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martes, 28 de noviembre de 2017

El papel de la mujer en los procesos de transformación social November 25, 2017 |

Por ABP ecuador

Procesos organizativos incluyentes, lo que significa constituirse en el actor que cohesione y promueva la unidad de las diversas luchas sociales


“Por un mundo donde seamos socialmente iguales,
humanamente diferentes y totalmente libres”
Rosa Luxemburgo
Tamara Moncada / ABP Ecuador
El 25 de noviembre de 1960 son asesinadas las hermanas Patria, Minerva y María Teresa Mirabal[1], militantes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio[2], la orden de su asesinato fue dada por el dictador Rafael Leónidas Trujillo, Generalísimo y Jefe de Estado de la República Dominicana, puesto que su activismo político era visto como un peligro para la continuidad de la dictadura dominica. Su asesinato fue parte de los crímenes políticos del régimen trujillista y fue difundido como un trágico “accidente”, la intención del régimen por acabar con “Las mariposas” estaba encaminado a pretender apagar las acciones emprendidas por los grupos rebeldes del país; sin embargo, la desaparición física de las hermanas Mirabal constituyó el inicio del fin de la dictadura.
La lucha de las hermanas Mirabal por derrocar la dictadura y aportar en la construcción de una sociedad que garantice iguales oportunidades para todas las personas, ha sido invisibilizada en el transcurso de la historia, situación que se produce como consecuencia de estructuras sociales jerárquicas, en donde el hombre se desarrolla en el ámbito público y la participación de la mujer se limita al ámbito privado.
Al igual que con las hermanas Mirabal, la presencia y participación de las mujeres en las luchas sociales ha sido mermada y, en algunos casos, la historia les ha otorgado un papel minúsculo dentro de los procesos de transformación. Al respecto, se puede mencionar innumerables casos, sin embargo, uno de ellos es el de Manuela Sáenz, quien a pesar de haber tenido un rol protagónico en las luchas independentistas, primordialmente, es conocida por la relación sentimental que mantuvo con Simón Bolívar.
En dicho proceso, el rol de la mujer se enmarcaba, principalmente, en la realización de tareas como confección de uniformes, acompañantes de ejércitos y, en el caso de las mujeres pertenecientes a la clase alta incluso llegaron a ejercer de enfermeras y espías, en razón de que tuvieron la oportunidad de contar con un mayor acceso al conocimiento. En este contexto, las mujeres de la época optaron por adoptar como seudónimos nombres masculinos a fin de participar activamente en las batallas emprendidas, como sucedió con Nicolaza Jurado (Manuel Jurado), Gertrudis Espalza (Manuel Espalza) e Inés Jiménez (Manuel Jiménez).
La vinculación de estas mujeres en las luchas independentistas daría la pauta para cuestionar el papel de la mujer durante la época colonial y, además, sienta las bases sobre la importancia de establecer nuevas relaciones sociales en el nuevo orden establecido tras la independencia. (Triviño Anzola, 2007) A pesar de ello, la situación de la mujer no mejoró pues, si bien es cierto se produce una transformación social, la realidad de quienes eran subyugados no se transforma dentro de este nuevo contexto, por el contrario, se mantienen estructuras jerárquicas de poder y dominación.
Posteriormente, para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX surge el movimiento sufragista, éste es promovido por las mujeres de clase media que tenían una ideología cercana al liberalismo y que se caracterizó, principalmente, por impulsar el derecho al sufragio femenino, aunque también fue un movimiento reformista social, económico y político.
En razón de que la sociedad industrial no significó una transformación real para la situación económica, política y social de las mujeres, puesto que las condiciones de explotación eran superiores a las de los hombres; por ejemplo, la apertura para la inclusión de las mujeres en el trabajo de las fábricas, estaba en función de contar con mano de obra barata y, además, menos calificada, considerando que no se permitía su acceso a áreas profesionales, ni a la educación superior. Por tanto, el movimiento feminista demandaba la igualdad de derechos en relación con los hombres en torno a la igualdad ante la ley -legalización del divorcio-, igualdad en la enseñanza –acceso a la educación superior-, igualdad laboral –igualdad salarial-, entre otros aspectos.
En el Ecuador, la revolución liberal amplió los derechos para los sectores excluidos de la sociedad constituidos, sobretodo, por mujeres, indígenas, afro ecuatorianos, entre otros; sin embargo, las transformaciones planteadas por Eloy Alfaro no fueron ejecutadas puesto que la exclusión y restricción de derechos no se implementó, por tanto, aún era restringido el acceso a ámbitos como el laboral y educativo. En el caso de las mujeres ecuatorianas es en 1924 cuando Matilde Hidalgo de Procel[3] se convierte en la primera mujer en ejercer su derecho al sufragio y acceder a la educación universitaria.¡
Para la década del setenta, la presencia de dictaduras militares, sumado a la influencia de la revolución cubana, se constituyen en referentes en la región  para el surgimiento de movimientos políticos militares que luchaban por la construcción de una sociedad que garantice y amplíe derechos para los sectores explotados; en este sentido, la vinculación de las mujeres a dichos movimientos constituye un aporte para la construcción de relaciones sociales equitativas, sin que ello implique que dentro de estos movimientos no hayan tenido que enfrentarse a
