RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Triple riesgo: ser mujer, indígena y defensora ambiental en América Latina




Fuentes: Mongobay [Ilustración de Kipu Visual]

Quince defensoras latinoamericanas de ambiente y territorio fueron asesinadas en el 2020, siete de ellas eran indígenas, de acuerdo con el informe anual de Global Witness.

Detrás de esos asesinatos hay una escalada de violencia física, psicológica y sexual que viven las lideresas indígenas, quienes son estigmatizadas, criminalizadas y acosadas por su labor en la defensa de ríos, el territorio y la vida misma.

En América Latina, las defensoras indígenas han formado redes de apoyo donde promueven el autocuidado como una “práctica política”.

Las mujeres Wayuú en Colombia son una fuerza colectiva. Han conocido el miedo y las amenazas de quienes las vigilan día y noche por estar en contra de la minería que contamina sus ríos y sus tierras en la región de La Guajira. Ellas decidieron unirse y organizarse. Juntas se cuidan, defienden su territorio y los recursos naturales que dan vida e identidad a sus pueblos. También han asumido el rol de mantener la memoria de sus familiares asesinados.

Fuerza de Mujeres Wayuú ha sido nuestro mejor ejercicio de resiliencia”, cuenta Jackeline, una de las lideresas que integra esta lucha. En América Latina, ser mujer, ser indígena y ser defensora ambiental significa una triple amenaza que deben enfrentar para sobrevivir.

“El grueso de los asesinatos a defensores (ambientales y de territorio) se dan en Latinoamérica, muy por encima de otras regiones del mundo”, comenta Laura Furones, especialista de Global Witness, organización ambiental que desde el 2012 realiza un informe anual sobre el tema y que para 2020 documentó el asesinato de 145 defensores ambientales en la región —60 % de todos los registrados a nivel mundial—, de los cuales quince eran mujeres y, de ellas, siete eran indígenas. Esta última cifra es preocupante si se toma en cuenta que los pueblos indígenas representan un 5 % de la población mundial.

Triple riesgo: ser mujer, indígena y defensora ambiental en América Latina  | Rutas del Conflicto
Mural de Berta Cáceres en el centro de Tegucigalpa. La defensora Lenca fue asesinada en 2016. Foto: Sandra Cuffe.

“Pero el asesinato es el caso más extremo. Hay una violencia con rasgos muy claros hacia la mujer”, agrega Furones. Ellas, a diferencia de sus compañeros, deben enfrentar daños físicos, psicológicos y sexuales, acoso y persecución por defender sus medios de vida de traficantes de tierra, de taladores, mineros ilegales, narcotraficantes y de los grupos criminales que buscan imponerse en sus territorios.

Información recopiladas por el proyecto periodístico Tierra de Resistentes, que registra los actos de violencia en contra de los defensores ambientales y de territorio en América Latina, aporta más información a la reunida por Global Witness. Entre 2010 y 2020 —de acuerdo con la base de datos construida y que cubre 12 países de la región— se registraron más de 340 ataques en contra de mujeres indígenas defensoras. La gama de las violencias es amplia e incluye el acoso judicial, las amenazas, la estigmatización, la criminalización, el desplazamiento y la violencia sexual.

Mongabay Latam en alianza con Rutas del Conflicto en Colombia, La Barra Espaciadora en Ecuador y RunRun en Venezuela decidimos investigar cómo afecta esta violencia a las mujeres indígenas que defienden el ambiente y su territorio, qué luchas están liderando y qué estrategias de defensa colectiva han puesto en práctica para hacerle frente a las amenaza en Ecuador, Colombia, México, Perú y Venezuela.

Josefina Tunki, lider Pueblo Shuar Aratum
Los liderazgos femeninos, como el de Josefina Tunji (Ecuador), han sido parte del mundo indígena, pero también han sido históricamente invisibilizados. Foto: Lluvia Comunicaciones.

Mujeres, cuidadoras de la vida 

Una defensora ambiental es una mujer que ha emprendido una lucha individual o colectiva a favor de los derechos humanos, específicamente los que están vinculados a la tierra, el territorio y el ambiente, según refiere la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Para la Alianza por los Derechos Humanos de Ecuador, estas defensoras también difunden información, denuncian y promueven la organización comunitaria. “Pero para las mujeres indígenas es mucho más difícil ser líder, pues aún sufren una falta de reconocimiento de sus capacidades”, dice Alejandra Yépez, de la organización Amazon Watch Ecuador. Esto sucede pese a que las mujeres, históricamente, han estado a cargo de labores esenciales dentro de las comunidades indígenas.

“Ellas son las que tienen el rol de transmitir la cultura, la lengua, son las que se encargan de la salud y del cuidado. No poder acceder a sus territorios sanos interrumpe esas labores”, agrega Francisca Stuardo, de Global Witness.

Bettina Cruz, lideresa indígena binnizá que denuncia el despojo de tierras por parte de empresas de generación de energía eólica en la región del Istmo de Tehuantepec, al sur de México, tiene claro este papel diferenciado de la mujer con respecto al territorio. “Somos cuidadoras de la vida”, señala. “No digo que los hombres no sean importantes para esta lucha, son importantísimos. Pero las mujeres somos cuidadoras de la vida. La madre tierra también nos da vida y tenemos que cuidar a nuestra madre”.

Triple riesgo: ser mujer, indígena y defensora ambiental en América Latina  | Rutas del Conflicto
Bettina Cruz, lideresa indígena binnizá, denuncia desde hace más de una década cómo las empresas de generación de energía eólica han impuesto sus proyectos en Oaxaca, México. Foto: Francisco Ramos

Alejandra Yépez, de Amazon Watch Ecuador, señala que son estos espacios de vida —el agua, los ríos, el bosque, la tierra— en los que se concentran las luchas de las mujeres indígenas. “La noción de tierra y territorio que tienen las mujeres indígenas no está disociado de su cuerpo. Para ellas es una extensión de este”, agrega Stuardo, de Global Witness.

Bajo esta premisa, ejercer la violencia sobre el ambiente y el territorio es ejercerla también sobre las mujeres. “Por eso —remarca Stuardo— los ejercicios de defensa están protagonizados por mujeres, aunque no sean siempre visibles”.

Integrantes de Fuerza de Mujeres Wayuú, en Colombia.
Integrantes de Fuerza de Mujeres Wayuú, en Colombia. Foto: Cortesía Fuerza de Mujeres Wayuú.

Las violencias contra las defensoras

Sofía Vargas, oficial del proyecto de Oxfam en Perú, comenta que justamente la lucha de las mujeres suele ser menos visible porque históricamente se les ha impedido el acceso a espacios donde se toman las decisiones políticas y de manejo de territorio.

Para lograr tener protagonismo dentro de su comunidad o en su región han tenido que trabajar durante, al menos, diez años en temas comunitarios, muchas veces relacionados con salud materno infantil o soberanía alimentaria, comenta Belén Páez, directora ejecutiva de Fundación Pachamama, de Ecuador. Para que una mujer se ponga al frente de la comunidad, dice, primero ha tenido que romper varias barreras personales.

“El punto de partida es diferente para una mujer indígena, en comparación con un hombre indígena”, dice Mariel Cabero, especialista en justicia ambiental de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza de los Países Bajos (IUCN NL). Ellas, señala Cabero, primero deben enfrentarse a los estereotipos impuestos por ser mujer.

