En un tiempo de efervescencia, donde decenas de palabras irrumpen el escenario público, entrevistamos a Valeria Canoni, profesora de Filosofía, con quien compartimos una charla abierta sobre el movimiento feminista y sus posibilidades actuales, a fin de esclarecer algunas categorías que diariamente corren el riesgo de ir perdiendo su sentido y potencia a manos de discursos hegemónicos y tradicionales. Por Valentín Ibarra*, para AIM.
-Valeria, si tuvieras que definir el feminismo ¿por dónde comenzarías?, ¿qué es?, ¿cuál es su causa?
-La causa del feminismo es la igualdad que, por distintas razones históricas, nos fue negada a las mujeres. Primero pertenecíamos al pater familia como parte de sus bienes y propiedades, luego se dudaba de si teníamos capacidad para heredar y administrar nuestras posesiones. El patriarcado es el aliado estratégico del capitalismo, es la justificación del sometimiento y los roles asignados a los géneros. Cuando las mujeres no proveían lo que era conveniente, se creía que la maternidad era su único destino (telos), entonces eran castigadas y perseguidas.
-¿Es correcto entender el feminismo como una praxis?, quiero decir, teniendo en cuenta que interviene simultáneamente en los planos epistemológicos y políticos es siempre reflexión-acción-reflexión. En ese caso, siempre ¿es acción individual-colectiva-individual?
-El feminismo es tanto teoría como praxis, al calor de las luchas fue modificando conceptos y entendiendo que sin praxis no hay feminismo posible, sólo una postura académica o una pantomima. Además de la teoría y la praxis es necesario agregar su aspecto discursivo, el mismo se fue incorporando cuando se comprendió que las formas en que nombramos también indican lo que queremos significar y esto justifica y produce acciones. Cuando nombramos en masculino, estamos legitimando que lo valioso es lo que produce, dice y hace el varón o los varones, entonces cobra sentido la denuncia de Simone de Beauvoir que titula su libro ‘El segundo sexo’. El varón simplemente es, la mujer necesita artificios ajenos para nombrarla. Es madre, esposa, hija, es un ser que depende de otros para ser nombrada.
-En una sociedad conservadora, de provincia como la nuestra ¿tiene posibilidades materiales y simbólicas de existencia (y desarrollo) el feminismo? Esta apreciación ¿puede trasladarse a todo el país?
-En Entre Ríos puede desarrollarse el feminismo, obviamente que debe haber un gran cambio desde la sociedad para que cobre mayor fuerza, por ahora son sólo esfuerzos aislados. El problema es que siguen siendo luchas marginales, la sociedad sigue avalando los valores tradicionales, entre ellos la maternidad como destino, el lugar relegado de la mujer y justifica la violencia contra la mujer.
-En la actualidad ¿cuáles son los ejes más importantes de la lucha feminista a nivel local?, ¿y en general?
-En Entre Ríos hay grupos que son feministas; algunas ONGs que reivindican el derecho al aborto legal, se realizaron algunas iniciativas en pos de denunciar el acoso callejero, se denunció al diputado (Rubén) Almará por sus dichos misóginos y discriminatorios. Paraná también se sumó a la convocatoria nacional ‘Ni una menos’.
– En referencia a la libre toma de decisiones sobre el propio cuerpo, ¿por qué no se logra nunca un debate franco sobre la despenalización del aborto?
-Hay una gran dosis de hipocresía, lamentablemente los sectores conservadores de Argentina siguen teniendo una gran injerencia en la toma de decisiones. No se comprende que la despenalización del aborto es un tema de salud pública, no del origen de la vida ni del momento de la concepción. Además, los mismos médicos que dicen ser objetores de conciencia en el ámbito público se olvidan de la misma cuando reciben suntuosas sumas de dinero en clínicas privadas. No se puede negar el retroceso que significó la asunción de (Jorge) Bergoglio como máximo líder de la iglesia católica, los esfuerzos realizados durante diez años desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y las otras organizaciones que acompañaban la lucha fueron truncados por el acuerdo entre el partido gobernante y la iglesia.
-¿Consideras que estamos asistiendo a un brote de violencia hacia mujeres y menores más crudo que hasta hace unos años o es parte de los efectos comunicacionales?
