Como decía, esta época mediatizada por el Covid.19 nos está mostrando cómo, una vez más, no se tienen en cuenta los impactos de género que provoca la enfermedad. Si no logramos analizar esta pandemia desde la perspectiva de género pueden agravarse las desigualdades preexistentes, se pueden ampliar brechas y reforzar estereotipos y roles de género.
En la línea de subvertir la soberanía del Hombre y adoptar una visión basada en la alteridad, es decir, en los «otros» del sujeto unitario, veamos algunos aspectos invisibilizados de los cuerpos sexualizados de las mujeres[2] cuando se aborda el Covid.19 desde posiciones neutras.
En primer lugar existen diferencias en la mortalidad y vulnerabilidad a la enfermedad entre hombres y mujeres que no se tienen en cuenta. La enfermedad afecta por igual a todas las personas, sin embargo mata más a los hombres (del total de muertos por Covid.19 en mayores de 70 años, el 59 % son hombres). Este dato resulta más sorprendente si pensamos que la población masculina de esta edad apenas representa el 42 % del total. Esta mayor mortalidad está vinculada al hecho de que las enfermedades con más riesgo (enfermedades pulmonares obstructivas, enfermedades cardiovasculares e hipertensión) afectan más a los hombres por causas naturales (factores genéticos y biológicos) y sociales (hábitos de vida).
El Covid.19 manifiesta su impacto con nitidez en la esfera laboral en la que  las mujeres parten de una situación peor que los hombres en el mercado laboral. Las mujeres tienen un mayor porcentaje entre el colectivo de trabajadores/as a tiempo parcial (3 de cada 4 de estos trabajos están ocupados por mujeres) y de trabajo informal (precario y de baja remuneración), sectores en los que se están produciendo despidos masivos. en muchos casos sin prestaciones, o miles de ERTEs. Las mujeres sufren mayores desigualdades laborales con una brecha salarial en España del 23 %, una mayor explotación en sectores esenciales altamente feminizados y un predominio claro en actividades sanitarias y de servicios sociales. Miles de mujeres se exponen cada día al contagio al viajar a su puesto de trabajo en la limpieza o los supermercados, hoy consideradas actividades esenciales pero siempre infravaloradas por el sistema capitalista patriarcal.
La influencia del Covid.19 se dispara en la esfera de cuidados que manifiesta contradicciones ya existentes pero agravadas ahora. Las mujeres proporcionan la mayor parte de la atención de cuidados en la familia y están asumiendo en el confinamiento  una mayor carga en las tareas domésticas, cuidado de menores (incrementado por el cierre de los centros escolares) y de mayores (debido al cierre de centros de día o de personas asalariadas que han abandonado su trabajo por temor al contagio). Por otro lado, no son pocas las empleadas de hogar (muchas de ellas migrantes sin papeles) que han sido expulsadas de su trabajo durante estos días y que quedan en una situación de vulnerabilidad extrema. El teletrabajo en viviendas pequeñas y con menores en casa se convierte en un problema para muchas mujeres que tienen que compatibilizar el trabajo asalariado con los cuidados.
Por último, pero no menos importante, el Covid.19 ha incrementado el riesgo de que algunas mujeres sufran violencia de género por un confinamiento que las obliga a convivir las 24 horas con su maltratador.
Esta situación que, como es fácil observar, poco tiene de neutral y mucho de específico para las mujeres, abre múltiples interrogantes: ¿pueden infectarse más mujeres por su papel predominante como cuidadoras en las familias y como personal de atención sanitaria? ¿En qué medida los roles de género pueden verse reforzados por la pandemia? ¿La pérdida de puestos de trabajo afectará a su autonomía económica e incrementará su vulnerabilidad? ¿Podemos retroceder en logros alcanzados como ha ocurrido en otras crisis sanitarias y/o económicas? ¿Los recursos e inversiones realizadas en reducir las desigualdades de género pueden pasar a ser consideradas secundarias ante la urgencia sanitaria? ¿Las mujeres tenemos probabilidades de tener influencia para tomar decisiones sobre los efectos de la pandemia?
Como decía en un artículo anterior, tenemos que transformar el miedo en deseo de resistencia y en la construcción de recursos de acción partiendo de lo que tenemos a nuestro alrededor y contando con nuestras realidades cotidianas. Los feminismos ya han sido ejemplo de una práctica social transformadora y radical con luchas locales y, sin embargo, globales en su inspiración y en su alcance. Han sido capaces de indagar y teorizar sobre múltiples temas para desarmar la feminidad patriarcal y, sin embargo, han sido también movimientos inclinados a la práctica. Han construido espacios de resistencia antiautoritarios y profundamente políticos hasta el punto de haber politizado la vida cotidiana y toda la esfera de lo personal.
El patriarcado, el capitalismo, el racismo, el sexismo, lo sufrimos las mujeres en los cuerpos, Deleuze dice que un poder es aquello  que siempre separa  un cuerpo de su potencia de actuar. Sea micro o macro-poder, todo poder se ejerce en última instancia sobre los cuerpos, desde ahí debemos responder a los desafíos de este tiempo. La disciplina de la biopolíticahoy llevada al extremo del confinamiento, se propone obtener cuerpos útiles en lo económico y dóciles en lo político. Desobedezcamos ese mandato.
Busquemos la potencia de actuar sin por ello dejarnos guiar por convergencias anticapitalistas nostálgicas del pasado y de falsos universalismos que invisibilizan la multiplicidad de situaciones de opresión y dominación. Potencia de actuar, pero no guiadas por una globalidad abstracta sino por acciones concretas en situación: esos aplausos del personal médico al personal de limpieza, de consumidoras a dependientas de supermercado y tiendas de productos de alimentación, de mujeres que proporcionan salud a mujeres vulnerables. Esa solidaridad potencial debería encontrar el camino para transformarla en grupos de trabajadoras, consumidoras, cuidadoras de primera línea que junto con los otros sectores vulnerables de esta crisis sanitaria y económica (población de mayor edad, migrantes, trabajadores despedidos y precarizados, personas racializadas, etc.) nos lleve a ocupar el espacio público vacío por el confinamiento (aunque vigilado por los cuerpos policiales) y lo hagamos nuestro como espacio antiautoritario de protesta y rebeldía.
 Laura Vicente
[1]Utilizo género como categoría analítica que me facilita un vocabulario y me permite identificar las normas que pautan la vida social. Cuestiono, sin embargo, el carácter fijo del género como referencia o pauta porque entra en contradicción con la fluidez de la vivencia humana que permite a toda persona vivenciar tránsitos afectivos, sexuales, de comportamiento y sociales mucho más libres. Esta reflexión la tomo de Rita Segato (2018): Contra-pedagogías de la crueldad. Buenos Aires, Prometeo Libros, p. 28.
[2] Convendría hacer lo mismo con los cuerpos racializados y otros aspectos como los cuerpos en función de la edad, etc.


