RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 31 de marzo de 2020

¿ QUE ES EL ECOFEMINISMO ?







































Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

«La revolución climática es feminista»

Girl power en vector de fondo floral vector gratuito | Free Vector #Freepik #vector #freefondo #freefloral #freefondo-azul #freemano
Mujer chilena anti-minería lidera la acción en Londres
Publicado por MAC en 2020-03-12
Fuente: Red Minera de Londres (LMN) (2020-03-12)
La oponente de la minería, la chilena Javiera Martínez, salió a las calles de Londres en una manifestación militante para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Su discurso se reproduce a continuación – con el agradecimiento de la Red Minera de Londres.
¡La revolución climática es feminista!
por Lydia
Red de Minería de Londres
8 de marzo de 2020
La activista chilena y voluntaria de la LMN Javiera Martínez participó hoy en una acción con XR [Rebelión por la Extinción] en el centro de Londres para conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Bloquearon el Puente de Waterloo para la acción que estableció los vínculos entre la justicia climática y la justicia para las mujeres de todo el mundo. Este es el discurso de Javiera a continuación:
«Soy Javiera Martínez, de Chile, América Latina y parte de la Red Minera de Londres, donde trabajamos junto con las comunidades indígenas que han sido afectadas por el extractivismo minero de las empresas con sede en Londres. Estoy aquí con mi bufanda verde que representa nuestra lucha feminista en América Latina, que es antineoliberal, antiextractivista, antirracista, anticolonial, antipatriarcal y disidente. También con mi parche que representa a todas las víctimas de lesiones oculares y violaciones de los derechos humanos en Chile por el gobierno de Sebastián Piñera.
Actualmente en Chile tenemos más de 4.000 personas heridas y 400 de ellas con lesiones graves y han perdido los ojos por exigir dignidad, como es el caso de Fabiola Campillay, una mujer de 36 años. De igual manera, cientos de mujeres han sido víctimas de violencia política sexual por parte de la policía. Estoy aquí en representación de mi pueblo y de la lucha feminista latinoamericana que está reclamando justicia y derechos.
En Chile estamos viviendo una profunda crisis política y social después de 30 años de abusos sistemáticos y violaciones de los derechos humanos. ¿Cuál es la causa? El neocolonialismo y el sistema neoliberal que ha llevado a la precariedad de nuestras vidas, que ha beneficiado al sistema extractivista, que degrada nuestra tierra y explota nuestra naturaleza; esto nos ha estado matando durante años. Estamos viviendo una tremenda crisis climática y es nuestra gente, nuestra gente más pobre y nuestras mujeres las más afectadas. Mientras las grandes empresas extractivas siguen acumulando riqueza en los países del Norte Global, nuestra gente, la fauna y el agua se están consumiendo.
Esta lucha es una lucha histórica, en este momento, más de un millón de personas se están manifestando en Chile para exigir justicia por todos estos abusos. Estamos aquí por todas las mujeres que han estado luchando por nuestros derechos, porque somos una importante fuerza productiva y somos mujeres que históricamente hemos defendido nuestros territorios, nuestra agua y nuestros derechos.
Hoy en Chile y en América Latina, como resultado de la crisis climática, tenemos una mega sequía, una crisis de agua nunca antes vista. Como consecuencia de la acción extractivista nuestra tierra se está secando y millones de mujeres han perdido su principal fuente de desarrollo por falta de agua. Pero eso no es todo! cuando demostramos que hemos sido asesinados, torturados y violados.
Estadísticamente, América Latina es el lugar más peligroso del mundo para las mujeres defensoras del medio ambiente, que conocen la tierra, que luchan en silencio desde sus comunidades o desde su posición de líderes, han sufrido violencia y represión. Hoy quiero recordar a Berta Cáceres, una activista indígena de Honduras que se pasó la vida luchando por la defensa del río Gualcarque y que, tras amenazar con oponerse a la central hidroeléctrica de Agua Zarca, fue asesinada.
Quiero recordar a todas esas mujeres, que son ríos que fluyen en la resistencia, que saben que la lucha feminista va de la mano de la justicia socioambiental y para ellas, nuestro llamado es a no salir a la calle, a seguir luchando, a seguir denunciando.
Abrir la chaqueta! – Tengo que quitarme la ropa!
¡La revolución será feminista o no será una revolución!
Dirección:
London Mining Network,
Finfuturo,
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Coronavirus afecta triplemente a las mujeres: Salud, violencia machista y más trabajo doméstico



Las restricciones y otras medidas que gobiernos han adoptado en distintos países para intentar mitigar el avance de la COVID-19 también aumentan el riesgo de violencia hacia la mujer. El confinamiento hace que muchas mujeres en relaciones abusivas queden atrapadas en casa temiendo por su seguridad. También aumentan su carga de trabajo doméstico debido al cuidado de otras personas, ya sean infantes o personas de tercera edad. Junto a esto, las mujeres embarazadas presentan riesgo de contagio al tener que asistir a centros de salud o bien sus controles han sido suspendidos.
Según indica el Fondo de Población de las Naciones Unidas de (UNFPA), la pandemia de la enfermedad COVID-19 afecta particularmente a la población femenina en todo el mundo. Esto porque ha interrumpido el acceso a servicios de salud reproductiva, la obstaculizado la capacidad de autoridades para hacer frente a la violencia machista.
Su directora, Natalia Kanem indicó al sitio de noticias de Naciones Unidas que «Las embarazadas, que necesitan atención prenatal, pero no saben si es seguro ir a la clínica; las mujeres en relaciones abusivas atrapadas en casa en el futuro previsible y temiendo por su seguridad. Las decenas de millones de personas en los campos de refugiados, que están contando los días para que llegue el coronavirus, y para quienes el distanciamiento social simplemente no es una opción. Las personas mayores, muchas de las cuales están atrapadas de forma aislada, carecen de interacción social y son particularmente vulnerables a enfermarse gravemente por el virus».

El problema de la violencia doméstica durante la cuarentena
La institución dependiente de Naciones Unidas indica que las restricciones llevadas adelante por gobiernos tienen el efecto de intensificar el riesgo de violencia de género en el ambiente doméstico.
La relatora especial de la ONU sobre violencia hacia la mujer Dubravka Simonovic explicó que «Es muy probable que aumenten las tasas de violencia doméstica generalizada, como ya sugieren los informes iniciales de la policía y la línea de ayuda directa. Para demasiadas mujeres y niños, el hogar puede ser un lugar de miedo y abuso. Esa situación empeora considerablemente en casos de aislamiento, como los bloqueos impuestos durante la pandemia de la COVID-19″.
La especialista advirtió que esto podría conducir a un aumento de la violencia incluyendo los femicidios«El riesgo se agrava en un momento en que no hay o hay menos refugios y servicios de ayuda disponibles para las víctimas; cuando es difícil acceder a aquellos que aún están abiertos; y cuando hay menos apoyo de la comunidad; menos intervenciones policiales y menos acceso a la justicia ya que muchos tribunales están cerrados» explicó Simonovic.

Incremento del trabajo doméstico
La relatora indicó que para muchas mujeres en el mundo, estas medidas de emergencia aumentan la carga de trabajo doméstico debido al cuidado de niños/as, parientes ancianos y familiares con enfermedades.
«Para empeorar las cosas, las restricciones de movimiento, las restricciones financieras y la incertidumbre generalizada envalentonan a los perpetradores y les proporcionan poder y controles adicionales» explicó.
Los grupos de mujeres más afectados son quienes presentan discapacidadesmujeres migrantes sin documentos o víctimas de trata de personas.
En este preocupante escenario, la especialista llamó a los gobiernos a mantener la protección de las víctimas y a continuar combatiendo la violencia doméstica y machista durante esta pandemia.



Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Entrevista a la Comuna Internacionalista de Rojava – Parte I


"Esperamos que nuestros camaradas encuentren su lugar en esta revolución en Rojava o la lucha por ella en todos los demás lugares del mundo, ya que esperamos que esta revolución sea un paso importante para superar el patriarcado y el capitalismo".

El equipo editorial de Komun-Academy , entrevistó a la Comunidad Internacionalista de Rojava . A continuación la primera parte de la entrevista:
En 2017, la comunidad se convirtió como espacio político para los jóvenes internacionalistas participantes en la revolución de Rojava. La Comuna Internacionalista dirige la academia internacionalista Şehîd Hêlîn Qereçox (llamada así por la luchadora internacionalista británica de las YPJ Anna Campbell, quien cayó defendiendo Afrin contra la invasión turca en 2018). La academia ofrece educación sobre las bases ideológicas de la Revolución del Kurdistán, así como sobre la historia del internacionalismo, para discutir sobre las perspectivas del Confederalismo Democrático Global.
¡Todos sentimos curiosidad por la vida en la Comunidad Internacionalista de Rojava !. Muchas personas fuera de Rojava visitan su sitio web y leen sobre sus esfuerzos y perspectivas en diferentes plataformas.
¿Podrías contarnos más sobre cómo organizar tus vidas? ¿Qué significa estar en la comunidad?
Estar en una comunidad significa muchas cosas al mismo tiempo. Por un lado, somos un lugar para los jóvenes internacionalistas que participan en la revolución en Rojava. Al mismo tiempo, también está la academia internacionalista para poder comprender los fundamentos ideológicos de esta revolución. También educamos a las cámaras sobre la historia del internacionalismo, para que todos tengan la posibilidad de desarrollar una comprensión de lo que significa el internacionalismo hoy.
A veces, ser parte de la Comunidad también significa que en realidad nos mantenemos juntos en el espacio de la comunidad y organizamos nuestras vidas de modo comunalista. Practicamos deportes juntos u organizamos pequeños seminarios sobre temas relevantes para un proyecto, o para nuestra comprensión de la revolución. Por ejemplo, el último seminario que juntos juntos fue sobre orientalismo. Los camaradas también tienen la posibilidad de participar en todas las demás actividades revolucionarias que suceden en Rojava, como el trabajo social o el trabajo en instituciones o estructuras. En los trabajos de la sociedad, nuestras cámaras organizan a los jóvenes o implementan planos como actividades comunales. Se han llevado adelante varias iniciativas desde la comunidad, por ejemplo, los trabajos ecológicos de la campaña Make Rojava Green Again.
En general, podemos decir que el tipo de internacionalismo que hoy se pone en práctica en Rojava tiene muchos aspectos y es relevante para todos los niveles de defensa de la revolución. Nuestros camaradas vienen de muchos lugares. Últimamente, muchos compañeros de Cataluña, Suiza, Inglaterra y Alemania se unieron a nuestros trabajos.
¿Cuál es el papel de la educación en tu vida en la comunidad? ¿Aprendes cosas nuevas en Rojava? ¿De dónde utilizar nuevos conocimientos? 
La educación es una parte continua de la revolución. Abrimos nuestra academia para dar educación ideológica a los compañeros recién llegados, pero también la educación es continua. En tiempos de trabajo práctico, todos están leyendo, discutiendo y tratando de desarrollarse. La educación también puede ser visitar instituciones o tener una discusión ideológica con alguien de la sociedad. Además, tratar de poner en práctica proyectos es algo que nos enseña mucho. Tratamos de conocernos a nosotros mismos: ¿por qué no pude hacer un proyecto de plantación de árboles de manera exitosa?.
Especialmente los recién llegados aprenden muchas cosas en poco tiempo. Aprender kurdo también es algo muy importante, especialmente para los nuevos compañeros, porque también es la base para hacer todo lo demás.
La mayor parte de nuestro conocimiento a nivel práctico proviene de la sociedad o de los camaradas que se quedan aquí por más tiempo, porque es necesario comprender la mentalidad y la organización en Rojava para poner algo en práctica.
Desarrollamos continuamente nuestros pensamientos, porque bajo las condiciones de guerra y embargo, también tenemos que saber cómo hacer que algo dure.
¿En qué medida la vida comunitaria configura tu conciencia? ¿Sientes diferencias entre su vida en la comuna y el trabajo político que ha realizado en sus países de origen?
La vida comunitaria te hace pensar de manera diferente, porque es la base de pensar y planificar socialmente, en lugar de solo por ti mismo. Empiezas a dejar de pensar tanto a nivel individual: «¿Esto es bueno para mí?», esa pregunta se transforma en la pregunta: «¿Esto traerá progreso?». Viviendo en la modernidad capitalista, a menudo entrabamos en contradicción, porque estábamos en gran parte persiguiendo motivos egoístas. Pensamos que seremos más felices si tenemos nuestra propia habitación, nuestra casa, nuestro automóvil y nuestro horario personal. Pero este no es el caso, al final hace que los humanos se sientan solos. En la vida comunitaria, casi nunca estás solo, ni en un sentido ideológico o emocional, ni en un sentido físico. Todas tus luchas y contradicciones, incluso los días en que la casa está demasiado fría: tus camaradas lo viven contigo. Tal vez hubo algo de unidad, algún sentido de comunalidad en nuestras vidas en Europa. Pero cuanto más fuerte es la lucha de Rojava, más crece la comunalidad. También es importante la cuestión de qué tan bien nos las arreglamos para cambiar nuestras personalidades y encontrar nuestro lugar en la lucha. Nada en nuestra vida aquí permanece en abstracto, todas nuestras contradicciones o problemas están ahí en tu vida, y así aprendes a luchar y desarrollarte contigo mismo y con los demás.
Miembros de la comuna, especialmente las mujeres, han publicado un excelente trabajo sobre la lucha contra el patriarcado. ¿Existen esfuerzos autónomos particulares de mujeres dentro de la comuna?
La comuna es un lugar donde tratamos de poner la ideología del movimiento de mujeres kurdas y de Abdullah Öcalan en una práctica que es significativa para nosotras como jóvenes internacionalistas. En este sentido, también podemos decir que siempre hemos visto la necesidad de tener también programas autónomos, días de educación propios, la posibilidad de trabajar durante algún tiempo en las obras del movimiento de mujeres o unirnos a la educación de Jineloji. Hemos visto una gran necesidad de desarrollarnos, de poder desarrollar una personalidad militante en la lucha por la libertad de las mujeres. Por otro lado, tenemos que decir que los intentos de Turquía de destruir Rojava, y el objetivo de otros estados, como Rusia y Estados Unidos, de sofocarlo y despojarlo de su significado, tienen un profundo efecto en la situación de las mujeres en Rojava. Por lo tanto, nuestros trabajos de alguna manera cambiaron después de la última ofensiva. Ahora podemos decir que, por ejemplo, las camaradas de la sociedad desempeñan un papel significativo en la organización de las mujeres jóvenes, pero también tienen la oportunidad de comprender más profundamente la liberación de las mujeres y, al mismo tiempo, de una misma.
Participamos en los trabajos de la Unión de Mujeres Jóvenes de Rojava y también es posible que las camaradas participen en los trabajos de Kongreya Star, el movimiento general de mujeres en Rojava. Tanto las mujeres jóvenes como las organizaciones de mujeres participan en la organización de la sociedad y en la resolución de los problemas de las mujeres en Rojava, con un enfoque diferente de acuerdo con el papel que las mujeres y las jóvenes desempeñan en la sociedad.
Recientemente ha publicado el libro de la campaña «Make Rojava Green Again. ¿Puedes compartir con nosotros tu comprensión de la ecología, incluidas sus implicancias sociales?
Entendemos la ecología como algo que no se puede lograr sin superar el sistema estadístico y la sociedad jerárquica y patriarcal. En el patriarcado, la naturaleza se ve como algo por debajo de los humanos, que puede ser usada sin límites. Pero vemos la necesidad de superar esto por el bien de los humanos y de la naturaleza. Es necesario ver la naturaleza como algo vivo, y eso necesita una sociedad sin opresión para florecer. Necesitamos fortalecer la capacidad de la sociedad para democratizarse y crearse, para poder también desarrollar la economía en un marco local y duradero, en lo que respeta a las necesidades básicas de las personas.
(La segunda parte de esta entrevista se publicará mañana en ANF)
Fuente: ANF



Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

lunes, 30 de marzo de 2020

Chile. Cuarentena con memoria feminista: Paulina Aguirre, liceana y combatiente



Paulina Aguirre Tobar  fue una joven combatiente del MIR, estudiante del vespertino del Liceo Valentín Letelier de Santiago, ejecutada a los 20 años por la CNI con ocho balazos, dos de ellos en la cabeza, el 29 de marzo de 1985. Cuando ella regresaba a la cabaña que arrendaba en El Arrayán,  la policía secreta de Pinochet la esperaba.  El crimen se presentó como un  enfrentamiento. Álvaro Corvalán  estuvo al mando del operativo. La justicia apenas le sentenció a 5 años y 1 día de cárcel por el crimen. Varios de los perpetradores no cumplieron prisión efectiva.
El asesinato de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara, ocurrido exactamente en la misma fecha, se conmemora hace ya más de una década como el Día del Joven Combatiente. En 2011   algunos pingüinos –principalmente mujeres- comenzaron a reivindicar y recordar en las marchas y tomas a Paulina Alejandra Aguirre Tobar. Este 29 de marzo la Coordinadora Feminista evocó su figura en la intervención urbana llamada #ProyectamosMemoriaCombatiente, memoria feminista y rebelde,  con videos desde balcones, terrazas o ventanas para mostrar que las feministas no olvidamos, para exigir el fin de la violencia política sexual y para mostrar que somos la primera línea contra el terrorismo de Estado.
A ella le gustaba dibujar y tocar la guitarra.  Componía canciones y escribía poesía.  Desde pequeña, durante el gobierno de Allende, había acompañado a su padre a a vender El Rebelde, el periódico del MIR, en fábricas y poblaciones. En dictadura,  vivió en su propia familia los crímenes. Uno de sus tíos, “Chino Álvarez”  fue fusilado en Antofagasta; su papá, Luis Aguirre, fue torturado en Calama y encarcelado en Santiago para después ser expulsado al exilio. Paulina comenzó a militar a los  15 años.  Tras el retorno clandestino a Chile de Luis desde Francia, el padre se convirtió en su referente inicial. Por eso en la resistencia ella se llamó “Luisa”.  Ella tenía muy claro la injusticia que vivía Chile, y  quería liberar al pueblo de de la dictadura brutal encabezada por el tirano Augusto Pinochet.
Su padre recuerda que la única falla de “Luisa” a las normas de seguridad fue retrasar en una oportunidad su regreso al hogar después de hacer un contacto. Su explicación fue que había ido a una cita con su pololo de entonces, y lloró horas por haber generado tanta inquietud en la familia. En aquellos tiempos, si una persona no  llegaba a la hora acordada,  se presumía que había caído detenida.
Tras el terremoto del 3 de marzo de 1985, Paulina se fue a casa de sus abuelos, en Macul, porque la dueña de la cabaña de El Arrayán en que vivía, decidió hacer reparaciones en las instalaciones, que tenían una grieta. El hallazgo de un escondite de municiones  al interior de un muro (un  “barretín” ) por los maestros, fue denunciado por la dueña a los militares. Así se inició la tragedia y  el recinto de El Arrayán se convirtió en una trampa mortal.
En la resistencia armada
Paulina había cumplido delicadas tareas a comienzos de los años 80, tales  como ser enlace o correo para la instalación de la guerrilla de Neltume, recibiendo en el sur a los retornados que venían a integrarse al proyecto guerrillero abortado en 1981. Tras el aniquilamiento del proyecto de guerrilla rural, Paulina, siguió en la resistencia armada urbana y la lucha político-militar. Arreciaba la persecución al MIR y la Resistencia, por lo cual ella vivió en la clandestinidad entre 1980 y 1985, adiestrándose en Cuba en técnicas de guerrilla urbana  y fabricación de armamento.  Allí se hizo un aborto, porque  ella y su pareja habían decidido tener hijos sólo cuando triunfase la revolución. Regresó a Chile y su padre no tiene mayor información sobre sus tareas en el período. Cuando Paulina fue asesinada, Luis Aguirre ya no estaba en Chile.
Mujeres y Resistencia
El padre expresó al medio CiudadInvisible.cl: “Hasta hace 8 o 5 años mi hija estaba muy presente en las campañas del Joven Combatiente. Después su figura quedó fuera, la única representante femenina; dejaron solo a los varones. Esto me incomodó totalmente … Yo soy un poco feminista, hay que resaltar el aspecto femenino de la resistencia,  de los cientos de compañeras que murieron en resistencia…Hoy Paulina me acompaña, me da fuerza. Fue valiente, asumió la lucha, sacrificó la vida que podía haber tenido como cualquier niña, por una vida de secreto y mortal peligro. Yo era el ejemplo de ella antes; ahora ella es mi ejemplo”.
Los combatientes de hoy
En un texto reciente, Luis Aguirre resalta la importancia de  compartir  esta historia y la de otros jóvenes combatientes como los hermanos Vergara Toledo y Mauricio Maigret (caído en Pudahuel protegiendo la retirada de sus compañeros)  con los (as) muchachos(as) jóvenes de la Primera Línea “que desde el levantamiento ciudadano ocurrido 18 de octubre han demostrado valentía solidaridad moral y ética combativa, creativa y ofensiva en contra de las fuerzas represivas.”
El padre recuerda a Paulina  homenajeándola hoy “Por continuar, por jamás rendirse”. El concluye citando uno de los últimos poemas que Paulina le dejó, antes de ser acribillada: «Cuando el dolor/la sangre, el odio y la muerte/son necesarios/miles de manos se tienden/para tomar las armas/Acuérdense ustedes de mí/Siempre».

