Agustín Ortega Cabrera
Rebelión
En la Universidad Nacional de Educación (UNAE, Ecuador), donde actualmente ejerzo mi docencia e investigación, se viene realizando toda una serie de políticas y acciones educativas, académicas e intelectuales para impulsar otra educación posible. Una pedagogía humanizadora, crítica y liberadora para el buen vivir (Sumak Kawsay). Desde lo anterior expondré, como estoy tratando de trabajar en mi actividad académica, una serie de claves para está educación y cultura del buen vivir. Tal como la transmitió y testimonió todo un pionero de dicha pedagogía crítica y liberadora con una ecología integral, el ecuatoriano Leónidas Proaño, conocido como el Obispo de los pobres e indígenas.
Efectivamente, el que fuera Obispo de Riobamba, desde su humanismo espiritual e integral con una espiritualidad liberadora, nos ha dejado todo un legado que anticipó y desarrolló todo este buen vivir con esta ecología integral. L. Proaño es paradigma de una ecología espiritual, una espiritualidad honrada, real y trascendente en la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza; frente a la mentira, el mal, injusticia y la destrucción. Como afirmaba Proaño, “no debía decir mentiras por nada de este mundo, aunque por decir la verdad pudiera sobrevenir dificultades y castigos…La honradez, en relación con la verdad, sembró en mi ánimo una especie de culto por la verdad”.
De esta forma, promovió la ecología mental con las experiencias, sentimientos, valores e ideales que nos dan sentido, felicidad y realización personal. En la comunión solidaria con esta transcendencia y espiritualidad liberadora, con los otros y con los pobres, con las culturas y con esa casa común que es el planeta. La ecología social en la solidaridad con los otros, el bien común universal, la paz y la justicia social-global con los pobres de la tierra, con la defensa de la dignidad y los derechos humanos. La ecología ambiental con el cuidado y defensa de esa casa común que es el planeta, con la hermana tierra para una desarrollo sostenible e inter-generacional. Como se observa, L. Proaño manifiesta una crítica a la colonización cultural, social, política y económica que impone la dominación, opresión e injusticia sobre los pueblos y sobre la naturaleza. Esa razón tecnocrática, mercantilista, competitiva e instrumental que empobrece y excluye a los otros, a las culturas y pueblos.
Por ello, nos transmite toda una ecología de saberes: “cuanto he vivido y he aprendido, no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo. Sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y, particularmente, los indígenas del Ecuador y de América Latina. Considerados en Puebla como los más pobres entre los pobres. Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una sociedad, que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista”
En la línea de P. Friere y de la pedagogía crítica-liberadora, Proaño desarrolló toda una una cultura y educación popular, conscientizadora y ética-política para el conocimiento transformador de la realidad, del mundo e historia. En el que las personas, los pueblos y los pobres con sus virtudes y valores fueran los sujetos protagonistas de sus procesos educativos, culturales y sociales. Para una promoción y liberación integral. “Lo que llamamos pueblo, quizá es ahora en buena parte masa, multitud. Nosotros tenemos que contribuir a que el pueblo sea realmente pueblo, para que su conciencia sea cada vez más clara y más crítica. Para que su solidaridad sea cada vez más fuerte, para que su compromiso sea cada vez más decidido…Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Veo la necesidad de crear conciencia, también en las organizaciones populares urbanas, de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena. De modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias”.
Todavía más, Proaño propició una cultura para la fraternidad universal, una solidaridad mundial y una justicia global e internacional con todos los pueblos y los pobres de la tierra. Más allá de toda frontera, barrera y nación o patria. Frente a todo imperialismo colonizador que quiere dominar, expoliar y empobrecer a los pueblos. Con un diálogo y encuentro inter-cultural e inter-religioso. En donde se respetaran y acogieran todo lo bueno, bello y verdadero de los otros, de las diversas culturas, espiritualidades y religiones o religiosidades populares. Frente a todo fundamentalismo, sectarismo e integrismo del tipo que sea. En esta línea, hizo una crítica y desligitoimaación profunda al capitalismo que en su misma entraña es inhumano, injusto e idolátrico. Ya que pone a las cosas sobre los seres humanos, a la mercancía, mercado y capital (beneficio) por encima de las personas, de los pueblos y de los pobres
Con sus mismas palabras, “el capitalismo es frío, como es frío todo lo que es metálico. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos, en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, devoran hombres y pueblos. Es frío, no tiene corazón. Nuestro país, como tantos otros países de América Latina, ha caído, desde mucho tiempo atrás, en las garras de este monstruo. Dependemos de él de múltiples maneras. Somos su juguete. Nos hace pensar como él piensa. Nos hace actuar como él quiere… Pero el monstruo del capitalismo no habita sólo en el extranjero, en los países llamados desarrollados, en Estados Unidos y Europa: habita también dentro de los países latinoamericanos; dentro de nuestro propio país. Esa raíz gruesa y profunda tiene ramificaciones. Ese monstruo tiene tentáculos aquí, dentro de nosotros”.
