junio 03
Por Mariano González King. Como se dice y se recontra dice en estos días, el 3 de junio en todas partes del país se estarán realizando concentraciones, movilizaciones y distintas actividades bajo la consigna #NiUnaMenos, basta de femicidios. La catarata de casos que fueron conocidos socialmente llevó a que esta convocatoria calara profundo en la sociedad y se ve y se augura una gran masividad.
Los femicidios no empezaron ayer, ni algunas semanas antes del #NiUnaMenos. Lo que cambió fue la atención social y mediática que los mismos despertaron y esto en gran parte es gracias a la lucha incansable de muchísimas mujeres por vivir en una sociedad más justa e igualitaria. No organizada en torno al “macho” como ordenador social, al varón heterosexual como dueño de vidas ajenas y a las mujeres como objetos subordinados a sus necesidades y deseos.
Los femicidios expresan una de las maneras más crudas la desigualdad que nos estructura, pues es la demostración de que hay algunos con más derecho a vivir que otras, hay algunos que siguen decidiendo sobre las vidas y los cuerpos de otras. El femicidio, así como podría ser una violación, es solo la porción más visible del sistema que se reproduce en todos los ámbitos y en todas las edades, en todas las clases sociales. En este orden social, por supuesto, los varones y el lugar desde dónde conformamos nuestra masculinidad juega un rol fundamental.
Luchar por la igualdad en materia de géneros implica necesariamente un planteo hacia la masculinidad hegemónica. En el terreno concreto, físico, económico, como también simbólico y cultural, la masculinidad está construida para dominar; no existe un planteo de igualdad social posible sin discutir-nos a los varones en nuestro género. Y esto, en gran medida, es lo que ha alejado siempre a los varones de las luchas feministas. Así como el burgués le huye a la revolución socialista, el varón heterosexual le teme al feminismo (y lo llama feminazismo).
Los varones somos criados para eliminar todo aquello socialmente construido como femenino que podamos tener, nos construimos depurando nuestro género de toda “cosa de mujeres”. Si las mujeres son frágiles, sensibles y emotivas, los varones tenemos que ser fuertes, racionales y fríos. En este sentido, se le quita a toda mujer las “cosas de hombre”, entre estas la lucha, la determinación, las ideas propias, la fortaleza. El feminismo reconfiguró desde sus principios estas ideas e integró entre las características femeninas el luchar por un mundo más justo, hizo de la lucha por la igualdad de géneros una cosa-de-mujeres.
A esta lucha, y desde muchos movimientos, se sumaron distintas identidades sexuales y de género: mujeres trans, lesbianas, putos y maricas, poniendo sobre el tapete la necesidad de vivir en un mundo donde no se persiga lo que no es varón-heterosexual, donde no se domine y mate lo femenino.
Este 3 de junio seguramente encuentre a muchos varones en la calle. El alcance del #NiUnaMenos en cuanto a masividad y convocatoria es prácticamente indudable.
Adhirieron a esta marcha no solo un montón de machos ignotos, sino también muchos de los que nos criaron varones, de los que nos quieren machos, de los que nos muestran los cuerpos de las mujeres como mercancía, de los que pusieron a la mujer como adorno, de los que negaron el derecho a decidir de las mujeres y ningunearon desde siempre las luchas por la igualdad. Hoy, que por el camino que recorrimos desde las calles hacia el masivo, la violencia de género está en el centro de la escena, todos estos políticos, personalidades famosas y hasta instituciones, se cuelgan el #NiUnaMenos sin tapujos.
Desde otro lado, aspiramos a que decir #NiUnaMenos sea también transformarnos como varones. Cabe preguntarnos qué varones queremos ser, si nos alcanza con colgarnos el cartelito, pero después seguiremos vendiendo el cuerpo de la mujer como mercancía, opinándolo como objeto o culpabilizándolo por una violación. Nos desafiamos a combinar acción y reflexión, preguntas y certezas, para avanzar en el camino arduo que tenemos por lograr la sociedad que soñamos. En suma, nos hará preguntarnos qué hacemos o dejamos de hacer para que nuestro género sea responsable por la muerte de una mujer cada 30 horas, qué pasos dimos, damos y debemos dejar de dar.
Tras largas décadas, quizá hoy podamos entendernos en múltiples masculinidades y caminos de construcción. Varias razones pueden llevar a un varón a marchar este 3 de junio dada la masividad que ha tomado. Tanto como porque es políticamente correcto como porque efectivamente hemos logrado vislumbrar la necesidad de cambiar las reglas de juego.
Podríamos decir que la lucha contra la violencia de género, en esta masividad, es también hoy “cosa de hombres”, para que resultase más atractivo y no asustase a los que les enseñaron a temer encontrar algo femenino en sí mismos. Podríamos, sí, pero incurriríamos de nuevo en eso de masculinizar lo que pensamos que está bien. La lucha por la igualdad de géneros es cosa femenina, el feminismo así lo ha construido y se lo ha ganado. ¡Que nos incomode! Pero que en la búsqueda, nos encontremos haciendo “cosas de mujeres”, para liberarnos de nosotros mismos.
FUENTE: http://notas.org.ar/2015/06/03/varones-ni-una-menos/
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