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

domingo, 29 de marzo de 2020

Las auxiliares de atención a domicilio, infectadas, contagiando o al paro: “Somos un peligro para los ancianos”


Se hacen llamar “las nadie” y así se sienten, invisibles, al tener que realizar su labor del Servicio de Atención a Domicilio (SAD) en Madrid y buena parte de la comunidad autónoma sin seguir los protocolos establecidos por la ley para frenar el coronavirus cuando trabajan directamente con los grupos de más riesgo, como son ancianos solos. “Somos un peligro para los mayores y dependientes, para nosotras y para nuestros familiares”, aseguran.
Las auxiliares de atención domiciliaria son la mayoría mujeres que recorren entre cuatro y seis casas al día moviéndose en transporte público. Se sienten desprotegidas y denuncian que su actividad puede verse en pocos días tan afectada de mortalidad como ha ocurrido con las residencias de ancianos. Buena parte de la plantilla está contagiada y de baja, no cuentan con el material y los equipos EPI adecuados, tal como indica la ley en la actual situación, y el que les van facilitando es insuficiente. Tienen un alto riesgo de contagio aseando, haciendo compra y comida a los más vulnerables, mayores y dependientes, grupo de población de alto riesgo ante el covid19, que además ha comenzado a darse de baja del servicio ante el terror al contagio.
“Lo más grave —dice Lola, representante sindical de Clece— es que las empresas han decidido que los servicios que se están dando de baja no se van a cobrar. Muchas auxiliares se van a quedar sin comer, sin pagar la luz y el gas, mientras sus empresarios —en este caso de Florentino Pérez— anuncian donaciones a bombo y platillo”, explica en referencia a la donación de material médico que hará el Real Madrid, como anunció Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, vía Twitter.
Las empresas que gestionan las ayuda a domicilio están incumpliendo el protocolo y exponiendo así al contagio a sus trabajadoras y a las personas a quienes atienden

En la Comunidad de Madrid hay 15.000 auxiliares de ayuda a domicilio y unas 12.000 trabajan en el municipio de Madrid, según estiman las diferentes fuentes sindicales consultadas. Y lo hacen con contratos de 30 horas semanales entre 740 euros y 870 euros brutos, según los servicios diarios que atiendan. Como ha ocurrido con las residencias de ancianos y otras instituciones, estas empresas tampoco han sido previsoras. Según denuncian trabajadoras y comités de empresa, tampoco están cumpliendo las normas una vez establecido un protocolo concreto para su actividad ante la grave incidencia de la pandemia en Madrid. Para colmo, Ayuntamiento y Comunidad de Madrid amenazan con no abonar los servicios que no se realicen, lo que puede ser la ruina para muchas de estas trabajadoras.
Ana, nombre ficticio por miedo a un despido, es auxiliar ya experta de Asispa, una de las tres empresas concesionarias del servicio en Madrid, y relata cómo “la gestión de los últimos 15 días, especialmente en  la capital, ha sido caótica desde que se produjo al primera muerte y lo sigue siendo”. Desde primeros de marzo, las empresas trasladaban a sus trabajadoras un mensaje de absoluta tranquilidad: “Dicen que no hay por qué alarmarse en absoluto, que no hay peligro ni riesgo, que lo tienen todo controlado, que no había mayores o profesionales relacionados con el servicio contagiados. Y todas estábamos muy preocupadas porque trabajamos con gente muy mayor”.

PROTOCOLOS QUE NO SE CUMPLEN
En la segunda semana de marzo, cuando en Madrid los casos y las muertes comenzaron a crecer de manera exponencial, “nos indicaban que continuáramos trabajando con nuestras batas de algodón, con los guantes [un EPI obligatorio siempre en este servicio], pero sin mascarillas ni ninguna otra barrera”, dice Ana. A partir del día 9, las empresas se reunieron con sus comités de prevención y determinaron que se dejaban de utilizar los guantes de limpieza y usarían solo los de látex y nitrilo, que según Carmen López, representante sindical del sector en UGT Madrid, “son los más seguros y caros, por lo que las empresas siempre ponen excusas para comprarlos”. “El protocolo está bien, guantes no nos faltan, pero sí el resto —explica—. Ya de por sí es inadecuado llevar la misma bata de algodón de una casa a otra sin pandemia. El problema es que no estamos previniendo. El personal que está cuidando mayores y dependientes no cuenta con las medidas adecuadas para cortar la propagación del virus”.
Madrid dicta el decreto por el que establece las medidas de ayuda a domicilio frente al virus, por el cual las auxiliares deben acudir a los domicilios con batas, guantes y mascarillas desechables, es decir, un EPI completo para cada usuario o domicilio, y no reutilizar material. Hasta ese día no existía obligación de tener ese equipo, salvo un mínimo previo para tratar casos de infecto-contagiosos, como tuberculosis, pero no se disponía de los mismos. Algunas reaccionaron buscándolo incluso entre fabricantes extranjeros, como nos cuenta Lola sobre la tercera concesionaria madrileña, Clece, que comenzó dando bajas retribuidas, pero ya no lo hace.
“Las compañeras que acudían por la tarde apenas contaban con material y algunas recibieron batas no desechables, usadas y con manchas hasta de sangre”

En otras empresas, a  las trabajadoras les indicaron que no eran necesarias las mascarillas y que no se disponía para repartir ni siquiera del material para infecciosos. A partir del día 17, se decretan servicios mínimos en la Comunidad de Madrid, por los que se debe realizar solo aseos, compras y preparación de comidas; nada de limpiezas. Al día siguiente en las sedes se comenzó a repartir material, “pero llegó a las compañeras que van a primera hora de la mañana; nos facilitaron una mascarilla por usuario para dejarla en cada casa visitada, a lo cual nos negamos para evitar contagios entre nosotras. Muchas veces nos cambian de servicio y de domicilios según bajas o necesidades. Las compañeras que acudían por la tarde apenas contaban con material y algunas recibieron batas no desechables, usadas y con manchas hasta de sangre”, explica Ana.
Ya con el estado de alerta decretado, convocaron a todas las auxiliares para el reparto de material, y en algunas sedes se aglutinaron tantas auxiliares a la misma hora que llegó a acudir la policía advirtiendo de la ilegalidad de aquella aglomeración de personas —más de 100— sin distancia ni medidas de seguridad en plena calle. Habitualmente, al tratarse de distritos tan grandes, el material entre las auxiliares se distribuye en rutas con furgonetas, un servicio que algunas de las empresas han dejado de realizar. Sigue faltándoles material, sobre todo mascarillas desechables y batas.

