Las mujeres palestinas sostienen dos luchas esenciales para su pueblo: reivindican igualdad en sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales y, además, defienden sus libertades fundamentales en un contexto colonial de apartheid.
Las mujeres palestinas son fundamentales en la historia de la lucha del pueblo palestino por su liberación frente a una larga y prolongada ocupación militar por parte del Estado de Israel, que roba impunemente sus tierras, sus aguas, sus alimentos, sus formas de vida y sus culturas, instaurando un contexto colonial de apartheid criminal y genocida. Ellas son invisibles a pesar de ser las que sostienen dos luchas esenciales, igualdad en sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales y, además, sus derechos de autodeterminación y libertades fundamentales en el contexto colonial de apartheid. Es por ello que la relación entre la liberación nacional y la liberación de las mujeres es impulsada por el Movimiento de Mujeres Palestinas actualmente, no sin arduas y pacíficas protestas, utilizando una variedad de métodos para denunciar las violaciones de los derechos humanos, exigiendo responsabilidades mediante protestas pacíficas semanales, investigando y denunciando, además de ser fortalecedoras comunitarias y claves en la pervivencia de la memoria viva que sostiene al pueblo palestino.
Al igual que los hombres, ellas son sometidas a detenciones, torturas, encarcelamientos sin juicios ni cargos y son asesinadas en flagrante violación al derecho internacional por el sólo hecho de ser palestinas, crímenes que Israel busca ocultar muchas veces bajo campañas como el pinkwashing, o la imagen de que es una democracia que también da espacio para que las mujeres disfruten de las mismas libertades que los hombres.
Los sistemas de opresión que sufren las mujeres palestinas están entrelazados con la violencia que ejerce el Estado de Israel y sus consecuencias en el patriarcado palestino. Son conscientes de que no podrán conseguir igualdad de derechos sociales y políticos respecto de los hombres si no se liberan además de la opresión que ejerce el Estado de Israel contra toda la población palestina. El proyecto sionista que se originó en el siglo 19, primero con los misioneros cristianos y luego con la ideología de la supremacía judía desarrollada por Herzl, se basa en la misma narrativa de superioridad racial que se utilizó por las potencias europeas para justificar la colonización en todo el mundo. Bajo el sistema de colonización y de apartheid israelí, los territorios palestinos están completamente separados unos de otros, segregando las comunidades y en muchos casos también separando familias, lo que produce una sociedad fragmentada en distintos territorios y diferentes estratos sociales. Esta parcelación tiene un efecto específico sobre la vida de las mujeres porque al estar igualmente vulneradas con la violencia militar y segregación racial de Israel, se refuerzan los comportamientos patriarcales de su sociedad, reflejados en el control que ejercen los hombres sobre la vida de las mujeres, muchas veces explicado como forma de protección.
El Estado de Israel, a su vez, explota este modelo patriarcal a su favor, ya sea en interrogaciones con amenazas y torturas para obtener información de los detenidos, o bien ejerciendo una violencia contra las mujeres específicamente en base a su género. Según la organización para los prisioneros políticos palestinos, Addameer, en los últimos 50 años se han arrestado o detenido alrededor de 10.000 mujeres. Al igual que sus compañeros, las mujeres son encarceladas prohibiéndoles recibir visitas de sus familias, en violación a la Cuarta Convención de Ginebra, y la mayoría son sometidas a agresiones específicas en base a la violencia de género, como torturas, golpes, insultos, amenazas, registros corporales vejatorios y acoso sexual. Y al igual que sus compañeros, en su mayoría son detenidas bajo lo que Israel denomina “detención administrativa”, es decir, un sistema de encarcelamiento donde no se imputan cargos ni se llevan a cabo juicios, y por períodos de seis meses que pueden renovarse por un tiempo indeterminado de veces.
Al igual que los hombres, las mujeres palestinas son perseguidas por Israel por el simple hecho de expresar sus opiniones en las redes sociales, como el caso famoso de Dareen Tatour. Esta poeta palestina fue sentenciada a casi tres años de arresto domiciliario y luego 5 meses en la cárcel por escribir un poema llamando a su pueblo a resistirse al régimen de Israel. En este caso, Tatour utilizó las palabras como parte de un movimiento nacional de resistencia no-violenta que desafía las injusticias que se niegan a aceptar. Ejemplos de mujeres como ella hay muchísimos, como las mujeres de la familia Tamimi en Nabi Saleh, que salen a las afueras de la aldea a manifestarse de manera no-violenta contra el robo de sus tierras para una colonia que le ha robado el manantial que les proveía de agua a la comunidad. Ahed Tamimi, con sólo 17 años, fue encarcelada por 8 meses bajo cargos falsos después de bofetear a un soldado en una de las manifestaciones, un soldado del ejército israelí que había asesinado a varios parientes de su familia y dejado a su primo con una deformación craneal severa. Otro caso de las mujeres en prisión es la legisladora Khaleda Jarrar, que ha sido encarcelada por largos períodos sin cargos ni juicios al menos tres veces desde el año 2015. La persecución sistemática de Israel es una táctica que busca aplastar toda forma de resistencia no-violenta de mujeres y hombres palestinos que se mantienen determinados a luchar hasta que se respeten sus derechos humanos básicos.
