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miércoles, 26 de julio de 2017

Ser mujer negra

Hace 25 años, en el marco de un encuentro de mujeres negras de 32 países de la región, se definió el 25 de julio como el Día de las Mujeres Afrodescendientes, fecha que se incluye en el calendario de reivindicaciones de los derechos humanos, se utiliza para visibilizar las condiciones en las que viven aún las mujeres negras y se constituye un recordatorio de las tareas pendientes de los estados para eliminar la discriminación que se ensaña con este grupo poblacional en nuestra región, por estar constituido por mujeres, negras y pobres.



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De manera poética y a la vez cruda, Victoria Santa Cruz, en su poema “Me gritaron negra”, hace una relación de las connotaciones sociales y culturales que tiene ser negra en nuestras sociedades. Si bien se han producido importantes avances normativos que se traducen en el reconocimiento formal de sus derechos, la lucha contra el racismo, la violencia y la pobreza son desafíos fundamentales para las mujeres afrodescendientes, ya que en sus cuerpos se expresa la discriminación de género, étnico-racial y de clase. Las mujeres afrodescendientes tienen los índices más altos de pobreza, su participación en el mercado laboral se encuentra en áreas de mayor precariedad, en el servicio doméstico, como obreras, trabajadoras agrícolas, artesanas, percibiendo menores ingresos que sus pares blancas.

Alrededor de 75 millones mujeres afrodescendientes viven en América Latina. En Bolivia, el Censo registró 11 mil mujeres (47 por ciento de la población afroboliviana). Sin embargo, se insiste en que una tarea pendiente es lograr, con mayor seguridad y fidelidad, reflejar la presencia de población afro y reconocer su contribución a la riqueza económica y de diversidad cultural, en los sistemas estadísticos de nuestros países.

Escasos esfuerzos se han realizado para atender las necesidades específicas de las mujeres afrodescendientes y combatir la discriminación que viven. Más allá de normas, reconocimientos a su cultura, celebración de días especiales y anécdotas históricas que acompañan al pueblo afroboliviano, es un enorme desafío luchar contra los prejuicios negativos arraigados en nuestra sociedad, en relación a las mujeres negras, que las exponen a situaciones de mayor violencia, particularmente la sexual. Finalmente, luchar contra la discriminación es responsabilidad de todas y todos, no solo de la población que la sufre.

POR: MÓNICA NOVILLO G. FEMINISTA Y COMUNICADORA SOCIAL 
MONICANOVILLO@YAHOO.COM

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