RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 30 de junio de 2015

El efecto de la sufragista, Matilda Joslyn Gage (1826-1898)


En 1993, una historiadora especializada en el mundo de la ciencia, llamada Margaret W. Rossiter, definía el “Efecto Matilda” para poner de manifiesto la gran diferencia tanto salarial como de reputación que existe en el ámbito científico entre hombres y mujeres. Margaret se había inspirado en una sufragista norteamericana, Matilda Joslyn Gage, quien dedicó su vida a la lucha por los derechos de las mujeres para crear este concepto.

Matilda Electa Joslyn Gage nació el 24 de marzo de 1826 en Cicero, Nueva York. Fue la única hija del doctor Hezekiah Joslyn y su esposa, una pareja muy activa en favor del abolicionismo que había organizado en su propia casa uno de los llamados ferrocarriles subterráneos para poder ayudar a los esclavos a fugarse.

Cuando se casó en 1845 con un comerciante llamado Henry Hill Gage, Matilda continuó con la tarea activista y organizó en su nuevo hogar en Fayetteville, también en Nueva York, un ferrocarril subterráneo. Matilda dedicó los siguientes años a cuidar de su familia, llegó a tener hasta cinco hijos, y a continuar con la lucha antiesclavista. Pero pronto incorporó a su vida otra inquietud, la lucha por los derechos de las mujeres. 


En 1852 asistía a la tercera Convención Nacional sobre los Derechos de las Mujeres, celebrada en Siracusa. Allí daría su primer discurso como sufragista. Matilda se posicionó en el sector más radical del sufragismo, alejada de las posturas conservadoras que defendían la lucha de las mujeres solamente centrada en el derecho a votar. Matilda quería ir más allá y otorgar a las mujeres más derechos civiles. Aun así, tenía en común con otras sufragistas conservadoras su profunda fe religiosa. De hecho, colaboró con otra sufragista, Elizabeth Cady Stanton, en la Biblia de la Mujer con quien también colaboró en otra de sus obras, La historia del sufragio femenino. Matilda apoyó la candidatura a la presidencia de su país de Victoria Woodhull, la primera mujer en intentar llegar a la Casa Blanca, y no precisamente como primera dama.

En 1875 era nombrada presidenta de la Asociación Nacional del Sufragio Femenino, organización en la que trabajó durante años para que su labor se fuera expandiendo por todo el territorio de los Estados Unidos, junto a otras sufragistas importantes como Elizabeth Cady Stanton o Susan B. AnthonyMatilda Joslyn trabajó en varias publicaciones hasta que compró, en 1878, el Ballot Box, que renombró como The National Citizen and Ballot Box. En sus páginas, Matilda expuso sus ideas sobre el sufragismo y los derechos civiles de las mujeres. 

En 1880, Matilda conseguía, al fin, poder ejercer su voto. Fue en Fayetteville, donde pudo elegir a los miembros de los consejos escolares de la zona.

Matilda Joslyn Gage dedicó toda su vida a luchar por los derechos de las mujeres. Además de formar parte de los principales movimientos sufragistas, escribió varias obras que se convirtieron en indispensables para entender su lucha, entre ellos, los panfletos Woman as InventorWoman's Rigths Catechism, o un libro titulado, Woman, Church and State, su obra más importante firmada en solitario y que recogía el espíritu de la Women's National Liberal Union, una organización que fundó ella misma en 1890 como contraposición a aquellos movimientos feministas que defendían la unión de iglesia y estado.

Tras su muerte, acaecida en Chicago el 18 de marzo de 1898, sus restos fueron enterrados en el cementerio de Fayetteville bajo una inscripción que reza: Existe una palabra más dulce que madre, hogar o cielo; era palabra es libertad


Por Sandra Ferrer

lunes, 29 de junio de 2015

No somos vasijas



Mujeres en red

Las mujeres no se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial. Mujeres en Red se suma a la campaña iniciada por filósofas y constitucionalistas españolas "No somos vasijas" que pretende erradicar la práctica del vientre de alquiler y que denuncia la "cosificación" del cuerpo de las mujeres. Esta iniciativa, que firman entre otras las filósofas Amelia Valcárcel y Victoria Camps, y constitucionalistas como María Luisa Balaguer o Mar Esquembre, se suma a la campaña internacional "Stop Subrogación now" y busca abrir un debate que, según han denunciado en un comunicado, "no ha contado con la reflexión desde la perspectiva de los Derechos Humanos".


MANIFIESTOLAS MUJERES NO SE PUEDEN ALQUILAR O COMPRAR DE MANERA TOTAL O PARCIAL
Las personas que suscriben este manifiesto muestran su preocupación ante los variados pronunciamientos a favor de la regulación de la maternidad subrogada, o la práctica de alquilar vientres de mujeres en favor de terceros. Para que los partidos políticos y los gobiernos, nacional y autonómicos, estén alerta y no se dejen engañar por campañas mediáticas, a todas luces parciales, deben tener presente que el deseo de paternidad/maternidad nunca puede sustituir o violar los derechos que asisten a las mujeres y los y las menores. El deseo de ser padres-madres y el ejercicio de la libertad no implica ningún derecho a tener hijos. Por ello mostramos nuestro absoluto rechazo a la utilización de los “vientres de las mujeres con fines de gestación para otros” que se fundamenta en las siguientes razones:
- Porque abogamos por el derecho a decidir de las mujeres en materia de derechos sexuales y reproductivos. La maternidad por sustitución niega a las mujeres gestantes el derecho a decidir durante el proceso de embarazo y en la posterior toma de decisiones relativas a la crianza, cuidado y educación del menor o la menor.
- Porque elegir es preferir entre una serie de opciones vitales. La elección va acompañada, a su vez, de la capacidad de alterar, modificar o variar el objeto de nuestras preferencias. La maternidad subrogada no sólo impide a las mujeres la capacidad de elección, sino que además contempla medidas punitivas si se alteran las condiciones del contrato.
- Porque la llamada “maternidad subrogada” se inscribe en el tipo de prácticas que implican el control sexual de las mujeres: si en las sociedades tradicionales, los matrimonios concertados o la compra por dote, son las típicas formas en que se ejerce el control sexual de las mujeres, en las sociedades modernas, la prohibición del aborto, la regulación de la prostitución y la maternidad subrogada son sus más contundentes expresiones.
- Porque alquilar el vientre de una mujer no se puede catalogar como “técnica de reproducción humana asistida”. Las mujeres no son máquinas reproductoras que fabrican hijos en interés de los criadores. Es, por el contrario, un evidente ejemplo de “violencia obstétrica” extrema.
- Porque el “altruismo y generosidad” de unas pocas, no evita la mercantilización, el tráfico y las granjas de mujeres comprándose embarazos a la carta. La recurrencia argumentativa al “altruismo y generosidad” de las mujeres gestantes, para validar la regularización de los vientres de alquiler, refuerza la arraigada definición de las mujeres, propia de las creencias religiosas, como “seres para otros” cuyo horizonte vital es el “servicio”, dándose a los otros. Lo cierto es que la supuesta “generosidad”, “altruismo” y “consentimiento” de unas pocas solo sirve de parapeto argumentativo para esconder el tráfico de úteros y la compra de bebés estandarizados según precio.
- Porque cuando la maternidad subrogada “altruista” se legaliza se incrementa también la comercial. Ningún tipo de regulación puede garantizar que no habrá dinero o sobornos implicados en el proceso. Ninguna legalización puede controlar la presión ejercida sobre la mujer gestante y la distinta relación de poder entre compradores y mujeres alquiladas.
- Porque no aceptamos la lógica neoliberal que quiere introducir en el mercado “los vientres de alquiler”, ya que se sirve de la desigualdad estructural de las mujeres para convertir esta práctica en nicho de negocio que expone a las mujeres al tráfico reproductivo.
- Porque las mujeres no se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial. La llamada “maternidad subrogada” tampoco se puede inscribir, como algunos pretenden, en el marco de una “economía y consumo colaborativo”: la pretendida “relación colaborativa” sólo esconde “consumo patriarcal” por el cual las mujeres se pueden alquilar o comprar de manera total o parcial.
- Porque nos mostramos radicalmente en contra de la utilización de eufemismos para dulcificar o idealizar un negocio de compra-venta de bebés mediante alquiler temporal del vientre de una mujer, viva ésta en la dorada California o hacinada en un barrio de la India. Así es que nos afirmamos en llamar a las cosas por su nombre, no se puede ni se debe describir como “gestación subrogada” un hecho social que cosifica el cuerpo de las mujeres y mercantiliza el deseo de ser padres-madres.
- Porque la perspectiva de los Derechos Humanos supone rechazar la idea de que las mujeres sean usadas como contenedoras y sus capacidades reproductivas sean compradas. El derecho a la integridad del cuerpo no puede quedar sujeto a ningún tipo de contrato.
Así pues, nos declaramos en contra de cualquier tipo de regulación en torno a la utilización de mujeres como “vientres de alquiler”.
Fuente: http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2199

