RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 20 de junio de 2017

Ecofeminismos y Feminismo Ecologísta Estado de debate en la India

“La visión feminista y ecológica cambiará el mundo.
Para ser verdaderamente humanos los hombres tendrían que ser feministas 


Las primeras conexiones entre el feminismo y la ecología que dieron origen al ecofeminismo se encuentran en las utopías literarias de las feministas de los años setenta.
En ellas se define una sociedad en la que las mujeres viven sin opresión, lo que implica la construcción de una sociedad ecológica, descentralizada, no jerárquica y no militarizada, con democracia interna y en la que prevalece el uso de tecnologías más respetuosas con el medio ambiente, etc.
Françoise d’Eaubonne, en 1974, adoptó por primera vez el término de ecofeminismo para representar el potencial de las mujeres para encabezar una revolución ecológica que conlleve nuevas relaciones de género entre hombres y mujeres y una relación distinta entre los seres humanos y la naturaleza.
Este ecofeminismo inicial ha evolucionado dando lugar a tendencias distintas, todas preocupadas e interesadas por el cambio de las relaciones entre las personas y el medio ambiente. Cada uno de los ecofeminismos mantiene análisis y estrategias de actuación distintos de acuerdo con la posición feminista de la que proceden.
No nos detendremos aquí en la definición detallada y exhaustiva de los distintos enfoques ecofeministas ni en el debate que existe entre las distintas tendencias, pero se hace necesaria una pequeña presentación de cada una para situar el debate entre ecofeminismo(s) o feminismo ecologista, tema central de este artículo.
El ecofeminismo radical, nacido del feminismo romántico, destaca las conexiones históricas, biológicas y sociales entre la naturaleza y las mujeres y considera que la explotación y opresión de ambas es consecuencia del dominio del hombre y del orden patriarcal. Los orígenes de dicha explotación se encuentran en los inicios de la sociedad patriarcal, que se sitúa en la prehistoria. Se parte de la existencia de una sociedad anterior al patriarcado que podría definirse como mayoritariamente matriarcal, en la que “lo femenino” gozaba de mayor prestigio.
En dicha sociedad la biología de la mujer (su capacidad para crear vida) y la naturaleza (entendida como la madre-tierra) eran festejadas como se puede interpretar a partir del predominio de divinidades femeninas que haciín referencia a la fertilidad y a la madre naturaleza sobre las masculinas. El patriarcado supuso la imposición de los valores masculinos y la substitución de las diosas por los dioses. La propuesta del ecofeminismo radical es la recuperación de los valores matriarcales y la implantación de la cultura femenina (en la que se recogen los conocimientos de las mujeres tradicionalmente desprestigiados, sus experiencias y sus valores), convirtiendo el rol insustituible de las mujeres en la preservación de la especie en un instrumento de poder para las mujeres y en un activismo ecológico propio.
ecofeminismo
La tierra no se vende, se defiende
Por otra parte, el ecofeminismo liberal, basado en el feminismo de la igualdad y la teoría conservacionista de la naturaleza, considera que el deterioro ambiental es el resultado de la implantación de un modelo de desarrollo economicista que no considera sus impactos negativos sobre el medio ambiente, que no utiliza adecuadamente los recursos naturales y no cuenta con una legislación al respecto.
Para las ecofeministas liberales, la explotación de las mujeres es el resultado de la situación marginal en la que se les mantiene (menos oportunidades en la educación, en el trabajo, etc.) y la conexión entre mujeres y medio ambiente no tiene una base biológica. No creen que hombres y mujeres, por ser biológicamente distintos, deban tener actitudes distintas respecto a la naturaleza. Las mujeres, al igual que los hombres, insertas en el orden patriarcal, hemos desarrollado actitudes y estrategias que a menudo no son respetuosas con el medio ambiente.
Las ecofeministas que defienden esta corriente proponen reformas medioambientales en base a una mejor aplicación de la ciencia moderna acompañada de una legislación que asegure el cumplimiento de las condiciones necesarias para un desarrollo ecológicamente sostenible. Su planteamiento ecológico es fundamentalmente conservacionista. Las mujeres deben acceder al poder, a través de la igualdad de oportunidades, participando de todas las decisiones entre las que se encuentran la gestión de los recursos naturales, la preservación de un medio ambiente saludable y la defensa de la calidad de vida.