Las violencias dirigidas a las mujeres defensoras indígenas también tienen sus matices particulares, si se les compara con los ataques que sufren los defensores indígenas hombres: “Hemos visto que los hombres son criminalizados y hasta los asesinan, pero las mujeres, muchas veces, son violadas y de esto no se habla. Se vive con esto, se carga con ese dolor”, comenta Melania Canales, presidenta de la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (Onamiap).

“La violencia sexual es una forma de agresión hacia las mujeres, de mostrar poder, de humillar. Se convierte en una forma de castigo por la labor de defensoras que desempeñan. Se les hace campañas de desprestigio que se refuerzan en estereotipos para poder descalificarlas”, señala Vargas de Oxfam.

Laura Furones, de Global Witness, añade que aunque las mujeres defensoras son asesinadas en una tasa de 10 % a nivel mundial, detrás de esta cifra se esconden otro tipo de agresiones. Francisca Stuardo, también de Global Witness, comenta que esta violencia no solo pasa por el ataque físico y sexual, sino también por los espacios que tienen para realizar estas denuncias.

Ana María Fernández, del pueblo yukpa en Venezuela
Ana María Fernández, del pueblo yukpa en Venezuela, ha perdido cinco de sus diez hermanos. Ellos luchaban por la recuperación de su territorio. Foto: Observatorio de Ecología Política de Venezuela

En el caso de Ana María Fernández, de la comunidad yukpa de Venezuela, sicarios le mataron a cinco de sus diez hermanos. Ella asegura que los asesinaron por encargo de terratenientes, militares y guerrilla colombiana que operan en el estado de Zulia y cuyo objetivo es apoderarse de las tierras indígenas. Aun así, ella se hizo luchadora social y ha seguido denunciando los abusos, por lo que ha sufrido discriminación, despojo y múltiples amenazas que han caído sobre las mujeres que más ama. Los que la acosan, han amenazado de violación a su hermana y han quemado la casa de su madre.

Sobre la estigmatización, Bellanira López Sánchez, especialista de Protección Integral a Defensoras del Consorcio Oaxaca, organización no gubernamental en México, comenta que esta es una práctica común dentro y fuera de las comunidades indígenas: “Las mujeres que se ponen al frente en una lucha de resistencia tienden a ser señaladas, porque deberían estar haciendo otras labores como cuidar la casa o los hijos y por este trabajo de defensa estarían dejando esas labores”.

Además, al tener un rol de cuidado dentro de las comunidades, son ellas a las que más les afecta en su cotidianidad el dedicar buena parte de su tiempo a la defensa del ambiente y el territorio.

Betty Rubio (al frente de la primera balsa) es presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo, Curaray y Arabela (Feconamncua).
Betty Rubio (al frente de la primera balsa) es presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo, Curaray y Arabela (Feconamncua).

“Lo más difícil es dejar a mis hijos (durante los viajes a las comunidades). Y lo más triste es que la mayoría de las veces no hay cobertura (telefónica y de internet)”, confiesa Betty Rubio Padilla, presidenta de la Federación de Comunidades Nativas del Medio Napo, Curaray y Arabela (Feconamncua), perteneciente a la provincia de Maynas, en la región Loreto. Las defensoras sienten que están dejando de lado responsabilidades en el hogar y con sus familias.

Josefina Tunki, la primera dirigente en presidir el Pueblo Shuar Arutam, y referente de varias mujeres indígenas en Ecuador, la han insultado y difamado por ser mujer e indígena. Tunki reflexiona que, si bien ha recibido el apoyo de muchos hombres de las comunidades Shuar, el machismo ha hecho que muchas veces la traten distinto. “Se refieren a mí en términos no muy decentes”, cuenta.

Pese a la gravedad de los ataques, no existen muchos datos en América Latina sobre las amenazas específicas en contra de las mujeres defensoras indígenas, señala Cabero de IUCN NL. “Estamos trabajando en monitorear y visibilizar estos peligros”, agrega.

ESPECIAL ⎸Triple riesgo: ser mujer, indígena y defensora ambiental en  América Latina - Runrun
Josefina Tunki, presidenta del Pueblo Shuar Arutam en una de las orillas del Río Santiago. Foto: Ana Cristina Alvarado.

Algunas organizaciones, como la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos, han resaltado que la criminalización —abrir procesos judiciales en su contra— es una de las violencias a las que recurren cada vez más los actores que buscan frenar las luchas de las defensoras indígenas.

En uno de sus informes, la Iniciativa Mesoamericana resalta que “estos procesos usualmente no prosperan, lo que da cuenta de un patrón en donde las mujeres son criminalizadas por delitos que no se pueden confirmar, lo que podría develar un indebido uso judicial contra las mujeres”.

Cuando la protección nace desde adentro

“Luchamos contra terratenientes, grandes hacendados, ganaderos, cuerpos policiales y guardia nacional, gobierno local y el mismo Estado que no permiten la demarcación de nuestras tierras”, advierte Ana María Fernández, lideresa yukpa.

“Son lideresas que luchan por sus tierras porque en esos espacios es donde está el alimento para su familia, el agua, sus lugares sagrados, su cultura”, dice Linda Bustillos, profesora de la Universidad de Los Andes (ULA).

¿Cómo se defienden las mujeres indígenas ante la desprotección de las autoridades estatales? Tejer redes y el autocuidado son herramientas que han sumado a la defensa del ambiente y territorio las mujeres cuyas historias son narradas en este especial.

Mujeres Wayuú realizan talleres en toda la Guajira colombiana, como parte de su escuela intinerante.
Mujeres Wayuú realizan talleres en toda la Guajira colombiana, como parte de su escuela itinerante. Foto: Cortesía Fuerza de Mujeres.

Es el caso de Ana María Fernández, Carmen Fernández y Lucía Romero, tres defensoras indígenas que lideran la Organización de Mujeres Indígenas Yukpa de la Sierra de Perijá, Oripanto Oayapo Tüonde, creada para defender a su pueblo de la escalada de violencia en esa región de Venezuela.

Para instituciones como Onamiap, la autoprotección se convierte en una solución frente a las débiles acciones que los Estados realizan para proteger a las defensoras ambientales amenazadas, mecanismos que la mayoría de las veces no tienen un enfoque ni intercultural ni de género.

“En algunos países se nos obliga a migrar a las ciudades como salida de la contaminación o de las múltiples violencias que vivimos en nuestras comunidades. Pero las mujeres lo pasamos mal en las ciudades. No es como en tu comunidad donde produces tu comida o hablas en tu lengua materna”, dice Melania Canales, de Onamiap.

Mujeres indígenas de la Amazonía ecuatoriana.
Mujeres indígenas de la Amazonía ecuatoriana.. Foto: Amazon Frontlines. Foto: Amazon Frontlines.

Bellanira López, de Consorcio Oaxaca, comenta que si existiera una perspectiva diferenciada para la protección de mujeres indígenas defensoras, se evaluarían casos donde no es necesario que salgan de su comunidad. “Es necesario revisar cuál es la causa del riesgo y tomar acciones a partir de este análisis”, añade.

La necesidad de un enfoque distinto de protección se evidenció con más fuerza durante la pandemia del COVID-19, señala Laura Furones, de Global Witness. “Los mecanismos de defensa que ya eran frágiles han dejado de funcionar y esto aumenta el círculo de impunidad”, precisa.

