Hace un tiempo publicaba esto en una red social:
-Lo hiciste enojar por eso te gritó.
-No sólo hay que ser sino parecer.
-¿Así vas a ir vestida? Es un poco corto, tené cuidado.
-¡Con esos planteos de minita te vas a quedar sola, loca!
-Hay que darle la razón así siente que lo admirás, aunque te diga boludeces.
-¿Vos no tenés a nadie que te haga o por qué estás tan nerviosa?
-No lo molestes, está trabajando para darte todo.
-No lo desafíes, a los hombres eso no les gusta.
-Hacés cosas de hombres vos, ¿qué te pasa?
A mí también me dijeron algo como esto alguna vez... y seguramente yo dije muchas cosas como éstas que están dentro de mi construcción de género y no quiero repetir.
Detectemos nuestras ideas erróneas y contribuyamos todos a erradicar el machismo y la violencia.
Estamos hablando de salud mental cuando podemos hacernos preguntas sobre consignas que nos han atravesado desde que tenemos memoria, verdades que nos atraviesan el cuerpo. No tiene que ver con demandar o exigir nada, tiene que ver con darnos cuenta lo que nos pasa y cómo lo estamos transmitiendo (sin darnos cuenta) a las siguientes generaciones.
Tanto hombres como mujeres estamos siendo atravesados todo el tiempo por estereotipos de género, eso es lo que denominamos “micromachismos”, pequeñas cuotas del machismo que (tanto a hombres como a mujeres) nos condicionan para hacer lo que queremos.
Están en todos lados, desde un color de ropa, lo que tomamos, lo que comemos, el tipo de ropa que usamos, la música que escuchamos, en todo. Tanto hombres como mujeres estamos condicionados, lamentablemente a las mujeres nos toca la peor parte, que es sufrir en el cuerpo el extremo de la violencia machista, el macromachismo: el golpe, la herida, la violación, el asesinato,
la violencia obstétrica, la violencia verbal, la violencia sexual, etcétera, etcétera.
Si nos creemos exentos del machismo porque, siendo mujeres, no nos pegaron nunca o porque, siendo hombres, no le pegaron nunca a una mujer; volvamos a pensar, volvamos a preguntarnos: ¿qué hago porque lo hacen las mujeres y yo soy hombre? ¿qué no hago porque es de mujer y no quiero que se burlen? ¿cuántas veces he utilizado términos como “mujercita” para burlarme de un hombre? ¿cuántas veces se me ha exigido o coartado el hacer algo sólo por ser mujer? ¿cuántas veces se ha festejado que un hombre beba o coma de más y se ha condenado a una mujer por lo mismo? ¿y el número de parejas sexuales? ¿cuánta diferencia hay socialmente si es un sexo o el
otro? ¿cuánto comportamiento errático se espera de la mujer dentro de la pareja? ¿cuánto se coartan las expresiones de amor y ternura en el hombre desde niños? ¿y el comportamiento de la madre y del padre, es realmente tan diferente?
Estas preguntas son sólo para iniciar una conciencia, pues si no hablamos de estos temas seguiremos siendo víctimas de estereotipos que nos quitan libertad. En el marco de lo que está sucediendo en todos lados con la violencia de género enfatizo: salud mental es, ante todo, pensar, problematizar y preguntarse…
Lic. Cynthia Medina
MP 282
cynthimedina.cm@gmail.com
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