Es la experiencia al actuar desde una posición marginal respecto a la toma de decisiones del poder dominante y no la maternidad, la que coloca a las mujeres en una posición privilegiada respecto a los hombres para proponer y elaborar propuestas alternativas viables respecto al medio ambiente. En este caso, el medio ambiente, al igual que la teoría de géneros, es una construcción social, lejana al concepto de la madre naturaleza y su defensa por parte de las mujeres se enmarca en la lucha contra todas las formas de opresión del sistema patriarcal.
Por último, el ecofeminismo socialista considera que los problemas medioambientales son intrínsecos al patriarcado y al capitalismo que justifica la explotación de la naturaleza mediante la técnica para facilitar el progreso, entendido principalmente como crecimiento económico. El capitalismo ha liberado a los hombres de la naturaleza, les ha proporcionado los medios para explotarla y controlarla para su beneficio valiéndose de la explotación de las mujeres al invisibilizar su participación histórica en la economía (tanto por su contribución a través del trabajo productivo como reproductivo). El capitalismo esta acabando con otros medios de producción como la agricultura de subsistencia y la artesanía, en los que hombres y mujeres participaban en condiciones de mayor igualdad; adjudicando el trabajo asalariado a los hombres y la reproducción, gratuita,devaluada e invisible, a las mujeres.
Las ecofeministas socialistas proponen la construcción de una sociedad socialista que construya una nueva relación entre los géneros y una relación distinta con la naturaleza, lejos de la dominación que hace el capitalismo y que garantice una buena calidad de vida para todos y todas.
El ecofeminismo europeo y americano, con sus distintas tendencias desarrolladas anteriormente, sitúa la relación mujer y medio ambiente o naturaleza (según matices) en un terreno meramente ideológico.
En los países del llamado “Tercer Mundo“, entre los que se encuentra la India, las mujeres indias rurales y pobres dependen totalmente del medio natural para asegurar su subsistencia, la de sus familias y la de sus comunidades; por ello dicha relación es parte de su realidad más inmediata y palpable y no una construcción ideológica. En este caso, la relación que estas mujeres establecen con la naturaleza sienta las bases de lo que Bina Agarwal llama “feminismo ecologista”, propuesta alternativa al ecofeminismo radical de Vandana Shiva, ambas investigadoras indias sobre el tema y que a continuación pondremos en diálogo.
Pero antes debemos señalar los argumentos principales del (de los) ecofeminismo(s).
En primer lugar, el ecofeminismo señala que en el orden simbólico patriarcal existen conexiones importantes entre la dominación y explotación de las mujeres y de la naturaleza, aunque dicha relación se interprete de manera distinta de acuerdo con cada enfoque ecofeminista.
En segundo lugar, el ecofeminismo denuncia la asociación que el patriarcado establece entre las mujeres y la naturaleza. Para ello argumenta que la biología de las mujeres, su cuerpo (característica que las capacita para gestar y crear vida) hace que estas estén en una posición de mayor proximidad a la naturaleza, lo que permite su identificación con ella.
Los hombres, guiados por la razón, en oposición a la intuición femenina, pertenecen al mundo de la cultura. Por su capacidad para controlar y transformar la naturaleza, la cultura se considera superior a la naturaleza. Los binomios mujer-naturaleza y hombre-cultura y la superioridad de la cultura sobre la naturaleza en el patriarcado explican que las mujeres sean consideradas inferiores a los hombres.
En tercer lugar, el ecofeminismo considera que la dominación y explotación de las mujeres y la dominación y explotación de la naturaleza tienen un origen común, lo que sitúa a las mujeres en una situación privilegiada para acabar con dicha dominación.
Por último, el ecofeminismo propone que el movimiento feminista y el movimiento ecologista tienen objetivos comunes (la igualdad de derechos, la abolición de jerarquías, etc.) y deberían trabajar conjuntamente en la construcción de alternativas teóricas y prácticas, como ya se ha producido anteriormente. No debemos olvidar la experiencia de las mujeres de Greenham Common que durante años se opusieron a la base militar americana con misiles nucleares con el mismo nombre en Inglaterra; las mujeres del movimiento Chipko en el Norte de India, que desde principios de los años setenta se opusieron mediante resistencia no violenta a la explotación comercial de los bosques del Himalaya o la campaña Laxmi Mukti, también en India, promovida por mujeres y que se propone conseguir el acceso de las mujeres a la propiedad de la tierra y, a la vez, la promoción de un sistema de producción agrícola más ecológico en oposición al modelo de la revolución verde predominante en el país.