CONTAGIOS, BAJAS Y PARO
Pero casi tan grave como su salud o la de los usuarios es que el miedo de estos últimos las deja sin ingresos si el Ayuntamiento de Madrid insiste en no pagar los servicios no prestados, como indica en el pliego al que se concurrió. Entre un 30% y un 40% de los beneficiarios del servicio están renunciando al mismo. “Nos ven como un peligro, sin medidas preventivas, y prefieren que no vayamos”, lamenta Ana. Carmen López va más allá: “Entre que los servicios de limpieza no se hacen y las bajas que aumentan, esto puede ser desastroso para las empresas y para el empleo de muchas de las compañeras que se están quedando en casa con vacaciones forzosas. Nos da mucho miedo que no paguen la concesión, porque no somos culpables de esta situación especial de pandemia”.
Lola Juárez asegura que ya hay en Clece 1.500 trabajadoras en su casa “multadas” con vacaciones forzosas y sin saber si van a cobrar a final de mes. “Esto es un servicio público que tiene ese presupuesto ya aprobado. Han mantenido estos días una reunión entre Ayuntamiento, Comunidad Autónoma y patronal, y las primeras han dicho que no iban a pagar. Nos han dejado en manos de los empresarios, sin equipos preventivos ni sueldos. Hay un virus peor que el coronavirus: el capitalismo egoísta. Podían habernos facilitado las mascarillas antes y no regalarlas ahora a la Comunidad de Madrid. No las compraron con anterioridad porque se trataba de invertir y gastar”.
Ante la inquietud de las trabajadoras, fuentes municipales aseguran a El Salto que “el Ayuntamiento de Madrid está estudiando la manera de evitar ERTE a toda costa, ciñéndose siempre a lo que dicta la normativa, y quiere que el contrato se pague en la totalidad tal y como estaba previsto”.  El Consistorio se muestra también incapaz de atajar la crisis en materia de obtención del material necesario. “El coronavirus ha pillado desprevenido a todo el mundo, no solo a las empresas. Dada la situación actual, el Ayuntamiento tiene una imposibilidad absoluta de conseguir los EPI, y ni el propio Ministerio de Sanidad ha dejado claro cómo solucionarlo”, explican desde el área de Familias, Igualdad y Bienestar Social.
Desde esta área  reivindican que sus trabajadores tengan el material de protección necesario para realizar su trabajo y agradecen a las empresas que estén donando lo que tienen para tratar de ayudar. “La colaboración público-privada en estos momentos resulta fundamental para que superemos todos juntos esta crisis sanitaria”, indican.
A principios de esta semana había ya unas 100 compañeras positivas de baja por coronavirus en Asispa, 170 en Sacyr Social y unas 90 en Clece
No hay EPI ni casi de dónde sacarlas, así que según la estimación de las representantes de las trabajadoras, a principios de esta semana había ya unas 100 compañeras positivas de baja por coronavirus en Asispa, 170 en Sacyr Social y unas 90 en Clece. “Lo que nos aterra es el número que se alcanzará en un par de semanas más. Estamos convencidas de que hay muchas compañeras contagiadas que no lo saben, tenemos riesgo de contagio y de contagiar”. Según Ana, hay usuarios a los que se han llevado las urgencias delante de compañeras y la empresa les ha dicho que continúen con su jornada normal, y que llame luego al 900. Otros riesgos  asociados, dice esta trabajadora, es el uso del transporte público o andar a deshoras por las calles semidesiertas. “Recientemente a otra compañera la quisieron agredir en el metro, por ejemplo”, asegura Ana indignada.
En las oficinas de coordinación  de alguna de estas empresas tampoco se han tomado medidas preventivas, trabajan a menos de un metro de distancia y sin más barreras, “cada día se dan de baja dos compañeras”. Igual ocurre con los y las oficiales de teleasistencia “que han trabajado con positivos en coronavirus, han atendido a otros usuarios con normalidad anterior a la pandemia sin que nadie haya avisado a esos usuarios sanos del posible contagio”.

SERVICIO TOTALMENTE PRIVATIZADO
El Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) en la ciudad de Madrid depende de tres empresas que se hicieron con la última licitación del servicio: Asispa, que nació en los años 80 como una asociación especializada en el sector; Clece —del grupo ACS, que preside Florentino Pérez— y Sacyr Social —antigua Valoriza, del grupo Sacyr-Vallermoso, cuyo mayor accionista es el multimillonario Demetrio Carceller, nieto del ministro de Industria franquista del mismo nombre—.
En Madrid trabajan con el pliego de condiciones prorrogado hasta el 30 de junio Clece en Retiro, Usera, Puente de Vallecas, Moratalaz, Villaverde, Villa de Vallecas, Viválvaro y San Blas. Asispa atiende en Salamanca, Chamartín, Tetuán, Chamberí, Fuencarral-El Pardo, Ciudad Lineal, Hortaleza y Barajas. Sacyr Social se hizo con el bloque tres del pliego, que incluye los distritos Centro, Arganzuela, Moncloa-Aravaca, Latina y Carabanchel. El Ayuntamiento ha sacado un nuevo pliego y todavía no saben qué empresas continuarán con el servicio a partir del verano.
En el resto de la Comunidad de Madrid, el servicio de dependencia se lo reparten entre Sacyr Social y Quavitae —con origen en la Fundación Mapfre, recientemente fusionada con Domusvi— principalmente, aunque hay excepciones como Aralia, en Alcalá de Henares. En España siguen estando presentes otras grandes, como Eulen, Ingesan (OHL), Grupo Claros —cubre la zona dur, Extremadura y parte de Castilla-La Mancha—, con un origen social o cooperativo, como el de Asispa, propio del sector social de cuidados.
Asispa se creó en su día como una asociación sin ánimo de lucro, especializada en asuntos sociales, y trabaja fundamentalmente en Madrid, y en algunas zonas del sur de España. “Antes era la mejor empresa, por su carácter social, pero para sobrevivir ha aprendido de las constructoras para poder competir, y saca beneficio aprovechándose de las trabajadoras, como las otras empresas”, nos asegura Ana, empleada de muchos años.
Todas estas empresas licitan a la baja las ofertas de las instituciones, por lo que la calidad del servicio queda relegada a un segundo término. “Dicen que no hay dinero ni para sueldos ni para material, pero es porque no renuncian a sus ganancias. Clece y Sacyr, por ejemplo, con origen en grandes constructoras, se metieron en este negocio en la crisis cuando estalló la burbuja inmobiliaria”, nos explican las representantes consultadas.
Carmen López recuerda que el servicio no es ni la sombra de lo que era en los 90. “Creíamos que con la Ley de Dependencia, que iba a generar muchos puestos de trabajo, cambiaría. Pero el SAD no está bien; los usuarios son un número, no personas. No se ve como un servicio social, sino como un mero negocio. Se prima el coste cuando antes se primaba la calidad, aunque la Administración sabe perfectamente que siempre es a costa de los empleados”.
Mientras el Consistorio insiste en la importancia del SAD ante la pandemia y en que se ha “volcado con ellas para trasmitirles seguridad”, esta no aparece por ningún lado ni en materia sanitaria ni laboral, según las trabajadoras. Ante los graves problemas surgidos estos días, y los ya graves que sufrían con anterioridad, empresas y Ayuntamiento de Madrid, donde este servicio está más precarizado, se culpan unas a otro y viceversa.
Servicio Atención Domicilio Material
Una trabajadora con la bata facilitada por su empresa para trabajar. Pese a que debe ser desechable, la empresa facilitó una bata para toda la semana.

Sacyr Social, una de las tres concesionarias en Madrid, ha asegurado a este periódico que “está solicitando a la Administración que provea de los EPI necesarios para prestar el servicio en las condiciones de seguridad que Sanidad ha establecido”, pero mientras tanto continuará prestando el servicio en las mejores condiciones posibles, y suma a sus trabajadoras como merecedoras del aplauso diario de las 20h.
Sobre el resto de condiciones laborales cuestionadas por este periódico, no ofrecen ninguna valoración. Clece remite al Ayuntamiento de Madrid en relación a la falta de material, y transmite sus quejas por los continuos cambios de criterio de las administraciones. Además, culpan a la Administración de los precios de los pliegos y recuerdan que llevan “tiempo abogando por la dignificación de esta profesión”.
Asispa, por su parte, no ha comentado ninguna de las cuestiones planteadas desde El Salto.