Es necesario comprender que la brutal violencia del Estado de Israel tiene consecuencias nefastas al interior de la sociedad palestina. La necesidad imperante de trabajar en la resistencia, ha causado muchas veces que dentro de la sociedad palestina se ignoren los feminicidios de mujeres y niñas, considerándolos como casos independientes de violencia familiar y no como parte de un entramado social de estructura patriarcal. Esta complicidad es apoyada por instituciones corruptas o espacios políticos típicamente dominados por hombres que no consideran que la lucha de las mujeres sea tan importante como la liberación nacional frente a la colonización de Israel. Sin embargo, a pesar de que las mujeres han sido parte crucial de la lucha por la liberación de su pueblo desde comienzos de la colonización sionista, se les da poco o ningún reconocimiento a los esfuerzos que han hecho y cómo han adaptado su lucha durante distintos períodos, no sólo por su liberación a nivel nacional sino también en base a sus necesidades específicas como mujeres.
El feminismo que se va desarrollando en Palestina, tiene las características propias de una lucha anticolonial que busca poner fin a la discriminación y violencia contra las mujeres al mismo tiempo que acabar con la discriminación y violencia israelí ejercida contra mujeres y hombres palestinos por el solo hecho de ser palestinos. No se pueden seguir ignorando los casos de violencia y feminicidio en nombre de una liberación nacional. Las mujeres palestinas sometidas a la violencia doméstica por sus familiares sufren el mismo dolor que las mujeres palestinas torturadas por la policía militarizada de Israel. Los feminicidios como el caso de Israa Ghrayeb son tan repudiables como los asesinatos de mujeres como Razzan Annajjar, asesinada por el ejército israelí en la Gran Marcha del Retorno a Gaza mientras salvaba las vidas de los manifestantes.
Como ocurre bajo todo régimen colonial, la destrucción que provoca la violencia de Israel dentro de la comunidad palestina muchas veces es la causa de que se repliquen las mismas formas de violencia, en este caso de hombres hacia mujeres, y por esta razón es un deber de toda la sociedad palestina trabajar para terminar en su conjunto con su propio sistema patriarcal al mismo tiempo que exigir a Israel que respete sus derechos humanos. Como las activistas de Tali’at lo definen, la única forma de poner fin a la devastadora realidad sufrida por el pueblo palestino es trabajar desde un feminismo solidario para terminar con la fragmentación social y construir un movimiento de liberación igualitario.
Es por todo ello que desde el movimiento BDS de Granada seguiremos defendiendo el boicot al Estado sionista de Israel, y reivindicamos que respete el Derecho Internacional, respete el derecho de retorno de las y los refugiados palestinos, ponga fin a la colonización de tierras palestinas, desmantele el muro del Apartheid, y respete los derechos de las y los palestinos con igualdad a los israelíes. De esta forma, trabajando juntas para poner fin a esta injusticia racista e histórica contra todo el pueblo palestino, permitiremos que el trabajo de las mujeres palestinas por sus propios derechos dentro de su sociedad sea más viable.
Referentes:
Informe sobre mujeres palestinas defensoras de derechos humanos: https://www.vocesdefensoras.org/territorios/el-cuerpo-y-la-voz/
Ramzy Baroud, artículo sobre Israa Ghrayeb https://www.ramzybaroud.net/israa-ghrayebs-honor-killing-should-be-our-wake-up-call/
Addameer—mujeres prisioneras políticas: http://www.addameer.org/the_prisoners/women
Movimiento feminista Tali’at: https://madamasr.com/en/2019/10/26/opinion/politics/taliat-putting-feminism-at-the-center-of-palestinian-liberation/
Dareen Tatour: https://www.aljazeera.com/news/2018/07/dareen-tatour-sentenced-months-prison-poem-180731084215893.html
Fuente: El Salto
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