-La violencia hacia las mujeres siempre fue tremenda, han mutado las formas pero lo más importante es que ahora hay canales para denunciarla y la masividad que producen los medios de comunicación ha logrado que se visibilizara la problemática. Ahí es necesario volver al universo de lo discursivo, no se puede hablar de crimen pasional, ni de ninguna otra figura que suavice el concepto de femicidio o feminicidio. Se trata de crímenes que se han cometido contra las mujeres o sus hijos, se denominan femicidios vinculados, sólo por ser mujeres y considerarlas como posesiones del varón. La palabra clave es poder, el poder de someter a otro, de controlar su salario, sus salidas, y volver a las mujeres presas de los deseos y el control de su cónyuge, novio, ex novio o cualquier otro varón que la considere suya.
-Hasta acá, ¿cómo podemos seguir defendiendo la sentencia: “mi cuerpo es mío y con él hago lo que quiero”? Si estamos atravesados por el imperio de la norma, de la moda, de la publicidad, etc.
-Como primera medida hay que desnaturalizar el concepto biologicista de la maternidad como destino, las mujeres no somos incubadoras. Si la maternidad es deseada, entonces es elegida y placentera. Cuando la maternidad es impuesta resulta una tortura trunca sueños, proyectos y termina siendo una carga. ¿Por qué no permitir a las mujeres decidir sobre su cuerpo? El Estado y las iglesias creen que el cuerpo de las mujeres les pertenece, por eso sobrecargan los atributos positivos de la maternidad idealizada. “No te puede pasar nada mejor que ser madre”, “debes hacer sacrificios por tus hijos porque luego verás los resultados”, etc. Propagandas, ligas de madres, apoyo a la lactancia, etc. Todos siguen presionando a las mujeres para que crean que debe ser madre, sino no es nada. Cuando fui mamá me prometí que jamás dejaría de estudiar, de trabajar y de militar para que mi hija no se deba enfrentar a un mundo tan patriarcal como el que tuve que sufrir. Lucho por mí y por todas las mujeres, aún para las que no reconocen los derechos que se han conquistado gracias al movimiento feminista.
-¿Qué rol ocupan o por dónde se puede uno convertir en hombre feminista?, ¿nos explicas esa categoría?
– Los varones son feministas y antipatriarcales cuando se cuestionan sus privilegios, afortunadamente han surgido movimientos de varones que cuestionan su rol, que quieren construir un mundo igualitario pero es algo que recién está en las primeras instancias de desarrollo y todavía no es comprendido acabadamente por las feministas y menos por el resto de los varones sumamente cómodos con sus privilegios.
-Sabemos que existen agrupaciones y colectivos confesionales que “militan” desde y en la academia, los organismos e instituciones, los partidos políticos, etc., me refiero por ejemplo a la ‘Pastoral Universitaria’, ¿puede existir algo similar dentro del feminismo, como ‘feministas cristianas’, por ejemplo?
-No creo que pueda entenderse un movimiento feminista cristiano pues lleva en sí una contradicción, la iglesia (en cualquiera de sus versiones) sigue sometiendo a las mujeres a conservar su rol de sumisión, acompañante, sostenedora del varón adulto y cuidadora del hogar, en resumen quiere que la mujer no salga de su rol reproductivo. Sí hay un movimiento que se llama ‘Católicas por el derecho a decidir’ quienes militan por la despenalización del aborto y por la laicidad del Estado pero no las consideraría católicas tradicionales.
-¿Consideras que no hay una lucha visible, real y genuina de las mujeres en general por sus propias causas?
-Sí hay una lucha genuina de las mujeres, lo que pasa es que en general tiene mala prensa, en los medios masivos se las considera extremistas, locas, feminazis, etc. Son las nuevas versiones de las brujas, creo que todos saben qué les pasó a las brujas en la inquisición.
– ¿Qué rol ocupa la moda, la imagen en todo esto? Y en el mismo sentido nos preguntamos por las tradiciones familiares y mandatos, pero más aún ¿cuál es el rol de la academia?, me refiero a la idea de Educación Superior en aras al mercado laboral y no como educación para la libertad.