LAS KELLYS DE LOS CUIDADOS
“Nadie sabe que existimos, nadie nos ve, nadie nos tiene en cuenta, pero estamos ahí para todos; para cuidar, para asear, para cocinar, para hacer la compra y para hacer la limpieza de las casas”. Así lo se sienten las auxiliares del SAD, una profesión vocacional y muy feminizada, que no está agradecida por los usuarios, sus  familias, las instituciones  ni el común de la sociedad. Sus trabajadoras se sienten muy humilladas por los bajísimos sueldos, por sus pésimas condiciones de trabajo y por las situaciones injustas e incluso dantescas que se encuentran al desarrollar su labor.
El SAD es un servicio que lleva más de 30 años y en el que sus trabajadoras han retrocedido en derechos laborales y en reconocimiento social. Está destinado a personas que por su edad —mayores de 65 años—, enfermedad o discapacidad, tengan dificultades para realizar las tareas cotidianas, tanto cuidado e higiene personal como las tareas del hogar.
En España hay más de un millón y medio de personas dependientes, cerca de 250.000 están en lista de espera para ser valoradas por la Ley de Dependencia. El tiempo medio de espera para recibir el servicio es de 476 días en los casos de discapacidad, según datos de la Plataforma por la Remunicipalización de Servicios Públicos. Al servicio se accede a través de los centros de Servicios Sociales de cada distrito o localidad, y el único requisito es haber residido cinco años en España y estar empadronado donde se solicita. Solo en Madrid hay más de 85.000 usuarios  y el Ayuntamiento tiene licitado el servicio por 657,5 millones de euros al año.
Las auxiliares de ayuda a domicilio fichan en el domicilio de la persona dependiente, y los tiempos de traslado de un domicilio a otro no se cuentan como trabajo
Muchas de las 15.000 auxiliares del SAD de la Comunidad de Madrid tienen un contrato temporal y el 70% a tiempo parcial, aunque con disponibilidad durante todo el día, con horarios partidos, continuos desplazamientos y muchas horas extras. Fichan en el domicilio de la persona dependiente, y los tiempos de traslado de un domicilio a otro no se cuentan como trabajo. El precio hora cobrado es, según convenio, entre 7,20 y 8,91 euros, la mitad del que ofrecen las empresas en la licitación del concurso (entre 15,76 y 16,32 euros diarios). Con ese margen se adquieren medios (guantes, batas y ya), se paga a las coordinadoras y jefes y se logra el beneficio de las empresas, que para que sea mayor “tiran a la baja los sueldos y los materiales”, dicen las representantes de las trabajadoras.
Son estas las que deben pagar las llamadas de teléfono que deben realizar obligatoriamente a las empresas, que las presentan como “chicas para todo” sin delimitar en los pliegos municipales cuáles son las labores concretas de su trabajo profesional. Muchas están operadas de varias hernias (levantar a los usuarios pesen lo que pesen es parte de su trabajo) y tienen todo tipo de dolencias surgidas por su dura labor cotidiana, que no están reconocidas como enfermedades profesionales, pero las mutuas, como hay muchas bajas, les exigen testigos en casos de accidentes laborales. No se les reconoce un plus de peligrosidad y no se aplican protocolos de prevención de riesgos, ni siquiera en el caso del covid19, implantado por las administraciones, por falta de previsión y de costumbre.
En el caso de acudir a domicilios de personas “grandes dependientes”, solo acude una auxiliar en lugar de dos, como debería ocurrir y, en general, y ni siquiera durante la pandemia, reciben información de las posibles enfermedades infecto-contagiosas de usuarios y usuarias. La inspección de trabajo apenas existe; los inspectores insisten en que no se puede entrar en casa de particulares porque no son un centro de trabajo, y las administraciones insisten en que estas corresponden a las empresas. La culpa de que no haya inspecciones no es de nadie, al parecer.

LA ADMINISTRACIÓN NO VIGILA, LAS EMPRESAS SE APROVECHAN
Todas estas pésimas condiciones derivan, según Carmen López, Lola Juárez y el resto de representantes y auxiliares consultadas, del hecho de que los ayuntamientos no tienen el control directo del servicio y, aunque son conscientes, no les importa que las condiciones laborales se degraden. En el caso del Ayuntamiento de Madrid, se escuda en que los sueldos del SAD están fijados por convenio colectivo e insiste en que el Departamento de Mayores “está comprometido con la calidad del servicio, ya que mide y audita el servicio mediante una empresa externa con cuestionarios de satisfacción”. Las auxiliares saben de esa encuesta de satisfacción, pero no les soluciona sus problemas.
“Estamos teniendo jornadas de 11 horas al día si hay muchas compañeras de baja —cuenta Meni, otra auxiliar que cubre barrios del sur de Madrid—. Nos varían la jornada sobre la marcha, no podemos conciliar y nos cambian de casas para que no se encariñen con nosotras, no sabemos por qué. Hay usuarios que están en buenas condiciones de salud y que rechazan que les aseen, les hagan compra o comida porque lo único que quieren es que se les limpie la casa, mientras otros se quedan sin un servicio de cuidados que sí necesitan”. Esta trabajadora asegura que en este momento acude dos horas al día a la casa de una mujer que “solo quiere que le haga la limpieza, incluso tirándome de rodillas al suelo, y no quiere ni que le compre en la farmacia ni que la asee porque lo hace su hija”.
También se quejan de sufrir vejaciones por parte de usuarios y sus familiares. Según Paula Collado, trabajadora social municipal que conoce muy bien las delimitaciones del servicio, “las auxiliares no son chachas ni asistentas; en el servicio entra la limpieza, pero a veces se pretende que realicen esas labores en profundidad. Tampoco tienen por qué aguantar insultos o faltas de respeto, ni soportar manifestaciones racistas, que las hay, porque se trata de una profesión en la que trabajan muchas mujeres inmigrantes”.
Según el área municipal, el pliego recoge las tareas genéricas, y las específicas las determinan los trabajadores de los servicios sociales. “Si un usuario se niega a recibir un cierto servicio y pide otra cosa que no viene recogida en ningún punto, los trabajadores podrán hablar con los coordinadores y estos se lo trasladarán a los servicios sociales para que tomen medidas”. Servicio que no se hace, servicio que no se paga, así que, ante la impasividad de los responsables: “Si hay que ir a una casa solo a limpiar mierda de años, intoxicarte con lejía por deseo expreso de la usuaria, o con el tabaco de un fumador, o pasar por domicilios donde hay chinches y cucarachas, no queda más remedio que hacerlo”, nos relata Meni.
“Nosotros siempre reivindicamos que hay mucho abuso en tareas y que en los pliegos de condiciones de las instituciones se debería especificar y que no se incluyan. Hemos recogido en enero, antes de la pandemia, 3.310 firmas que se han entregado al Ayuntamiento. Es la segunda vez que lo pedimos. Solo queremos de verdad que se puedan dar las prestaciones que realmente son necesarias”, explica Carmen López.
UN DOCUMENTAL PARA PONER EN VALOR SU TRABAJO
Aunque con la crisis del covid19 se priman los servicios esenciales, las auxiliares no van a dejar de hacer las limpiezas porque son usuarios que no se están dando de baja. No hay un control de estas prestaciones y los usuarios abusan de las mismas. Pese a ellos, existen pocas iniciativas que pongan en valor su trabajo. Una de ellas es el documental Las hadas existen; la dura realidad de las auxiliares de ayuda a domicilio. Ellas se sienten invisibles, pero es que las hadas no suelen ser fáciles de reconocer.





Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

viernes, 27 de marzo de 2020

Feminismo en tiempos del Covid-19


Fuentes: www.elcorreoweb.es
Decían nuestras autoras de referencia, que el feminismo siempre tiene que estar alerta. Que nuestra lucha debe de ser diaria, siempre habrá algo más llamativo, más luminoso… que nos invite a cambiar el foco de nuestra mirada, poniendo en peligro nuestros históricos avances.
Las desigualdades que sufren las mujeres en el mundo serán de interés social, cuando el patriarcado así lo permita. Pero solo hace falta encender una bombilla que ilumine más que el resto, para que todas las polillas corran hacia ella, vaciando espacios ya transitados. Buscando la orientación perdida, hiper-estimuladas aletean atraídas por lunas artificiales que acabarán quemando sus alas.
La lucha feminista, sobre todo ahora en plena crisis sanitaria (Covid19) se hace vital. Nos ha pillado el huracán por sorpresa. Aunque hay que decir que lo que menos nos ha sorprendido a las feministas, ha sido la ignorancia a la que nos somete el Estado. Era de prever, justo en este momento en el que todo el mundo se centra en sobrevivir a esta pandemia, que el feminismo pasaría a mejor vida. Así de incomprensible es el ser humano, que lo mismo entregamos la escasa humanidad que nos queda, para luchar por la supervivencia de nuestra especie de forma solidaria, que al mismo tiempo hacemos oídos sordos a todas las voces que reclaman justicia social para la otra mitad. Las mujeres, como en todas las crisis, guerras y pandemias han sido y siguen siendo a día de hoy, las más perjudicadas. Víctimas potenciales del Covid19 y del machismo. Sujetos vulnerables expuestos a multitud de enfermedades, para las que el patriarcado no quiere encontrar vacuna.