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Combatientes en Rojava recuerdan a las víctimas del genocidio armenio

"Que el estado turco, que ha perpetrado este genocidio, sepa que todavía existimos, que continuaremos existiendo, multiplicándonos y viviendo", expresaron los combatientes armenios en Rojava


Los combatientes del Batallón Şehid Nubar Ozanyan realizaron una ceremonia para conmemorar el 105 aniversario del genocidio armenio perpetrado por el Imperio Otomano.
La ceremonia militar no tuvo una participación masiva debido a la pandemia y solo asistieron activistas del Consejo Armenio, que está en proceso de fundación, y pocas personas de los alrededores inmediatos.
TKP-ML TİKKO, Tekoşina Anarşist, MLKP y la fuerza militar de Til Temir también asistieron a la ceremonia en la que el comandante del batallón Monte Vartanyan y el oficial del batallón Nubar Melkonyan dieron discursos en árabe, kurdo y armenio.
«El genocidio continúa»
El comandante del batallón Monte Vartanyan expresó que “El genocidio armenio es uno de los días más trágicos e inolvidables de la historia. Es una herida sangrante en nuestro corazón y alma. Es una marca negra dejada por el estado turco. Es un día doloroso para ser recordado incluso en mil años. El 24 de abril es un tema que ha continuado actualizado. Debe ser visto y entendido de esta manera. Ahora que el pueblo armenio, cientos de miles definidos como ‘restos de espada’, ya no puede hablar su lengua materna, han perdido su identidad y se les han dado nombres que no les pertenecen, ¿no es evidente que el genocidio continúa? Ahora que el pueblo turco ha masacrado sistemáticamente al pueblo kurdo, ¿no es evidente que el genocidio continúa?».
Hablando después, el oficial del Batallón Nubar Melkonyan expresó lo siguiente:
“Una parte de la población armenia fue asesinada en el camino, otra parte en campos de concentración. Más de cien mil niños y mujeres fueron convertidos a la fuerza en musulmanes, luego turkificados.
Un millón doscientos mil armenios fueron masacrados solo en tierras sirias. Los afortunados que sobrevivieron fueron adoptados como sirvientes por tribus y familias kurdas y árabes. Muchos de ellos estaban arabizados, otros se kurdifizaron. Esto es un genocidio, y continúa. La ocupación en curso del estado turco significa un genocidio en curso.
Que el estado turco, que ha perpetrado este genocidio, sepa que todavía existimos, que seguiremos existiendo, multiplicándonos y viviendo».
Después de la ceremonia militar, los combatientes entraron a la iglesia cubiertos con fotos de revolucionarios armenios y encendieron velas en recuerdo de las víctimas del genocidio. Posteriormente, se vio un video que representa escenas de entrenamientos políticos, militares y culturales impartidos desde el establecimiento del batallón.
El memorial terminó después del servicio de comida para los invitados.
Fuente: ANF
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Coronavirus, cerdos (,) capitalistas, y el comienzo del siglo xxi ¿se inaugura otra época?


“Casi un siglo después de la pandemia de gripe española, ¿cuán preparados estamos para enfrentar el desafío imprevisto que podría presentar un patógeno agresivo? Nuestros conocimientos científicos son […] infinitamente más sofisticados de lo que eran en 1918 —o, para el caso, que, en 1980, cuando tomamos conciencia del VIH/SIDA, o incluso que, en 2002, cuando el virus del SARS, hasta ese momento desconocido, surgió de manera súbita desde un reservorio animal—. Sin embargo, cuando se trata de pandemias muchas veces lo que sucede en los laboratorios no alcanza para pintar el panorama completo. La eficacia de cualquier respuesta dependerá mucho de la idiosincrasia y de las circunstancias de las víctimas. Las comunidades que viven en condiciones de pobreza son tremendamente más vulnerables que esa minoría afortunada que cuenta con acceso inmediato a una infraestructura médica y de salud pública […]Frente a una pandemia, los mejor protegidos resultarán los ciudadanos de esos Estados-nación en los que prevalece un sentimiento sólido de comunidad y de responsabilidades compartidas”
Peter C. Doherty (2016: 26-27).
Cuando concluía la escritura de este texto, la emergencia sanitaria en el mundo entero por la enfermedad covid-19 muestra que se ha superado el millón trescientos mil seres humanos en condición de infectados, y ya se rebasaron las setenta mil defunciones. Los Estados Unidos de (Norte) América se ubican ya como el principal centro de la pandemia (comienza a rebasar el 25% de los contagiados) y al haber alcanzado ya la cifra de 9500 personas fallecidas se puede pronosticar que, en poco más de una semana, superará en pérdidas humanas a los países que, con dramatismo, siguen mostrando el mayor número de decesos, y la mayor tasa de letalidad ante el nuevo patógeno, los casos de Italia y España. El caso de EUA es importante, además, no solo porque compartimos poco más de tres mil kilómetros de frontera con esa nación, sino porque nuestra economía se encuentra entrelazada al menos en cuatro quintas partes, si no es que más, con los flujos comerciales (importaciones y exportaciones),y de inversión, con la economía todavía más poderosa del orbe. Sin embargo, el centro neurálgico del capitalismo es también, para sorpresa de muchos, uno de los países más precariamente equipados para enfrentar esta contingencia que ahora toca a sus puertas. La nación que presume de enviar naves al espacio exterior; buques de guerra por todos los océanos, y es capaz de propiciar conflagraciones por el mundo entero, destruir Estados, de invadir con marines y matar con misiles dirigidos a control remoto, hoy, esa misma nación-imperio, ha debilitado enormemente sus sistemas de atención médica -de hecho una de las victorias de la administración Trump, que mucho celebró, al inicio de su mandato, fue dar marcha atrás a la reforma de salud que promovió Barak Obama. Un país con 330 millones de habitantes no llega siquiera a las 900 mil camas de hospital, promediando mucho menos de 3 camas de hospital por cada mil habitantes, y en un cálculo optimista dispone apenas de unas 50 mil camas UCI (habilitadas como Unidades de Cuidados Intensivos) y se prevé que no contará tampoco con respiradores automáticos suficientes, todo esto es resultado de una ofensiva, por décadas, concentrada sobre los sistemas de salubridad pública, situación agravada porque solo un tercio de la población cuenta con plan médico. En resumen, como lo señala un experto: “La ‘gripe corona’ de Trump es, como mínimo, un peligro mortal para la cuarta parte de los estadounidenses que son ancianos, tienen un sistema inmunitario débil o problemas respiratorios crónicos” (Davis, 2020).[2]
En los últimos años, entre que van y vienen administraciones de los halcones republicanos, o estos fueron sustituidos por socialdemócratas conversos al “neoliberalismo progresista”, no solo se cerraron hospitales también se cancelaron laboratorios y proyectos de investigación. Con aproximadamente seis y medio millones de solicitudes para contar con un subsidio por desempleo frente al ciclo recesivo, ese indicador ha llegado a su máximo histórico, que es también un máximo de precariedad, de amenaza a la vida. Todo esto no apunta a una oposición en que se tenga que elegir entre la salud de la población y la salud de la economía (como en su momento lo intentó proclamar Trump y le ha tomado la posta Bolsonaro, en Brasil, que sigue diciendo ese y otros disparates) sino, por el contrario, dirige nuestra atención a una correlación algo más oculta de la que hay que dar cuenta: la profundización e impulso de la economía neoliberal capitalista es el vector mismo que lesiona las condiciones de vida, que pone en cuestión la supervivencia de la población, y no solo de la estadounidense. El caso de los EUA no hace sino mostrar con claridad meridiana que la punta de lanza del capitalismo global, el referente simbólico de la vida moderna (american way of life), es hoy el ojo del huracán de la expansión del contagio, y no por accidente, sino porque con el neoliberalismo globalizado y la economía incesantemente acumulativa de las grandes corporaciones, se ha hecho más aguda, más estrecha, la conexión entre pandemias y modernidad capitalista, al punto que si las tendencias persistentes del imperialismo y el colonialismo siendo síntomas de la enfermedad del paradigma contemporáneo de vida, del más reciente malestar de esta cultura, vemos con asombro cómo una acytota, entidad más ínfima que las moléculas celulares, pone en jaque a la vida moderna y sus arrogantes personificaciones.[3] Al hacerse tan patética esta conexión (pandemia, orden social vigente, destrucción del sistema de salud) y al proyectarse un posible escalamiento del contagio en el suelo más fértil del imaginario capitalista, que es también nuestro vecino del norte, nos sirve como puerta de entrada para sugerir las siguientes reflexiones.