La ausencia de justicia y visibilidad de los ataques a las lideresas indígenas fue identificado por organizaciones como Fuerza de Mujeres Wayuú en Colombia. Es por ello que han recorrido La Guajira, de norte a sur, con una escuela itinerante que ha formado a más de mil mujeres en derechos humanos e incidencia política.

En Ecuador, el colectivo Mujeres Amazónicas —conformado por representantes de siete nacionalidades indígenas—, además de defender el territorio amazónico y los derechos humanos, se ha convertido en un soporte de sanación espiritual y físico entre mujeres durante la pandemia.

Tejer redes, esa ha sido una estrategia de las mujeres indígenas para su defensa:
Tejer redes, esa ha sido una estrategia de las mujeres indígenas para su defensa: Cortesía Fuerza Mujeres Wayuú.

A nivel regional existe el Tribunal de Mujeres Amazónicas, iniciativa entre organizaciones indígenas y organizaciones privadas que busca mostrar las agresiones que viven las mujeres indígenas en América Latina. Y también está la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos.

“Ninguna es mártir y nuestros cuerpos no se ofrendan”, dice Bellanira López e insiste: “Si queremos defender nuestros derechos también tenemos que gozar de ellos. Hay que ver el autocuidado como una práctica política, porque nuestro primer territorio es nuestro cuerpo”.

Pero mientras las mujeres defensoras ponen sus cuerpos en juego, ¿cómo están respondiendo los países donde ellas viven?

En Perú, como en otros países de América Latina, las mujeres indígenas tienen un papel activo en la defensa de su territorio
En Perú, como en otros países de América Latina, las mujeres indígenas tienen un papel activo en la defensa de su territorio. Foto: Cortesía Rainforest.

Un llamado de emergencia a América Latina

Las especialistas consultadas por Mongabay Latam coinciden en que en América Latina aún falta mucho para lograr garantizar los derechos de las mujeres indígenas que defienden el territorio. “Escuchamos palabras grandilocuentes de los Estados cuando se refieren a programas de protección de las y los defensores, pero a la vez se recortan presupuestos para estas iniciativas, como sucede en México”, dice Laura Furones, de Global Witness.

Tampoco, agrega Furones, existe una coherencia entre los proyectos económicos que se aprueban en los países y que representan una amenaza contra los territorios donde habitan los pueblos indígenas. “Esto se hace sin un mínimo de consulta a las comunidades”, resalta. Lo mismo destaca Mariel Cabero, de IUCN NL: “La consulta previa informada a los pueblos indígenas es un requisito, pero se suele hacer rápidamente y no se ofrecen procesos adecuados para que las comunidades conozcan bien lo que se realizará en sus territorios”.

Marcha del pueblo Shuar Arutam en contra de la minería. Foto: Cortesía pueblo Shuar Arutam.
La minería y la tala ilegal son solo algunas de las actividades que están perturbando los territorios de las comunidades indígenas. Foto: Cortesía pueblo Shuar Arutam.

Para la especialista de IUCN NL, acuerdos como el de Escazú son fundamentales como guía para la defensa de los pueblos indígenas. En América Latina, entre los países que aún no han ratificado están Perú, Colombia y Venezuela. En el caso de Perú, Melania Canales, de Onamiap, señala que el nuevo gobierno, que asumió en julio de este año, debería plantear nuevamente al Congreso esta ratificación.

El caso más extremo de desprotección lo vive Venezuela. Lexys Rendón, especialista en derechos humanos y coordinadora del Laboratorio de Paz, señala que existe “un retroceso importante en la garantía de derechos económicos, sociales y culturales” en el país. “Hay un criterio generalizado para las personas que levantan la voz contra las políticas estatales de tildarlos como enemigos. Cuando hay mujeres que hablan en contra de proyectos extractivos son acusadas de traidoras a la patria”, dice Rendón. Para la activista venezolana, esta indiferencia a las demandas de los pueblos indígenas ha causado que solo un 17 % de las comunidades tengan territorios delimitados, lo que los deja en una mayor vulneración.

Global Witness ha emitido una serie de recomendaciones dirigidas a los gobiernos, la ONU y la Unión Europea de modo que se garantice la protección de defensores ambientales: “Las empresas y los gobiernos deben rendir cuentas por la violencia contra los defensores de la tierra y el medio ambiente, quienes se encuentran en la primera línea de la crisis climática”. Señala que se necesitan acciones urgentes a nivel internacional, regional y nacional para garantizar el acceso a la justicia y el debido proceso, sin criminalizar a los activistas, sino proteger su integridad.

Berta Cáceres en Honduras. Foto cortesía de Goldman Environmental Prize.

“Muchas de nuestras compañeras en América Latina han sido asesinadas, incluso cuando tenían medidas cautelares que las protegían, como Berta Cáceres (defensora indígena de Honduras)”, agrega Melania Canales de Onamiap.

Canales, quien recorre el Perú recogiendo las denuncias de otras mujeres indígenas, comenta que el primer obstáculo lo enfrentan cuando buscan presentar una denuncia: en muchas regiones, las instancias judiciales se encuentran a un día de distancia.

“La violencia está institucionalizada y naturalizada”, dice la dirigente. Esto es algo que desde las comunidades, tejiendo redes, cuidando y defendiendo aquello que da vida, identidad y futuro a sus pueblos, las mujeres indígenas buscan cambiar. Y por eso alzan la voz en colectivo y cada vez lo hacen más fuerte.

Fuente: https://es.mongabay.com/2021/11/triple-riesgo-ser-mujer-indigena-y-defensora-ambiental-en-america-latina/





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jueves, 23 de septiembre de 2021

Mujeres y gobernanza climática, aporte a la igualdad de género en Perú


LIMA – Sequía y un frío inusitado en la calurosa selva central de Perú son dos manifestaciones del cambio climático que este año ha experimentado Aurora Coronado, productora del valle agrícola de La Merced, en el municipio de Chanchamayo, en el departamento de Junín, en el centro del país.

Tiene 59 años y en los 34 que vive en el valle situado a 750 metros sobre el nivel del mar es la primera vez que tuvo la necesidad de sacar frazadas y mantas para abrigarse por las noches. “Hasta medias tuvimos que ponernos para dormir por el frío”, contó en un diálogo por teléfono con IPS desde La Merced, la cabecera del distrito (municipio) rural.

Refirió que en los meses de mayo y junio se produjo ese cambio en el clima y que ahora están con una fuerte sequía que está minando sus cultivos de yuca (mandioca), cebolla y hierbas aromáticas para su autoconsumo, mientras produce comercialmente miel de abeja de frutales cítricos.

“Nosotras queremos que las autoridades también piensen en las mujeres cuando se trabaje el cambio climático, y lo que necesitamos es capacitarnos para incidir con nuestras propuestas”, indicó esta integrante de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú (Fenmucarinap).

El horizonte que dibuja Coronado se encuentra ya en proceso con la instalación en el país del Comité Nacional de Mujeres y Cambio Climático (Conamucc), una instancia reconocida como uno de los ocho grupos de interés no estatales que forman parte de la gobernanza climática nacional.

El reconocimiento es al más alto nivel, realizado por la Comisión Nacional sobre Género y Cambio Climático del Ministerio del Ambiente (Minam), máximo responsable peruano en la materia.