[…] relaciones tradicionales de dominio y subordinación dentro del ámbito privado e íntimo (por ejemplo en relación a la maternidad) y/o en la división sexual de la militancia y ausencia o poca presencia de ellas en los comandos centrales. De esta manera, la participación de las mujeres en guerrillas y organizaciones político-militares no representó ni ha representado la total y profunda transformación de las relaciones de género al interior de estos grupos. (Jiménez, 2016)
Llegado a este punto, es menester mencionar que la breve aproximación histórica sobre la participación y vinculación de las mujeres a los procesos de transformación social ha pretendido, por un lado, la visibilización de las mujeres y el temple que han tenido en la construcción de una sociedad distinta y, por otro lado, reflexionar sobre los logros alcanzados por cientos de mujeres que buscaban la inclusión; adicionalmente, se debe tener en cuenta que toda lucha social responde a un contexto social específico y, en esta medida, los cambios y transformaciones también corresponden al momento histórico que vive la sociedad.
Por otra parte, las luchas y conquistas alcanzadas por las mujeres no han significado la transformación de las relaciones de poder debido a que se mantienen estructuras sociales de poder sostenidas por la naturalización de una pirámide social en la que el hombre se ubica por encima de la mujer, pirámide social en la que, incluso, la mujer que pertenece a determinada clase social, etnia y grupo generacional se encuentra subyugada frente a otra mujer, que en la escala social se considera superior.
En este sentido, debemos preguntarnos cuál es el rol de la mujer, actualmente, en los procesos de transformación social y cuáles deberían ser los objetivos planteados para la construcción de una sociedad incluyente.
Entre paréntesis, Gloria Guzmán e Irantzu Mendia (2009) plantean que a pesar de que “[…] no puede hablarse de un movimiento de mujeres monolítico y totalmente homogéneo sino que conviene destacar su enorme diversidad.”; sin embargo, es posible establecer propuestas reivindicativas comunes, pudiendo señalar, sobretodo, aquellos que están en torno a los derechos sexuales y reproductivos, la violencia contra las mujeres, movimiento de mujeres y anticapitalismo y participación política y reconceptualización democrática; temáticas de vital importancia para poder incluir en las agendas de los Estados problemáticas latentes en la cotidianidad de la mujer.
A pesar de lo anterior, la lucha de las mujeres debe ser entendida, canalizada y concebida a partir de entender que el sistema capitalista, sistema de dominación y explotación, ha posicionado la imagen de la existencia de la superioridad, es decir, quienes son los dueños de los medios de producción sobre quienes no poseen los medios de producción, materializando la dominación del hombre sobre la mujer. En esta medida, las mujeres deben tender a que sus luchas se encaminen a la transformación de estructuras sociales de poder, impuestas en las relaciones de las personas por medio del uso de instrumentos de reproducción ideológica –sistemas educativos, medios de comunicación, religión, entre otros-, es decir, se debe luchar contra el sistema capitalista y, una de sus herramientas de dominación: el patriarcado.
Por lo expuesto, se puede establecer que las mujeres deben tender a:
1.-Procesos organizativos incluyentes, lo que significa constituirse en el actor que cohesione y promueva la unidad de las diversas luchas sociales. Al respecto, la mujer debe propender a la concientización de la importancia de la eliminación del sistema capitalista, el mismo que por naturaleza es un sistema de dominación y explotación al ser humano.
2.-Formación política, el punto anterior necesariamente está vinculado a procesos de formación política, lo que implica el estudio de la realidad de la historia, así como también las propuestas de los principales expositores y expositoras de la propuesta revolucionaria.
3.-Transformación de las relaciones sociales, la participación de la mujer dentro de los movimientos sociales debe estar encaminada a la construcción de relaciones horizontales en los distintos ámbitos; lo dicho implica que las relaciones sociales deben orientarse a considerar al otro y a la otra como igual, entendiendo la diversidad.
En definitiva, actualmente el reto de la mujer dentro de los procesos de transformación social gira en torno del cambio de las relaciones sociales y, principalmente, en función de lograr la construcción de un sistema que trastoque los procesos de dominación en los ámbitos laborales, ideológicos, sociales, políticos, culturales, educativos, económicos y demás aspectos que atraviesan la cotidianidad y desarrollo del ser humano.

[1] Las hermanas Mirabal conocidas como “Las mariposas” fueron luchadoras sociales que levantaron su voz en contra de la dictadura dominicana de Rafael Leónidas Trujillo.
[2] El Movimiento Revolucionario 14 de Junio, también conocido como Agrupación Política 14 de Junio, fue una organización político-militar que se oponía a la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930 – 1961).
[3] Matilde Hidalgo de Procel fue la primera mujer ecuatoriana en alcanzar un doctorado en Medicina, así mismo fue la primera mujer en América Latina que ejerció el derecho al voto en América del Sur y la primera mujer que ocupó cargos de elección popular en el Ecuador. En 1930 fue electa concejala de Machala y en 1941 fue candidata y electa como administradora pública en Loja con el cargo de Diputada Suplente.


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