Por La Retaguardia
La legalización del aborto es un reclamo constante desde el feminismo y el movimiento de mujeres.
Lo advirtió Diana Maffía, Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, en diálogo con Alfredo Grande en el programa Sueños Posibles por La Retaguardia. La filósofa participará este sábado a las 17 en la sala teatral La Clac (Av. de Mayo 1156, CABA) de un panel junto a la sobreviviente de prostitución y militante abolicionista Sonia Sánchez y la actriz Daniela Ruiz. Subversión de género, patriarcados sustentables, sexualidad represora, feminismos de clase, prostitución y trata son algunos de los tópicos sobre los que reflexionarán.
¿Quiénes pedimos por el aborto legal?
“La legalización del aborto es un reclamo constante desde el feminismo y el movimiento de mujeres. Pensemos que los Encuentros Nacionales de Mujeres, que se hacen desde 1986 una vez por año, todos los años reclaman la legalización y la despenalización del aborto. Todos los años en la marcha. Desde hace ya unos diez años, con los pañuelos verdes, que fue una iniciativa de Católicas por el Derecho a Decidir cuando fue el Encuentro en Rosario (en 2003). Los llevaron como signo del reclamo y eso fue tomado luego por todo el movimiento de mujeres y hoy día incluso internacionalmente. El pañuelo verde de la Campaña por el derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito es un emblema de derechos humanos, sexuales y reproductivos. Creo que es una constante”, definió Maffía. “Lo que sí es deslumbrante es cómo de golpe florece ese reclamo y se transforma en una movilización social muchísimo más amplia. El debate legislativo es oportuno, necesario y es el lugar donde debe darse porque es el de la pluralidad política. En la Justicia o el Ejecutivo hay que tomar medidas en relación al aborto pero esas medidas no son frutos de la pluralidad de las opciones electorales que tiene la población. Pero se está debatiendo en todas partes. Donde vayas: en las universidades, en los negocios, en los café, en la calle. En todas partes. Se está discutiendo socialmente en las casas. Las familias, generaciones enteras, chicas que descubren que sus abuelas ya luchaban por el derecho al aborto. Ocurren cierto tipo de cosas que generan una genealogía, una historia de este reclamo, muy valiosa. Atraviesa todas las clases sociales, han querido demostrar que este era un reclamo de clase media y llevar personas en una utilización siniestra”, denunció sobre los argumentos contra la legalización. “Personas de una villa para que reclamen por el derecho a la vida, cuando en realidad hay muchas maneras de reclamarlo, no hay que renunciar por supuesto a ese reclamo. Es un reclamo vital y no es este el país en el que ese derecho ha sido vulnerado sistemáticamente en nombre del derecho a la propiedad, así que claro que es un derecho importante”, consideró.
“El tema son los conflictos de derechos: qué vidas cuentan y hay un movimiento antiderechos que pasea un feto sin útero. Cuando hablamos de aborto estamos hablando de un feto que no tiene sobrevida fuera del útero, si no es una inducción al parto”, puntualizó. “Nos referimos al primer trimestre, es lo que se pide dentro de la ley, y se pasea un feto con un cordón umbilical que no lleva a ninguna parte, desenchufado, sin útero. Es decir, las mujeres no somos registradas como sujetos de derechos. La idea de una vida es la idea de algo que progresa solo, sin que nosotras seamos responsables de esa vida, tengamos alguna incidencia en la continuidad o no de ese embarazo o nuestras vidas se vean o no afectadas por él. Creo que hay mucha verdad en el ambiente, para quien quiera leer el mensaje de lo que está ocurriendo es muy significativo”.
Maternidad y deseo
“Los sectores antiderechos mantienen a la maternidad del lado de la naturaleza y no de la cultura. Hay que pensarlo como un debate que atraviesa a una enorme diversidad de mujeres. Los antiderechos son casi todos varones de la UCA y la Universidad Austral; es decir, dos usinas masculinizadas de imposición sobre el resto de la sociedad de sus condiciones dogmáticas. También las feministas hacemos patriarcados sustentables cuando nos conformamos con una cierta comodidad, un estándar mínimo que no cambia radicalmente las cosas”, advirtió.