En el 2019 comenzó este esfuerzo conjunto entre el Minam y organizaciones de mujeres  que conjugan el trabajo de género y el cambio climático, a fin de generar el espacio de representación de las mujeres a nivel nacional. La iniciativa se ha mantenido pese a la irrupción adversa de la pandemia de covid-19 un año después.

El Conamucc se instaló oficialmente en septiembre de 2020 y este año ya realizó su primera asamblea nacional y eligió su comité coordinador, conformado por representantes de cinco organizaciones.

“No se trata de ir por un camino paralelo para ver los temas de género y de las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático, sino de cómo estas acciones incluyen las medidas que nos lleven a la igualdad”: Rosa Morales.

“Fue un desafío sostener nuestros proceso en plena emergencia sanitaria por la covid-19 pero logramos convocar a diversas organizaciones de las regiones, tener encuentros virtuales, identificar prioridades comunes y definir una ruta de acción”, sostuvo Katherine Pozo, integrante de ese comité coordinador del Conamucc.

Pozo representa en ese comité al colectivo no gubernamental de Mujeres Rurales Cambio Climático y Agricultura Familiar de Cusco, el departamento en el corazón de los Andes peruanos, en el sureste del país.

Aurora Coronado, productora en el valle de La Merced, en la selva central peruana de Chanchamayo, se dedica a la agricultura familiar y venta de miel de abeja. Como parte de su trabajo en la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas del Perú, realiza también talleres de capacitación en las comunidades indígenas, para sensibilizar a las mujeres sobre sus derechos. Foto: Cortesía de Aurora Coronado

En conversación telefónica con IPS desde la ciudad de Cusco, explicó que el espacio de Conamucc está iniciando su vida institucional, guiado por el objetivo de identificar los impactos diferenciados por género del cambio climático en los territorios del país y promover el enfoque de género en las políticas climáticas, para lo cual se fortalecerán las capacidades de las 36 integrantes regionales que conforman en su asamblea.

Es importante, agregó, que toda acción, programa o política climática a nivel local, regional o nacional “contribuya a impulsar la igualdad de género y autonomía de las mujeres, y ese es uno de los desafíos centrales que asumimos como Conamucc, teniendo en cuenta que somos un país con muchas inequidades que obstaculizan la acción protagónica de las mujeres, sobre todo rurales, campesinas e indígenas”.

“En el caso de Cusco, por ejemplo, queremos incidir en el gobierno regional en que se vinculen las políticas de género y cambio climático en relación al agua, que es un problema prioritario en nuestra región que depende en gran parte de la agricultura para la subsistencia de las familias y el abastecimiento de los mercados”: Katherine Pozo.

Perú es considerado uno de los 10 países megadiversos del mundo y con una alta vulnerabilidad al cambio climático.

Las capacidades de respuesta de las mujeres a la crisis climática no alcanzan su potencial por las desventajas en que se encuentran. Se estiman que las brechas de género en educación, salud, empleo y acceso a bienes y recursos productivos se han incrementado por efecto de la pandemia en este país andino de unos 33 millones de habitantes.

La clave es la institucionalidad

Rosa Morales, directora general de Cambio Climático y Desertificación del Minam, destacó la importancia de los ocho grupos ajenos al Estado a los que vienen fortaleciendo con asesoría técnica para su organización y propia gobernanza, a fin de lograr su participación efectiva en la construcción de las políticas de mitigación y adaptación al cambio climático

Entre esos ocho grupos están los jóvenes, los sindicatos, la academia, las organizaciones no gubernamentales, el pueblo afroperuano, las mujeres y los pueblos indígenas, que además cuentan con una plataforma especial que conforma a diferentes centrales que aglutinan la diversidad étnica del país.

Rosa Morales, directora general de Cambio Climático y Desertificación del Ministerio del Ambiente de Perú, durante su entrevista por videoconferencia con IPS. E ministerio es la autoridad nacional en materia de cambio climático y ha identificado 154 medidas de adaptación y mitigación como parte del desafío climático del país, que ahora incorporan en forma transversal el enfoque de género. Foto: Mariela Jara /IPS

“Tenemos una ley marco de cambio climático y su reglamento que establece los enfoques transversales de género, interculturalidad e intergeneracional, y estamos sacando lineamientos, pero es para que exista una implementación”, destacó Morales, en una entrevista con IPS por videoconferencia.

En ese contexto, “el Conamucc contribuye a que las mujeres en su diversidad tengan participación informada en sus territorios aportando a una visión completa de nuestro país”, añadió.

En esa perspectiva la capacitación fortalecerá la acción, liderazgo y propuestas de las mujeres en sus propios territorios en relación a las medidas necesarias para disminuir los gases de efectos invernadero, reducir su vulnerabilidad al cambio climático e incrementar su resiliencia

Sobre esa base, remarcó la funcionaria,  “las mujeres podrán plantear desde sus propias necesidades, preocupaciones y prioridades sobre su rol en la implementación de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés) o nuestro desafío climático como las llamamos”.

El Estado ha identificado 154 medidas de adaptación y mitigación al cambio climático.

“Hemos trabajado para incluir los tres enfoques transversales, pero su implementación requiere de la práctica y conocimiento de quienes están en los territorios; qué mejor que nos digan que el enfoque de género se puede aplicar de otro modo según su experiencia, así el Estado aprende a hacer mejor las cosas”, explicó Morales.

Con una maestría en Economía, Morales empezó a trabajar el tema de cambio climático en 1997 en el que fuera el Consejo Nacional del Ambiente. Su experiencia en instituciones públicas y privadas supera las dos décadas y combina su labor en el Estado con la docencia universitaria.

Está convencida de que el fortalecimiento de la institucionalidad es un factor de sostenibilidad para garantizar el enfoque de género en la acción climática.

Katherine Pozo, quien trabaja en el feminista Centro Flora Tristán en el departamento andino de Cusco, en Perú, ante un maizal en el municipio rural de Huaro. Ella coordina un colectivo conformado por 11 instituciones de mujeres que buscan que el gobierno regional establezca políticas climáticas con enfoque de género, que contemplen a las mujeres rurales y a agricultura familiar. Foto: Mariela Jara / IPS

“No se trata de ir por un camino paralelo para ver los temas de género y de las acciones de adaptación y mitigación del cambio climático, sino de cómo estas acciones incluyen las medidas que nos lleven a la igualdad”, dijo.

Subrayó que además las mujeres al hacer su propia acción climática contribuyen a mantener y fortalecer las distintas políticas de Estado, en un país que cuenta con políticas nacionales de género y de cambio climático.

En esa línea, Pozo opina que contar con el Conamucc como instancia reconocida por el Estado da fuerza y legitimidad a la participación y propuesta de las mujeres en lo territorial y nacional, de manera articulada.

“En el caso de Cusco, por ejemplo, queremos incidir en el gobierno regional en que se vinculen las políticas de género y cambio climático en relación al agua, que es un problema prioritario en nuestra región que depende en gran parte de la agricultura para la subsistencia de las familias y el abastecimiento de los mercados”, sostuvo.

Pozo, quien labora en el no gubernamental Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán desde donde desarrollan una Escuela Agroecológica para mujeres rurales, con presencia en seis distritos altoandinos, explicó que es necesario visibilizar el rol de las mujeres en el cuidado del agua y el impacto en sus vidas del actual estrés hídrico al ser ellas las responsables del cuidado de la familia y riego de sus cultivos.