-Es un tema crucial el de los mandatos y tradiciones familiares, somos enseñadas a servir a los demás, a cuidar a los enfermos, a prepararnos para el casamiento, etc. Pero estas nuevas generaciones han descubierto que el mandato puede cuestionarse, no es necesario casarse, se puede convivir, no hay que aguantar los malos tratos ni la violencia, una se puede separar sin considerarse una paria. La academia reconoce a nivel teórico los aportes del feminismo pero a nivel laboral es otra historia, siguen cobrando más los varones y si hay candidatos varones y mujeres, siguen privilegiándose los varones. En la educación superior hay una distancia enorme entre la teoría y la praxis, las reconocemos pero no les damos el trabajo. La imagen y la moda son algo que sigue calando hondo en la subjetividad pero de a poco también está siendo cuestionado, las mujeres pueden sentirse más cómodas y no tener que ser siempre una modelo de revista. Igualmente ahí están atravesadas las clases sociales y los mandatos internos, para las mujeres trabajadoras no hay tanta presión estética, sí la hay para las que ocupan puestos jerarquizados o pertenecen a las clases más poderosas.
-En el mismo sentido, nos preguntamos por las categorías que son, en el imaginario coloquial, claramente excluyentes: madre, profesional, femme fatale, militante, intelectual. ¿Se superponen, se repelen, concilian?
-Creo que las mujeres hemos aprendido a lidiar con los rótulos, aunque se sigue esperando ciertos comportamientos de ellas, pueden conciliar los distintos roles y se construyen a sí mismas. Lo que sucede muchas veces es que las distintas ocupaciones ejercen una sobrecarga sobre las mujeres y terminan alienándolas. Tener que cumplir con las exigencias propias y ajenas, algunas veces lleva a cuadros depresivos o enfermedades psicofísicas como la fibromialgia, cuadros de hipertensión, etc. Lograr el equilibrio y la armonía es lo más importante. Que la liberación no resulte en un nuevo encarcelamiento, por eso es importante concientizarse y que las mujeres empiecen a cuidarse, que sientan placer y no sólo llenar la vida con obligaciones.
– ¿Cuál es el futuro del feminismo?
-El feminismo debe crecer, ramificarse, meterse en todos los espacios, no debe pedir permiso. También es necesario crear alianzas estratégicas, para lograr nuestros objetivos hay que buscar quienes pueden acompañar las iniciativas. Antes había nombrado a los varones antipatriarcales, también los movimientos de diversidad sexual, los grupos laicistas, y muchos compañeros y compañeras de lucha que aún no conocemos pero con quienes podemos emprender luchas segmentadas que contribuirán a los derechos que habremos de conquistar para el feminismo pero también para el resto de los colectivos.
*Valentín Ibarra, estudiante de Filosofía de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
-La causa del feminismo es la igualdad que, por distintas razones históricas, nos fue negada a las mujeres. Primero pertenecíamos al pater familia como parte de sus bienes y propiedades, luego se dudaba de si teníamos capacidad para heredar y administrar nuestras posesiones. El patriarcado es el aliado estratégico del capitalismo, es la justificación del sometimiento y los roles asignados a los géneros. Cuando las mujeres no proveían lo que era conveniente, se creía que la maternidad era su único destino (telos), entonces eran castigadas y perseguidas.
-¿Es correcto entender el feminismo como una praxis?, quiero decir, teniendo en cuenta que interviene simultáneamente en los planos epistemológicos y políticos es siempre reflexión-acción-reflexión. En ese caso, siempre ¿es acción individual-colectiva-individual?
-El feminismo es tanto teoría como praxis, al calor de las luchas fue modificando conceptos y entendiendo que sin praxis no hay feminismo posible, sólo una postura académica o una pantomima. Además de la teoría y la praxis es necesario agregar su aspecto discursivo, el mismo se fue incorporando cuando se comprendió que las formas en que nombramos también indican lo que queremos significar y esto justifica y produce acciones. Cuando nombramos en masculino, estamos legitimando que lo valioso es lo que produce, dice y hace el varón o los varones, entonces cobra sentido la denuncia de Simone de Beauvoir que titula su libro ‘El segundo sexo’. El varón simplemente es, la mujer necesita artificios ajenos para nombrarla. Es madre, esposa, hija, es un ser que depende de otros para ser nombrada.
-En una sociedad conservadora, de provincia como la nuestra ¿tiene posibilidades materiales y simbólicas de existencia (y desarrollo) el feminismo? Esta apreciación ¿puede trasladarse a todo el país?
