RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 26 de diciembre de 2017

Caminando como ratas al son de Hamelín

Por Miguel Escobar Asunción
En estos tiempos de crisis perpetua, conflicto territorial y bombardeo mediático, la sociedad española está asentándose en una paranoia continua que, más que dar palos de ciego, se está apaleando a sí misma. Vamos al precipicio pero aprovechamos el camino para mordernos y desollarnos.
Por Miguel Escobar Asunción
Recuerdo una anécdota de un compañero jornalero con unas 60 primaveras a su espalda y un número de jornales incalculable. Me contaba éste cómo una vez, allá por los 80 en una huelga, los patrones les dijeron que “si hacéis huelga mañana, pasado no volváis”. Muchos se echaron para atrás y decidieron trabajar el día de la huelga, otros, como este compañero, no. Casualmente la mayoría de quienes se negaron eran quienes disponían de remolques y más experiencia en la labor, por lo que eran prácticamente indispensables. Gracias a ello no sólo hicieron huelga todos sino que mejoraron sus condiciones laborales. Un compañero le dijo: habéis ganado pero cuidado, podéis perderlo todo, el miedo es muy racional. Y mi compañero, tan tranquilo como contundente, respondió: “el miedo al patrón nunca es racional”.
Esto demuestra muy bien la naturaleza humana en su día a día. Tenemos ideales, horizontes y esperanzas que, cuando el tiempo va pasando, casi nunca se tornan reales tal y como se imaginaban. Hoy día, bien porque las expectativas a veces son demasiado altas o bien porque la realidad es tremendamente mala, la tendencia se aleja de seguir luchando, seguir imaginando, seguir soñando…para asumir que todo está perdido. Y aunque todo está perdido, seguimos subsistiendo. Esto retrotrae la idea de esconder los problemas debajo de la alfombra, la vieja técnica del avestruz. Decía un gran idealista que “el capitalismo resuelve sus crisis desplazándolas”. Esto puede comprobarse no sólo en relación al capitalismo, sino a muchos otros campos, el individual incluido.
Que los países (mal) desarrollados han resuelto mucho de sus problemas echándolos encima de otros menos desarrollados es algo históricamente incuestionable. Bien es cierto que actualmente la globalización es total: no hay “nuevos mundos” que colonizar y saquear, lo cual no quiere decir que los tradicionalmente sangrados por occidente hayan dejado de sufrir, ni mucho menos. Esto provoca, entre otras coasas, que los países mal desarrollados, o mejor dicho su burguesía, opte por aumentar el saqueo a su propio pueblo cuando es necesario. El hecho de que en España la actual generación vaya a vivir peor que la anterior lo demuestra fehacientemente.
Un tema inherente al sistema económico es la situación medioambiental. Y aquí, a nivel global, se observa de nuevo esa tendencia a quitarse los problemas de encima para regalárselos amablemente a otro. El modelo energético del petróleo y el gas no están agotados pero se saben perecederos. Igual que el modelo nuclear, el más enfermizo y cancerígeno sistema que la humanidad se ha aplicado a sí misma. Nos imponemos unos niveles de consumo desorbitados y, para mantenerlos (otra huída hacia delante), denostamos y renegamos de cualquier alternativa que suponga simplemente plantearse ideas tan necesarias como el consumo o la austeridad. Vuelven a mentir cuando se dicen adalides de la austeridad: las clases populares son y serán siempre austeras, son los privilegiados quienes siempre vivirán por encima de sus posibilidades. Y aunque tengan que envenenar a su población y mentirla descaradamente, no van a parar porque son insaciables. El ejemplo de la tecnología nuclear es impepinable: los residuos, ese veneno infeccioso, tiene por solución ser enterrado, asumiendo que nunca desaparecerá. Toma ya, estrategia de avestruz pero con cabeza radiactiva.