El capitalismo “corona” su infamia
Confinado en una prisión fascista en la Ciudad de Turín, en 1930, el marxista italiano Antonio Gramsci escribía en uno de sus manuscritos que la crisis de la sociedad europea se vivía como un peligroso “interregno”, momento en que se podría ver el surgimiento de una “gran variedad de síntomas mórbidos”. Hoy, noventa años después de lo escrito por el comunista sardo, experimentamos, globalmente, una circunstancia similar. En modos diferencialmente implementados de confinamiento, encierro y distanciamiento social nos hemos descubierto, por la amenaza latente de un enemigo invisible, a nivel planetario, exigida de tomar conciencia de que estamos presos en el medio de un obligado “interregno” social, y hasta civilizatorio. En el marco del sistema-mundo moderno capitalista-colonial nunca el surgimiento de un nuevo y amenazante virus, como es el caso ahora con la pandemia de coronavirus, ha sido un fenómeno enteramente natural o biológico, el brote y difuminación molecular se inscribe en las dinámicas molares históricas, geopolíticas, ecológicas y culturales que activan lógicas de virulencia y letalidad variable, según sean las fortalezas del espacio medioambiental y el metabolismo social en que inscriban su historia los cuerpos humanos. Corporalidades que se revelarían frágiles o resistentes al constituirse en el lugar colonizado en la simbiosis,[4] de la que, si un organismo se beneficia del otro y le perjudica se dice que se estableció una relación parasitaria[5]. Pero los virus no son organismos, ni microorganismos siquiera, está en discusión si se trataría de entidades con vida; en ese caso, entonces, con la invasión sobre una corporalidad humana de una partícula inerte subcelular, el huésped se revela como el ambiente de cultivo y de recepción del patógeno, y puede llevar el establecimiento de ese enlace hasta su límite con el abatimiento de la persona humana, de transitar de la fase de contagio o infección a la de enfermedad, y de agravarse esta, puede rebasarse el umbral entre vida y muerte, cuando el sistema inmune del receptor agredido cesa de resistir.
El desafío al que, como humanidad, nos enfrentamos, no se reduce a la letalidad de la covid-19 que, como se ha visto, afortunadamente, hasta en los peores escenarios, no está por encima del 10% de la cantidad de contagios, sino que estamos ante una contingencia médica para la que la razón científica moderna, al menos en el plazo inmediato, no puede ponernos a buen resguardo. Lejos de esa imagen (engañosa e ingenua, pues de darse con la invención de una vacuna y que esta se aplique, quizá dentro de año y medio, ya para ese momento quizá surja otra variante del mismo virus, o se reactive alguna otra variante vírica), la realidad nos muestra que el problema de la salud es el de un subsistema que recibe y procesa todos los impactos del eje conflictivo que articula al sistema social en su conjunto. La complejidad, entonces, del evento al que nos enfrentamos hunde sus raíces en la lógica que, hasta ahora, gobierna al sistema en su conjunto, que es también, como ya se ha demostrado por muchos, comenzando por Marx, la de una pugna por instaurar y perpetuar un implacable régimen de muerte que vuelve insegura, y hasta aniquila la vida de la persona humana portadora de la fuente creadora del nuevo valor: el sistema, ese mecanismo invisible de relaciones sociales (“que actúa a espaldas de los productores” solía decir Marx) se eleva a la condición de sujeto y doblega, pone a su servicio, a las personas, hasta llevarlas a su extenuación con tal de obtener el máximo posible de la tasa de ganancia. A las gentes se les sacrifica y ofrenda fetichistamente ante los altares de los nuevos dioses modernos (desde el mercado globalizado hasta las configuraciones más recientes del capital ficticio).
En el argot de la población carcelaria, en las prisiones mexicanas, cuando algún delincuente por vía del engaño en la “extorsión” telefónica consuma ese acto, pues finalmente ha orillado a su víctima a que le entregue una determinada suma de dinero, depositándole el preciado recurso monetario en alguna cuenta o utilizando algún mecanismo digital, ahí el sátrapa tapa la bocina y eleva su voz ante sus cómplices y, en modo cínico, celebra su fechoría con una no casual expresión: “me coroné”: se ha vuelto Rey y ha hecho del otro un súbdito. No será arbitrario establecer, en analogía, que la covid-19 estaría coronando la infamia capitalista. El virus actúa por y con su corona. Y al virus como a los Reyes, en su momento, los guiaría una hybris (imperial), la de la conquista y colonización de poblaciones.
Es la permanencia de ese carácter cuasi extorsivo del capitalismo en el afán de obtención de rendimiento (ganancias en los espacios productivos, dividendos en la bolsa de valores, y rentismos de muy diverso tipo), el que ha precipitado, a un nivel nunca visto, la crisis ecológica de los diversos sistemas bióticos, en mares, montañas, y el casquete polar. Esos son aspectos precipitantes del tipo de situaciones que dieron por resultado el brote del nuevo virus, estamos ante una más de las capas problemáticas en que fenoménicamente se nos aparece, como algunos han planteado, la realidad inobjetable de que nos encontramos participando de la “sexta extinción”. Con la situación actual recibimos un severo golpe de conciencia de la finitud, de que nuestro lugar en esta esfera terrestre, que vaga errante en el sistema planetario, no está garantizado.
¿Pandemia viene de pangolín?