El Estado nos desprotege

Este Estado que dice saber qué hacer para protegernos de un contagio le importa una mierda nuestro bienestar, el de las mujeres me refiero, claro. Las redes sociales son un hervidero de noticias falsas y bulos que nos encadenan al miedo y a la ignorancia. De un plumazo, han desaparecido los buenos propósitos para trabajar en un lenguaje inclusivo, un periodismo ético y con compromiso. La sociedad ha olvidado que la violencia se practica a plena luz del día y también dentro del hogar. Ahora que estamos en aislamiento, las casas se han convertido en auténticas ratoneras para muchas mujeres. Como era de esperar este encierro ya se ha cobrado sus primeras víctimas. En Castellón, una mujer de 35 años ha sido brutalmente asesinada delante de sus hijos/as por su pareja. Este confinamiento será la tumba para muchas que no se atreven a denunciar, que como el resto de mujeres, entienden que la sociedad anda más preocupada en exterminar este nuevo virus, que en salvarlas de una muerte anunciada. Ahora más que nunca debemos volcarnos y proteger a todas las mujeres que puedan estar sufriendo cualquier tipo de violencia. Si algo nos ha enseñado el feminismo es a aceptar que el Estado solo cuida lo que le interesa.

Medicos y enfermeras, la perversión del lenguaje machista

Como nos recuerda Sonia Vivas“el 70% de las personas que trabajan en nuestro sistema sanitario son mujeres. Las opiniones en los medios de comunicación sobre la crisis sanitaria de enfermeras, doctoras o expertas escasean. Importa más la opinión del otro 30%”. No se entiende que si en casi todas las comunidades autónomas, menos Ceuta, Extremadura y Melilla, hay más mujeres médicos que hombres, el “médicos y enfermeras” se repita como un mantra en todos los medios de comunicación, sin excepción. La sociedad debe exigir compromiso y verdad, en el tratamiento informativo de los hechos. Si superamos esta pandemia, no podemos desterrar lo vivido al cajón de lo anecdótico. Las desigualdades se hacen abismales en situaciones de crisis mundial como esta y los medios deben estar al servicio de la ciudadanía. Alejarse del sensacionalismo y los sesgos que distorsionan la realidad e invisibiliza el trabajo de las mujeres.
Sobrevivir
El terrorismo machista se instala en cada casa y en cada alma. Aceptamos las órdenes sin darle medio segundo a la reflexión y a la critica. Nos atiborran a basura informativa y nadie sabe cuándo acabará el engorde. Todavía no he visto ninguna medida institucional que nos proteja del caos mediático y garantice nuestra salud mental. Que nos resguarde de la violencia, nos aleje del pánico y nos haga sentir segura. Jamás pensé que podría vivir en persona un estado de alarma, ni que mi país pudiera decepcionarme tanto. Ni aun cuando nos sabemos vulnerables, dejamos de pensar en nuestro propio pellejo. Nos educan para que nuestra propia conciencia machacona nos obligue a a obedecer. Quedarnos en casa para protegernos y proteger. Pero ¿alguien ha pensado en las violentadas, en las que duermen todas las noches bajo un cielo de cartón, en las prostituidas, las precarias, las cuidadoras, las dependientes, las ancianas?. Sobrevivir se ha convertido en nuestro único objetivo. Las mujeres llevamos este instinto impregnado en el ADN, por eso quizás esta pandemia nos trae reminiscencias de historias pasadas. Nosotras sí estamos entrenadas en esto de salvarnos. La vida nos ha enseñado a base de bien.


Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

jueves, 26 de marzo de 2020

La universalización del encierro: del aislamiento a la liberación

La universalización del encierro: del aislamiento a la liberación ...