También en la selva central de la región de Junín, donde reside Coronado, el agua es igualmente una preocupación tan alarmante como desatendida.

“Queremos  incentivar la cosecha de agua que muchas de nuestras autoridades desconocen, yo por ejemplo pongo mi cilindro pero captar de la lluvia pero en sequía qué hace el municipio para tener agua y regar nuestras plantitas”, se preguntó la campesina.

Coronado, quien realiza talleres de sensibilización sobre los derechos de las mujeres en el valle donde vive, ve en Conamucc una oportunidad para que las mujeres impulsen transformaciones desde el abordaje del cambio climático y sus enfoques transversales de género, interculturalidad e intergeneracional.

“Las más afectadas con el cambio climático somos las mujeres del campo y ante la adversidad seguimos resistiendo; toca que escuchen lo que proponemos y el Conamucc nos abrirá esas puertas, eso espero”, manifestó.

ED: EG

Fuente: https://ipsnoticias.net/2021/09/mujeres-y-gobernanza-climatica-aporte-a-la-igualdad-de-genero-en-peru/

Fuentes: IPS [Varias campesinas vuelven de sus labores agrícolas en la localidad altoandina de Andahuaylillas, en el departamento de Cusco, en el suroeste de Perú, una zona afectada este año por una sequía persistente, consecuencia del cambio climático y que pone en riesgo sus cultivos, fundamentales para su alimentación. Las mujeres rurales peruanas quieren ser parte de las políticas y medidas para contener la crisis climática. Foto: Mariela Jara / IPS]
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Entrevista a Pamela Palenciano, activista feminista y actriz «Antes me atacaban ‘señoros’, ahora la mayoría es gente muy joven»





Fuentes: CTXT [Foto: Pamela Palenciano con un ramo de flores que le regalaron después de actuar en Torrelaguna (Madrid). @PAMELAPALENCIANO]

La actriz y activista feminista Pamela Palenciano (Andújar, 1982) sufre un acoso constante desde hace años. La última noticia la ha sorprendido mientras desconectaba unas semanas de vacaciones con su familia. El Juzgado de Instrucción número 15 de Madrid ha admitido a trámite la querella interpuesta por la Asociación Hombres Maltratados a ella y su pareja, el productor Iván Larreynaga. Se les denuncia por delito de odio contra los hombres en el monólogo No solo duelen los golpes, aunque la jueza investigará un posible delito de trato degradante. Ambos han sido llamados a declarar el próximo 15 de septiembre.

No solo duelen los golpes nació en 2003 como exposición fotográfica de un relato de violencia de género en primera persona, pasó después a ser un taller y más tarde un monólogo, lo que es hoy. Pamela Palenciano lleva 18 años trabajando en el proyecto en sus distintas modalidades y ocho en su formato de monólogo. “Ya no hablo tanto de mi exmaltratador, ahora hago de él”. Su trabajo ha ayudado a muchas mujeres a identificar y desvelar distintos tipos de violencias ejercidas en el seno de la pareja heterosexual. Es un altavoz para muchas, lo que el pasado año le valió la congratulación del Ministerio de Igualdad en su XVII Entrega de los reconocimientos y menciones especiales con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Del otro lado, una turba de ofendiditos ha tratado de silenciarla. Recibió su primera denuncia por apología de la violencia en 2017 y por maltrato a menores en 2019. Ambas archivadas. Ahora esta, a la que hay que sumarle el veto de Vox en la Asamblea de Madrid y el goteo diario de comentarios y amenazas que inunda sus redes sociales. “Es algo que no estoy enfrentando solo yo. Ojalá las compañeras vieran que el ataque no es personal, sino al movimiento feminista. Algunas tenemos que ser cabeza de turco”, explica Palenciano. Su voz suena crispada. En los últimos días ha recibido mensajes de ‘compañeras’ que le dicen que esta situación no es más que el karma por su apoyo al colectivo queer. “Eso me duele mucho más que el ataque de un machirulo, porque estos me atacan por algo que defendemos todas: acabar con la violencia machista”. Sobre todo ello ahonda en esta entrevista.

¿Cómo se encuentra tras la admisión a trámite de la querella?

El día que me denunciaron fue mi cumpleaños, el 4 de junio. Lo hicieron adrede. Mi vida es pública, lamentablemente. En Wikipedia aparecen mis datos de nacimiento. Pensábamos que era probable que se archivara la querella. Me impacta mucho que la jueza la haya admitido a trámite en tan poco tiempo –dos meses–, cuando hay un montón de denuncias de mujeres que enfrentan violencia y que tardan años en ser admitidas. Esperemos ir a declarar y que se archive, pero viendo cómo está el panorama, no me extrañaría que, después del ruido en redes sociales, esto vaya a más. Estoy abrumada, no entiendo nada.

¿Se presentará a declarar?

Si hay que ir a declarar se va. No he hecho nada malo y lo diré donde haga falta. Nunca he incitado al odio contra los hombres. Lo que están buscando es que no vaya a trabajar a ningún colegio, que cerremos nuestro proyecto. Odio la masculinidad hegemónica, no a los hombres. Ellos sí que nos odian a las mujeres desde la misoginia. Lo que les molesta es que cuestione los privilegios y el sistema que perpetúa el patriarcado.

Mi agenda es pública, tengo que dar a conocer dónde trabajo. Me decían que iban a ir a los monólogos

Se le acusa en concreto por el monólogo representado en Linares (Jaén) ante un grupo de estudiantes, algunos de los cuales se marcharon en plena actuación.

Quienes tendrían que haberme denunciado ahí serían, en todo caso, los chavales de Linares. La Asociación Hombres Maltratados y el abogado que está detrás, Antonio Luna, me tienen ganas desde hace tiempo y están vinculados con gente de mucho poder que no son cuatro locos. Los que me van a hacer algo no me están escribiendo en las redes. Ellos han construido un marco para hundirme el proyecto, se han basado en el monólogo de Linares para decir que no soy apta para trabajar con menores, que no es más que el pin parental de Vox. Está todo hilado.

Es la primera vez que se ve en la situación de tener que presentarse ante un juez, pero el acoso no es nuevo. ¿Cuándo empezó a sufrir esta violencia?

2017 marca un antes y un después. Antes era un acoso puntualísimo, alguno se sentaba atrás, te levantaba la mano y decía que también había hombres maltratados. A veces, era incluso una pregunta desde la inocencia. A partir de 2017, se construye un discurso y se genera un sesgo ideológico. La ultraderecha empieza a crecer a nivel mundial y sus principales objetivos son tres: la inmigración, el feminismo y la defensa de los valores conservadores.

Otras compañeras feministas también marcan el periodo que va desde 2015 a 2017 como años en los que se empiezan a recrudecer posiciones sesgadas en gente muy joven. Antes me atacaban señoros por Twitter que me decían “orco, ballena, no te quiere nadie”. Miraba el perfil y era la forma de escribir de un señor mayor o cincuentón. Ahora, la mayoría de gente que me ataca es muy joven. Es lo que más miedo me da.

¿Dónde comienza el acoso?

En la pantalla. En este caso, el 25 de mayo, la señora Alicia Rubio (diputada de Vox por la Asamblea de Madrid) lanza el vídeo de Linares y empieza un acoso virtual. Luego se materializó en tener que ir acompañada porque muchas amenazas me decían que sabían dónde estaba. Mi agenda es pública, tengo que dar a conocer dónde trabajo. Me decían que iban a ir a los monólogos.

