De manera poética y a la vez cruda, Victoria Santa Cruz, en su poema “Me gritaron negra”, hace una relación de las connotaciones sociales y culturales que tiene ser negra en nuestras sociedades. Si bien se han producido importantes avances normativos que se traducen en el reconocimiento formal de sus derechos, la lucha contra el racismo, la violencia y la pobreza son desafíos fundamentales para las mujeres afrodescendientes, ya que en sus cuerpos se expresa la discriminación de género, étnico-racial y de clase. Las mujeres afrodescendientes tienen los índices más altos de pobreza, su participación en el mercado laboral se encuentra en áreas de mayor precariedad, en el servicio doméstico, como obreras, trabajadoras agrícolas, artesanas, percibiendo menores ingresos que sus pares blancas.
Alrededor de 75 millones mujeres afrodescendientes viven en América Latina. En Bolivia, el Censo registró 11 mil mujeres (47 por ciento de la población afroboliviana). Sin embargo, se insiste en que una tarea pendiente es lograr, con mayor seguridad y fidelidad, reflejar la presencia de población afro y reconocer su contribución a la riqueza económica y de diversidad cultural, en los sistemas estadísticos de nuestros países.
Escasos esfuerzos se han realizado para atender las necesidades específicas de las mujeres afrodescendientes y combatir la discriminación que viven. Más allá de normas, reconocimientos a su cultura, celebración de días especiales y anécdotas históricas que acompañan al pueblo afroboliviano, es un enorme desafío luchar contra los prejuicios negativos arraigados en nuestra sociedad, en relación a las mujeres negras, que las exponen a situaciones de mayor violencia, particularmente la sexual. Finalmente, luchar contra la discriminación es responsabilidad de todas y todos, no solo de la población que la sufre.
POR: MÓNICA NOVILLO G. FEMINISTA Y COMUNICADORA SOCIAL
MONICANOVILLO@YAHOO.COM
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