-En Entre Ríos puede desarrollarse el feminismo, obviamente que debe haber un gran cambio desde la sociedad para que cobre mayor fuerza, por ahora son sólo esfuerzos aislados. El problema es que siguen siendo luchas marginales, la sociedad sigue avalando los valores tradicionales, entre ellos la maternidad como destino, el lugar relegado de la mujer y justifica la violencia contra la mujer.
-En la actualidad ¿cuáles son los ejes más importantes de la lucha feminista a nivel local?, ¿y en general?
-En Entre Ríos hay grupos que son feministas; algunas ONGs que reivindican el derecho al aborto legal, se realizaron algunas iniciativas en pos de denunciar el acoso callejero, se denunció al diputado (Rubén) Almará por sus dichos misóginos y discriminatorios. Paraná también se sumó a la convocatoria nacional ‘Ni una menos’.
– En referencia a la libre toma de decisiones sobre el propio cuerpo, ¿por qué no se logra nunca un debate franco sobre la despenalización del aborto?
-Hay una gran dosis de hipocresía, lamentablemente los sectores conservadores de Argentina siguen teniendo una gran injerencia en la toma de decisiones. No se comprende que la despenalización del aborto es un tema de salud pública, no del origen de la vida ni del momento de la concepción. Además, los mismos médicos que dicen ser objetores de conciencia en el ámbito público se olvidan de la misma cuando reciben suntuosas sumas de dinero en clínicas privadas. No se puede negar el retroceso que significó la asunción de (Jorge) Bergoglio como máximo líder de la iglesia católica, los esfuerzos realizados durante diez años desde la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y las otras organizaciones que acompañaban la lucha fueron truncados por el acuerdo entre el partido gobernante y la iglesia.
-¿Consideras que estamos asistiendo a un brote de violencia hacia mujeres y menores más crudo que hasta hace unos años o es parte de los efectos comunicacionales?
-La violencia hacia las mujeres siempre fue tremenda, han mutado las formas pero lo más importante es que ahora hay canales para denunciarla y la masividad que producen los medios de comunicación ha logrado que se visibilizara la problemática. Ahí es necesario volver al universo de lo discursivo, no se puede hablar de crimen pasional, ni de ninguna otra figura que suavice el concepto de femicidio o feminicidio. Se trata de crímenes que se han cometido contra las mujeres o sus hijos, se denominan femicidios vinculados, sólo por ser mujeres y considerarlas como posesiones del varón. La palabra clave es poder, el poder de someter a otro, de controlar su salario, sus salidas, y volver a las mujeres presas de los deseos y el control de su cónyuge, novio, ex novio o cualquier otro varón que la considere suya.
-Hasta acá, ¿cómo podemos seguir defendiendo la sentencia: “mi cuerpo es mío y con él hago lo que quiero”? Si estamos atravesados por el imperio de la norma, de la moda, de la publicidad, etc.
-Como primera medida hay que desnaturalizar el concepto biologicista de la maternidad como destino, las mujeres no somos incubadoras. Si la maternidad es deseada, entonces es elegida y placentera. Cuando la maternidad es impuesta resulta una tortura trunca sueños, proyectos y termina siendo una carga. ¿Por qué no permitir a las mujeres decidir sobre su cuerpo? El Estado y las iglesias creen que el cuerpo de las mujeres les pertenece, por eso sobrecargan los atributos positivos de la maternidad idealizada. “No te puede pasar nada mejor que ser madre”, “debes hacer sacrificios por tus hijos porque luego verás los resultados”, etc. Propagandas, ligas de madres, apoyo a la lactancia, etc. Todos siguen presionando a las mujeres para que crean que debe ser madre, sino no es nada. Cuando fui mamá me prometí que jamás dejaría de estudiar, de trabajar y de militar para que mi hija no se deba enfrentar a un mundo tan patriarcal como el que tuve que sufrir. Lucho por mí y por todas las mujeres, aún para las que no reconocen los derechos que se han conquistado gracias al movimiento feminista.
-¿Qué rol ocupan o por dónde se puede uno convertir en hombre feminista?, ¿nos explicas esa categoría?
– Los varones son feministas y antipatriarcales cuando se cuestionan sus privilegios, afortunadamente han surgido movimientos de varones que cuestionan su rol, que quieren construir un mundo igualitario pero es algo que recién está en las primeras instancias de desarrollo y todavía no es comprendido acabadamente por las feministas y menos por el resto de los varones sumamente cómodos con sus privilegios.