En el mes de ORGULLO, nosotros los Queer

Bandera Orgullo Gay




En muchas ocasiones me han recomendado que no hable de esto en público porque me resta “ prestigio” y hará que muchos lectores se alejen. Yo me niego porque el tema de los Derechos Humanos y Derechos Civiles de las personas con distinta identidad sexual debe ser expuesto y la lucha se debe realizar a plena luz, de la misma forma en que se llevan a cabo las otras luchas por las igualdades sociales.
Hace dos años escribí del tema, contando mi experiencia de luna y sol, eso hizo que efectivamente muchos lectores se alejaran de mi blog y encima se convirtieran en asiduos detractores que descalificaban mis textos y me insultaban con odio de machos heridos en su soberbia viril. Mujeres que me escribían mensajes diciéndome que era una lástima de escritora porque ser homosexual desacreditaba mis letras. Me dijeron que dejarían de leerme por ser un mal ejemplo para la sociedad.
Una amiga muy querida cuando se enteró leyendo mi blog, le dio por llorar una semana completa, luego me escribió y me dijo que no me creía porque ella se había dado cuenta cómo era yo con los hombres y que era imposible que me gustaran las mujeres. Me dijo que haberlo sacado a la luz fue lo peor que pude haber hecho porque iba a ser rechazada para el resto de mi vida.
Mi hermana-mamá me dice que deje de estar jugando a que soy homosexual porque no lo soy, y que ella sabe que lo dije en público por rebeldía para llevarle la contraria a mi familia y para mandar al diablo a un montón de come mierdas. En efecto los come mierdas se espantaron y salieron corriendo, nunca más regresaron. ¡Alabado sea el Señor!
Otro día conversando con una escritora me dijo que yo era demasiado íntegra como para ser homosexual. Una amiga de mi corazón me insultó cuando se enteró y a nuestra amistad de décadas se la llevó el viento. Un conocido me dijo que no me creía el papel de homosexual porque yo no era morbosa.
Y así podría contar un sinfín de situaciones de rechazo que entre estereotipos, conjeturas y prejuicios he sido despellejada viva por parte de familia, amigos y sociedad. Cualquiera dirá: pero ella se lo buscó por hacerlo público. Y aquí viene el punto; la sociedad nos quiere mantener en las sombras, en lo más oscuro y recóndito para que no existamos como seres humanos y para que nuestros Derechos Humanos y Civiles nos sigan siendo negados. Pero no, nosotros estamos aquí y existimos y también tenemos el derecho absoluto de amar en plena libertad sin ser señalados, discriminados y violentados.
Si no sufriéramos discriminación, si nuestros derechos se respetaran, si no nos asesinaran en los crímenes de odio no habría necesidad de salir a las calles a exigir respeto, a exigir lo que por nacimiento nos pertenece. Junio es el mes de Orgullo LGTB. El Orgullo Queer. Aunque muchos utilizan la connotación peyorativamente, nosotros los Queer le damos otro significado. Somos rarezas, en efecto. Somos Sui generis.
Hay que tener arrestos para salir a la calle y no ocultar quienes somos, caminar de frente y levantar el rostro y ver directo a los ojos. Atrevernos a reír, abrazar, acariciar, besar, a ser en pleno como lo son los heterosexuales. Sabiendo que tenemos todo en contra. Unos somos más fuertes que otros, muchos no pueden con la presión externa y se encierran a morir lentamente dentro de un armario y se dedican a aparentar para que la familia, amigos y sociedad no los discriminen. Para que no los despidan del trabajo, para que no los excluyan de los eventos sociales, para que les dejen inscribir a sus hijos en las escuelas.
Me sucede que tengo la experiencia de las dos caras de la moneda, cuando salgo con amantes hombres paso desapercibida, una pareja común, pero cuando mis amantes son mujeres la historia es otra. ¿En qué varía? ¿En qué ofende a la sociedad que dos seres del mismo género se amen? ¿En qué perjudica que alguien que no se siente bien con el género en el que nació quiera cambiar? ¿En qué afecta que un hombre se vista de mujer o viceversa? ¿En qué nos afecta como humanidad que una persona no se sienta ni hombre ni mujer? ¿Por qué los estereotipos? “Los zapatos de tacón son exclusivos de las mujeres, el fútbol es de hombres…”
Estamos tan obstinados con seguir normas impuestas, con rasgarnos las vestiduras con las religiones (o la relación personal con Dios) que somos capaces de faltar el respeto a los otros, de lastimarlos emocional y físicamente. De fundamentar nuestro odio, prejuicios y estereotipos en dogmas caducos. Todos tenemos derecho a ser. Y si tanto alaban y hablan de su Dios, pues ese Dios se dice que es amor. Ahí está la respuesta para todo. Es amor.
Si a alguien no le gustan las personas de la comunidad LGBT pues no sea pareja de una persona de la comunidad LGBT, pero no con esto las va a agredir. Tenemos derecho a casarnos, a tener hijos, a formar una familia. A caminar por la calle libremente. ¿Por qué se empecinan en negarnos ser parte de la diversidad que embellece este mundo? Y no, no nos tienen que subestimar, también tenemos neuronas y aptitudes. También tenemos criterio propio y un cerebro que funciona y muy bien. No hay sangre tipo homosexual y tipo heterosexual, es la misma.
Somos una legión a la que por más que quieran exterminar no podrán, porque somos amor, porque somos integridad, somos conciencia e identidad. Tal como los heterosexuales. Lo que hagamos con nuestra intimidad es asunto nuestro, lo que nos debe involucrar y unir como sociedad es la búsqueda de leyes que hagan respetar nuestros Derechos Humanos sin ningún tipo de distinción. No se puede andar por la vida dando con una mano y con la otra quitando.
Y hay que tener mucho cuidado porque vienen crías naciendo. ¿Por qué les desgraciamos la infancia imponiéndonos? ¿Cortándoles las alas? Si a un niño le gusta ponerse falda, ¿cuál es el problema? Si a una niña le gusta el color azul, ¿cuál es el problema? Si una cría no se siente cómoda con ninguno de los géneros, nuestro deber como padres, familia y sociedad es apoyarla, demostrarle que en este mundo la diversidad es hermosa. ¿Para qué torturarla hasta llevarla al suicidio? No dejemos que lo que nos ha sido impuesto en un sistema patriarcal y autoritario nos destruya como humanidad. Seamos capaces de reconstruir los cimientos y de transformar el odio en amor al prójimo que al fin de cuentas en este mundo estamos de paso y es tan fugaz nuestra estadía que desperdiciarla en el odio y la discriminación es de cretinos. Veámonos muy bien frente al espejo y preguntémonos si como seres humanos estamos actuando en consecuencia con la esencia de la vida que es el amor.
Yo respeto a las personas que siguen dentro de ese cautiverio emocional y que prefieren ver la vida desde ahí y no salir porque esto representa el rechazo. Pero les digo que nadie tiene derecho a imponerse sobre otros, y también decirles que afuera hay millones que siendo Queer o no los van a apoyar. Nuestro peor enemigo es el miedo, es bueno acuerpar la lucha por los que ya no están, por los que están y por los que vienen. Si a nosotros nos llueve sobre mojado pues hagamos hasta lo imposible para que a los que están por nacer el mundo los reciba con amor y equidad. La lucha por los Derechos Humanos debe ser una obligación de todos sin reparos secundarios.
Este texto también está dedicado a aquellas personas que por una u otra razón independientemente de su identidad sexual no calzan en el sistema de normas impuestas, busquemos nuestra propia realización más allá de lo que otros digan.
En el mes del ORGULLO LGBT, un abrazo lleno de amor a todos los Queer del mundo entero. ¡Qué el amor nos haga libres!