La violencia traspasa la pequeña pantalla de nuestros móviles.

Sí. Empezaron las llamadas telefónicas y el “sé que estás aquí”. A partir de esto, lamentablemente, tengo que mirar para atrás y en el barrio donde vivo conocemos todos un protocolo para vigilar si viene alguien a hacerme daño. Lo que está en redes se está materializando en algo físico. Es lo peligroso.

Prefiero vivir tranquila y volver a trabajar en la hostelería antes de estar con esta ansiedad y este miedo

Dices que el acoso comienza en la pantalla. ¿Cuál es la red social en la que es más notable?

Va cambiando. Pasé unos meses en los que Instagram era un hervidero todos los días. Desde la denuncia, el lugar en el que estoy recibiendo más ataques es Twitter. De Instagram me llegan un par de comentarios fuertes de odio al día, pero lo de Twitter es constante.

Ellos denuncian y son respaldados. ¿Ha denunciado usted alguna vez?

No, nunca de manera formal. El monólogo en sí ya es una crítica, que sirve para denunciar al sistema y a mi exmaltratador. Con Antonio (su exmaltratador) no pude hacerlo en ningún momento porque cuando me ofrecieron denunciar en el año 2003 no estaba aprobada la Ley de Violencia de Género. La abogada del Centro de la Mujer me dijo, con mucho cariño y amor, que con esas pintas no me iban a creer. Se busca un perfil de víctima y no lo di, lo doy, ni lo daré. Es una de las razones por las que me odian tanto.

¿Y denunciar el acoso en redes sociales?

Tampoco. Algún día lo haré. Quiero tener tiempo para eso. Si denunciar no es la mejor estrategia en este momento, haré otras cosas.

Internet es un espacio cada vez más hostil para las mujeres que son un altavoz. A pesar de ello, entiendo que para la visualización de su trabajo será necesario.

Las redes son el reflejo de lo que hay en la calle. He estado tres semanas desconectada de ellas y estaba más tranquila en muchos sentidos. Por un momento me decía que mi realidad no era esa. Mi realidad es que, si abro las redes, el veneno que hay ahí es lo que se puede comentar a pie de calle. Me encantaría no tenerlas, pero el público al que siempre he querido llegar es el adolescente y su mundo es ese. Más allá de que vaya un monólogo a su instituto, que ya no me dejan hacer tantos por el pin parental, si no estoy en las redes no existo para ellos. A la gente adulta puedo llegar de otra manera.

Recuerdo que, en una representación en Madrid en febrero de 2020, advertía hacia el final que no le quedaban fuerzas frente a esta turba. ¿Cómo afecta esta violencia a su quehacer profesional?

Pensando siempre en retirarme. No tengo por qué comerme esto, quiero trabajar en paz y libremente, pensar también en otros proyectos. Lo que me mantiene aquí no es la economía. Prefiero vivir tranquila y volver a trabajar en la hostelería antes de estar con esta ansiedad y este miedo. El monólogo se mantiene vivo porque la rabia que me sigue generando la violencia machista la canalizo a través de No solo duelen los golpes. También porque hay un montón de gente alrededor que da mucha energía y fuerza para que siga. Llegará un momento en el que diga “lo dejo”, pero me gustaría decidirlo yo, no que viniera nadie de fuera, que es lo que ellos están deseando: quemarme para que me retire, y eso sí que no. Les podré dar el gusto de que me vean declarar en un juzgado, de que puedan intuir que tengo miedo, de que pierdo trabajo, pero no de retirarme por su acoso. 

Y luego hablan de la cultura de la cancelación.

Les pasa que como toda la vida ha sido normal su comportamiento, normal entre comillas, ahora que estamos diciendo que el humor tiene límites dicen que eso es cultura de la cancelación. Es muy fuerte cómo se han apropiado de nuestro discurso.

Supongo que este malestar también recae en la familia y en su entorno más cercano. ¿Cómo lo viven ellos?

Cada uno a su manera. Iván Larreynaga está denunciado conmigo, siempre me ha apoyado, como compañero no solo de trabajo y de vida, sino como amigo y cómplice. Mi hija se ha alterado con la denuncia. “Mamá, me dicen mis colegas que si vas a ir a la cárcel o no”. Tiene 15 años y se asusta. Hay cosas de adultos que no entiende todavía. El peque ha sacado una catana de madera para proteger a su madre “de los hombres malos que la quieren meter en la cárcel”. Se está enterando ya y es feo ver a un niño de siete años pensando que quiere proteger a su madre porque hay unos hombres, no todos, que quieren hacerle daño. Tratamos de que no se entere de mucho, pero es difícil. La energía llega. Por supuesto que esto interfiere en mi vida personal y más íntima por más que yo trate de desconectar y de saber que no he hecho nada malo.

¿En qué punto considera que se encuentran los feminismos en España?

Con mucha falta de escucha y de diálogo. Hay que romper el ego y las maneras de anclarse en la teoría feminista y no en la práctica. Esto no pasaba hace años. Menos mal que las personas que no me apoyan o me critican del movimiento feminista no son tantas, al menos que lo digan públicamente. Algunas no se dan cuenta de cómo nos dividen y de cómo hablamos de dos posturas en dos temas (transexualidad y prostitución) donde hay miles que estamos en una escala de grises: podemos escuchar a una parte, la otra, dialogar y colocarnos. Soy de las de derechos para todas y hablar con todas.

Habrá cosas de la parte más queer con las que no estoy de acuerdo, pero entiendo la inclusión y la necesidad de reconocer su discurso y su ser

Creo que hay una pelea interna en el Gobierno de coalición por cuotas de poder y se traslada al movimiento. Nosotras somos las tontas que estamos dejando que eso pase, cuando el movimiento feminista ha sido siempre autónomo. Hay compañeras que tienen doble y triple militancia, y si queremos ser un movimiento autónomo tenemos que dejar el amor romántico y de partido y ser más críticas. Para mí ese ha sido el error gravísimo. Disidencias sobre el tema trans y la prostitución también había en los setenta. El problema es este nivel: un grado de violencia en el que a mí me tienen vetada en ayuntamientos porque me ven trans-inclusiva mientras tengo un montón de machirulos queriendo que me muera.

¿Considera que la apertura al diálogo es la misma por parte del movimiento trans que de las trans-excluyentes?

En el 2019, me llamaron tránsfoba porque en mi monólogo usaba los genitales para explicar la construcción de género. Pero, en general, me están apoyando bastante y he notado más apertura del lado trans a la hora de escuchar y acuerpar.  Habrá cosas de la parte más queer con las que no estoy de acuerdo, pero entiendo la inclusión y la necesidad de reconocer su discurso y su ser. Desde el otro lado, siento más virulencia, miedo, confusión. No me cuadra que haya hombres que quieran meterse en los baños para violarnos. Me suena como lo de las denuncias falsas. Creo que les molesta que estemos hablando de gente del margen que viene con mucha fuerza diciendo que se acabó lo de hablar por ellos y ellas. Hay un feminismo blanco, un feminismo andaluz, catalán… Dicen que es la posverdad, pero la gente estamos hechas de identidades. No sé si el tema trans es la excusa para no querer hablar de otras cosas.

¿Qué pasará un día después de ir a declarar?