Beneficios secundarios
“También ahí hay una sustentabilidad. Hay un espejismo del progreso de las mujeres que encubre el sostén de todo el sistema. Como cuando decimos: ‘hay más mujeres gerentes de empresas multinacionales’. Bueno, pero yo quiero que haya otro sistema económico, no que haya más mujeres en empresas multinacionales que concentren el capital. Hay que estar muy alertas. El patriarcado se sostiene con pequeñas donaciones a las mujeres que aceptan y se adaptan al sistema. La reina del hogar, la reina de la belleza. Las que aceptan las reglas de juego tienen chances dentro de ellas de algunos beneficios. Si fuera sólo castigo, todas reaccionaríamos”, analizó sobre los mecanismos del patriarcado al otorgar concesiones que impliquen avances pero no cambios radicales en la sociedad.
Abolicionista sólo en los papeles, no es abolicionista
Maffía se refirió a la legislación argentina en comparación con lo que sucede en la realidad: “Veo la impunidad de la explotación sexual, que es lo que supuestamente el abolicionismo debería combatir. El abolicionismo nos va a decir que el ejercicio de la prostitución no es un delito. Es muy importante, las personas en prostitución no deberían ser perseguidas porque no están cometiendo un delito. Ocurre todo lo contrario: las persiguen. Sobre todo se persigue la prostitución callejera y al hacerlo obligan a las personas a ejercer la prostitución en lugares donde son explotadas a cambio de una supuesta protección. No se persigue la explotación sexual porque en ella participan policías, intendentes, jueces. Eso se ve cuando se desarman las redes de explotación y también las redes de trata, que es un delito federal y diferente. La trata se ha federalizado porque las mujeres son trasladadas de una provincia a otra y no se podía investigar”, explicó.
“El Consejo de la Magistratura acaba de darle una pequeña multa a un juez al que se le había iniciado juicio político por estar en connivencia con los policías que protegían prostíbulos. Uno de estos policías era dueño incluso. El juez conversaba con él, le pedía las chicas para un amigo, protegía su negocio. Cuando se logró demostrar esto, que es enormemente difícil y un trabajo extraordinario de la fiscalía antitrata a cargo de Marcelo Colombo (Protex), hacer una demostración jurídica exige procesos, exige cierto tipo de pruebas, aunque sea evidente a nuestros ojos. Luego de hacer eso e iniciar un juicio político, el Consejo de la Magistratura decidió darle una multa que consiste en el 30 % del sueldo de un mes. Este juez es de la provincia de Santa Cruz. Es bochornoso porque incluso el Estado ha invertido muchísimo en la investigación, en sostener una fiscalía que produzca pruebas. Espero que eso sea apelado y que la Corte haga su trabajo porque Santa Cruz es la provincia de mayor destino de la trata”.
¿Cuándo se trata de trata?
“Hablamos de trata cuando hablamos de inducir mediante engaños a personas a situaciones de explotación laboral o sexual. Las Casitas, por ejemplo, eran terreno fiscal, que cuando Kirchner era gobernador se lo dio a los proxenetas para que construyan los prostíbulos. Cuando Daniel Peralta era gobernador, una jueza muy valiente, Ana Álvarez, hizo allanamientos, descubrió casos de prostitución de menores y trata. Cerró Las Casitas, les hizo un juicio y, como venían las vacaciones de invierno, el gobernador intimó a la jueza a que las abriera rápido porque ‘los empresarios van a tener lucro cesante porque vienen las vacaciones de invierno, que es un momento de mucho trabajo”, citó.