Condenadas por denunciar




Página 12

La historia de Celina Benítez y la criminalización de las mujeres madres como expresión cruel del patriarcado.

Celina Benítez, de 22 años, fue encarcelada esta semana, acusada de abandono de persona, porque su pareja abusó y mató a su beba de casi dos años mientras ella estaba trabajando. La responsable de la acusación es Carolina Carballido Calatayud, titular de una fiscalía especializada en violencia de género, quien ya tenía un antecedente grave en relación a la criminalización de las mujeres: Yanina González, otra joven vulnerable, estuvo detenida durante un año y medio bajo la misma sospecha, hasta que en marzo de este año fue absuelta en primera instancia. Ahora, mientras el ensañamiento contra Celina la mantiene en el penal de La Plata, la fiscal ante la Cámara de Casación Penal, Daniela Bersi, desistió de tomar la apelación presentada por Carballido Calatayud contra González, lo que deja más en evidencia lo fuertes que son los prejuicios de la fiscal y lo endeble de sus argumentos jurídicos. Y es que el estereotipo de esa maternidad edulcorada y asfixiante que parece exigirles a dos chicas vulnerables, víctimas de violencia también por parte de sus parejas, es poderoso, se lo puede rastrear en los discursos mediáticos, en la publicidad, en las redes sociales y en las sentencias judiciales. Las madres tienen que darlo todo por los hijos e hijas, a ellas se les pide que encarnen el “instinto” que toda mujer debería tener bajo pena de sospecha, de demonización. Y sin embargo, cuando las mujeres denuncian abusos o violencia, sobre todo cuando esas mujeres son de clase media, también se las sospecha, se las acusa de locas, de ir en contra de los hombres y en muchos casos hasta pierden la tenencia y el contacto con sus hijos o hijas. Estas realidades son caras de la misma moneda: la cultura machista enquistada en quienes tienen que proteger a las víctimas y a la vez hacer justicia con los agresores.Malas. Malditas. Malísimas. Las madres son malas si no ven, no escuchan, si salen a trabajar o si no les alcanza el sueldo para pagar la asistente social. Son malas si dicen que sus hijxs fueron abusados porque seguro que les llenaron la cabeza a sus hijxs en contra del padre. Son malas si tienen pareja porque necesitaban un hombre y no se dedicaban sólo a la crianza. Son malas si están separadas y solas porque ven violencia en todos lados porque se quedaron enganchadas de su ex y no consiguen nadie que las atienda. Son malas si están separadas y van a la Justicia a pedir que se suspendan las visitas con sus hijas porque vuelven y cuentan que las tocaron con un diccionario sexual insospechado para niñas muy niñas porque están despechadas porque él se fue con otra y seguro que lo quieren desvalijar hasta de la última lamparita de su nueva casa. Son peores si están casadas y se deciden separar la noche de ese día en que su hija contó que la frotaba en el cuerpo y dibujaba un pene en su boca porque están locas, son fabuladoras y odian a los hombres. Pero son más malas si nunca se pudieron imaginar que a una bebé la pueden tocar porque una mamá tiene que tener instinto y adivinar aunque no haya un sistema público de cuidados que la ayude a detectar –con letra y sin magia– los síntomas y alertas de un abuso sexual. Denunciar violencia contra ellas es un camino largo y difícil para las mujeres. Pero, sin duda, denunciar la violencia contra sus hijxs es aún más difícil porque gran parte del Poder Judicial cree que el padre es padre, aunque cometa delitos contra sus hijxs, y porque los agresores no bajan la cabeza sino que arremeten con una judicialización fuerte y más fuerte cuanto mayor poder económico, político y cultural tienen. Aunque, otro de los coletazos de la violencia es, también, la vendetta judicial contra las madres de hijos o hijas maltratadxs, asesinadxs o abusadxs, cuyas madres no detectaron la agresión o no pudieron denunciar. En casi todos los casos las malas son señaladas como malas madres por el Poder Judicial.
“El sistema judicial castiga por acción u omisión. Antes de que la madre entre al sistema ya es culpable. Si frente al abuso toma el camino de la acción y denuncia, en realidad lo hace para extorsionar o tomar represalia contra el perpetrador. Si tiene plata la motivación es obtener beneficios económicos; sino simplemente revancha o despecho. Si no denuncia también es culpable y cómplice. El agresor se ve eximido de su responsabilidad. Incluso la madre del agresor es la culpable por haberlo criado de esa forma y convertido en un monstruo”, señala P. W., una madre denunciante y coautora de la “Guía Abuso Sexual en la Infancia”, con el apoyo del Fondo Canadá.
A veces la venganza judicial es tan fuerte que se vuelve un boomerang. Hace nueve meses que Laura Amodeo no ve a sus hijxs. El 27 de noviembre del 2009 ella denunció violencia de género contra el padre de sus hijxs I. y M. (en ese momento de diez y nueve años). El 27 de diciembre del 2012 la policía los sacó de su casa a la fuerza. El año pasado M. estuvo internada en terapia intensiva más de cuarenta días y Laura se golpeó contra la desesperación más tajante. Al principio, ni siquiera pudo entrar a darle la mano a su hija en una pelea de vida o muerte. Ahora, después de un trasplante, hace 270 días que no teje, ni juega, ni habla con M. La burocracia obliga a que el encuentro sea supervisado con asistente social y la asistente social obstaculiza el encuentro urgido por el afecto y urgente por la salud de M. “Mi dolor está intensificado por el paso del tiempo y siento impotencia de no poder cuidarlxs. Pero lo que más me preocupa es que lxs chicxs pierdan su identidad y su confianza en los otros, dado que cada vez que expresan sus sentimientos en lugar de protección reciben más castigo e indiferencia”, se preocupa Laura. La jueza Miriam Cataldi tiene que definir la tenencia y motorizar que las visitas puedan concretarse sin obstáculos. La abogada Viviana Devoto, integrante de la Fundación Mujeres en Igualdad, analiza el ensañamiento con Laura: “El sistema la castiga por querer vivir una vida libre de violencia. Como si le dijeran: ‘¿Querés ser feliz? Bueno, como no te quedás soportando el seno familiar y, por ende, sos mala madre, como sanción vas a perder a tu hijxs’. Se siente mucha impotencia”.
La peor venganza contra las mujeres que denuncian es sacarles a sus hijxs. La peor campaña para que otras mujeres no se animen a denunciar violencia es que haya mujeres alejadas de sus hijxs por denunciar. La médica Andrea Vázquez dejó constancia de la violencia de su ex esposo, por primera vez, cuando su hijo más chico tenía seis meses, en septiembre del 2009. Ahora tiene seis años y desde hace tres que fue arrancado de su casa –el 2 de octubre del 2012– y no puede verlo ni a él ni a sus hermanos de trece y catorce años. Andrea está devastada. “La primera denuncia fue cuando le pateó una botella en la boca a F., mientras tomaba agua. Yo estaba amamantando a I. y lo vi (a F.) en el piso sangrando. Le advertí que no iba a volver a tocar a mis hijxs ni a mí. Al otro día fui a la comisaría de la mujer de Burzaco y firmé mi condena a pena de muerte sin horca, sin inyección letal, sin cámara de gas, muerte en vida, muerte legal”, impacta Andrea.
Los casos de reversión de tenencia de Andrea Vázquez y Laura Amodeo son emblemáticos –pero no los únicos– no sólo porque están separadas de sus hijos e hijas sino porque su historia es una amenaza latente para las mujeres que se animan a denunciar y, a la vez, sean judicializadas si no denuncian. La cárcel es un destino por maldición de maternidad. Andrea estuvo presa tres días por protestar frente a la Justicia por desesperación ante actas escolares que hablan de una fuerte angustia de sus hijxs. “Como castigo, además de meterme en un calabozo de un metro cuadrado, llevarme a la madrugada a un hospital neuropsiquiátrico para hacerme una pericia y golpearme contra un armario, estoy procesada y elevada a juicio por resistencia a la autoridad”, grafica Andrea.
Los jueces de su causa –Enrique Quiroga, María Silvia Villaverde y Roxana del Río, de Lomas de Zamora– fueron procesados, en septiembre del 2014, por un jurado de enjuiciamiento. Sin embargo, Andrea nunca volvió a vivir ni a ver, con intimidad, a sus hijxs. En uno de los pocos encuentros, en un shopping, la asistente social Miriam Rivero sacó los colmillos de los prejuicios. A veces son porque no caminan hasta la Justicia y, otras, como en el caso de Andrea, porque fue a ver a sus hijxs con sus propios zapatos. “Ella escribió que yo usaba taco alto para poder mirar desde arriba y convencer a ministros y senadores con mis mentiras”, describe. Nadie se pone en los zapatos de las mujeres –ahora en la causa no hay designado un juez de primera instancia– pero si una mujer denuncia pueden lastimarla en su talón de Aquiles: el vínculo con sus hijxs. “El mensaje que el Poder Judicial misógino y patriarcal envía con mi caso y el de Laura (Amodeo) es ‘no denuncies porque te vamos a sacar a tus hijxs, hacerte pasar por loca, torturarte, lograr que te suicides o sufras un infarto o ACV, como pasó con Marcela Filliol y con otras madres’. Necesitamos que los organismos controladores de la conducta de magistrados y funcionarios judiciales funcionen y que nos devuelvan a nuestros hijxs.”
No son casos aislados, sino historias que se repiten. K. P. se identifica con sus iniciales y detalla el calvario post calvario: “El día que formalicé la denuncia penal firmé mi propia sentencia. La persecución por parte del Poder Judicial fue atroz. Fui amenazada con perder la tenencia, me embargaron mi sueldo, me multaron con una suma de casi 700.000 pesos. Mis hijxs fueron obligados a revinculaciones forzadas con traslados en móviles policiales y fui denunciada penalmente por impedimento de contacto”.
No es un rejunte de historias, son mujeres que ya se reconocen por un nombre: madres protectoras. En el caso de A. –que ahora tiene 14 años– el progenitor pidió que sea sometida a una terapia de desintoxicación por “lavado de cerebro” y “embrujo realizado durante más de diez años”. La jueza escuchó a la adolescente –empoderada en su propia lengua filosa a borbotones– y no dio lugar a la reversión de tenencia. Tiene que terminar de decidir la Cámara de Apelaciones en lo Civil. Su mamá (S.) también cuenta: “Como madre, una y otra vez fui tratada de mendaz, manipuladora y calculadora por haber denunciado el incesto. La Justicia castiga a las madres porque no pueden decir que una niña miente o es manipuladora, entonces para silenciar a la niña que devela el incesto y proteger al victimario, la manipuladora pasa a ser la madre. En lugar de investigar al denunciado se investiga a la denunciante”. No se trata de desalentar nuevas denuncias. Pero sí de desenmascarar la doble perversión. “La Justicia es una encerrona para las madres: para proteger a tu hija, no podés no denunciar y si denunciás sos atacada y amenazada con lo peor que te puede pasar después del incesto: que la Justicia te saque a tu hija y la entregue al padre abusador”, ejemplifica S.
Graciela M. González, directora del Departamento de Prevención de la Violencia de Género y el Abuso Sexual Infantil de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, interpela: “¿Qué hacer entonces? ¿No denunciar? No sólo no es la solución sino que, además, provoca que los mismos que tenían que proteger a mujeres y niños/as crean que la mujer no denunció porque no estaba en desacuerdo con la situación o por su propio masoquismo”. La psicóloga María Cecilia López, autora del libro Madres de hierro: las madres en el abuso sexual infantil, contextualiza: “Siempre es mucho más fácil echarle la culpa a la mujer y si es madre mejor. Nadie nunca tiene en cuenta que ella también es una víctima de una situación de violencia al igual que su hijo o hija abusados”.
Nora Schulman, directora Ejecutiva del Comité Argentino de Seguimiento y Aplicación de la Convención sobre los Derechos del Niño, recalca: “La denuncia implica el comienzo de un largo peregrinar con el agravante del maltrato y el sufrimiento del Síndrome de Alienación Parental (SAP)”. Y se pregunta: “¿Qué clase de connivencia se produce entre la Justicia y los padres abusadores? ¿Es demostración de poder, de superioridad, de corrupción o simplemente la creencia de un concepto de familia arcaico y ya perimido? Por eso propone que avancen los juicios políticos a los magistrados que criminalizaron a las madres protectoras.
La marcha del 3 de junio con la consigna “Ni una menos” significó un gran avance. Pero todo avance genera también embestidas. El backlash es la reacción frente a los reclamos por más derechos. ¿Qué va a pasar después de Ni Una Menos? El abogado Juan Pablo Gallego analiza: “A partir de la visibilización del abuso sexual y la violencia de género en las capas media y altas de la sociedad se ha constituido un bloque de poder machista y misógino que incluye funcionarios y profesionales multidisciplinarios que, en defensa de su propia ideología patriarcal (y, sin perjuicio de casos en que uno puede percibir hasta situaciones de corrupción y cohecho), ajustician a la mujer”. La psicóloga Daniela Lezcano propone: “Después de Ni Una Menos hay que adelantarse a la posibilidad de gallos vengativos, aprovechar la fuerza y apoyo nacional de esta movida para que se brinden programas y se proclame la Ley de Protección a los Profesionales que trabajamos en abuso sexual porque el backlash no cesa”.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9814-2015-06-23.html

