Honduras es el segundo país, después de Bolivia, con mayor tasa de embarazos adolescentes en América Latina. / UNAH |
Falta de educación sexual y reproductiva en las escuelas lleva a una notable incidencia del embarazo adolescente.
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Suyapa es una joven de 20 años y dos hijas. Con apenas 15 años tuvo su primer embarazo. “Ese año, muchas amigas mías, compañeras del colegio salieron embarazadas. A muchas les toca duro porque están solas y es bien difícil tener hijos”, cuenta Suyapa a quien le tocó nacer en Honduras, uno de los peores países para ser mujer, según la organización internacional defensora de los derechos de la niñez Save the Children.
Honduras es actualmente el segundo país, después de Bolivia, con mayor tasa de embarazos adolescentes en América Latina. En este pequeño país centroamericano, 28% del total de embarazos son de madres adolescentes, sin embargo, en la zona norte la tasa está por encima de la media nacional, de 30% a 35%. Mientras que en el Hospital Escuela Universitario, en Tegucigalpa, cada día 19 adolescentes dan a luz.
El doctor Luis Sánchez, ginecólogo del Hospital Leonardo Martínez —ubicado en San Pedro Sula y considerado el centro de salud más importante en atención a mujeres y niños de la zona noroccidental del país— asegura que este es un problema de salud pública y que las condiciones en que llegan las niñas embarazadas son cada vez más precarias por enfermedades de trasmisión sexual, desinformación y abandono de quien las embarazó.
“El riesgo para una mujer que sea soltera es mayor y ser adolescente tiene riesgo social, personal, y de salud ya que por el hecho de estar joven el parto puede ser de forma quirúrgica. Además muchas llegan con patologías como condilomatosis o virus de papiloma humano, que la persistencia puede someter a la mujer a un cáncer cérvico uterino. Hemos tenido pacientes adolescentes que sufren de preeclampsia, infecciones genitales de trasmisión sexual como la gonorrea, clamidia, tricomoniasis”, afirmó Sánchez.
“Normalmente son pacientes que se hacen acompañar por su madre o tías, si son menores de 14 años. Las personas que las traen son un familiar cercano; la pareja normalmente está ausente porque, en muchos casos, no llega por el miedo a ser denunciado ante la Fiscalía por estupro”, agregó el especialista.
Según el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA), la mortalidad materna en América Latina y el Caribe se ubica entre las tres primeras causas de muerte en las adolescentes entre 15 y 19 años. En las adolescentes menores de 15 años, el riesgo de morir por causas relacionadas con el embarazo es hasta tres veces más que en mujeres entre 20 y 29 años.
Suyapa cuenta entre lágrimas que ella no se imagina salir adelante con sus hijas sin el apoyo de sus padres, ya que los hombres que la embarazaron la abandonaron.
“El padre de la primera hija primero iba conmigo al hospital y todo era bien bonito, pero a mí no me gustaba vivir en casa de su familia y las cosas cambiaron. Luego él se fue para Estados Unidos y no me volvió a hablar ni a ayudar con la niña. Después conocí a otro muchacho, salí embarazada aunque estaba planificando con inyección, y él también se fue para Estados Unidos y tampoco se hace cargo. No sé qué habría sido de nosotras sin el apoyo de mis papás, muchas amigas mías están solas en esto y es muy duro”, cuenta.
Sin oportunidades
En Honduras, el fenómeno llamado ni-ni (ni estudia, ni trabaja) es alarmante. De acuerdo con el UNFPA, alrededor de 600,000 jóvenes no tienen las oportunidades para estudiar ni trabajar, lo cual constituye otro factor de riesgo para las adolescentes.
A esto se suma el clima general de violencia que en los últimos años ha obligado a miles de personas a huir de Honduras. En su informe anual 2016-2017, Amnistía Internacional señaló que “las mujeres, las personas migrantes, la población internamente desplazada y los defensores y defensoras de los derechos humanos —especialmente las personas lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI)— estaban particularmente expuestas a sufrir violencia. La debilidad del sistema de justicia penal contribuía al clima de impunidad”.
La organización OYE (Organization for Youth Empowerment), en El Progreso, Yoro, ciudad en la zona norte de Honduras donde vive Suyapa, implementa un proyecto llamado CREA (Creando Espacios Amigables) en el que priorizan la formación en temas de educación sexual y reproductiva con jóvenes por ser el embarazo precoz un problema que va en incremento en el país.