“Lucro cesante, es la expresión de aquello que tenían derecho a ganar y no ganaron, cometiendo un delito que es la explotación de los cuerpos y la sexualidad de esas mujeres. Es insólito. El lenguaje comercial. Los modos en que se están defendiendo los derechos de las personas en prostitución adoptan un lenguaje de mercado: clientes, empresario, servicio. Y en ese lenguaje de mercado, consideran que tener derechos de tipo laboral, sindicalizarse, regular la prostitución es lo que les va a traer más derechos”.
“Y la verdad, es que los derechos corresponden por ser humano, no hay por qué legitimar la explotación sexual ni la depredación sobre la subjetividad para que alguien tenga la posibilidad de reclamar un derecho. Mucho menos enriquecer a los proxenetas, a quienes participan del encubrimiento del proxenetismo y a los sindicalistas. En mi barrio, cuando uno le saca la plata a las mujeres que ejercen la prostitución, eso no se llama sindicalismo sino de otra manera. Sigue vigente la ley de profilaxis, se prohiben los prostíbulos, pero lo prohibido no es controlado y las mujeres y travestis que ejercen la prostitución callejera son empujadas al prostíbulo por el mismo ejecutivo que debería controlar que no existieran”, denunció.
Para Maffía, “el sistema de esclavitud hace que el esclavo no sea humano porque no tiene una voluntad libre. Su acción es llevar adelante aquella acción que el amo le indica. La voluntad del amo rige el cuerpo del amo y el cuerpo del esclavo. La sexualidad de una persona en prostitución no es la que quiere tener, sino la que quien la contrata le dice que debe llevar adelante de acuerdo con la voluntad del cliente o del prostituyente. Esta persona no está ejerciendo libremente su voluntad sexual, sino que está siendo la extensión de la voluntad de quien paga. Recuerdo que Marx decía que un esclavo negro es un hombre negro en un sistema de esclavitud. Decía que cuando vemos un cuerpo negro, interpretamos un cuerpo esclavo, pero lo que hace de ese negro un esclavo es el sistema de esclavitud”, clarificó y agregó:
“Con el proxenetismo pasa lo mismo. Hace dos días presentamos un libro en la Feria del Libro sobre travestis y mujeres trans frente a la Justicia, a los tribunales. Vino Florencia Guimaraes, una dirigente travesti extraordinaria, y contó que se para a esperar el colectivo en La Matanza y pararon dos autos a preguntarle su tarifa. Sólo porque es una travesti. El cuerpo travesti o trans es interpretado inmediatamente como un cuerpo en un sistema de esclavitud sexual porque hay un sistema de esclavitud sexual, de otra manera no podría ser interpretado de ese modo”.
En este sentido, se refirió también a la esclavitud laboral: “El dueño de La Saladita, que ahora está preso, decía: ‘me acusan que yo exploto trabajo esclavo, pero ese nene de cinco años que antes cortaba hilitos, ahora tiene un puesto en La Salada y es su nene el que corta hilitos’. Como si esto legitimara la explotación, es decir que hay tres generaciones de trabajo esclavo legitimadas porque hay progreso dentro del trabajo esclavo. La trata implica un montón de delitos y una cadena de cómplices. El primer eslabón de la cadena, que es la captación, encontrar quién es esa persona vulnerable y persuadirla de ir a un lugar donde va a ser finalmente capturada y luego ablandada y esclavizada, ese primer eslabón tiene que ser alguien de confianza”, advirtió. “Alguien que visualiza la fragilidad de la víctima y que, lejos de toda solidaridad, toda hermandad humana, hace de ella una presa posible y genera una confianza para que esa persona le confíe su vida y poder trasnformarla en una mercancía y un objeto de explotación. Es siniestro”, consideró Maffía. Siempre clara. Para sentarse a leerla o escucharla y aprender. Aunque en algunos temas tengamos que aprender todo de nuevo.
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http://www.laretaguardia.com.ar/2018/05/diana-maffia.html
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