Mucha de la reflexión que se ha elaborado sobre la pandemia que nos azota la pone en perspectiva de su anclaje en los problemas de la geopolítica y la crisis de relevo hegemónico en que también nos encontramos—tanto más cuanto los anuncios de una guerra, por ahora comercial, entre EUA y China, estuvieron a la orden del día justo antes del brote infeccioso. En mucho de ese análisis se deja traslucir una fuerte carga de prejuicios, entre ellos, el de una recaída en el orientalismo, la exotización y la reducción cientificista, toda vez que se pretende depositar enteramente el principio de autoridad en cierta literatura (científica) que circula por los medios académicos anglosajones, y que suele circular en idioma inglés. Lo cierto es que se dispone de puntos de vista, que parecían definitivos hace tan solo unas semanas, pero que hoy encuentran contraargumentos que bien podrían ser considerados para iluminar otros ángulos igualmente significativos, finalmente estamos, como en el caso del surgimiento de otros fenómenos de la naturaleza, que por ello se caracterizan como Síndrome,[6] ante “una condición compleja y de descubrimiento reciente acerca de la cual conocemos el «qué» pero no el «porqué»” (Doherty, 2016: 18), al menos hasta el momento, que así es como avanza la investigación y la evidencia científica, por más que nos separa un siglo y medio de los descubrimientos en microbiología de Louis Pasteur o Robert Koch. El punto en que quizá no se llegue a alcanzar un acuerdo gira, entonces, en torno al problema del origen y surgimiento del nuevo patógeno, y al mecanismo de transición y mutación en su salto desde un huésped animal hacia el ser humano. Como en todo nuevo conocimiento no se revelaría del todo el misterio, sigue siendo, por ejemplo, de suma importancia el que la medicina ancestral china se acreditara como eficaz para la recuperación de ciertos enfermos en el punto cero del brote del coronavirus SARS COV 2, responsable de la covid-19, la enfermedad que inaugura propiamente el siglo xxi. La terapéutica tradicional no debiera ser menospreciada, algo debió haber pesado en el conteo final de contagios, defunciones y tasa de letalidad finalmente registrada en Hubei, China (cifras que, en estos días, están siendo cuestionadas por los medios informativos de Occidente, cuando se anuncia en aquella comarca del mundo la atenuación de las medidas de confinamiento, el abandono gradual de la cuarentena). La prensa, sin embargo, y menos la científica, no ha documentado en suficiencia esos procedimientos.
La versión científica propuesta en una primera aproximación al problema, y la que se mantiene como aceptada en vastas porciones de la opinión pública, sostiene que se registró un brote continuo de neumonía viral, en la ciudad de Wuhan, provincia de Hubei, China, asociado con el surgimiento, en diciembre de 2019, de un nuevo coronavirus SARS-CoV-2 (muy parecido en su estructura al SARS que surgió, también en China, en 2002, y que proviene en un 80% del murciélago), cuyo punto de origen se relacionó con el mercado Huanan de mariscos y de otro tipo de animales vivos, silvestres, que la gente adquiere y establece una relación muy cercana con ellos, tanto los que los compran como quienes los mercadean y los hacen llegar a esos sitios. Bajo esas circunstancias, ese tipo de coronavirus, “antes de llegar al humano se hospedan en un animal. En el caso del SARS de 2002 fue una civeta, una especie de mapache; en el caso actual todo indica que es el pangolín, el único mamífero con escamas que se ingiere como comida exótica en el Oriente”.[7] De una descripción sintética como la que ofrece Gustavo Reyes Terán, uno de nuestros mayores especialistas (quien incluso encabezó a los equipos médicos que enfrentaron el brote de la influenza de 2009, en México, conocida como AH1N1), se dio paso, en los media, a una versión escandalosa o estridente que parte de exotizar la naturaleza del evento, señalando que el brote infeccioso derivaba de la ingesta del murciélago, en esa zona de China. Incluso hasta un libro (ubicable en la vereda del pensamiento crítico) que se apresuró en reunir las inmediatas reflexiones de algunos de las y los filósofos contemporáneos incurrió en claro orientalismo al colocar como título a esa compilación Sopa de Wuhan. En un segundo momento, se le intenta conceder completa autoridad a un documento (dictaminado por pares académicos) publicado en Nature, y que además era firmado por una decena de investigadores chinos, los que, con base en una investigación sobre ejemplares procedentes de Malasia, incautados en operaciones contra el contrabando de especies en el Sur de China, sostenían en su artículo que:
“el descubrimiento de múltiples linajes de coronavirus de pangolín y su similitud con el SARS-CoV-2 sugiere que los pangolines deben considerarse como posibles huéspedes en la aparición de nuevos coronavirus y deben eliminarse de los mercados húmedos para evitar la transmisión zoonótica […] parece probable que los animales salvajes también estuvieron involucrados en la aparición del SARS-CoV-2… [como fue el caso en el brote de 2002-2003]… De hecho, varias especies de mamíferos estaban disponibles para su compra en el mercado de mariscos de Huanan antes del brote. Desafortunadamente, debido a que el mercado fue despejado poco después de iniciado el brote, determinar el origen del virus en la población animal del mercado es un desafío”.[8]
Datos más recientes avalarían hipótesis que no le conceden la completa certeza a lo argumentado según la anterior versión,[9] en primer lugar, ahora se sabe “gracias a la filtración de un informe oficial chino al South China Morning Post que el primer caso real conocido de Covid-19 en Hubei fue detectado a mediados de noviembre, semanas antes de que se informara del grupo de casos conectados con el mercado de mariscos de Wuhan”[10], en segundo lugar, la secuenciación meta genómica de las variantes de coronavirus no permite afirmar con absoluta certeza que el pangolín corresponda al animal intermedio, y que sería más amplia la lista de aquél animal huésped, y también más complejos los mecanismos desde los que se operaría el saltó hacia el ser humano, según otros estudios
“La genética particular del SARS-CoV-2 indica que «el animal huésped probablemente tendría que estar en un entorno con alta densidad de población (lo que permitiría que la selección natural procediera de manera eficiente) y contar con un gen codificador» semejante a algún gen fundamental humano, estableciendo «un eslabón entre el virus y los humanos» […] Otro estudio publicado recientemente identifica los animales huéspedes intermedios más probables para el SARS-CoV-2, basándose en su presencia en Wuhan y en el hecho de que tienen un gen codificador similar al humano, lo que permite fungir como eslabón con el virus. Los animales que el estudio identificó son las civetas, los cerdos, los pangolines, los gatos, las vacas, los búfalos, las cabras, las ovejas y las palomas”[11]
Las claves hacia las que apunta este tipo de argumentación se localizan en dos elementos: en primer lugar, la destrucción de los hábitats naturales de la vida silvestre de ciertas especies de animales, literalmente los estaríamos invadiendo, en segundo lugar, la crianza intensiva de ese tipo de animales en granjas industriales,[12] en varias regiones del Sur de China, en brutales condiciones de hacinamiento (lo que no es diferente, por lo demás, en establecimientos de ese tipo, en otras zonas del planeta). La línea argumentativa, como lo sugiere Silvia Ribeiro, nos dirige hacia otra hipótesis sobre el origen de la infección, y que hace tiempo vendría sosteniendo el biólogo evolutivo Rob Wallace[13] quien:
“ha estudiado por más de 25 años el tema de las epidemias del último siglo, los centros de cría animal son el lugar perfecto para la mutación y reproducción de los virus. Los virus pueden saltar entre especies, y si bien… [se]… pueden originar en especies silvestres de aves, murciélagos y otras, es la destrucción de los hábitats naturales lo que los empuja fuera de sus áreas, donde las cepas infecciosas estaban controladas dentro de su propia población. De allí, pasan a las áreas rurales y luego a las ciudades. Pero es en los inmensos centros de cría animal donde hay mayores chances de que se produzca la mutación que luego afectará a los seres humanos, por la continua interacción entre miles o millones de animales, muchas diferentes cepas de virus y el contacto con humanos que entran y salen de las instalaciones”.[14]
De lo dicho y de otros planteamientos aún más recientes[15] podemos extraer una integración más global del problema, en línea con su consideración como un emergente sistema complejo que se imbrica en el marco de la crisis estructural del sistema histórico capitalista. En nuestra opinión, el reinado del capital y la diversificación de su actividad industrial borra y absorbe las líneas limítrofes de la vida de los otros reinos (mineral, animal, vegetal, etc.), la civilización del progreso, con el colapso climático, revela que lo que para algunos es el fin del antropoceno, sería con mayor precisión el resultado del primado del capitaloceno (Malm, 2016, Vega, 2019). Los mega-incendios recientes de bosques y selvas (California, Amazonía y Australia), que significaron la extinción o casi extinción de algunas especies, encuentran hoy un nuevo capítulo cuando la pandemia de la covid 19 nos pone en situación de incertidumbre y nos muestra la fragilidad a que ha sido orillada nuestra existencia. El orden social vigente en sus cadenas globales de valor no cesa en rastrear nuevas o recomponer antiguas ramas de negocios, a la búsqueda de castigar costos y acrecentar rendimientos, erige así una “fábrica mundial” que es la pira sacrificial de la vida humana y no humana de la tierra. Homogeneiza, en el ciclo del capital dinero, la vida toda (en su compleja diversidad) y la reduce a la tentación industriosa del capitalista y su frío cálculo egoísta: esa desmesura no reconoce límites; ningún espacio de la vida, ningún sistema histórico, biológico o material, queda al margen de esa hybris, en eso consistiría el totalitarismo del mercado, el fascismo inherente al mercantilismo absoluto. Eso queda muy claro en la confrontación de dos modalidades para la obtención y reproducción de los bienes de consumo, dos polos se confrontan, los de la vía campesina y la pequeña agro-ecología de subsistencia, y la vía capitalista y las agroindustrias de las grandes corporaciones multinacionales, que no es sino expresión de la oposición de la vida urbana (con sus grandes urbes y sus cinturones de miseria) que se sobre extiende por encima de la vida rural (la del pequeño campesino, pero también del adinerado que tiene ahí su casa o mansión de descanso), ahí estaría la conexión del origen y surgimiento del nuevo coronavirus con el proceso de consumo, y no en la exotización de una determinada ingesta de la otredad barbarizada, Silvia Ribeiro lo explica con claridad en este pasaje que reproducimos:
“Hay tres causas concomitantes y complementarias que han producido todos los virus infecciosos que se han extendido globalmente en las últimas décadas, como la gripe aviar, la gripe porcina, las cepas infecciosas de coronavirus y otras. La principal es la cría industrial y masiva de animales, especialmente pollos, pavos, cerdos y vacas. A esta se le suma el contexto general de la agricultura industrial y química, en la que 75 por ciento de la tierra agrícola de todo el planeta se usa para la cría masiva de animales, principalmente para sembrar forrajes con ese destino. La tercera es el crecimiento descontrolado de la mancha urbana y las industrias que la alimentan y por ella subsisten.
[…]
Aunque el virus de la gripe porcina no es un coronavirus, la mecánica de cómo llega a convertirse en epidemia/pandemia es similar a las otras enfermedades zoonóticas (es decir que tienen origen animal). Enormes cantidades de animales de cría confinados, hacinados e inmunodeprimidos, alientan que el virus mute rápidamente. A esos animales se les da continuamente antibióticos y antivirales, además de estar expuestos en ambiente y alimentación a diversos pesticidas desde que nacen hasta el matadero. Tanto para que engorden más rápido como para tratar de que no se enfermen, en condiciones absolutamente insalubres para cualquier ser vivo.”[16]
Del austericidio[17] neoliberal a la reconstrucción de los servicios públicos de salud como expresión de los bienes comunes globales
Bajo este prisma de análisis, el problema fundamental que enfrentamos se ubica en la articulación de la progresiva expansión del nuevo virus (que en unos cuantos meses ya abarca, casi sin excepción, hasta el último rincón del planeta) con el daño ya proferido (en términos sociales y ecológicos) al cuerpo planetario por la indolente persistencia del “virus liberal” (Amin, 2007) o, mejor, neoliberal que ha colonizado la economía mundial, y a puesto a su servicio la estructura de los estados, por ya casi medio siglo. El virus de la covid-19, entonces, deja caer sus efectos en el marco de la virulencia capitalista acrecentada con el neoliberalismo, acicateada por la declinante cuota de la ganancia capitalista, y es por la persistencia de esta tendencia que ve consolidada su letalidad, y acrecentada su amenaza de contagio, pues esta no se reduce a la escala que pueda alcanzar la curva de contagio, en los momentos de crisis (sanitaria), sino que quizá pueda reaparecer (y con ello, también las medidas de contención y los correspondientes cuidados) en olas periódicas, en el corto y mediano plazo.
La lucha por el aseguramiento de la vida (en el marco de esta crisis o de esta nueva contingencia, que parece instaurarse como una nueva normalidad), y que esta se ubique en parámetros saludables, es hoy el espacio privilegiado del conflicto social y es resultado de la guerra global de clases en que nos encontramos (bajo el neoliberalismo) en el último medio siglo. El capitalismo, en su versión neoliberal, ha tornado más frágiles las líneas de resistencia, si por ellas entendemos el debilitamiento, cuando no su casi desaparición, de los sistemas universales de salud y su conversión como establecimientos para la acumulación capitalista, lo que conlleva no solo mercantilización y privatización (en el sector de servicios médicos y hospitalarios), sino fragmentación, desmembramiento y colapso de infraestructuras. Estas modificaciones que se encubren como tendencias a la modernización, tienen por resultado sucedáneo el olvido de conocimientos tradicionales (estrategias ancestrales, preservadas en saberes resguardados y transmitidos por pueblos y comarcas, igualmente útiles para enfrentar la enfermedad y procurar esquemas de sanación), y la exclusión de estrategias comunitarias o consuetudinarias de atención, en cuya base se ubica una visión solidaria, horizontal y recíproca, y una ética con y por les otres.