“Loma Verde”, una telenovela rural y feminista

Entrevista a Wendy Paiz, directora ejecutiva de la Fundación Luciérnaga (Nicaragua)





Nacida en 1993, la Fundación Luciérnaga trabaja en Nicaragua por el cambio social y para difundir unos valores alternativos a los de los medios de comunicación dominantes. “Comunicación para el cambio”, resume la directora ejecutiva de la fundación, Wendy Paiz, “para que la gente pueda ver reflejadas sus luchas, cultura, idioma e identidad”. El principal proyecto de la organización es actualmente “Loma Verde”, una telenovela ambientada en el mundo rural y que pretende difundir valores de género, contra los estereotipos propalados por los “culebrones” mexicanos o colombianos. La Fundación Luciérnaga forma parte de la Coordinadora Latinoamericana de Cine y Comunicación de los Pueblos Indígenas (CLACPI) y de la Red Centroamericana de Comunicación. Wendy Paiz ha participado en un acto público organizado en Valencia por Entrepobles, CEDSALA y Perifèries con el título “Tejiendo redes: comunicación comunitaria y popular”. -¿Por qué se decide impulsar la telenenovela rural y feminista “Loma verde”?
Hay un inmenso público expuesto a los grandes medios de comunicación controlados por gobiernos y empresarios. En la Fundación Luciérnaga queríamos llegar a ese público de no convencidos, de no militantes. Por ejemplo en la telenovela aparece una mujer sumisa, Merche, dominada por la suegra y el marido, como tantas otras mujeres en Nicaragua. La protagonista observa que empiezan a aparecer carteles sobre en el VIH en el pueblo, emplazado en un entorno rural. En el campo hay muy poca información acerca del virus del Sida, y sobre todo la creencia de que a uno nunca le va a afectar. Hay además falsas creencias sobre la utilización del preservativo.
-¿De qué modo se desarrolla la trama?
Merche empieza a preguntarse si ella puede haber contraído el VIH, y si el virus puede llegar al mundo rural. Además se informa sobre cómo ponerse un condón. El marido le golpea. Ve lo que ocurre como algo inmoral. Pero precisamente es el marido quien, además de pegarla y humillarla, le contagia el sida a Merche después de haberse acostado con otra mujer.
-¿Cuál es la reacción de la protagonista? ¿Hay en la telenovela un “mensaje” de rebeldía o empoderamiento?
Efectivamente la protagonista termina por rebelarse. Dice que hasta aquí y no más, y abandona el hogar con todas sus hijas. Llega a un albergue para mujeres maltratadas donde encuentra el apoyo solidario de otras mujeres. Le dicen que ella vale por sí misma, que se ha de valorar y aumentar la autoestima. Por el contrario, las telenovelas mexicanas y colombianas, que son las más seguidas en Nicaragua, “venden” la imagen de una mujer sumisa, que ha de hablar y actuar de un modo determinado; o desenvolverse en unos códigos y valores que no son los nicaragüenses. En alguno de los “casting” hubo chicas que impostaban un acento colombiano, pues de esa manera pensaban que tenían más posibilidades de resultar elegidas.
-¿Qué acogida ha tenido la novela?
Se estrenó hace dos años y en diciembre presentaremos diez nuevos capítulos. La idea es terminar la serie en junio. “Loma verde” se emite, además, a través de 30 canales locales municipales por cable en Nicaragua (en municipios de aproximadamente 15.000 habitantes). Pero la serie puede también seguirse en un canal de televisión en abierto, privado y de alcance nacional, que llega a la capital y dos municipios cercanos. Creo, por otro lado, que la gente se ve reflejada en la serie. A Merche le dicen por la calle que deje a su marido, en cambio al maltratador le insultan.
-¿Qué diferencias ofrece “Loma Verde” respecto a las telenovelas convencionales?
Participan actores “naturales”, no profesionales. Son personas con habilidades de actuación innatas. Además la serie se rodó en un entorno natural, sin que hubiera ninguna escena de estudio. Esto dificulta el trabajo ya que, por ejemplo, si pasa el autobús en el momento de la grabación, hay que cortar el plano. Pero agrega ese “saborcito” nicaragüense de la espontaneidad y el entorno natural. La película está grabada en casas “normales” de gente común, en ríos y lomas de Esquipulas (departamento de Matagalpa). Se trata, en definitiva, de una novela fresca, espontánea y con mucho humor.
-¿Qué limitaciones se dan para la producción de la serie? ¿Y en cuanto a la difusión, además de los canales televisivos?
Tenemos unos fondos muy limitados. Hay que hacer contratos de alquiler, pongamos por caso, para tener un cerdo o para la utilización de un carro, y en las zonas rurales nadie tiene facturas. Pero le pusimos mucho esfuerzo y la cosa salió muy bien… Llevamos la serie a canchas y parques públicos de los pueblos, donde presentan la serie los propios actores de Luciérnaga. Los actores son también activistas. Por ejemplo, Merche es (en la vida real) una activista feminista y de derechos humanos. También hacemos ediciones específicas y guías prácticas de “Loma Verde” para las organizaciones que ponen en marcha talleres, sobre violencia de género, masculinidad, medio ambiente, diversidad sexual o trata de personas.
-¿Difunde la telenovela valores relacionados con la defensa del medio ambiente, u otros de carácter político?
“Loma Verde” se desarrolla en un entorno natural, donde las mujeres lavan en el río. Sobre todo en la segunda temporada, se verá cómo el abuso de los recursos naturales afecta al agua de los pueblos y comunidades. La novela no trata de regañar, aleccionar ni transmitir un “mensaje” político. El objetivo es el entretenimiento con un trasfondo educativo. La crítica al imperialismo ya la hacemos desde la Red Centroamericana o como Fundación Luciérnaga. En resumen, con el formato-telenovela tratamos de aprovechar los gustos de la gente, y sacar provecho al trabajo que ya han hecho las telenovelas para formar los gustos de la población. Aleccionar provoca un rechazo.
-Por último, ¿qué otros proyectos desarrolla la Fundación Luciérnaga?
Contamos con un centro de documentación y archivo histórico con 3.000 horas de vídeo, material recuperado y después recopilado. Se trata de grabaciones sobre la memoria histórica de Guatemala, pero también de países como México y Bolivia. La fundación elabora asimismo reportajes, documentales, vídeos y publicaciones en materia de medio ambiente, turismo rural, niñez y juventud, soberanía alimentaria, y género y derechos sexuales.