De hecho, Sherry B. Ortner, fue la primera feminista en analizar la supuesta proximidad de las mujeres a la naturaleza. En su obra señala que las mujeres han sido tradicionalmente asociadas con “algo” que todas las culturas infravaloran y que goza de menos estatus, etc. haciendo referencia a la naturaleza en sentido amplio. Dicha relación hace que las mujeres hayan sido, siempre y en todas las culturas, simbólicamente asociadas con la naturaleza, en oposición a los hombres que son identificados con la cultura. Este binomio ha servido para legitimar la opresión de las mujeres por parte de los hombres.
A lo largo de su obra, Sherry B. Ortner, se refiere a factores biológicos, sociales y psicológicos como elementos que contribuyen a la identificación de las mujeres con la naturaleza. La autora intenta rescatar a las mujeres de su posición de inferioridad al ser identificadas con la naturaleza por parte del patriarcado y para ello las ubica en una posición intermedia entre la naturaleza y la cultura que les permite actuar como mediadoras entre ambas. De este modo, su análisis estaría en la línea del ecofeminismo radical. Cabe señalar que su obra fue muy criticada ya que consideraba como universalmente homogéneos los términos “naturaleza”, “cultura”, “hombre” y “mujer” y desestimaba la diversidad en la distinción entre el terreno de la cultura y el de la naturaleza que cada cultura señala.
Algunas ecofeministas, acusadas al igual que Sherry B. Ortner de “esencialistas”, siguen argumentando que la maternidad entendida como capacidad, hace que las mujeres tengamos una comprensión distinta y una mayor proximidad a la naturaleza. Otras autoras como Carolyn Merchant y Yniesta King, defienden que los binomios naturaleza-cultura y mujer-hombre son falsos y han sido construidos por el sistema patriarcal para mantener una jerarquía entre los sexos-géneros y entre la naturaleza y la cultura.
Según Carolyn Merchant, la identificación de la naturaleza con el sexo femenino viene dada, por una parte, por la maternidad de las mujeres y la definición de la naturaleza como la madre-tierra, capaz de proveer para todos y todas y por otra, por la definición de la naturaleza como salvaje, incontrolable, amenazante, responsable de los desastres “naturales”; a menudo asociada al carácter “emocional” de las mujeres en oposición a la “racionalidad” masculina. Dicha relación justificaría el control y dominio del hombre sobre la naturaleza y sobre las mujeres.
Hasta este punto hemos podido ver como el discurso ecofeminista consigue definir algunas de las conexiones conceptuales simbólicas entre la naturaleza y las mujeres que han servido para justificar la explotación de ambas por el orden patriarcal, aunque presenta algunas dificultades al intentar explicar la realidad.
Para empezar, el ecofeminismo considera a las mujeres como una categoría única, sin distinción por clases, castas, razas, religiones, etnias, edades, etc.; todos ellos elementos que determinan el tipo de relaciones que las mujeres establecen con los hombres y con la naturaleza. El ecofeminismo, en especial el radical y el liberal, ignoran cualquier otra opresión que pueda afectar a las mujeres a parte de la opresión de género.
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Mujer India, PhotobyRonHansen
Además, debemos destacar, que el(los) ecofeminismo(s), al analizar ideológicamente y no en la práctica, la dominación de la naturaleza y de las mujeres por el patriarcado desestima los efectos reales de dicho dominio sobre la vida de las mujeres. Entre otros cabe señalar la ausencia de poder y la discriminación socio-económica y cultural a la que se ven sometidas muchas mujeres por el hecho de serlo.
A estas limitaciones conceptuales del(los) ecofeminismo(s), Bina Agarwal, en su artículo mencionado anteriormente y refiriéndose a la experiencia de la India, añade que el discurso ecofeminista ignora la relación real que las mujeres establecen con la naturaleza, pudiendo ser esta distinta para cada mujer y muy alejada de la interpretación que una persona ajena pueda hacer de ella.