La región latinoamericana permite confrontar los horizontes que se abren ante dos maneras de atender la crisis de salud por la que se atraviesa, y estos encontrarían sus líneas de demarcación justamente en los ajustes promovidos por el neoliberalismo y auspiciado por las políticas de austeridad[18] y las condiciones de dificultad que deben sortear las propuestas diametralmente opuestas a esos criterios de los llamados “programas de gobierno progresistas”, toda vez que, ese tipo de proyectos, arrancan o retoman posiciones de gobierno con Estados cuya base fiscal es muy débil, el endeudamiento con prestamistas privados o con instituciones internacionales es severo, las fugas del capital son persistentes, y la estructura del gasto público social muy limitada. Esa línea divisoria en cuanto a los objetivos y la carga de sentido que se le confiere a la atención de la crisis sanitaria de la Covid-19 queda bien ejemplificada en los casos de Brasil, Bolivia (que volvió bruscamente a manos del neoliberalismo luego del Golpe de Estado de noviembre de 2019), Chile, Ecuador (que abrazó el neoliberalismo luego de la traición de L. Moreno), y Perú; por el contrario, los casos de México y Argentina intentan promover líneas de política pública gubernamental que reivindique el papel subsidiario del Estado y que, sobre los cimientos y simientes de la reconstrucción de sus bases sociales opere dando un giro solidario sumamente necesario a la atención médica, una recomposición de los servicios públicos que vea por los que menos tienen, los desfavorecidos de siempre.
Lo significativo de la política de salud ante un evento que involucra al pueblo en su conjunto (de ahí la etimología de Pandemia) es que debe tratarse de un ejercicio integral que absorbe (en la contingencia) a las otras dimensiones de la política pública, al resto de programas sociales, de redistribución y de salario político. En lo inmediato la mira está puesta en la cuestión de cómo preservar vidas humanas,[19] de paliar el número de víctimas, ello vuelve prioritario, de un lado, cómo dar atención a los integrantes de la sociedad que pasen a la condición de “enfermos graves” lo que coloca un desafío a una menguada infraestructura hospitalaria de tercer nivel (donde se ubican las camas de hospital equipadas para la terapia intensiva, con respiradores automáticos, etc.).
La valoración o reconocimiento de que los equipamientos hospitalarios pueden colapsar,[20] y de que pueden resultar insuficientes las medidas de bioseguridad con los insumos médicos hospitalarios utilizados, e incluso hasta los servicios funerarios podrían revelarse insuficientes (lo que ocurrió en Italia, cuando la pandemia llegó al cenit de la curva de crecimiento, y ocurre ya, al menos en la ciudad de Guayaquil, en Ecuador, cuando la curva apenas comienza a crecer de manera exponencial), ha concentrado los esfuerzos de la sociedad en un objetivo: reducir la escala de contagio, en vista a que la figura de la curva tendencial se mantengan por debajo del promedio de la tasa de letalidad registrada hasta el momento. También ahí, en el aseguramiento de las medidas de confinamiento y distanciamiento físico, se aprecian diferencias muy importantes, países proclives al autoritarismo han establecido medidas de reclusión obligada, que algunos gobiernos han instrumentado como toque de queda (Perú, algunos estados centroamericanos), estado de sitio (Chile o Bolivia, que ahora encubre un gobierno sostenido por el ejército como emergencia sanitaria), todas estas, variantes de decreto de un Estado de excepción. Mención especial merece, de nueva cuenta, el gigante sudamericano, pues el propio titular del Ejecutivo, Jair Bolsonaro, no solo no atiende las medidas sugeridas por su propio gabinete, sigue sosteniendo que se trata de “un simple resfriado”, promueve que la economía no debe paralizarse, y qué, en su defecto, ello habrá de significar el rompimiento del orden democrático, en lo que parece interesarle más la militarización del poder[21]que el freno a la industria. Muy diferente el caso de Argentina donde, en efecto, se ha dejado el resguardo del orden a las fuerzas de seguridad, pero en un claro ejercicio de conducción política por el Poder Ejecutivo. El caso de México es muy específico porque el sostenimiento de la cuarentena se ha planteado como un ejercicio democrático de autolimitación, esto es, del reconocimiento de que preservar la salud del semejante es preservar la salud de todes. Así, mientras no cesan los llamados de la derecha y la gran mayoría de opinólogos de los medios de comunicación (en el estallido de una verdadera infodemia) para que las medidas se tornen más severas; desde el Consejo de Salubridad General se sigue apostando a la legitimidad del mensaje gubernamental que, en un ejercicio de persuasión subraya la importancia de atender la obligatoriedad del auto-confinamiento, sin ignorar que la responsabilidad recae en aquellas capas sociales que tienen mayores posibilidades de atenderlo, por sus condiciones y niveles salariales, su disposición de ahorros para afrontar este período, etc. La conducción de la estrategia de salud ante la contingencia se ha dejado en “los expertos, con conciencia social”, que reconocen en las condiciones económicas de la amplia mayoría de las y los mexicanos un severo dique a la obtención de un estricto cumplimiento de la cuarentena. Saben que más de cuarenta años de neoliberalismo, y de las políticas de austeridad produjeron la pobreza y extrema pobreza en que se dirime la vida del pueblo mexicano, y que la sobrevivencia de los de abajo debe ser un criterio primordial, pues se trata de unidades domésticas con ingresos reducidos y debido a ello muy escaso  o nulo ahorro, y con desempeño de actividades (precarizadas) en los sectores informalizados, por lo cual requieren de un sostenido flujo de efectivo.
La política recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) va dirigida a una especie de decreto global de cuarentena, en los siguientes meses. Reconocido es el hecho de que ya la economía mundial venía mal, de que la crisis en este año podría tornarse recesiva; hoy ya eso es evidente, aceptado por el establishment y las autoridades de los organismos internacionales (en todos lados se escucha que “hemos ingresado en una recesión global”), ahora las preguntas importantes giran en torno a ¿cuánto tiempo ha de durar el escenario económico recesivo? y ¿qué posibilidades habrá para la instrumentación de heterodoxas medidas económicas contracíclicas?
