RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

domingo, 25 de octubre de 2015

El papel de los hombres en la lucha feminista

Por Macarena Neva


“Debemos evitar apropiarnos de la lucha relativa a las cuestiones de género. Siempre debemos ser conscientes de ello. La tentación existe debido a la tendencia dominante de los hombres. Debemos mantenernos vigilantes y recordar que ésta es una lucha que tienen que liderar las mujeres”. M. Botha.


igualdad
Debemos evitar apropiarnos de la lucha relativa a las cuestiones de género. Siempre debemos ser conscientes de ello. La tentación existe debido a la tendencia dominante de los hombres. Debemos mantenernos vigilantes y recordar que ésta es una lucha que tienen que liderar las mujeres”. Mbuyiselo Botha, Foro de hombres sudafricanos
Aunque el movimiento de hombres por la igualdad surgió en los años 70 en los países nórdicos, en España no es hasta los años 80 que se empieza a visibilizar este movimiento cuya entrada en escena ha provocado diferentes reacciones. Según señala Luís Bonino: son acusados por otros hombres de promover la cultura del hombre “blando”, emprender cruzadas junto al feminismo contra la masculinidad, promover el culto a la emocióne impulsar el fracaso masculino”. Tampoco gozan de la confianza de algunas mujeres feministas que lo ven como unos “infiltrados” dentro del movimiento, dudando de sus intenciones al creer que en realidad les motiva un deseo de seguir manteniendo cuotas de poder, ahora dentro de un marco más igualitario.
Todo esto genera un debate que podría definirse en los siguientes términos: Parece obvio y evidente que las mujeres por sí solas no pueden conseguir todos los profundos cambios sociales que requiere la construcción de un mundo igualitario, se precisa para ello de manera inevitable la participación activa de los hombres pero… ¿Cuál es el papel de los hombres en la lucha feminista? ¿Deben hacerlo integrados dentro de los movimientos feministas liderados por mujeres o deben hacerlo desde fuera?
Quizás para ayudar a responder a la pregunta, sería bueno recordar QUÉ es el patriarcado, a QUIÉN (o quienes) afecta, y CÓMO combatirlo.
Gerda Lerner (1986) define el patriarcado como: “la manifestación e institucionalización del dominio masculino sobre las mujeres y niños/as de la familia y la ampliación de ese dominio sobre las mujeres en la sociedad en general”. Se trata de un orden culturalmente establecido que otorga poder y privilegios a los hombres discriminando de esta forma a las mujeres. Las maneras en que el patriarcado se manifiesta son distintas para distintas sociedades y van cambiando a lo largo de la historia. Estas podrían ser algunas de las características con las que se presentan en la actualidad y que nos podrían ayudar a definirlo. En el Patriarcado, las mujeres:
1- Carecen de autonomía económica debido a que sus ingresos, o no existen, o son bajos al realizar trabajos precarios, inestables o a tiempo parcial. Para las mujeres se reservan los puestos de «bajo perfil» o de «perfil asistencial»
2- Cargan con todo o a la mayor parte del trabajo no remunerado (trabajo doméstico y cuidado de personas).
3- Tienen expectativas más bajas en el mundo laboral al entenderse que son ellas las que deben asumir el cuidado de hijos e hijas y del hogar.
4- Quedan fuera (o son minoría) de los altos cargos y de toma de decisiones, tanto en empresas privadas como en instituciones públicas.
5- Sufren violencia tanto dentro como fuera del espacio doméstico (violaciones, ablaciones, asesinatos, trata de blanca, acoso).
6- Son moldeadas bajo un patrón cultural impregnado de valores tales como: sensibilidad, ternura, belleza, debilidad, pasividad… lo que les lleva a crear relaciones de dependencia y sumisión hacia el hombre.
El sistema patriarcal asegura la transmisión de este orden desigual de generación en generación a través de usos, costumbres, tradiciones, normas familiares, prejuicios y hábitos sociales que aprendemos a través de un sutil pero eficaz proceso de socialización.
Esta situación hace nacer entre las mujeres un sentimiento de pertenencia a un grupo social discriminado que las lleva a movilizarse para luchar contra este gran gigante opresor que es el patriarcado, una lucha en la que asumen de manera responsable un papel protagonista, como protagonistas han sido y lo son todos los colectivos oprimidos, humillados, vejados y sometidos. Del mismo modo que son los homosexuales los que lideran la lucha contra la homofobia o la raza negra contra el racismo, puesto que es dentro del mismo seno de cualquier colectivo discriminado de donde nacen sus protagonistas, quienes tienen la autoridad moral para liderar su lucha y decidir la forma y el modo en que quieren ser liberadas.
En este contexto reivindicativo se reconoce el papel primordial y necesario del hombre como compañero de lucha. Sin embargo debe ser entendido que se trata de un papel de acompañamiento, solidaridad, apoyo y complicidad que le permita reconocer siempre el papel protagonista de las mujeres y cuyo papel activo consiste en asumir y propagar un discurso que llegue al corazón de otros hombresDice Rubén Sánchez, psicólogo, formador y activista feminista: “La lucha feminista debe estar dirigida por las mujeres, y yo sólo me empecé a denominar feminista cuando mis compañeras me reconocían de este modo”. O como diría Alexander Ceciliasson cuando hace referencia al papel de los hombres en la lucha feminista: “…Uno, retroceder y callarnos y, dos, hablar con otros hombres”.