Espero que después del 15 de septiembre, cuando digamos “ninguna agresión sin respuesta”, sea algo real, materializado y que quede como precedente para otras compañeras. No porque vengan a la puerta del juzgado a hacer una concentración para apoyarme, sino porque si a mí me están denunciando de esta manera no es por una cuestión personal.

Ane Amondarain  @A_berbi

Fuente: https://ctxt.es/es/20210901/Politica/37142/entrevista-pamela-palenciano-acoso-redes-monologo-teatro-del-barrio-ane-amondarain.htm




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miércoles, 22 de septiembre de 2021

La sexualización de las niñas en la publicidad en internet continúa y a ellas no les gusta




Era la hora de las niñas. A raíz de varias polémicas en torno a su representación en la comunicación comercial –publicidad, editoriales de moda–, en contenidos de entretenimiento y en las redes sociales, tanto expertos en educación como asociaciones de padres, legisladores y estudiosos de comunicación analizaban el hecho en medios de comunicación y en estudios académicos.

¿Pero qué dicen las niñas? En este trabajo pionero en España, publicado junto a las profesoras de la Universidad Complutense Sonia Carcelén y Mónica Díaz-Bustamante, hemos preguntado a un conjunto de niñas sobre otras niñas que protagonizan la publicidad de marcas de ropa en Internet.

Las creatividades, que a priori parecen más dirigidas a sus progenitores, sin embargo apelan a los menores presentes en las redes sociales. Las menores exhiben estéticas y crean tendencias narrativas que las convierten en líderes de opinión entre sus iguales.

En un contexto en el que se ha duplicado el uso de dispositivos móviles, sin apenas control ni conversación parental, la encuesta EU Kids online 2020 muestra un alto porcentaje de menores de 12 años que no saben usarlos, y que encuentran interacciones pocos satisfactorias en la red sin saber cómo reaccionar a comportamientos no deseados.

Aunque subliminal, por no ser un explícito contenido sexual claramente censurable, uno de los comportamientos más habituales presentes en estas comunicaciones es la sexualización de las niñas.

Países activos en la generación de contenidos para los menores la estudian desde hace más de una década en la infancia, y parten de estudios de cosificación de las mujeres. Académicos en AustraliaEstados UnidosGran BretañaAlemaniaItaliaAustria, Bélgica, Corea del Sur, e incluso España, encuentran que es un fenómeno preocupante para el desarrollo infantil por enfocar el valor personal en los atributos sexuales –uso de vestidos cortos, escotes, camisetas de tirantes, ropa ceñida y maquillaje–.

En una etapa más temprana de desarrollo emocional, la sexualización se ha demostrado perjudicial para la autoestima personal y para la adaptación e integración social: las niñas se muestran más atentas a estar y parecer físicamente atractivas que a desenvolverse en las espontáneas y naturales relaciones de convivencia y aprendizaje propias de esta etapa.

Un ideal de belleza impuesto

El ideal adulto socialmente aceptado de femineidad reducido a proyectar ser sexy es socialmente aceptado. Sin embargo, impuesto en las menores limita su construcción de identidad.

Las entrevistas de nuestro estudio se realizaron con niñas de entre 8 y 11 años procedentes de colegios públicos y privados y pertenecientes a familias con al menos dos hijos, de clase social media o media-alta, con estilo de vida tradicional y en las que existe un control parental en el acceso de las menores a los contenidos digitales difundidos a través de Internet.

Les mostramos 8 imágenes de varias marcas de moda que reflejan distintos grados de sexualización. Aunque las entrevistadas no declararon directamente nada sobre el atractivo sexual de las niñas representadas con esos atributos, rechazaron los escenarios, posturas y gestos más sexualizantes de forma más negativa que los adultos, corroborando estudios previos donde se perciben “sin espontaneidad, narcisistas y con el único objetivo de lograr reconocimiento público y admiración”.

Creídas, mandonas, chulas…

Asimismo, las calificaron como “creída, mandona, dominante, egocéntrica, chula, rebelde, insolente, desafiante y menos inteligente”, en escenarios poco reales para su edad, confirmando estudios previos en los que se constata que “las niñas piensan que se ponen en riesgo cuando parecen mayores de lo que son”.

Como son los menores los que más influencia tienen en sus iguales, la primera recomendación es el importante trabajo conjunto con los padres, agentes intermediarios en el uso de los medios y en la formación en la actitud crítica sobre los aspectos y contenidos de los medios.

Es deseable también trabajar en más centros educativos con una muestra más amplia, con niños, y con una metodología que permita recoger las expresiones faciales y emociones de las menores.

Finalmente, planteamos abrir una conversación directa sobre la responsabilidad social de creativos y responsables de marketing de algunas firmas que inciden en un estilo adulto y de atractivo sexual claramente rechazado por las participantes infantiles. Incorporar expertos en infancia para configurar contenidos multimedia adecuados para la audiencia infantil podría resultar muy saludable para los menores.

Carmen Llovet. Profesora de Comunicación, Universidad Nebrija

Fuente: https://theconversation.com/la-sexualizacion-de-las-ninas-en-la-publicidad-en-internet-continua-y-a-ellas-no-les-gusta-164043?

Fuentes: The conversation [Foto: Shutterstock / Por MILA Zed]



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Debates feministas: Debatir entre nosotras




“No existe otro mundo más simbólico que las palabras de los hombres y el silencio de las mujeres” (Anna Santoro)

Quisiera con este artículo formular una respuesta -siempre parcial, claro-a la pregunta de Andrés Montero sobre si ha llegado el tiempo del “feminismo de la diferencia”, y, sobre todo, al brillante artículo de María José Binetti sobre la Agenda de ONU-Mujeres en el Foro “Generación Igualdad”, ambos publicados en este medio.

No va a ser fácil poner en cuestión nuestras creencias, eslóganes e identificaciones como feministas, aunque, a mata caballo, nos están obligando a hacerlo por la utilización interesada y perversa que de ellos se está haciendo. Desde 1995 no se celebraba ningún foro internacional en el seno de ONU-Mujeres hasta junio de 2021 a fin de acelerar la Plataforma de acción de Beijing y conseguir “un cambio positivo e histórico de poder y perspectiva” respecto a aquella IV Conferencia Mundial sobre la Mujer. Para empezar, en este Foro se ha eliminado la palabra Mujer, de acuerdo con la nueva Agenda, y lo han titulado “Foro Generación Igualdad”. Ya sólo esto, nos plantea una serie de interrogantes que tendríamos que poner sobre la mesa y tener el valor de debatir “a calzón quitado”. Apuntaré algunos de los puntos inquietantes que demuestran la deriva de ONU-Mujeres, que tendrá que ser reformulada como ONU-Diversidad, o bien, ONU-Cajón de sastre visto lo visto. No olvidemos que lo que no se nombra, no existe.