Las medidas de confinamiento tienen un efecto de parálisis en los circuitos económicos de consumo, circulación, producción e inversión programada. Las unidades productivas en funcionamiento quedan reducidas a las que pasan a considerarse actividades que atienden a necesidades esenciales, recluyendo a la gente ubicada en ramas y sectores que pueden considerarse secundarios (en el marco de la contingencia) o que pueden cumplirse de manera virtual, a distancia, o en variantes del home office. Esa discusión es muy importante y nos remite a los clásicos planteamientos de Paul Baran y Paul Sweezy en torno a la “irracionalidad económica” (toda aquella actividad económica en que se despliega un desperdicio o despilfarro del excedente social, el ejemplo más concreto de ello sería el sostenimiento del armamentismo) y la necesidad de canalizar los procesos económicos de producción, circulación y consumo hacia el arco de actividades “primordiales” en donde se obtuviera un mayor “excedente potencial” que, en este caso debiera ser entendido como toda aquella actividad (social y pública), dirigida a preservar la vida, pero no en un sentido abstracto, sino en una política dirigida a recomponer las situaciones de sobrevivencia de la población más desfavorecida. Como es notorio, eso remite a una “disponibilidad estatal” completamente distinta, pues exige rehacer la figura del Estado como garante universal, en una primera instancia, inmediata, de un sistema de salud pública eficiente y oportuna (a sabiendas de que se parte de condiciones ruinosas, herencia del neoliberalismo),[22] en segundo lugar, revistiéndolo de un activismo más efectivo en las medidas de fomento económico y en los planes de corto plazo (por vía de la inversión pública) para la recuperación del empleo, en tercer lugar, de ampliación, hasta donde sea posible, de un esquema de ingreso, subsidio y becas para los más necesitados.
El reto será enorme para aquellos países que pretenden salirse de la condicionalidad neoliberal y que ya ven muy mermados sus ingresos externos (por venta de petróleo, turismo o llegada de divisas) o para aquellos que ya viven situaciones dolorosas por la soberbia del poder estadounidense, la perpetuación del bloqueo, las sanciones económicas, y que, en medio de la pandemia global, amenaza con instrumentar hasta una intervención militar, para sacar réditos al deponer un gobierno democráticamente electo (el de Nicolás Maduro, en Venezuela) y sustituirlo por un gobierno títere que actúe al servicio del Departamento de estado estadounidense. La administración Trump (que no piensa sino en ganar las elecciones de noviembre próximo) con su actitud belicista no hace sino desviar la atención de su ciudadanía ante el previsible manejo ineficaz de la crisis sanitaria, de la que se espera que el número de defunciones se cuente por decenas de miles.
De nueva cuenta conectamos el problema de la pandemia con los hilos que le atan a la dimensión global de la crisis del capitalismo, y desde ese ángulo pueden extraerse algunas conclusiones, en primer lugar, la adquisición de conciencia para una buena parte de la humanidad de que la agudización y prolongación de la emergencia sanitaria está relacionada con las políticas de austeridad neoliberal que han destruido los sistemas públicos de salud (al canalizar el excedente social y los presupuestos públicos hacia los grandes holdings capitalistas, y el capital financiero), puede significar un resquebrajamiento del consenso neoliberal y apuntalar los reclamos contra la sociedad de la divisoria del 1% contra el 99%, ganar, entonces, a ciertos estratos económicos acomodados, a los estratos medios y al amplio abanico de aquellos que viven de la venta de su fuerza de trabajo, y articularles en la lucha por derrumbar los cimientos del neoliberalismo es un avance importante, nada despreciable. En segundo lugar, y en un mediano plazo, parece configurarse un atractor para la lucha posneoliberal y de intenciones anti o post capitalistas, este parece incorporar transversalmente los ejes del conflicto contra el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado.
Con relación al colonialismo, ello ha de traducirse en un reclamo, firme, por la anulación del pago de los intereses y el monto de capital de la deuda externa, y por bajar y recortar los gastos que alimentan la industria armamentista. Con relación al capitalismo, reconstruir los servicios públicos de salud es solo una parte de un reclamo más global en dirección a una reapropiación social del Estado (en un movimiento de abajo hacia arriba) por vía del cual se apunta al ingreso ciudadano, al establecimiento de una renta básica universal para todes, eso quiere decir pasar del entendimiento del Estado como constitución material del conflicto social al Estado como constitución maternal del bienestar y los cuidados, parafraseando a Rita Segato.[23]
Con relación al patriarcado capitalista las dimensiones de la lucha van configurándose alrededor de una reivindicación genérica por la raíz mater que subyace a la lucha de los materialistas, esto es, la defensa de la Madre Tierra o, si se prefiere, de la ecología y la naturaleza, como el espacio y entorno mater de Gaia, eso se traduce también en un cambio de concepción en nuestra segunda naturaleza, esto es, de la forma Ciudad, conjunto relacional que impone la lógica en que está dispuesto nuestro lugar y espacio en la vida social en la gran urbe y, desde luego, el cambio sistemático, la revolución y reeducación permanente para el establecimiento de relaciones cotidianas que no reproduzcan los isomorfismos de la dominación, la explotación y la apropiación al interior de las muy diversas unidades domésticas.
Si empujamos a un entendimiento de esta nueva dimensión de la crisis de la modernidad capitalista en las tres direcciones subrayadas anteriormente, quizá no estaremos tocando las puertas de la nueva sociedad (como si esto ocurriera por un acto de prestidigitación, un juego de manos, como lo llegaron a vislumbrar algunos filósofos de la academia crítica del Norte), pero habremos dado algunos pasos en el desprendimiento de la dominación neoliberal que, para los países del Sur, como para el resto del planeta en el contexto de la Covid-19, es una lucha de vida o muerte.
Bibliografía
Agamben, Giorgio, et. al. 2020. Sopa de Wuhan. Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemias (S/L: ASPO).
Amin, Samir. 2007. El virus liberal. Barcelona: Editorial Hacer, 127 páginas,
Davis, Mike. “Coronavirus: «en un año de peste»”, Sin Permiso, 29 de marzo de 2020. Disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/coronavirus-en-un-ano-de-peste
Doherty, Peter C. 2016. Pandemias. Todo lo que necesitas saber, Buenos Aires, Autoría.
Malm, Andreas. 2016. Fossil capital: the rise of steam-power and the roots of global warming, London: Verso, 2016.
Serres, Michel. El parásito, Rosario: Co-lectora, 2015.
Vega Cantor, Renán, El capitaloceno. Crisis civilizatoria, imperialismo ecológico y límites naturales, Bogotá: Teoría & Praxis, 2019.
Wallace, Robert. 2016.Big Farms Make Big Flu, New York: Monthly Review Press,

[1]Doctor en Filosofía Política, por la UAM – Iztapalapa. Investigador Titular del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades. Ha sido profesor en las facultades de Economía, Ciencias Políticas y Sociales y Filosofía y Letras, de la UNAM. Su obra Asedios a la totalidad. Poder y política en la modernidad, desde un encare de-colonial (Barcelona, Anthropos – ceiich – unam, 2012), obtuvo Mención Honorífica en la 8va edición del Premio Libertador al Pensamiento Crítico 2012, y obtuvo el Premio Frantz Fanon 2015 al trabajo destacado en pensamiento caribeño (The Frantz Fanon Awardfor Outstanding Book in Caribbean Thought) de la Asociación Filosófica del Caribe. Sus más recientes libros son Colonialismo neoliberal. Modernidad, devastación y automatismo de mercado (Buenos Aires, Herramienta, 2018) y Del monólogo europeo al diálogo inter-filosófico. Ensayos sobre Enrique Dussel y la filosofía de la liberación (México, ceiich-unam, 2018) y, con Elvira Concheiro (Coords.) Marx revisitado. Posiciones encontradas (México, ceiich- unam, 2016).