En este sentido se podría esperar de ellos que:
-Rechacen todo tipo de violencia que sufren las mujeres y solidarizarse con sus víctimas.
La alianza de los hombres con los grupos que se oponen a la violencia contra la mujer reviste una importancia crucial y constituye una demostración patente y práctica del interés común entre hombres y mujeres por detener la violencia”. Michael Flood.
Se posicionen públicamente contra la discriminación histórica que han ejercido los hombres sobre las mujeres.
“… nuestra liberación como hombres sudafricanos negros es inseparable de la liberación total de las mujeres en este país. Resultaría hipócrita hablar de la liberación cuando sabemos que una gran parte de la sociedad sigue estando sometida” Mbuyiselo Botha, del Foro de hombres Sudafricanos
-Apoyen las reivindicaciones de las mujeres a favor de sus derechos personales, laborales, sociales y políticos.
Compañeras, no habrá revolución verdadera hasta que no se libere a la mujer”. Thomas Sankara. Presidente de Burkina Faso (1983-1987)
-Reconozcan al sistema patriarcal como un sistema opresor que discrimina a las mujeres y favorece a los hombres.
Lo que los hombres necesitamos hacer no es centrarnos en el hecho de que las mujeres tienen menos posibilidades, sino en el hecho de que nosotros tenemos más. Tenemos tantas posibilidades que tenemos extraposibilidades. Hemos conseguido demasiadas posibilidades a través de robárselas a otras personas.” (Alexander Ceciliasson).
El sistema patriarcal, no sólo afecta a las mujeres, sino que, aunque de distinta manera, y en menor intensidad, afecta también a los hombres, en tanto que son muchos los que no se identifican con el modelo estereotipado, cerrado y encorsetado que propaga el patriarcado respecto a cómo deben comportarse dentro de este sistema opresor o las expectativas que de ellos se espera en el ejercicio de su masculinidad, basado en los valores de poder, fuerza, valentía, atrevimiento, exigencia, competencia, rivalidad e imposición. Un modelo este de persona en el que lo afectivo-emocional está devaluado y donde lo político-social sobredimensionado.
Nos encontramos pues con un colectivo de hombres que reaccionan ante el efecto pernicioso que el patriarcado ejerce también sobre ellos, y la discriminación que sufren al no reconocerse en el modelo de hombre tradicional establecido. Hombres unidos por una causa común: La construcción de nuevas masculinidades, lucha en la que ellos, y ahora sí, son sus primeros y únicos protagonistas, dado que es en ellos donde radica la voluntad de transformación.
El papel responsable que se espera de los hombres en este sentido es el de comprometerse de manera activa, rompiendo con el modelo tradicional masculino y construyendo nuevos valores y referentes de masculinidad, positivos, respetuosos, solidarios, igualitarios y más libres, asumiendo esta tarea de manera individual y colectiva. Es prioritario tomar conciencia de que el modelo masculino basado en la superioridad, el desafecto, la represión de las emociones, la imposición de la fuerza, la competencia y la violencia, deshumaniza y empobrece a los hombres al tiempo que subordina y discrimina a las mujeres. Un compromiso que les lleve a no reproducir el sexismo en sus vidas, que pase por la de-construcción del hombre patriarcal dominante y la transformación en otro modelo social más justo e igualitario.
De manera que, respondiendo a la pregunta de la que partíamos, y a modo de conclusión podríamos decir que el papel de los hombres en la lucha feminista es vital y primordial, sin su colaboración es del todo imposible alcanzar la meta de un mundo igualitario. Esta contribución a la causa feminista vendría definida, de un lado, por el trabajo cómplice codo a codo en el seno de organizaciones lideradas por mujeres dando muestras de apoyo, dando aliento, acompañando, secundando y denunciando al sistema patriarcal como origen de todos las formas de discriminación que viven las mujeres, y colaborar, implicándose, en la tarea de su visibilización y empoderamiento. Al mismo tiempo, y de manera simultánea, se precisa de un trabajo activo en el seno de organizaciones de hombres donde protagonizar y liderar un compromiso individual y colectivo encaminado a la construcción de nuevas masculinidades definidas por los valores universales de justicia, solidaridad, dialogo, colaboración, tolerancia, comprensión, ternura, cariño y todos aquellos que permitan a mujeres y hombres disfrutar de los mismos derechos y ejercer las mismas obligaciones. Crear un espacio de debate y reflexión interna encaminada a encontrar las maneras y modos de contribuir a la tarea igualitaria tal y como llevan haciendo las mujeres desde tiempo inmemorial.
Si, y solo si, esto es así, COMPAÑERO, NO NOS MIRES, ÚNETE.

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