Tal como se observa, en la línea del movimiento obrero y de un pensamiento auténticamente crítico, Proaño vio que el problema no es solo el sistema económico-político del capitalismo. Sino el hombre capitalista, el burgués de la vida del lujo y la riqueza-ser rico, que se retroalimenta con él. De ahí que, con su vida y compromiso, Proaño testimonió una auténtica solidaridad humana, ecológica y del buen vivir. Con una existencia austera, sobria y del decrecimiento en la pobreza solidaria que comparte la vida, los bienes y las luchas liberadoras por la justicia con los pobres y con la naturaleza. En oposición al egoísmo e individualismo insolidario y posesivo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, de la propiedad y del poder, del capital, mercado y del tener que se pone por encima de este ser persona fraterna, solidaria y ecológica.
Como afirma Proaño, “ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia existencia. Por esto, he dicho más tarde que no he querido nunca ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendí en ese mismo hogar a amar a los pobres…Ahora digo que también la amistad de los pobres es un don y que también este don viene acompañado de un mensaje. De lo ajeno, ni una aguja. Esta es una frase que se repetía mucho en el seno de mi pequeña familia y que tenía que ver, particularmente, en nuestras relaciones con los demás pobres. Así, el respeto a los bienes ajenos y al derecho que tiene toda persona a la verdad imprimieron en mí uno de los rasgos característicos de mi personalidad, para toda la vida…”
Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos.
Efectivamente, el que fuera Obispo de Riobamba, desde su humanismo espiritual e integral con una espiritualidad liberadora, nos ha dejado todo un legado que anticipó y desarrolló todo este buen vivir con esta ecología integral. L. Proaño es paradigma de una ecología espiritual, una espiritualidad honrada, real y trascendente en la búsqueda de la verdad, del bien y de la belleza; frente a la mentira, el mal, injusticia y la destrucción. Como afirmaba Proaño, “no debía decir mentiras por nada de este mundo, aunque por decir la verdad pudiera sobrevenir dificultades y castigos…La honradez, en relación con la verdad, sembró en mi ánimo una especie de culto por la verdad”.
De esta forma, promovió la ecología mental con las experiencias, sentimientos, valores e ideales que nos dan sentido, felicidad y realización personal. En la comunión solidaria con esta transcendencia y espiritualidad liberadora, con los otros y con los pobres, con las culturas y con esa casa común que es el planeta. La ecología social en la solidaridad con los otros, el bien común universal, la paz y la justicia social-global con los pobres de la tierra, con la defensa de la dignidad y los derechos humanos. La ecología ambiental con el cuidado y defensa de esa casa común que es el planeta, con la hermana tierra para una desarrollo sostenible e inter-generacional. Como se observa, L. Proaño manifiesta una crítica a la colonización cultural, social, política y económica que impone la dominación, opresión e injusticia sobre los pueblos y sobre la naturaleza. Esa razón tecnocrática, mercantilista, competitiva e instrumental que empobrece y excluye a los otros, a las culturas y pueblos.
Por ello, nos transmite toda una ecología de saberes: “cuanto he vivido y he aprendido, no ha sido extraído de las aulas universitarias de mi país o de algún otro país del mundo. Sino de la cantera del pueblo, porque mi Universidad ha sido el pueblo y mis mejores maestros han sido los pobres en general y, particularmente, los indígenas del Ecuador y de América Latina. Considerados en Puebla como los más pobres entre los pobres. Estoy convencido de que los indígenas conservan valores extraordinarios. Si se logra tomar conciencia de ellos, expresarlos en la vida práctica y organizada, esos valores están llamados a redimir a una sociedad, que se vuelve cada día más individualista y más conflictiva. Pienso que, inclusive, un esfuerzo de este tipo puede contribuir a la redención del mundo occidentalizado y capitalista”
En la línea de P. Friere y de la pedagogía crítica-liberadora, Proaño desarrolló toda una una cultura y educación popular, conscientizadora y ética-política para el conocimiento transformador de la realidad, del mundo e historia. En el que las personas, los pueblos y los pobres con sus virtudes y valores fueran los sujetos protagonistas de sus procesos educativos, culturales y sociales. Para una promoción y liberación integral. “Lo que llamamos pueblo, quizá es ahora en buena parte masa, multitud. Nosotros tenemos que contribuir a que el pueblo sea realmente pueblo, para que su conciencia sea cada vez más clara y más crítica. Para que su solidaridad sea cada vez más fuerte, para que su compromiso sea cada vez más decidido…Por esto, sueño en la posibilidad de una sociedad nueva. Veo la necesidad de crear conciencia, también en las organizaciones populares urbanas, de la necesidad de una práctica económica, educativa y política que sea convergente con el caminar del movimiento indígena. De modo que no se produzcan competencias y conflictos, sino más bien colaboraciones complementarias”.
