Por Laura L. Ruiz
[Entrevista] La directora y productora Alba Sotorra se acerca a la realidad de las milicianas del YPJ, su revolución feminista de Rojava y su papel decisivo en la derrota con el Daesh.
Al grito de ‘jin jiyan azadi!’ (¡mujeres, vida, libertad!, en kurdo) recibieron a la directora y productora catalana Alba Sotorra en el festival de documentales Hot Docs de Toronto donde presentó su documental ‘Commander Arian’, un film aún inédito que fue grabado entre 2015 y 2017. Un giro inesperado en la vida de la guerrillera protagonista retrasó su finalización, ya que Sotorra decidió volver a Siria y así cambiar el montaje inicial. En contra de lo que podríamos pensar, la directora defiende que aunque resalta el papel de las mujeres que toman las armas para defender, no romantiza la guerra. “La muestro tal y como es”, asegura, convencida de que en el mundo audiovisual hay cabida, forma de financiación y espectadores para las historias sociales como ‘Commander Airan’.
Acabas de volver de Canadá. ¿Cómo ha sido la experiencia de ver tu trabajo con público por primera vez?
Ha sido emocionalmente muy intenso. Además, en Toronto había contactado con la comunidad kurda y les invité a ver la película. Cuando salí a hablar, después de la proyección, me temblaba la voz, pero la comunidad kurda rompió en aplausos y en un ‘jin jiyan azadi!’ (¡mujeres, vida, libertad!) que me emocionó todavía más. Para mi lo más importante es que les haya gustado la película y que la sientan suya. En paralelo a la proyección, y conjuntamente con el comité de Jineology europeo, organizamos una serie de actividades para hablar sobre la revolución de las mujeres en Rojava. También hicimos una videoconferencia con Arian, la protagonista del documental. Creo que logramos generar un alcance amplio y logramos que se hablara de Rojava en muchos sectores.
No es la primera vez que como cineasta y productora te sumerges en el cine más social, activista ¿qué pieza destacarías?
He trabajado el documental y la video-instalación, son dos formatos narrativos que dialogan bien juntos. Mi primer proyecto fue un viaje personal (físico pero también emocional, filosófico y vital), que marcó mi forma de hacer documentales: Miradas Desveladas. Rodé este documental a lo largo de un viaje en autoestop entre Barcelona y Lahore (Pakistán) que duró más de un año y en el que retraté a cinco mujeres de Bosnia, Turquía, Irán, Afganistán y Pakistán que rompían el cliché occidental de la mujer musulmanas: luchadoras, feministas, activistas que a través de su arte conseguían subvertir las rígidas normas patriarcales de las sociedades donde vivían. A la película le acompañó una web que era como un libro de viajes donde hablaba de mis experiencias haciendo autoestop y de la gente que me iba hospedando a lo largo del camino.
¿Hay cabida en el mundo audiovisual para historias personales, con carga social?
Claro, el cine documental está lleno de historias personales con carga social, hay formas de financiarlas y hay un circuito amplio de festivales interesados en proyectarlas. Conseguir que las televisiones se interesen es más complicado, pero no imposible, y es un esfuerzo que merece la pena porque la capacidad de difusión a un público amplio de la televisión no lo tiene, de momento, ningún otro medio.
¿Cómo te empiezas a interesar por la realidad de las mujeres kurdas?
Fue en 2005. Estuve cuatro meses en Estambul junto a una mujer kurda que se dedicaba a defender los derechos de otras mujeres kurdas que habían sido encarceladas por motivos políticos y, en las cárceles, habían sido brutalmente violadas y torturadas. Con 24 años escuché a mujeres narrar en primera persona la historia de como habían quedado embarazadas de sus violadores en la cárcel y habían parido a bebés que eran torturados frente a ellas por los mismos carceleros. En el 2015 ya tenía muy claro lo que se juegan las mujeres kurdas en esta guerra.
“Lo que me interesó de las YPJ era el empoderamiento de la mujer a través de la lucha armada”
¿Cuál era tu idea inicial para hablar sobre la revolución de Rojava?
Al principio lo que me interesó de las YPJ era el empoderamiento de la mujer a través de la lucha armada y cómo arrancaba, desde esa lucha, una revolución feminista. Quería retratar este proceso a través de una misión -la de romper el asedio de Kobane por parte del Estado islámico- y a través de una mujer, heval Arian (la comandante Arian).
¿Por qué en ella y no en otras milicianas?