domingo, 28 de junio de 2015

10 diferencias entre el feminismo burgués y el feminismo libertario


1-    Las feministas burguesas buscan la protección de las mujeres a través de los aparatos coercitivos del Estado. Las feministas libertarias, abogan por la autodefensa de las mujeres en comunidad.

2-    El feminismo burgués desea que toda mujer compita en ‘igualdad de oportunidades’ y sea retribuida según sus méritos individuales. Por el contrario, las feministas libertarias luchan para que cada individuo se desarrolle solidariamente en igualdad y que cada cual sea satisfecho según sus necesidades.

3-    Las feministas burguesas desean la incorporación de mujeres en puestos de poder, en el parlamento y los ejércitos; en las altas gerencias de empresas capitalistas y en los ejecutivos gubernamentales. Las feministas libertarias, desean la abolición de las instituciones jerárquicas. Es por ello que se declaran antiestatistas, anti-militaristas y críticas del parlamentarismo.

4-    El feminismo burgués sostiene que la igualdad de género es un “derecho humano” que debe ser garantizado por el Estado. Las feministas libertarias sostienen que el Estado no puede garantizar la igualdad, pues la igualdad no se puede alcanzar mediante la jerarquización de la sociedad que genera la organización piramidal y represiva del Estado.

5-    Las feministas burguesas crean «conciencia feminista ciudadana», es decir, un conjunto de prácticas y valores que crean a un sujeto dócil y sumiso frente a las relaciones democráticas-neoliberales. Las feministas libertarias crean «conciencia de clase feminista», es decir, principios y finalidades libertarias con la intención de abolir las relaciones de poder y sustituirlas por relaciones libres en igualdad.

6-    Las feministas burguesas insisten en explicar históricamente el feminismo mediante "oleadas" (primera ola, según ola, tercera ola, etc.), ignorando y censurando el feminismo obrero, anarquista y comunitario. Las feministas libertarias, sin obviar los aportes teóricos y coyunturales del feminismo hegemónico, se nutren sobre todo de las luchas históricas de las mujeres de las clases oprimidas y explotadas.

7-    Las feministas burguesas quieren un capitalismo “verde, amable e inclusivo”. Las feministas libertarias luchan contra el capitalismo y contra toda forma de opresión, sea económica, política o cultural.

8-    Las feministas burguesas se vinculan a organizaciones jerárquicas y partidos parlamentarios. Promocionan el electoralismo estatal y la importancia de la inclusión de la mujer en la política burguesa. Las feministas libertarias, se organizan en asociaciones horizontales, practican la acción directa, el apoyo mutuo y la autogestión.

9-    Las feministas burguesas consideran de vital importancia leyes de paridad de género para “feminizar” las instituciones jerárquicas del capitalismo. Las feministas libertarias consideran que la lucha antipatriarcal no se trata de dominar ‘equitativamente’ a la par que los machos estatistas, sino en abolir las relaciones de dominación. 

10- Las feministas burguesas desean que el varón colabore en la división del trabajo en el hogar y que sea un complemento de la mujer bajo cánones binaristas. Las feministas libertarias, en cambio, cuestionan radicalmente la héteronormatividad, la estructura familiar patriarcal y el concepto de amor que le sostiene.


Millones de niñas egipcias temen al verano por la mutilación genital

En Egipto,

De las más de 125 millones de niñas y mujeres que se han sometido a la mutilación genital, una de cada cuatro vive en Egipto
Días de verano: son los que forjan los recuerdos de infancia, tardes gloriosas de libertad sin control para retozar con amigos al sol, liberados de las obligaciones terrenales de una clase de matemáticas que nunca pareció tan alejada.
Pero para millones de colegialas de Egipto, este momento del año representa algo mucho más sombrío: el inicio de la temporada de mutilación genital femenina (MGF).
Mona Mohamed tenía 10 años de edad cuando se le sometió a lo que también se conoce como una circuncisión femenina en un caluroso día de verano en su pueblo en el Alto Egipto.
"Estaba aterrada", dijo ella. "Me sujetaron, mi madre por un lado y mi abuela por el otro".
Mientras Mona se revolcaba, sujetada por sus seres queridos al suelo de la sala, un médico le inyectaba anestesia.
Mona recuerda que le dieron un trozo de chicle para masticar antes de que finalmente se desmayara. No fue sino hasta que se despertó cuando se dio cuenta de que había sido mutilada.
Relatos como los de Mona están lejos de ser extraños en Egipto, donde "el corte" ha sido un ritual brutal de paso para las chicas jóvenes desde la época de los faraones.
De las más de 125 millones de niñas y mujeres vivas hoy en día que se han sometido al procedimiento, una de cada cuatro vive en Egipto. Según la ONU, eso es más que cualquier otro país del mundo.
Según un informe del gobierno publicado en mayo de este año, 92% de las mujeres egipcias casadas –de 15 a 49 años– han sido sometidas a la MGF. Esa cifra ya se redujo del 97% en el 2000, pero la práctica sigue siendo la norma en Egipto.