-Sabemos que existen agrupaciones y colectivos confesionales que “militan” desde y en la academia, los organismos e instituciones, los partidos políticos, etc., me refiero por ejemplo a la ‘Pastoral Universitaria’, ¿puede existir algo similar dentro del feminismo, como ‘feministas cristianas’, por ejemplo?
-No creo que pueda entenderse un movimiento feminista cristiano pues lleva en sí una contradicción, la iglesia (en cualquiera de sus versiones) sigue sometiendo a las mujeres a conservar su rol de sumisión, acompañante, sostenedora del varón adulto y cuidadora del hogar, en resumen quiere que la mujer no salga de su rol reproductivo. Sí hay un movimiento que se llama ‘Católicas por el derecho a decidir’ quienes militan por la despenalización del aborto y por la laicidad del Estado pero no las consideraría católicas tradicionales.
-¿Consideras que no hay una lucha visible, real y genuina de las mujeres en general por sus propias causas?
-Sí hay una lucha genuina de las mujeres, lo que pasa es que en general tiene mala prensa, en los medios masivos se las considera extremistas, locas, feminazis, etc. Son las nuevas versiones de las brujas, creo que todos saben qué les pasó a las brujas en la inquisición.
– ¿Qué rol ocupa la moda, la imagen en todo esto? Y en el mismo sentido nos preguntamos por las tradiciones familiares y mandatos, pero más aún ¿cuál es el rol de la academia?, me refiero a la idea de Educación Superior en aras al mercado laboral y no como educación para la libertad.
-Es un tema crucial el de los mandatos y tradiciones familiares, somos enseñadas a servir a los demás, a cuidar a los enfermos, a prepararnos para el casamiento, etc. Pero estas nuevas generaciones han descubierto que el mandato puede cuestionarse, no es necesario casarse, se puede convivir, no hay que aguantar los malos tratos ni la violencia, una se puede separar sin considerarse una paria. La academia reconoce a nivel teórico los aportes del feminismo pero a nivel laboral es otra historia, siguen cobrando más los varones y si hay candidatos varones y mujeres, siguen privilegiándose los varones. En la educación superior hay una distancia enorme entre la teoría y la praxis, las reconocemos pero no les damos el trabajo. La imagen y la moda son algo que sigue calando hondo en la subjetividad pero de a poco también está siendo cuestionado, las mujeres pueden sentirse más cómodas y no tener que ser siempre una modelo de revista. Igualmente ahí están atravesadas las clases sociales y los mandatos internos, para las mujeres trabajadoras no hay tanta presión estética, sí la hay para las que ocupan puestos jerarquizados o pertenecen a las clases más poderosas.
-En el mismo sentido, nos preguntamos por las categorías que son, en el imaginario coloquial, claramente excluyentes: madre, profesional, femme fatale, militante, intelectual. ¿Se superponen, se repelen, concilian?
-Creo que las mujeres hemos aprendido a lidiar con los rótulos, aunque se sigue esperando ciertos comportamientos de ellas, pueden conciliar los distintos roles y se construyen a sí mismas. Lo que sucede muchas veces es que las distintas ocupaciones ejercen una sobrecarga sobre las mujeres y terminan alienándolas. Tener que cumplir con las exigencias propias y ajenas, algunas veces lleva a cuadros depresivos o enfermedades psicofísicas como la fibromialgia, cuadros de hipertensión, etc. Lograr el equilibrio y la armonía es lo más importante. Que la liberación no resulte en un nuevo encarcelamiento, por eso es importante concientizarse y que las mujeres empiecen a cuidarse, que sientan placer y no sólo llenar la vida con obligaciones.
– ¿Cuál es el futuro del feminismo?
-El feminismo debe crecer, ramificarse, meterse en todos los espacios, no debe pedir permiso. También es necesario crear alianzas estratégicas, para lograr nuestros objetivos hay que buscar quienes pueden acompañar las iniciativas. Antes había nombrado a los varones antipatriarcales, también los movimientos de diversidad sexual, los grupos laicistas, y muchos compañeros y compañeras de lucha que aún no conocemos pero con quienes podemos emprender luchas segmentadas que contribuirán a los derechos que habremos de conquistar para el feminismo pero también para el resto de los colectivos.
*Valentín Ibarra, estudiante de Filosofía de la Universidad Autónoma de Entre Ríos (Uader).
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