Más allá del sistema económico también pueden entreverse como ciertos conflictos sociales se intentan salvar, en su mayoría, huyendo hacia delante. La lucha feminista es quien puede dar buena lista de experiencias que visualizan esta verdad. Primeramente porque atendiendo a parte explotadora y explotada, que los hombres vuelcan sobre las mujeres todo tipo de barbaridades para mantener privilegios, es innegable. La opresión se da en un sentido y no en otro con tanta claridad como la lluvia cae hacia abajo. Quien niega esa premisa está perpetuando este problema, consciente o inconscientemente. Entendiendo que hay debates que requieren muchas líneas más que las presentes, atendiendo a ciertos posicionamientos se observan de nuevo huidas hacia delante. Uno de los argumentos (no el único, ni mucho menos) a favor de los vientres de alquiler (o gestación subrogada, mal llamada) es que es muy difícil adoptar. Siendo esto innegable el argumento puede parecer de peso, pero es algo falaz. El hecho de obviar la adopción (aunque se reconoce como solución) y buscar nuevas salidas saca a relucir la maldita manía de huir hacia delante, sin atender a las consecuencias. Algo parecido pasa con la prostitución, que si bien no se cuestiona aquí ningún posicionamiento sí se resaltan argumentos falaces. Desde la horrible expresión de “es el oficio más viejo del mundo” a “hay prostitutas que trabajan libremente” hay todo un continuo de invisibilizar un problema y dar soluciones falaces al mismo. Usar la tradición o antigüedad como argumento te coloca en el mismo nivel que si lo hicieras con la esclavitud hace no mucho años. Incluso hoy, en Libia. Que sea tan viejo no lo hace inamovible o decente, seguramente más bien al contrario. El hecho de que existan prostitutas que ejerzan su profesión de manera “libre y consensuada” no elimina el porcentaje que existen de trata y esclavitud (reconocidas por todas las corrientes feministas, cambiando algunos porcentajes). Y no es una cuestión de números.
Por todo ello, el espíritu de Hamelín, o seguir una melodía que nos entretenga al menos mientras olvidamos el precipicio a donde vamos, se está apoderando de toda nuestra sociedad. Rendirnos al miedo sabiendo que podíamos estar peor. Y sabemos que podemos estar peor, porque hay otros que lo están. Y esa diferencia debería afectar algo nuestras consciencias, porque en las desigualdades sociales se puede aplicar perfectamente el axioma de las gallinas que entran por las que salen.
Ese espíritu de Hamelín, exactamente el mismo del cuento de las ratas, estéticamente se presenta algo diferente. De hecho se puede hablar de millones de flautistas, que bombardean nuestros oídos con diferentes falacias. Nos cuentan el problema a su manera y te venden la solución a su manera, lo que sea con tal de que olvides que ellos son nuestro problema, y nosotros somos nuestra solución. La melodía ya debería cansarnos, aún más la letra, pero parece que funciona. La cancioncilla de los brotes verdes fue éxito en su momento, y hasta M.Rajoy ha sacado varios “discos” de recuperaciones económicas. También hay que reconocer otros géneros, los que cantan y cuentan que el régimen del 78 se ha desmoronado ya 3 ó 4 veces en el último año. Esa melodía no tiene la intención malvada de las anteriores, pero resulta igualmente confusa.

Entre tanto correr de un lado para otro, sin rumbo, como pollos sin cabeza, hay que asentar los pies firmemente. Habrá que buscar alguna orientación, con sosiego y pensamiento racional. Y una vez encontrado habrá que empezar a forjar ese camino lento y sin pausa. Plantearse las grandes contradicciones con honestidad y humildad y reconocer la parte explotada y posicionarse, siempre. Y en el momento que veamos que un determinado posicionamiento o argumento deslegitima, invisibiliza, infravalora una parte involucrada, hay que hacérselo mirar. Aunque ese posicionamiento nos haga sentirnos guays con nosotros mismos porque parezca nuevo, acertado, rompedor…No, hay que tener la mirada un poco más alta y siempre, por delante, las explotadas.

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

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