Por último, podemos acusar de esencialista a la tendencia ecofeminista que se basa en la biología de las mujeres para justificar su proximidad mayor a la naturaleza, ya que presupone la existencia de una “esencia femenina” universal que permanece a lo largo de la Historia.
Al trasladar el debate ecofeminista a los países del “Tercer Mundo” crece la necesidad de examinar la relación que las mujeres establecen con el medio ambiente, en muchos casos entendido como su sustento, a otros niveles al márgen del ideológico.
Las mujeres rurales de dichos países mantienen una relación muy estrecha con la naturaleza; tanto como usuarias y gestoras de los recursos naturales, como productoras de alimentos y otros bienes destinados al consumo y al mercado y como administradoras y consumidoras de bienes. Esta relación varía de una mujer a otra en función de la clase social, raza, casta, religión, etnia, etc. a la que pertenecen; todos ellos factores que determinan los efectos de la degradación ambiental sobre dichas mujeres y su capacidad de respuesta.
Son internacionalmente conocidas las iniciativas que distintos grupos de mujeres y/o mixtos, que cuentan con una participación alta de mujeres, han tomado en el campo de la protección ambiental y en la lucha por defender el derecho a la vida en condiciones dignas.
Para las ecofeministas de dichos países, como Vandana Shiva en India, la explotación y destrucción de la naturaleza es intrínseca al modelo de desarrollo económico industrial dominante, que ella misma define como una imposición colonial por parte del “Primer Mundo”.
Para dicha autora, el desarrollo basado exclusivamente en el crecimiento tecnológico y económico ha cambiado la relación del hombre con la naturaleza (entendida en la cosmología india como la madre tierra) y sitúa al hombre por encima de ella, otorgándole la capacidad para controlarla y dominarla, considerando que la naturaleza es inerte y pasiva.
Según Vandana Shiva, “La ciencia que no respeta las necesidades de la naturaleza y el modelo de desarrollo que no respeta las necesidades de las personas amenaza la supervivencia” . Vandana Shiva coincide con Carolyn Merchant en que la experiencia común de opresión de las mujeres y de la naturaleza por parte del patriarcado define la conexión entre ambas, pero Shiva establece dicha conexión a nivel ideológico y material.
Las mujeres rurales del “Tercer Mundo” obtienen de la naturaleza del 60 al 80% de los alimentos que necesitan para su subsistencia y la de sus familias. La destrucción de la naturaleza supone una amenaza para sus vidas y las de los suyos.
A partir del estudio del movimiento Chipko, en Garwal District en el estado de Uttar Pradesh, en el norte de la India, Vandana Shiva, expresa que las mujeres del “Tercer Mundo” tienen una dependencia especial de la naturaleza y a la vez un conocimiento específico sobre ella. Este conocimiento, adquirido a través de la acumulación de experiencias y su transmisión generación tras generación de mujeres, ha sido sistemáticamente marginado por la ciencia moderna y el modelo de desarrollo dominante, ambos construcciones patriarcales que excluyen a las mujeres como expertas y a otros conocimientos (más respetuosos con la naturaleza) como parte del Conocimiento o la Ciencia.
En palabras de Gail Omvedt “las mujeres del movimiento Chipko están más próximas a la naturaleza por su papel como recolectoras de pasto para el ganado, combustible y agua; mientras que los hombres a menudo emigran a la planicie en búsqueda de trabajo u obtienen pequeños beneficios del “desarrollo”.
Este hecho contribuye a la comprensión del porqué las mujeres, más que los hombres, participan activamente en las reivindicaciones y movimientos ecológicos que luchan por liberar a la naturaleza de su explotación y a las mujeres de su posición de inferioridad.
Vandana Shiva, explora las conexiones entre el desarrollo y la destrucción ambiental que diferentes activistas, organizaciones no gubernamentales y movimientos populares a lo largo de los países del Sur también identifican y denuncian.