Casi sin darnos cuenta, nuestra vida se transformó completamente en cuestión de días. La pregunta sobre “qué está sucediendo” invadió todos los rincones del mundo. Una especie de psicosis colectiva, una mezcla de pánico y confusión sobre algo que aún no podemos comprender, ni siquiera nombrar.
Pero hay algo de lo que estamos seguros: algo cambió, y cambió para siempre. Esta pandemia apura un proceso, acelera el tiempo hacia otra cosa, con el miedo como eje.
Una vez que la Organización Mundial de la Salud declaró al Coronavirus (Covid-19) como pandemia, se disparó una alarma a nivel internacional, en la que los gobiernos de todos los países debieron asumir la responsabilidad de resguardar a sus ciudadanos del contagio de una gripe que, por su velocidad de propagación, obliga a tomar medidas de “distanciamiento social” para evitar el contagio masivo de poblaciones enteras.
Y parece de película porque el pánico social y la “responsabilidad” de respetar la cuarentena se ha convertido en una insignia de lucha permanente, de control y disciplinamiento no sólo desde las agencias del Estado, sino desde lo social, llevada adelante por vecinos, familias, amigos, etc. Pero ¿a quién afecta el coronavirus?
En el mundo a la fecha, se ha cobrado la vida de 13.570 personas. En China arrasó a 3.267 y en Europa lleva 7.879 (en Italia 4.825 muertes y en España 1.753). Y aquí está lo curioso, porque a medida que los días avanzan, los índices de letalidad en todo el mundo muestran que las víctimas fatales son las personas mayores a 70 años y, específicamente en Italia, los casos muestran que el 60% afecta a los hombres y el 40% a las mujeres.
Ahora bien, el hambre, las guerras, la crisis climática o el patriarcado, por mencionar sólo algunos ejemplos, matan a muchas más personas en todo el mundo que las que mata el coronavirus, pero no hay pánico generalizado por esto.
Ocultando la crisis sistémica
Como respuesta a la situación, en la mayoría de los países del mundo se declaró la cuarentena. Esto es, aislamiento social y cierre de fronteras, creando un estado de confinamiento de las personas sanas en sus casas, que alimentó la sensación de estar viviendo una película de terror y mostrando un futuro distópico de fin del mundo.
Más allá de las múltiples causas que se le atribuyen a la pandemia, es claro que aparece en un momento geopolítico de cambio estructural del modelo económico tal como lo conocemos. Estamos viviendo un momento de crisis sistémica, en la cual hay actores que tienen puestas todas sus cartas en juego, fundamentalmente los jugadores del sistema financiero, que afrontan un escenario de debacle por sobreproducción de dinero ficticio, que promete ser peor que la crisis de 2008.
El interés invertido en la virtualización de la economía por parte de estos actores, ha ido moviendo la estructura del sistema capitalista, y deja la interrogante acerca de un cambio no sólo en las condiciones objetivas (cambio en el sistema productivo a través de la digitalización de la economía y la robotización de la producción) sino también – y fundamentalmente con esta pandemia – en las condiciones subjetivas: construcción de la virtualidad como la mediación de las relaciones sociales bajo un formato de control social.
A través de los medios masivos de comunicación y las redes sociales (como interlocutores “válidos” de la situación), comenzaron a observarse ciudades desiertas, escuelas vacías, autopistas sin circulación, y las pocas personas que se veían en la calle (profesionales de la salud y la seguridad), con barbijos y bajo extremas medidas de precaución.
Más allá del hecho particular de esta pandemia, aquí lo que nos ocupa es la pregunta sobre lo novedoso de esta situación de aislamiento a nivel mundial, algo que nunca antes había sucedido en la historia. La pandemia del Coronavirus logró confinarnos a una cuarentena global, dentro de las cuatro paredes del hogar. Nadie estaba preparado, pero sucedió y el mundo siguió girando.
¿Qué pasó con las instituciones? ¿Cómo es posible que todo siga funcionando si las personas no estamos en nuestros puestos de trabajo? ¿Será que ya no somos necesarios? ¿Será que algo cambió y no lo habíamos notado?
Esto nos obliga a preguntarnos si estamos asistiendo a la conformación de un nuevo sistema poscapitalista o si está emergiendo una nueva fase dentro del mismo capitalismo: del capitalismo agrario, al industrial, al financiero y ahora al digital. (Ambas hipótesis quedan en el tintero para abordar en futuros estudios).
Transiciones y control social
Es importante destacar que el paso de un sistema económico a otro – o de fase – nunca es una “transición pacífica”, sino todo lo contrario: se realiza a fuerza de guerras y profundos enfrentamientos sociales.
Si nos remontamos al paso del feudalismo al capitalismo, entre los siglo XV y XVII, este fue un momento de la lucha entre clases donde los capitalistas debieron reestructurar la sociedad para instalar nuevas formas de producción, aún más explotadoras que las anteriores.
De la misma manera, a dos décadas de comenzado el siglo XXI, asistimos a la materialización de nuevas relaciones sociales, que implican el paso hacia la digitalización de la economía y la conformación de nuevas mediaciones basadas en la virtualidad como elemento central: un reordenamiento digital de la producción capitalista, que puede observarse principalmente en la disputa por la tecnología del 5G, en la aparición de monedas virtuales y en el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).
Vemos cada vez con más claridad cómo nuestro verdadero valor como trabajadores radica en la producción de datos – en interacción con las plataformas virtuales – que son utilizados como materia prima necesaria para generar algoritmos (IA).
En este proceso, nos hacen cada vez más dependientes de la tecnología y más controlables, ya que tienen la capacidad de predecir nuestras conductas. Lo irónico de todo esto es que producimos los datos que nos harán prescindibles.
Y es que por más de que estemos encerrados en casa, no estamos aislados, y aunque no vayamos a nuestros lugares de trabajo, estamos trabajando: el uso de internet en este tiempo de confinamiento está generando enormes masas de datos que fluyen en el territorio virtual, al que necesariamente vamos a buscar educación, entretenimiento, alimentos, medicamentos y todo lo que necesitamos para subsistir.
Las estadísticas muestran que, desde el inicio de la cuarentena, las redes IP han experimentado incrementos de tráfico de datos cercanos al 40%, lo que obedece principalmente al elevado consumo de streaming de video y llamadas de Whats App o Skype. En el gaming (juegos en línea) se registró un aumento del 271% y el tráfico de What sApp creció 698%.
El confinamiento en casa entonces, disparó exponencialmente la cantidad de datos que producimos, y también las ganancias de quienes son hoy los grandes dueños de las plataformas que se transformaron en el territorio donde “convivimos”.
Esta situación transcurre con una irónica sensación de “libertad” de parte de todos y todas las que producimos esos datos. Nos creemos libres de navegar y acceder a innumerables servicios – en su mayoría “gratuitos”- en la web, cuando en realidad trabajamos 24 horas para amos invisibles, que ya ni siquiera necesitan hacerse cargo de asegurar condiciones mínimas de supervivencia y reproducción de sus “nuevos trabajadores”.
En síntesis, más explotación en una especie de neo-esclavitud. Podemos animarnos a proyectar un escenario futuro (no tan lejano), donde se destruyan los puestos de trabajo tradicionales y con ello las instituciones en su forma anterior (que ya están en crisis).
Millones de seres humanos bajo una explotación generada con nuevas formas de extracción de plusvalía, despojados, en la intimidad de su hogar, trabajando en las plataformas virtuales, luchando por conseguir sus medios de subsistencia. Si no estás conectado, no existes.
¿Hay alternativa?
Frente a este escenario se presenta la oportunidad de profundizar la construcción del Proyecto de las Clases Subalternas.
Como punto de partida, la pandemia nos ha puesto dos cuestiones sobre la mesa. La primera que el alcance del coronavirus deja en evidencia no sólo los límites de la globalización de los mercados sino además el límite de los Estados-nación y sus ideales de consolidar soberanía bajo sus propias fronteras. El Estado-nación y sus instituciones ve por cierto su enorme dependencia, obsolescencia y subordinación a la gobernanza global.
La segunda, es que el mismo capitalismo ha creado condiciones de organización local y, quizá se esté incubando otro virus distinto al Covid-19: el virus de un nuevo sistema que globalmente corte las cadenas de opresión a través de redes de solidaridad con quienes están en la misma situación de desconcierto, encierro forzado y disciplinamiento social.
El mundo está cambiando de manera irreversible; no podemos dar batalla desde viejas recetas en el campo popular. Necesitamos construir redes de organización a nivel global, con una visión profundamente revolucionaria del orden establecido, en ofensiva, con creatividad e iniciativa.
Nuestra potencialidad como clases subalternas reside en nuestros territorios locales, en la vida en común, en el conocimiento profundo de las necesidades de nuestra gente. El modelo de organización comunal basado en lo humano nos muestra capacidad de resistencia y batalla. Pero la comuna aislada hoy se vuelve “contrarrevolucionaria”.
Tampoco podemos fiar de la salida común que se instala en los cuerpos y las mentes del colectivo. Esa salida que nos invita a que “todos trabajemos juntos” para salir de esta situación. Sabemos que ese “todos” tiene que representar solo al 99% de la población mundial, explotada y bastardeada, contra el 1% que acumula y vive a expensas del trabajo de otros.
El salto necesario en este momento es poder universalizar nuestras luchas locales, en una especie de “sistema nervioso”, donde las herramientas tecnológicas sean las armas del pueblo para unir los esfuerzos y las banderas, socializar nuestras miles de formas de lucha, hasta que nuestro sistema socialista, comunal sea realidad en todo el mundo. Dar la disputa en el territorio virtual, y realizar ese poder en la calle.
El movimiento feminista está demostrando su capacidad de organización y disputa de poder en este sentido. Construye en los territorios locales redes de sororidad (hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género), que gracias a un gran trabajo en la virtualidad, trasciende fronteras y unifica sus consignas.
De nuestra capacidad de organización y lucha depende el destino de la humanidad. Frente al fatalismo del futuro que nos muestran, oponemos nuestra capacidad de reflexión, nuestra conciencia histórica, nuestra iniciativa, nuestros valores y la convicción de que la victoria de las grandes mayorías oprimidas es objetivamente posible.
Anteponer la vida a tanta muerte, la voluntad de lucha al miedo impuesto, la solidaridad al aislamiento social, lo humano a lo artificial.
*Ambas investigadoras y redactoras del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico.
estrategia.la/2020/03/25/la-universalizacion-del-encierro-del-aislamiento-a-la-liberacion/

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com