La mayoría de las niñas son cortadas entre las edades de 9 y 12 años, y las operaciones por lo general se llevan a cabo durante las vacaciones de verano de la escuela para que las niñas puedan recuperarse en casa.
Funcionarios de la ONU dicen que la MGF no tiene beneficios médicos y que puede causar un trauma físico y emocional para toda la vida en las mujeres que se vieron obligadas a someterse al procedimiento.
"Esto es una violación flagrante de los derechos humanos", le dijo Jaime Nadal-Roig, el representante del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés) en El Cairo, a CNN. "Esto no le añade nada a la vida de la niña, y no existen razones médicas o religiosas de ningún tipo".
Una tradición célebre
El procedimiento más común de MGF en Egipto es del tipo 1, la eliminación parcial o total del clítoris. Es lo que Mona Mohamed –y sus hermanas mayores– soportaron hace años.
En comparación con sus hermanas, Mona tuvo suerte, ya que su procedimiento fue realizado por un médico. Sus hermanas fueron circuncidadas con una hoja de afeitar por una partera tradicional (no certificada), quien puso tierra sobre sus heridas para detener el sangrado.
Mona, que ahora tiene 47 años, recuerda haberle preguntado a su madre el porqué el ser circuncidada era tan importante. "Por lo general, las niñas de tu edad se 'excitan', y esta operación se encarga de eso", respondió su madre.
La MGF ha sido ilegal en Egipto desde el 2008, pero la práctica permanece tejida en la trama misma de la sociedad egipcia, donde muchos ven el corte como una forma de "purificar" a una chica y convertirla en material para matrimonio.
"La gente solía tener una fiesta después de que una niña era circuncidada, ellos lo celebraban e intercambiaban regalos", dijo Nadal-Roig. "Así que para ellos el dejar esto y decir: 'mira esto es un delito, esto es pecado o esto no está permitido por la religión' significa oponerse a muchísimas creencias y normas sociales".
Los activistas están a la ofensiva
Pero se están haciendo progresos. El porcentaje de niñas entre 15 y 17 años que han sido sometidas al procedimiento se ha reducido del 74% en 2008 al 61% en 2014... una clara señal de que la campaña para acabar con la MGF está funcionando, dicen los activistas.
La semana pasada, Egipto anunció un plan para reducir la MGF en un 10-15% en los próximos 5 años. Si funciona, significará que, por primera vez en décadas, las niñas "sin cortes" superarían en número a las que han sido sometidas al procedimiento.
"Es un plan ambicioso, pero ahora creo que la atmósfera política nos está apoyando y podemos alcanzar nuestra meta", dijo Vivian Fouad, oficial del Consejo Nacional de Población que dirige el puesto gubernamental para erradicar la MGF. "Durante años estuvimos a la defensiva, pero ahora estamos a la ofensiva".
La lucha para erradicar la MGF en Egipto se está desplegando en una serie de frentes, desde los tribunales hasta los lugares de culto, hasta las calles de las ciudades de mayor riesgo.
En enero, un médico fue condenado por cargos relacionados con la mutilación de una niña... la primera condena de este tipo desde que la prohibición de 2008 entró en vigor.
El veredicto fue una victoria para la campaña contra la MGF, pero Fouad dice que, cuando se trata de la ley, demasiados médicos todavía están dispuestos a recibir el dinero de las familias y ver hacia otro lado.
"Es un buen ingreso para los médicos", dijo Fouad. "Y los antecedentes sociales y culturales de algunos médicos apoyan la MGF".
Fouad clasifica la batalla contra la circuncisión femenina como una lucha para la clase media: "Si los médicos, los jueces, los fiscales y los profesores apoyan la MGF, ¿cómo vamos a convencer a las mujeres más pobres de no practicarla?"
Los activistas también están tratando de persuadir a los líderes religiosos locales para que dejen de predicarle a las madres acerca de los supuestos beneficios de la MGF. A menudo esto es algo difícil de hacer en un país donde más de la mitad de las mujeres todavía creen, erróneamente, que el corte es requerido por la religión, según la encuesta más reciente.
"Necesitas hacer que las personas no deseen someter a sus hijas a este procedimiento", dijo Germain Haddad, oficial del programa del UNFPA. "Necesitas trabajar en las convicciones de las personas".
Pero esto sigue siendo una lucha cuesta arriba. De acuerdo con la encuesta más reciente del gobierno, alrededor de 6 de cada 10 mujeres piensan que la práctica debe continuar.
"Es la tradición y no hay escapatoria", dice Sarah Abulaziz Mohamed, quien fue circuncidada a los 12 años en su pueblo, Mansour.
"Me lastimó la dignidad... me vi obligada a someterme a este acto que yo no deseaba hacer", dijo. "Odio al hombre que me hizo esto".
Sarah ahora tiene 40 años de edad y tiene dos hijas. Ella dice que la MGF la dejó con un trauma psicológico para toda la vida, pero al menos le enseñó una valiosa lección.
"Definitivamente no se lo haría a mis hijas por ninguna razón", dijo. "Hasta el día de hoy, todavía tengo dolor, y lo que se ha ido, se ha ido... nada me puede devolver esa parte de mí".

FUENTE: http://mexico.cnn.com/mundo/2015/06/25/millones-de-ninas-egipcias-temen-al-verano-por-la-mutilacion-genital

"La cultura idealiza la maternidad pero al mismo tiempo no la valora"


La escritora Laura Freixas publica un nuevo trabajo / Foto: Sylvain Cherkaoui


Laura Freixas, escritora y promotora de la literatura escrita por mujeres, reflexiona en su último trabajo 'El silencio de las madres' sobre la invisiblidad de la maternidad en la cultura y sobre los efectos de la desigualdad entre mujeres y hombres en este campo.
"Cuando se habla de la maternidad es un ministro hombre tomando una decisión sobre las pensiones, o es la Conferencia Episcopal, compuesta al 100% por caballeros, diciéndonos a las mujeres lo que es la maternidad", sostiene.


