A pocos días del 8 de marzo y el Paro Internacional de Mujeres, conversamos con Nancy Fraser, intelectual estadounidense e impulsora del llamado a construir un “Feminismo del 99 %”.
Nancy Fraser es profesora de Filosofía y Política de la New School for Social Research en la ciudad de Nueva York. En esa misma ciudad viene participando de la coalición que impulsa la participación en el Paro Internacional de Mujeres.
Muchas de sus elaboraciones tienen un punto de vista crítico con lo que denomina el “feminismo neoliberal”, que sirvió de cobertura y justificación para la democracia imperialista. Un feminismo que renunció a la crítica de la relación entre patriarcado y capitalismo, y redujo su plataforma a una serie de demandas de las mujeres de clase media profesional, cuya máxima expresión fue la reciente candidatura de Hillary Clinton, derrotada por Donald Trump.
Left Voice, parte de la red internacional de La Izquierda Diario, conversó con ella en Nueva York acerca de los debates abiertos con la presidencia de Donald Trump y los desafíos que se abren para los movimientos sociales y la izquierda, especialmente en el movimiento de mujeres y el feminismo.
¿Qué es el feminismo del 99 %?
Nancy Fraser: En un nivel, es una suerte de reacción a la dirección que ha tomado el feminismo, especialmente en Estados Unidos, pero no únicamente aquí, hacia lo que yo considero una relación peligrosa con el neoliberalismo. La principal corriente se ha convertido en un feminismo corporativo, del “techo de cristal”, que llama a las mujeres a escalar posiciones en las empresas. Ha renunciado a toda concepción amplia y sólida de lo que significa la igualdad de género o la igualdad social en general. En lugar de eso, parece estar centrado realmente en lo que yo llamaría la “meritocracia”. Y eso significa solo eliminar las barreras que impiden que las mujeres talentosas avancen hacia las posiciones más altas de las jerarquías corporativas, militares, etc.
La clase de feminismo que yo siempre he apoyado –y debo decir que soy hija de los años ‘60 en este sentido– es un feminismo que se trata de abolir las jerarquías corporativas, no de ayudar a una pequeña cantidad de mujeres a ascender en ellas.
Pero el feminismo empezó a dar un giro neoliberal hace alrededor de 20 años. Para mí no se trata simplemente de algo terrible que pasó con la elección de Trump, aunque eso ciertamente es muy malo. Pero creo que bajo la punta del iceberg, hay un conjunto más amplio de circunstancias relacionadas con aspectos estructurales de nuestra sociedad que han sido ignorados por casi todas las corrientes feministas, salvo algunas de izquierda relativamente marginales, con las cuales me identifico, personalmente, pero que hasta ahora no hemos logrado amplificar nuestras voces. Quizás tengamos que agradecerle a Donald Trump el hecho de que éste sea un momento en el que se pueden escuchar voces más radicales.
Parece que después de las grandes movilizaciones, la indignación y el deseo de participar en protestas y en la resistencia, que se manifestó en la Marcha de las Mujeres del 21 de enero, esta puede ser una oportunidad para dar una dirección distinta al feminismo en Estados Unidos. Yo lo llamaría una corrección del rumbo, y no una mera resistencia.
Las marchas del 21 de enero fueron fantásticas. Hubo una energía enorme, una cantidad extraordinaria de gente y mucha creatividad, pero debo decir que a nivel político fueron un poco rudimentarias. No hubo una dirección clara, y quizás fue por eso que tanta gente quiso participar.
Pero también es posible desarrollar una forma de activismo de mujeres que tenga un perfil más claro, una orientación más clara, una plataforma. Y creo que en este contexto, puede empezar a atraer un apoyo más amplio. Porque hay mucha gente, gente joven, gente mayor, que se está radicalizando y politizando por primera vez. Gente que durante la presidencia de Barack Obama mantuvo un perfil bajo. Nadie quería oponerse al primer presidente negro y, por supuesto, él hizo algunas cosas que se pueden considerar progresistas. Pero el activismo había decaído y ahora creo que se destapó y hay nuevas oportunidades.
Entonces hicimos el llamado a una huelga para el 8 de marzo como respuesta específicamente estadounidense al llamado internacional más amplio que ha recibido el apoyo de más de 30 países. Y pensamos que había que aprovechar la oportunidad y ver si podemos construir un feminismo de izquierda, radical. A eso nos referimos cuando decimos un feminismo del 99 %. Un feminismo para todas las mujeres por las que el feminismo corporativo no ha hecho prácticamente nada.
Nancy Fraser es una de las impulsoras de la declaración “Por un feminismo del 99 %”, junto a otras profesoras y activistas como Angela Davis, Cinzia Arruzza, Keeanga-Yamahtta Taylor, entre otras. Con una dura crítica al “feminismo neoliberal”, llaman a construir un “feminismo para el 99 %, un feminismo de base, anticapitalista, en solidaridad con las mujeres trabajadoras, sus familias y sus aliados alrededor del mundo”.
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