En la India, país de donde se extraen los ejemplos específicos para este artículo, sobresalen, además del conocido movimiento Chipko, el movimiento Appiko en Kerala (de características y actividades muy parecidas a las del Chipko aunque cuenta con una participación más equilibrada de hombres y mujeres), el movimiento Narmada Bachao Andolan (movimiento popular mixto que se opone desde hace unos años a la construcción de un sistema de presas a lo largo del río Narmada con el objetivo de convertir en tierras de regadío una parte de Gujarat, estado situado en el oeste de la India, donde supuestamente se desarrollarán grandes explotaciones de caña de azúcar. Este proyecto de “desarrollo” estaría financiado en gran parte por el Banco Mundial y conlleva la abnegación de más hectáreas de bosque y tierras fértiles que las que el proyecto pretende irrigar. Además, va a ocasionar el desplazamiento, en la mayoría de los casos sin ningún tipo de compensación económica, de miles de personas, la mayoría tribales y pobres); el Anti-Terhi Movement en Uttar Pradesh (que lucha contra un proyecto de desarrollo de características similares al anterior), etc…
Vandana Shiva ha sido criticada, entre otras, por varias investigadoras sobre el tema como Geeta Menon, Mira Burra y Bina Agarwal, todas ellas de India, que a su vez presentan interpretaciones distintas de la relación de las mujeres con la naturaleza.
Vandana Shiva, a partir de su análisis de la participación de las mujeres en el movimiento Chipko, hace una extensión de su interpretación a la totalidad de las mujeres del “Tercer Mundo”, colocando, de este modo, a todas las mujeres de estos países bajo la misma categoría.
Al igual que muchas de las ecofeministas de Europa y Los Estados Unidos, dicha autora, no distingue entre mujeres de distintas clases sociales, castas, razas, etc. Por ello, es acusada de esencialista, ya que considera que todas las mujeres del “Tercer Mundo” tienen una relación especial con la naturaleza, hecho que las distingue de las mujeres de los países desarrollados.
Por otra parte, Bina Agarwal critica su trabajo porque no analiza con detalle cómo se han producido, en la misma India, los cambios conceptuales sobre la naturaleza y sobre las mujeres ni reconoce la coexistencia de interpretaciones distintas de acuerdo a cada una de las culturas y religiones que conviven en dicho país. En cierto modo, Vandana Shiva ignora que cada cultura y/o religión llena con contenidos propios la terminología; con lo que aunque el significado de las palabras se mantenga, presentan matices distintos.
Otra de sus críticas a la posición de Vandana Shiva es la atribución que dicha autora hace de la destrucción de la naturaleza y de la opresión de las mujeres al colonialismo y a la imposición de la ciencia y el desarrollo occidental, ignorando la existencia de desigualdades económicas y sociales que perpetuaron dicha destrucción y opresión con anterioridad al colonialismo. No se puede decir que la sociedad pre-colonial india era justa y ecológicamente respetuosa en su totalidad.
Ante las deficiencias que presenta el(los) ecofeminismo(s) anteriormente citados y la posición de Vandana Shiva, es hasta ahora interpretada como la voz ecofeminista del “Tercer Mundo”, se presenta una alternativa que en palabras de Bina Agarwal se llamaría feminismo ecologista.
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Ecofeminismo para crear nuestro mundo
Por tratarse de un concepto nuevo, todavía en fase de construcción y conceptualización, es el eje de un debate que surge de las críticas y propuestas de autoras de los países del “Tercer Mundo” y que es compartido por mujeres feministas del norte y del sur con una preocupación medioambiental.
El feminismo ecologista contempla que la relación de las mujeres con el medio ambientetomará formas distintas de acuerdo a la clase social, casta, raza, etc. a la que pertenecen. Estos factores, a su vez, determinan la relación que las mujeres tenemos con la organización de la producción, la reproducción y la distribución.
El feminismo ecologista, tal como Bina Agarwal lo define, reconoce que la destrucción ambiental afecta en especial a las mujeres y al conjunto de las poblaciones pobres de los países del “Tercer Mundo”, pero al analizar sus mecanismos atribuye una parte de la responsabilidad a los grupos dominantes que monopolizan el poder, la propiedad y el privilegio y control de los recursos.
Desde el feminismo debemos desafiar y transformar el sistema de géneros, la división sexual del trabajo y la distribución desigual de los recursos entre los géneros.
Desde el ecologismo debemos desafiar y cambiar las relaciones entre las personas y el medio ambiente, así como acabar con los procesos que permiten que una minoría se apropie de los recursos de la naturaleza , ya sean los países desarrollados o las oligarquías de los países del sur, a expensas de los/las demás.
El feminismo ecologista pone su énfasis en la necesidad de luchar y transformar desde el feminismo y el ecologismo simultáneamente.
El Ecofeminismo por Alicia Puleo

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