Laura Freixas (Barcelona 1958), escritora, editora, crítica literaria y traductora, es, además, una de las defensoras más activas de la literatura escrita por mujeres y de la igualdad en el ámbito de la cultura. Desde que se publicó su primera colección de relatos 'El asesino de la muñeca', en 1998, Freixas se ha adentrado también en la novela, el ensayo y ha publicado una autobiografía.
A esta actividad hay que unir su intensa lucha por visibilizar el papel de las mujeres en este campo como directora de 'Clásicas y Modernas', la asociación para la igualdad de género en las artes, y como autora de artículos en diferentes medios de comunicación. Precisamente su último trabajo, 'El silencio de las madres’, recoge 32 textos en los que reflexiona por un lado sobre la desigualdad de las mujeres en este campo, pero también sobre la invisibilidad del concepto de maternidad en la cultura.
‘El silencio de las madres’ es un título que esconde muchos matices, ¿qué quiere decir con él?
Lo que quiero decir es que en la cultura, pero también en la política, está ausente la voz de las mujeres en general, pero en particular la voz de las mujeres en tanto que son madres. Es decir la experiencia de la maternidad, del deseo de maternidad o de su rechazo, es algo que no está en la cultura. Se ve de plano si lo comparamos con el tema de la guerra, y en general las luchas de poder entre hombres, que es un tema omnipresente en la cultura, desde el protagonismo del fútbol, hasta el cine de guerra. En cambio, basta echar un vistazo a la cultura, a la prensa, a los medios, y ver que no se habla de la otra experiencia básica de la humanidad que es la maternidad. Y concretamente quien menos habla de ello son las interesadas. Cuando se habla de la maternidad es un ministro hombre tomando una decisión sobre las pensiones, o es la Conferencia Episcopal, compuesta al 100% por caballeros, diciéndonos a las mujeres lo que es la maternidad.
En este sentido, se refiere en el libro a la "maternidad escondida", o a las madres como "recipiente", ¿qué tenemos qué entender por ello?
La maternidad se idealiza, la cultura idealiza la maternidad, pero al mismo tiempo no la valora. Eso se ve en el hecho de que solo se habla de la maternidad en la subcultura, en los libros de autoayuda, pero no en las grandes novelas. Se habla en las revistas populares, del corazón o las femeninas, pero no en las intelectuales. Y además veo una representación iconográfica de la maternidad muy llamativa, que es la mujer embarazada, pero sin cabeza. Desde que me di cuenta, lo veo como una constante en todas partes, en los reportajes sobre madres, en la publicidad… Se representa a las madres cortándoles la cabeza y los pies, de manera que solo se representa el vientre y eso corrobora las madres como subordinadas a sus hijas e hijos, y como personas que realmente no existen como individuos, sino que son una función. También se ve en el hecho de que no se presentan distintos modelos de maternidad, si no que la visión que se da en la cultura de la maternidad es muy estándar. Se presenta la maternidad como algo maravilloso e ideal y a las mujeres como felices de sacrificarse por sus hijos. Se perpetúa el mensaje de la maternidad como algo impersonal, como si las madres no fuéramos seres humanos con nuestras dudas, nuestras incertidumbres y nuestras reflexiones. Por eso digo en el libro que en nuestra cultura falta una voz, la de las madres pensantes.
Hay más mujeres que estudian la carrera de Bellas Artes, pero los directores de los museos son en una abrumadora mayoría hombres
El libro también recoge artículos en los que reflexiona sobre la invisibilidad de las mujeres en la cultura. Para su elaboración ha tenido que releer trabajos de los últimos años ¿ha notado alguna evolución en este sentido?
Desgraciadamente no hay un avance, a veces lo parece, pero luego hay retrocesos. No hay un avance sostenido. Por ejemplo, yo he estudiado la proporción de premios literarios ganados por mujeres por décadas y resulta que la década de 1950 había muchas más mujeres que ganaron premios literarios que en la de 1970. Yo creo que el único avance que ha habido estos últimos años ha sido la aparición de la conciencia de este tipo de cosas y de una serie de asociaciones -básicamente de mujeres con la participación de algunos hombres- por la igualdad en distintos campos de la cultura: la asociación de mujeres investigadoras y tecnólogas, de la mujeres cineastas (CIMA), la de artes visuales y la que yo presido, Clásicas y Modernas. Si la cultura es una pirámide en cuya base está el público y en cuya base y en cuya cima están los creadores, los que tienen autoridad, autoría y poder, nos encontramos con que en la base hay una mayoría de mujeres, pero en la cima las mujeres son minoritarias. Es decir, para entendernos, hay más mujeres que estudian la carrera de Bellas Artes, pero los directores de los museos son en una abrumadora mayoría hombres; hay mayoría de mujeres entre los que estudian periodismo, pero todos los directores de los periódicos nacionales son hombres.
Varias mujeres visitando un museo
Y con este diagnóstico, ¿cómo ve el futuro?
Yo tengo la esperanza de que la acción de las asociaciones de las mujeres llevará a una mayor conciencia y eso es un triunfo. Ya estamos viendo, por ejemplo, a través de esta entrevista, que empieza a haber una conciencia de la desigualdad de la cultura y una conciencia de que esto no es normal, de que la igualdad no va a llegar por sí sola. Y sobre todo lo que me interesa es que se entienda que no es un problema profesional para las mujeres que nos dedicamos a la cultura. Las cuales dicho sea, tenemos derecho a la igualdad. Pero esto tiene además unas repercusiones tremendas en la sociedad. Por ejemplo, a mí me parece incomprensible, escandaloso, y escalofriante -y ya verás que no exagero- la indiferencia social ante los asesinatos machistas. El otro día salía un reportaje de los que fueron directores de periódicos durante el terrorismo etarra, diciendo: “Hoy nos avergonzamos de ver que ni siquiera publicábamos los asesinatos en portada”. Pues bien, yo haría la reflexión de que hoy siguen sin publicarse en portada los asesinatos machistas. La acción de estas asociaciones es imprescindible.

Anarquía relacional: la revolución que cambiará el amor para siempre

Hasta hace poco hablar del ocaso de la monogamia como el único tipo de relación sexual aceptado parecía una insensatez. Ya no lo es. Y hay propuestas radicales






Foto: La anarquía relacional insiste en la importancia de entender la amistad como amor. (Oliver Rossi/Corbis)
La anarquía relacional insiste en la importancia de entender la amistad como amor. (Oliver Rossi/Corbis)


Hasta hace bien poco hablar del ocaso de la monogamia como el único tipo de relación sexual aceptado parecía una insensatez. El hombre y la mujer –aseguran los defensores de las relaciones tradicionales– necesitan mantener vínculos exclusivos para garantizar la continuidad de la especie, y no hay razón para que esto deje de ser así, por mucho que haya avanzado la manera en que entendemos los vínculos amorosos. Sí, las relaciones monógamas no están exentas de dificultades –cómo explicar si no que la infidelidad sea algo común y generalizado–, pero al fin y al cabo es la única forma que tenemos de relacionarnos.
Este sigue siendo hoy el discurso imperante, pero cada vez hay más personas  que piensan de forma distinta. El doctor y profesor Eric Anderson, autor de The Monogamy Gap (“La brecha de la monogamia”, Oxford Press), aseguró a El Confidencial que la monogamia no es algo natural y, aunque la mayoría de hombres y mujeres pueden convivir con ello durante mucho tiempo, lo que sustenta su existencia es un “deseo social”. “La naturaleza no ha diseñado a los hombres para ser monógamos”, aseveraba.
De un tiempo a esta parte, esta postura académica, sostenida por muchos otros investigadores, parece tener cada vez un mayor respaldo entre la población. Según recientes investigaciones, al menos el 5% de la población estadounidense –el país en el que más se ha estudiado el asunto– está inmerso en algún tipo de relación amorosa no-monógama: de mutuo acuerdo, se permite a ambas partes enamorarse y tener relaciones sexuales con otras personas.
Superando el poliamor
Por lo general este tipo de relaciones abiertas se han enmarcado en el concepto de “poliamor”, pero como apuntan los conocedores del tema, hay muchos subtipos dentro de este, y no todos son tan rupturistas.
Según se explica en una concurrida entrada del anónimo blog The Thinking Asexual (que ha sido traducida al español por el blog Demonio Blanco y tomada como referencia en la mayor comunidad espaola de activistas del poliamor, Golfxs con Principios), existen tres tipos fundamentales de relaciones poliamorosas.
1. Poliamor jerárquico
Aunque es quizá el tipo de poliamor más extendido, es el menos aceptado por los verdaderos defensores de este. En el poliamor jerárquico existe una relación romántico-sexual principal y el resto de relaciones románticas o sexuales están supeditadas a ella. La relación principal sostiene la mayor parte de carga emocional, de compromisos, de tiempo, etc; y, a menudo, la pareja principal tiene derecho de veto sobre el resto de relaciones romántico-sexuales. Las relaciones secundarias podrán sacrificarse, reducirse o sufrir perjuicio siempre que la relación principal así lo necesite.
Monógamos que mantienen una relación poliamorosa bajo normas monógamas
Las personas en una relación de poliamor jerárquico solo consideran como parte de su red las relaciones romántico-sexuales, mientras que sus amistades se encuentran en una posición inferior, al igual que en las relaciones monógamas, ya que esas mismas amistades también funcionan de manera normativa.
Para el autor de The Thinking Asexual, se trata de “monógamos que mantienen una relación poliamorosa bajo normas monógamas”.
2. Poliamor no jerárquico
Los participantes en este tipo de poliamor consideran que ninguna de sus relaciones romántico-sexuales tiene una posición privilegiada con respecto a las demás. Nadie tiene derecho de veto y nadie tiene autoridad sobre las relaciones de los miembros de la red con terceras personas. Puede existir un sentimiento amoroso parejo entre sus componentes aunque los compromisos establecidos no sean idénticos.
Por otro lado, al igual que en las relaciones poliamorosas jerárquicas, las personas posicionan sus amistades de una manera normativa; solo consideran parte de su red a las personas con las que mantienen relaciones romántico-sexuales. Sus relaciones romántico-sexuales disfrutan de una posición homogénea, pero todas, en su conjunto, ostentan un lugar privilegiado dentro de su entorno social, frente a sus relaciones no románticas o no sexuales, que carecen de él, al igual que en relaciones monógamas.
3. Anarquía relacional
El concepto de anarquía relacional (AR) es el más novedoso de todos. Fue propuesto por primera vez en 2006, por la activista y productora de videojuegos sueca Andie Nordgren. Su manifiesto Relationsanarki i 8 punkter(que más tarde la autora amplió a nueve puntos) se convirtió en uno de los textos fundamentales de los defensores del poliamor.