Arian representa los valores y la fuerza de las mujeres de las YPJ, pero no decidí filmarla a ella solamente por eso. Ella y yo nos conocimos en mi primer viaje y conectamos. A pesar de que su inglés es muy básico y mi kurdo también, con Arian hemos podido comunicarnos más allá de las palabras. Es una cuestión energética, la una confía en la otra. Yo puse mi vida en sus manos y ella puso su imagen en las mías.
Dejas de grabar cuando acaba la misión de Tel Abyad, pero después vuelves al resultar herida Arian.
Sí, eso pasó unos meses después y viajé de nuevo hasta allí para estar con ella, para cuidarla. Al principio no tenía intención de filmar, pues ya tenía el montaje muy avanzado. Pero después de pasar mucho rato junto a ella (estuve con ella más de un mes) sentí que esa parte de su lucha también era importante y decidí seguir filmando hasta que estuviera recuperada. Entonces el proyecto tomó otro camino, maduró. Mostré el empoderamiento, pero también el sacrificio que Arian y muchas otras están haciendo por defender unos ideales feministas, democráticos y ecológicos. No he romantizado la guerra, la he mostrado tal y como la viví. Es muy duro y terriblemente injusto que tantas mujeres tengan que morir por defender su derecho a existir y a ser libres. Y es el deber de todas luchar para que esta realidad cambie.
¿Se podría decir que ‘Commander Arian’ trata de la guerra en Siria, pero tanto o más de la guerra que el mundo mantiene contra las mujeres?
Mi documental retrata la violencia a la que se tiene que enfrentar una mujer que se atreve a imaginar un mundo mejor, que decide no ser sumisa ni aceptar las normas del juego. Ser libre tiene un coste muy alto para todas, pero para algunas, es la única opción.
Cuando grabas el documental, la batalla de Kobane genera mucho interés mediático. Casi el contrario del que ha generado la invasión de Afrín, lugar del que procede la protagonista de tu documental además.
Sí, es una desgracia que los medios hayan dado la espalda a Afrin. Un miembro de la OTAN bombardeando población civil como Turquía asesinando a civiles, a voluntarios internacionales, a mujeres y hombres de las YPJ y las YPG y toda la comunidad internacional callada. Es repugnante. A pesar de que Afrin sucedió cuando ya había terminado nuestro rodaje, he hecho lo posible para denunciar lo que pasó en la película. Al inicio del documental aparece una dedicatoria a Anna Campbell, asesinada por un bombardeo turco en Afrin. Anna era muy amiga mía, siento un dolor que me ahoga cuando pienso en ella. También, al final, sale un cartel explicando que Arian trabajaba en el hospital de Afrin hasta que este fue bombardeado por el ejército turco y ella tuvo oportunidad de hablar de ello en la videoconferencia de Toronto.
Pese a rodar en plena ofensiva militar y bajo el estruendo de las bombas, hay tiempo para hablar del amor.
“Luchamos para que la gente pueda vivir con su cultura y sus derechos. Todos juntos, en una Siria democrática”
Si, Arian hace una reflexión muy interesante en la que dice literalmente esto: “Para demostrar tu amor, te tienes que sacrificar. El amor no consiste solo en cosas sencillas como conocer a alguien y casarse. Si la tierra sobre la que construyo mi casa está amenazada, ¿cómo voy a proteger ese amor? Luchamos para que la gente pueda vivir con su cultura y sus derechos. Todos juntos, en una Siria democrática. Los hombres y las mujeres, juntos y en igualdad. Por todo eso necesito luchar. Para liberarme a mí misma. Para liberar mis pensamientos, mi sociedad y mi género. Y para no volverme débil, pase lo que pase. Si me vuelvo débil, todas lo hacemos.”
Rojava es la primera revolución con la mujer verdaderamente en el centro, ¿querías formar parte de ella de una u otra forma con este documental?
Sí claro, ¡qué feminista no quisiera hacerlo! Creo que las compañeras que no están participando de alguna manera es porque todavía no han entendido que la revolución de Rojava es la revolución de todas.
Las YPJ llamaron la atención en Occidente por la imagen que muchas veces se hizo de ella, de mujeres atractivas armadas. ¿Poco más de su mensaje ha llegado?
Creo que esta imagen sexy de mujeres con armas se explotó al principio pero después se han hecho y se están haciendo muchos trabajos potentes sobre ellas. Hay muchas periodistas, cineastas, escritoras que han profundizado sobre el tema y entienden el contenido político, filosófico y social que hay detrás de esa imagen. Ojalá todas nos demos cuenta de lo importante que es apoyarlas.
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com
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