[2] Mike Davis. “Coronavirus: «en un año de peste»”, Sin Permiso, 29 de marzo de 2020. Disponible en: http://www.sinpermiso.info/textos/coronavirus-en-un-ano-de-peste
[3] Véase Dussel, Enrique. “Cuando la naturaleza jaquea la orgullosa modernidad”, La Jornada, 04 de abril de 2020. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2020/04/04/opinion/008a1pol
[4]La simbiosis, como se ha demostrado, es una condición inherente a la vida biológica, social y cultural del gregario humano, pero no reduce sus interacciones a esa esfera y menos las atrapa en la unidad de análisis privilegiada por los modernos (el individuo aislado), sino que la proyecta en una multiplicidad de relaciones con otros dominios, con otros reinos o especies. Así entendida la simbiosis puede desarrollar tres formas, la mutual, la comensal y la parasitaria. Véase Serres, Michel. El parásito, Rosario: Co-lectora, 2015.
[5] Véase Serres, Michel. El parásito, Rosario: Co-lectora, 2015. El concepto de parásito(s) se reveló en toda su complejidad en la celebrada y premiada película (2019) del mismo nombre del cineasta y sociólogo surcoreano Bong Joon-ho. De hecho, el filme Parásitos, al volcarse como el “espíritu del mundo” (Weltgeist) hegeliano, a un recorrido de Oriente al norte de Occidente, y convertirse en un fenómeno viral, escondía una suerte de presagio.
[6] El actual Coronavirus procede del grupo de los SARS, siglas en inglés de Síndrome Respiratorio Agudo Grave.
[7]Véase La Jornada, 22 de marzo de 2020, disponible en: https://www.jornada.com.mx/2020/03/22/opinion/a03a1cul
[8] Tommy Tsan-Yuk Lam, et. al. “Identifying SARS-CoV-2 related coronaviruses in Malayan pangolins” en Nature, 26 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.nature.com/articles/s41586-020-2169-0_reference.pdf
[9] Silvia Ribeiro. Las causas de la pandemia. No le echen la culpa al murciélago” Entrevista de Claudia Korol, en Página 12, 03 de abril de 2020. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/256569-no-le-echen-la-culpa-al-murcielago
[10] GRAIN. “Nuevas investigaciones sugieren que las granjas industriales, y no los mercados de productos frescos, podrían ser el origen del Covid-19”, 30 de marzo de 2020, Disponible en: https://grain.org/e/6438. El informe consigna como fuente: Jeanna Bryner, “1st known case of coronavirus traced back to November in China”, Live Science, 14 de marzo: https://www.livescience.com/first-case-coronavirus-found.html.
[11] GRAIN. “Nuevas investigaciones sugieren que las granjas industriales, y no los mercados de productos frescos, podrían ser el origen del Covid-19”, 30 de marzo de 2020, Disponible en: https://grain.org/e/6438. El informe consigna como fuente: Kristian G. Andersen, Andrew Rambaut, W. Ian Lipkin, Edward C. Holmes & Robert F. Garry, “The proximal origin of SARS-CoV-2”, Nature Medicine, 17 de marzo: https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9 y Ye Qiu,Yuan-Bo Zhao, Qiong Wang, Jin-YanLi, Zhi-Jian Zhou, Ce-Heng Liao, Xing-YiG, “Predicting the angiotensin converting enzyme 2 (ACE2) utilizing capability as the receptor of SARS-CoV-2”, Science Direct, 19 de marzo : https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1286457920300496.
[12] Rob Wallace. “La responsabilidad de la agroindustria en el Covid-19 y otras enfermedades virales”, Entrevista de Pyaak Pabst, en Marx 21, 11 de marzo de 2020. Disponible en: https://www.marx21.de/coronavirus-agribusiness-would-risk-millions-of-deaths/
[13] Puede verse su trabajo Big Farms Make Big Flu, (“Grandes granjas producen grandes gripes”; Monthly Review Press, 2016).
[14] Ribeiro, Silvia. SERVINDI. Comunicación intercultural para un mundo más humano y diverso, 26 de marzo de 2020. “Los hacendados de la pandemia”. Disponible en internet en: https://www.servindi.org/26/03/2020/silvia-ribeiro-los-hacendados-de-la-pandemia
[15] Rob Wallace, et. al. “COVID-19 and Circuits of Capital”, Monthly Review, 01 de abril de 2020. Disponible en: https://monthlyreview.org/2020/04/01/covid-19-and-circuits-of-capital/
[16] Silvia Ribeiro: “Los hacendados de la pandemia”. Disponible en internet en: https://www.servindi.org/26/03/2020/silvia-ribeiro-los-hacendados-de-la-pandemia
[17]En nuestro contexto se torna necesario distinguir y hacer notar que AMLO se equivoca al utilizar el término austeridad, para sus políticas de racionalización y manejo honesto, no corrupto y regulado de las finanzas del Estado. El término fue ampliamente usado en el neoliberalismo con otras connotaciones, de hecho, contrarias a su programa que significaron, en los gobiernos anteriores, austeridad para los pobres y saqueo, apropiación privada del excedente, derroche, corrupción e impunidad para los ricos. AMLO, aunque adjetiviza la austeridad que propone como republicana podría reconsiderar la historia del término.
[18] Markovčič, Andrej. “Capitalism Caused the COVID-19 Crisis” en Jacobin, 06 de abril de 2020. Disponible en: https://jacobinmag.com/2020/04/coronavirus-covid-19-crisis-capitalism-disaster
[19] Escandaloso es el caso en Brasil, donde Jair Bolsonaro no solo contradice los esfuerzos y los dichos de su Ministro de Salud, sino que parece vislumbrar, y hasta celebrar, en esto, una especie de limpieza social, de supervivencia darwiniana-spenceriana del “más apto”.
[20] Nuestros países están lejos de proveer servicios hospitalarios o alcanzar promedios como Japón que provee 12 camas de hospital por cada mil habitantes, un promedio cuatro veces mayor que en los Estados Unidos, vaya, estamos muy por debajo del promedio de nuestro vecino del norte.
[21] Sader, Emir. “Los militares llegaron de la mano de Bolsonaro” en Página 12, 06 de abril de 2020. Disponible en: https://www.pagina12.com.ar/257694-los-militares-llegaron-de-la-mano-de-bolsonaro
[22] Pandemia. Gustavo Reyes Terán señala deficiencias, La Jornada, 06 de abril de 2020. Disponible en: https://www.jornada.com.mx/2020/04/06/politica/003n1pol
[23]Entrevista a la antropóloga Rita Segato en Brotes Verdes. 31 de marzo 2020. https://youtu.be/L5JjUAW82is
herramienta.com.ar/articulo.php?id=3175


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com