Andie Nordgren. (Twitter)
Andie Nordgren. (Twitter)
Según The Thinking Asexual, la principal distinción del AR respecto a otras formas de poliamor es que no hace exclusivas las relaciones románticas ni el sexo, aunque puede incorporar tanto una como ambas. De esta manera, para una anarquista relacional, tanto sus relaciones convencionales como sus relaciones íntimas y más intensas no van a reducirse a las categorías de “pareja romántica”, “sexual” o “romántico-sexual”. En definitiva, no diferencia de forma jerárquica a alguien con quien se relacione de manera romántica de alguien con quien se relacione de manera no romántica.
“No existe un número finito de posibilidades de relación dentro de una red anarcorrelacional, y, de hecho, eso es lo que configura su núcleo, el que no importe cómo conformas tu relación”, subrayan en The Thinking Asexual.
Esto no quiere decir que un anarquista relacional reniege del compromiso. Como explicó en una conferencia reciente la autora del blog El bosque en el que vivo –que responde al seudónimo de Roma– la consecuencia principal de la AR es que descentra la pareja (o parejas) como lugar o espacio privilegiado donde se concretan la crianza, la convivencia a largo plazo, integrar en la familia de origen, tener una economía compartida... Para los defensores de la AR, esas cosas pasan a no depender de un vínculo romántico-sexual, no hace falta que exista ese elemento para llevar adelante esos proyectos, pero no significa que dejen de existir. 

EL MANIFIESTO DE LA ANARQUÍA RELACIONAL

El objetivo de la AR pasa por cambiar radicalmente la noción que tenemos de “amor”, y a partir de ahí, cambiar la estructura de nuestras relaciones. Según sus defensores, la AR constituye el subtipo más genuino de poliamor y el único que rompe definitivamente con las normas de la monogamia: no basta con tener muchas parejas, además estás tienen que funcionar bajo diferentes premisas. Y, según el manifiesto de la anarquía relacional, tal como fue propuesto por Nordgren –y traducido al español por Oscar Wildest–, son estas:
1. Podemos amar a muchas personas y cada relación es única
El Anarquismo Relacional cuestiona la idea de que el amor es un recurso limitado que sólo puede ser real cuando se da entre dos personas. Es posible amar a más de una persona y el amor que se siente por una no hace disminuir el amor que se puede sentir por otra. No evaluemos ni comparemos a las personas y a las relaciones. Apreciemos a cada persona y nuestra relación con ella. Una persona que está en nuestra vida no necesita ser denominada “primaria” para que el vínculo sea real. Cada relación es independiente, y conecta individuos autónomos.


Símbolo de la AR propuesto en el blog “el Bosque en el que vivo”.
Símbolo de la AR propuesto en el blog “el Bosque en el que vivo”.
2. Amor y respeto en lugar de derechos
Que una relación no se base en la adquisición de derechos sobre otra persona supone respetar la independencia y la autodeterminación de los demás. Nuestros sentimientos hacia una persona o nuestra historia conjunta no nos da derecho a darle órdenes y a controlarla para que cumpla lo que se considera “normal” en una relación. Exploremos cómo comprometernos sin pisotear los límites y creencias personales de los demás. En lugar de buscar obligaciones en cada situación, dejemos que aquellos a quienes amamos escojan los caminos que les permitan mantener intacta su propia identidad, sin dejar que esto implique una crisis para la relación. Dejar a un lado los derechos y las demandas es la única manera de estar seguros de que tenemos una relación en la que los sentimientos son  verdaderamente mutuos. El amor no es más “real” cuando las personas se comprometen simplemente porque eso es parte de lo que se espera que ocurra.
3. Encontremos nuestro conjunto básico de valores
¿Cómo deseamos ser tratados por los demás? ¿Cuáles son nuestros límites básicos y nuestras expectativas en todas las relaciones? ¿Con qué tipo de personas nos gustaría pasar la vida y cómo nos gustaría que funcionaran nuestras relaciones? Encontremos nuestro conjunto básico de valores y usémoslo para todos nuestros vínculos. No establezcamos excepciones y reglas especiales como manera de mostrar a las personas que las amamos “de verdad”.
4. El heterosexismo está por todas partes pero no dejemos que eso nos asuste
Recordemos que hay un sistema normativo muy potente en vigor que dicta qué es el amor real y cómo debemos vivir. Muchos nos cuestionarán, tanto a nosotros como a la validez de nuestras relaciones, cuando no seguimos las pautas. Esforcémonos con las personas que amamos para encontrar fórmulas que contrarresten las peores y más problemáticas de estas reglas. Eso sí,luchemos por lo que realmente queremos, no simplemente contra las normas. Encontremos sortilegios positivos que neutralicen el encantamiento colectivo de la normatividad y no dejemos que sea el miedo el que domine nuestras relaciones.


La AR suele representarse mediante el símbolo de la anarquía dentro de un corazón. (Chris Blakeley/CC))
La AR suele representarse mediante el símbolo de la anarquía dentro de un corazón. (Chris Blakeley/CC))
5. Espontaneidad en lugar de obligación
Sentirnos libres de ser espontáneos para expresarnos sin miedo de castigos o de obligaciones es lo que da vida a las relaciones basadas en el anarquismo relacional. Organicemos nuestra vida de acuerdo al deseo de conocernos y explorarnos unos a otros y no de acuerdo a obligaciones y demandas, y a decepciones cuándo éstas no son cubiertas.
6. Imaginémoslo hasta conseguirlo
A veces puede parecer que hace falta ser un superhéroe para gestionar toda la ruptura que conlleva establecer relaciones que no siguen la norma. Una estrategia útil se basa en imaginar, cuando nos sentimos seguros e inspirados, que actuamos y reaccionamos como queremos hacerlo. Podemos inferir de este comportamiento simulado unas directrices sencillas y mantenerlas y aplicarlas después, cuando nuestro estado de ánimo no es tan propicio. En cualquier caso, busquemos el apoyo de otras personas que también desafían las normas y no nos reprochemos a nosotros mismos cuando la presión de las reglas establecidas nos lleve a comportamientos que no nos gustan.
7. La confianza ayuda
Si decidimos asumir que las personas que queremos no desean hacernos daño, transitaremos un camino mucho más positivo que si nuestra aproximación es de sospecha y desconfianza, de necesidad de que la otra persona revalide constantemente que está en y por la relación. A veces hay tantas cosas sucediendo dentro de nosotros mismos que no nos queda energía remanente para mostrar nuestro cariño hacia los demás. Construyamos relaciones en las que los cambios y las retiradas sean aceptados y superados con facilidad, y en las que se ofrezcan muchas oportunidades de hablar, explicar, verse y ser responsables. Recordemos nuestros valores básicos y acordémonos de cuidarnos mucho a nosotros mismos también.


La AR incluye también a las relaciones de amistad no necesariamente románticas. (Corbis)
La AR incluye también a las relaciones de amistad no necesariamente románticas. (Corbis)
8. Cambiemos a través de la comunicación
En la mayoría de las actividades humanas hay algún tipo de norma preexistente que dicta cómo deben funcionar las cosas. Si queremos desviarnos de este patrón necesitamos comunicarnos. De otro modo, todo tiende a acabar siguiendo la pauta, dado que los demás se van a comportar de acuerdo a ella. La comunicación y las acciones conjuntas en pos del cambio constituyen la única forma de desvincularse de esta situación. Las relaciones radicales deben tener como eje central la conversación y la comunicación, no como un estado de emergencia que sólo asoma cuando hay “problemas”. Comuniquémonos en un contexto de confianza. Estamos tan acostumbrados a que las personas nunca digan lo que realmente piensan o sienten, que hemos de leer entre líneas y extrapolar para averiguar lo que realmente quieren decir. Pero estas interpretaciones sólo se pueden construir basándose enexperiencias previas, usualmente basadas precisamente en las normas de cuyo control quieres escapar. ¡Preguntémonos cosas, y seamos explícitos!
9. Diseñemos los compromisos a nuestra medida
La vida no tendría mucho sentido si no nos unimos a otras personas para conseguir cosas, como construir una vida en común, un hogar, criar niños o crecer juntos en lo bueno y en lo malo. Estos proyectos necesitan normalmente de mucha confianza y compromiso entre las personas. El Anarquismo Relacional no se basa en el rechazo al compromiso sino en que seamos nosotros mismos y quienes nos rodean los que diseñemos los compromisos, liberándonos de las normas que dictan que ciertos tipos de compromiso son ineludibles para que el amor sea real, o que ciertos proyectos como criar niños o convivir han de corresponderse con determinadas conductas y sentimientos. ¡Partamos de cero y seamos explícitos sobre qué tipo de compromisos queremos con los demás!
http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-12-18/mas-alla-del-poliamor-la-anarquia-relacional-proclama-el-fin-de-la-monogamia_582033/