  1. La palabra “igualdad” ha sustituido, tanto al sustantivo “mujer”, como al adjetivo “feminista” como el que no quiere la cosa, basado en que la meta de la igualdad ha constituido el objetivo final de la Agenda feminista oficial. Por lo tanto, mujer, feminismo e igualdad han venido a significar la misma cosa. De ahí los ministerios de igualdad, los planes de igualdad, las leyes sobre igualdad y todo lo relativo a mujeres. Yo nunca entendí por qué se denominaban de ese modo, ya que la igualdad puede ser referida a cantidad de asuntos y sujetos. Con la palabra “igualdad”, la denominación del Foro deja de ser sospechosa.
  2. Lo del “género” también ha constituido un concepto clave en toda la terminología feminista. Debido a que dicho concepto ha venido a sustituir al “sexo” en la teoría queer – al igual que la cultura a la naturaleza -, la teoría feminista ha respondido airadamente cuando la identidad de mujer ha querido ser sustituida por la identidad de género en diversos proyectos de ley. Otro término con el que juegan, derivado también de la nomenclatura feminista: perspectiva de género, violencia de género, igualdad de género y otras fruslerías semejantes con el género por bandera. Nuestra respuesta, claramente fundamentada, les ha hecho recular y han querido entonces apropiarse del “sexo” como si éste pudiera ser elegido a la carta en una supuesta autodeterminación subjetiva. Sin embargo, fue el feminismo el primero que sustituyó sexo y mujer por género, sobre todo en la Academia y en la Administración por no sé qué extraños pudores intelectuales.
  3. Mucho me malicio que la palabra “género” pretenden ahora sustituirla por “generación” como queriendo borrar todo el bagaje feminista acumulado hasta el presente, una teoría obsoleta que la “nueva generación” ya no admite como propia, propiciando así un corte generacional y epistemológico con el pasado. Si con todo lo anterior se borraba el concepto mujer, con la nueva terminología se borra también la teoría feminista, o sea, el feminismo. Se mantiene, sin embargo, el concepto de “igualdad”, término aplicable a cualquier distopía dependiendo de los términos a igualar en qué y a qué. Tal vez sea a esto a lo que se refieren con el intento de propiciar “un cambio positivo e histórico de poder y perspectiva”.
  4. Otro elemento que se viene utilizando “ad libitum” es el de Sujeto Universal, que interpretado desde el “feminismo de la igualdad” puede ser entendido como que ese sujeto lo han de encarnar de igual modo varones y mujeres, pero referido en definitiva a “el Hombre” como término omniabarcante de la especie humana. De ello se deriva que cuando decimos “el hombre del Paleolítico ya creaba arte”, entendamos que eran los hombres los que lo hacían y no las mujeres. De hecho, en las representaciones de los libros de texto se nos muestran varones pintando en las cuevas y no mujeres, al igual que cazando o protagonizando cualquier otra función relevante. Y no digamos cuando se representa la evolución, que parte de simios machos hasta llegar al “hombre” erecto actual, al “homo sapiens” varón.
  5. Las palabras, o sea, los conceptos, no son inocentes, aunque parezca que sí. El “giro lingüístico” permite que las diversas realidades se adapten a las palabras que las definen y no al revés. Se puede reformular que el “género” es lo que nos identifica como varones o mujeres antes que el sexo, que no existe; que la “igualdad” se refiere a la igualdad de derechos basados en el género autodeterminado y no en el sexo; que la persona nace con la imposición del nombre y no cuando es alumbrada por la madre, que pasa a ser un “útero gestante”; que las “mujeres trans” son verdaderas mujeres, mientras las “cis” somos “cuerpos menstruantes”; que el “feminismo” abarca los diversos movimientos por la liberación de cualquier grupo oprimido y que por tanto su “sujeto político” corresponde a la diversidad de colectivos (incluido el “colectivo mujeres”) que están en esa lucha; que las “diferencias” entre los sexos son meros aprendizajes culturales o que la prostitución no es otra cosa que digno “trabajo sexual” que empodera a las mujeres. Sólo basta con que respecto a la definición de esas palabras exista un consenso dado por la autoridad pertinente y que, por lo tanto, no admita disensos. ¿Y qué mayor autoridad que la propia ONU para que dichos conceptos sean aceptados e instituidos como verdaderos? ¿Y qué mayor verdad que una mentira repetida cientos o miles de veces?

Realmente, enfrentarse a la ONU y al “cambio histórico de poder y perspectiva” es una misión titánica, pero, tal vez, el cambio histórico discurra por caminos que no puedan ser dirigidos desde los organismos de la “gobernanza global”, sino desde “el espíritu de los tiempos”, que sólo avanzaría en el sentido de la evolución humana. En la naturaleza, según la ciencia, funciona así. Pero con eso no cuentan. Con todo, lo importante sería el debate entre nosotras.

Al igual que hemos superado el concepto de género porque nos abocaba al generismo, pero hemos mantenido el término sólo como un elemento de análisis, tendríamos que ir más allá del concepto de igualdad como definitorio de la Agenda feminista, profundizando en el concepto de diferencia como pensamiento enriquecedor en los siguientes aspectos.

  1. Identidad sexual femenina: Es lo que permite su diferencia con el varón, lo que posibilita, tanto el dimorfismo sexual reproductivo, como su alteridad radical, por más que dicha identidad no suponga un destino biológico, sino una potencialidad plena. No se refiere a la identidad lógica (A=A) sino a la ontológica, o sea, basada en el cuerpo. Es decir, que entre ser mujer y ser hombre existe una diferencia insalvable, que no puede ser superada ni trasgredida por el generismo.
  2. Sujeto universal. «Lo universal es dos: es mujer, es varón», escribe Luce Irigaray, de modo que su diferencia inmanente comprende toda la realidad humana. Las mujeres no somos el «todo», lo cual significa que poseemos una identidad propia, pero tampoco somos «lo mismo», sino que, desde la diferencia, se posibilita la reproducción, pero no la identificación. El Sujeto universal no es “el Hombre”. Y no tendría sentido la frase de Beauvoir: “Él es lo Absoluto, Ella es lo Otro”, por tanto, la aspiración a la igualdad con Él es un despropósito. Existe un camino propio.
  3. Responde al concepto de «tratar de modo diferente a los diferentes», o bien, «de cada quién según sus capacidades, a cada quién según sus necesidades». Sería una igualdad con justicia diferencial y distributiva. En muchas ocasiones, este término debería sustituir al de “igualdad”. Está en la misma línea de la “ética del cuidado y la responsabilidad” de Carol Gilligan frente a la “ética de la justicia” de Kohlberg, imparcial frente a cualquier tipo de sujeto y sus circunstancias.
  4. Distribución. El feminismo de la igualdad se ha aplicado fundamentalmente a conseguir leyes de acuerdo con las necesidades de las mujeres, pero tendríamos que comenzar a conquistar una verdadera distribución de riquezas y bienes de acuerdo con el 52% de la población que somos. No se trata de pedir, sino de exigir y apropiarnos de lo nuestro. Lo demás son brindis al sol.
  5. Si bien la Igualdad supone la no discriminación de trato y atención, cualesquiera que sean las circunstancias relativas al sujeto, así como la inclusión proporcionada de mujeres en todos los órganos de decisión y responsabilidad en los ámbitos políticos, sociales y empresariales, y también la promulgación de leyes que respalden su cumplimiento, la Diferencia trata de superar una estructura desigual, pero no tiene como meta la igualdad, ya que es una corriente feminista, materialista, cultural y política, que parte de la diferencia ontológica de los sexos y que considera a las mujeres con una identidad propia desde la que construir un sujeto emancipado y libre, capaz de crear un modelo simbólico y de mundo más allá del orden patriarcal. Y aquí me remito a la cita de Anna Santoro, que encabeza este artículo.

Estos serían algunos de los puntos a debatir entre nosotras.


Fuente: https://tribunafeminista.elplural.com/2021/09/debatir-entre-nosotras/



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