Claudia Pavón, coordinadora del proyecto asegura que uno de los graves problemas es la desinformación y la falta de implementación de un plan educativo en las escuelas y colegios de las ciudades para prevenir el embarazo adolescente, las infecciones de trasmisión sexual y la violencia de género.
“En Honduras existe una política, un decreto que consiste en que en las escuelas se debe implementar la guía de salud reproductiva ‘Cuidando mi salud y mi vida’, pero no son utilizados. Nosotros hemos trabajado con docentes, ellos no la conocían y no saben cómo utilizarla”, dice. “Los temas que más interesa son: embarazo, métodos, infecciones de transmisión sexual, y se nota la desinformación en estos temas, por eso vemos los altos índices de embarazos, por la falta de información”.
Pavón se refiere a la Política de Reducción Acelerada de la Mortalidad Materna y de la Niñez (RAMNI). A inicios del 2017, varios sectores, incluidas las iglesias Católica y Evangélica, señalaron que las guías no son adecuadas y que en lugar de prevenir, impulsan a que los niños y jóvenes experimenten de manera anticipada las prácticas sexuales. Esta política, así como la implementación de las guías, está en constante controversia desde que fue aprobada.
Los materiales no están diseñados para ser manejados por los estudiantes, sino para ser impartidos por los docentes únicamente sobre cómo desarrollar la clase mediante juegos, exposiciones y grupos de estudiantes. Según el Ministerio de Educación, 23,000 maestros ya fueron capacitados para el manejo de las mismas.
Actualmente esta organización junto con autoridades de Salud, Educación y otras organizaciones juveniles busca construir una política municipal para prevención de embarazos en adolescentes en la que se obligue a las escuelas a implementar el uso de las guías de educación sexual. Además están fortaleciendo la formación en masculinidades porque un problema grave son también las relaciones de violencia en que estos embarazos se dan.
Suyapa asegura que ella no fue víctima de violencia por sus parejas, sin embargo el abandono la ha confinado a dedicar su tiempo al cuidado de las niñas y a buscar trabajos temporales que le ayuden con la economía del hogar. Con 20 años, Suyapa no pasa del octavo grado de escuela.
“Las pacientes que están solas, vienen con limitaciones económicas, tienden a abandonar sus estudios, limitan su capacidad para encontrar un trabajo, incurren en frustraciones por no cumplir sus sueños a corto y largo plazo. En esas condiciones recibimos a las pacientes, con miedos, frustraciones, patologías; con eso tenemos que lidiar. Nos toca manejarlas nosotros, los médicos especialistas, ya no sólo como pacientes de mediano riesgo, sino de alto riesgo. Algunas pasan al psicólogo que está en trabajo social, ellos les dan seguimiento a esas pacientes hasta que culminan el embarazo o hasta el puerperio”, explica el doctor Sánchez.
A pesar de que en Honduras se penaliza el abandono de hogar con seis a ocho años de prisión o medidas preventivas a la prisión, Suyapa no ha denunciado a los padres de sus hijas.
Abortos inseguros
El UNFPA calcula que el número anual de abortos inseguros entre las adolescentes de 15 a 19 años en América Latina, alcanza a 670,000. En Honduras el aborto está penalizado totalmente.
Recientemente, con la discusión de un nuevo Código Penal, organizaciones feministas y de mujeres abrieron el debate para la despenalización del aborto por tres causales: violación sexual, enfermedad de la madre e inviabilidad del feto. Sin embargo, no se aprobó esta reforma.
Según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), cada año se presentan alrededor de 3,000 denuncias de violencia sexual.
En el Hospital Leonardo Martínez, personal de la Fiscalía está pendiente de que las adolescentes que llegan embarazadas puedan denunciar por violación sexual u otro tipo de delito sexual a quienes las embarazaron. Sin embargo, el doctor Sánchez asegura que no hay muchas denuncias, a pesar de que todo embarazo de una niña de menos de 14 años se considera violación especial o estupro.
“La niña más pequeña que hemos tenido aquí ha sido de 12 años. Automáticamente consideramos eso una violación especial si es menor de 14 años; si es mayor muchas veces nos damos cuenta que es por violación por algún pariente o quien sea y se hace saber a las autoridades del país”, explica.
Sánchez agrega que este año han comenzado a llegar adolescentes con abortos incompletos.
“Desde abril hemos tenido adolescentes con abortos diferidos e incompletos, expuestas a tenerlo espontáneamente o desconocemos si han sido provocados, pero sí recibimos pacientes en estas condiciones”, explica, enfatizando que este es un problema de salud que se debe atender, especialmente en la zona norte de Honduras que es donde se están dando más casos.—Noticias Aliadas.
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