Todavía más, Proaño propició una cultura para la fraternidad universal, una solidaridad mundial y una justicia global e internacional con todos los pueblos y los pobres de la tierra. Más allá de toda frontera, barrera y nación o patria. Frente a todo imperialismo colonizador que quiere dominar, expoliar y empobrecer a los pueblos. Con un diálogo y encuentro inter-cultural e inter-religioso. En donde se respetaran y acogieran todo lo bueno, bello y verdadero de los otros, de las diversas culturas, espiritualidades y religiones o religiosidades populares. Frente a todo fundamentalismo, sectarismo e integrismo del tipo que sea. En esta línea, hizo una crítica y desligitoimaación profunda al capitalismo que en su misma entraña es inhumano, injusto e idolátrico. Ya que pone a las cosas sobre los seres humanos, a la mercancía, mercado y capital (beneficio) por encima de las personas, de los pueblos y de los pobres
Con sus mismas palabras, “el capitalismo es frío, como es frío todo lo que es metálico. No le importan los hombres ni los pueblos. Le importan las ganancias. Y solamente le importan los hombres y los pueblos, en la medida en que éstos le proporcionan ganancias. Para poder devorar ganancias, devoran hombres y pueblos. Es frío, no tiene corazón. Nuestro país, como tantos otros países de América Latina, ha caído, desde mucho tiempo atrás, en las garras de este monstruo. Dependemos de él de múltiples maneras. Somos su juguete. Nos hace pensar como él piensa. Nos hace actuar como él quiere… Pero el monstruo del capitalismo no habita sólo en el extranjero, en los países llamados desarrollados, en Estados Unidos y Europa: habita también dentro de los países latinoamericanos; dentro de nuestro propio país. Esa raíz gruesa y profunda tiene ramificaciones. Ese monstruo tiene tentáculos aquí, dentro de nosotros”.
Tal como se observa, en la línea del movimiento obrero y de un pensamiento auténticamente crítico, Proaño vio que el problema no es solo el sistema económico-político del capitalismo. Sino el hombre capitalista, el burgués de la vida del lujo y la riqueza-ser rico, que se retroalimenta con él. De ahí que, con su vida y compromiso, Proaño testimonió una auténtica solidaridad humana, ecológica y del buen vivir. Con una existencia austera, sobria y del decrecimiento en la pobreza solidaria que comparte la vida, los bienes y las luchas liberadoras por la justicia con los pobres y con la naturaleza. En oposición al egoísmo e individualismo insolidario y posesivo con sus ídolos de la riqueza-ser rico, de la propiedad y del poder, del capital, mercado y del tener que se pone por encima de este ser persona fraterna, solidaria y ecológica.
Como afirma Proaño, “ese amor y respeto a los pobres, particularmente a los indígenas, llegó a formar parte de mi propia existencia. Por esto, he dicho más tarde que no he querido nunca ser traidor a los pobres, pues nací en un hogar pobre y aprendí en ese mismo hogar a amar a los pobres…Ahora digo que también la amistad de los pobres es un don y que también este don viene acompañado de un mensaje. De lo ajeno, ni una aguja. Esta es una frase que se repetía mucho en el seno de mi pequeña familia y que tenía que ver, particularmente, en nuestras relaciones con los demás pobres. Así, el respeto a los bienes ajenos y al derecho que tiene toda persona a la verdad imprimieron en mí uno de los rasgos característicos de mi personalidad, para toda la vida…”
Ph. D. Agustín Ortega (España) es Trabajador Social y Doctor en Ciencias Sociales (Dpto. de Psicología y Sociología). Asimismo ha realizado los Estudios de Filosofía y Teología, Doctor en Humanidades y Teología. Profesor e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador y, actualmente, de la UNAE (Universidad Nacional de Educación) así como invitado en diversas universidades latinoamericanas. Autor de diversas publicaciones, libros y artículos.
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com
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