FUHEM Ecosocial
boletin ECOS
Boletín ECOS, con el título “Políticas de género y calidad de vida en la ciudad” que aborda las políticas de género en el ámbito urbano y su incidencia en la calidad de vida, con referencia a cuestiones como la movilidad y los cuidados, entre otros. |
Las políticas institucionales con perspectiva de género han estado alejadas de los Ayuntamientos durante largo tiempo. Los conocidos como “nuevos municipalismos” intentan revertir esta tendencia con políticas transversales manteniendo una perspectiva de género en la toma de decisiones. En la entrevista que abre el Boletín ECOS, Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, denuncia que “a partir del desigual tiempo dedicado al cuidado, se multiplican las desigualdades en cada uno de los ámbitos de incidencia política”.
Una de estas políticas municipales que tratan de mitigar la desigualdad tiene que ver con la contratación pública, priorizando unas empresas sobre otras, “ aquellas empresas que quieran trabajar con el Ayuntamiento deberán tener planes de igualdad, tener protocolos de acoso, tener medidas de conciliación y corregir la brecha salarial”, explica Ada Colau, a lo largo de la entrevista.
Por su parte, desde el mundo académico, María Eugenia Rodriguez Palop, jurista y profesora titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid apunta a que ”cuando la visión feminista y de género penetra en los planes municipales cambia sustancialmente la orientación de los derechos, los servicios o la planificación económica”.
La representación política es otro de los muros que tienen que derribar las mujeres para alcanzar espacios históricamente dominados por hombres. Frente a los 6.570 alcaldes, hay 1.550 mujeres. Descendiendo en la jerarquía de poder, el número de mujeres concejalas aumenta hasta situarse en el 35,6%: con 23.994 concejalas frente a 43.466 concejales. En el artículo titulado “¿Feminización de la política local? Nuevo municipalismo e igualdad” , Gemma Ubasart, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Girona señala que la actividad política “está asociada a toda una serie de componentes que tradicionalmente han sido asignados a los hombres: la competencia, la jerarquía, la disputa pública, la presencia, la imposición, etc.”. Aunque ya son muchas las voces que aseguran que “la entrada de mujeres en política puede aportar otra forma de hacer, que priorice, entre otros, los cuidados, el trabajo en red, la valoración de la cotidianidad, la negociación y el pacto, etc.”. Además, afirma que “las mujeres que han abierto camino, que han accedido a instituciones muy masculinizadas lo han tenido que hacer adoptando roles que tradicionalmente se ha asignado a hombres, ya que de lo contrario no hubieran podido sobrevivir en el medio”, señala Ubasart.
¿Qué es ser mujer en la ciudad?
En un mundo en el que se estima que, en unas décadas, el 80% de la población mundial vivirá en las ciudades, la necesidad de incluir una perspectiva de género surge para dar respuesta al modelo de ciudad actual etnocéntrico, eurocéntrico, androcéntrico, antropocéntrico y mesocéntrico (es decir, relativo a las clases medias). Así lo manifiesta Marta Domínguez Pérez, profesora de Sociología Urbana de la Universidad Complutense de Madrid, en su artículo “Repensar la ciudad desde la vulnerabilidad y la perspectiva de género” en el que señala que “ser mujer en la ciudad es una condición de vida diferenciada, es vivir de otro modo y percibir la ciudad desde otro prisma”.
En el área de la movilidad, por ejemplo, las mujeres hacen desplazamientos en la ciudad más cortos, más numerosos, más variados, en muchos casos ligados al acompañamiento y cuidado de otros ciudadanos. En el área de vivienda y urbanismo, una idea sería considerar como públicos las nuevas formas de familia que, en ocasiones, tienen a mujeres como cabeza de las mismas (familias monomarentales), y que no se corresponden con el modelo tradicional. En cuanto a la política de espacio público, como ejemplo, se podría visibilizar tareas del ámbito de lo privado, como el amamantamiento de los hijos que se oculta, se dificulta o no se considera; preservar y anteponer la acera versus la calzada (las mujeres realizan más trayectos a pie que los hombres); el ámbito de la educación; y aunque no es el único agente transformador, sí es muy importante: favorecer la mezcla de colectivos y no en función de la clase, la ideología, el sexo o la nacionalidad. Por último, en el ámbito de la comunicación y la identidad urbana habría que visibilizar las prácticas femeninas diferenciales y su visión particular de la ciudad.
Si han avanzado las políticas de igualdad ha sido gracias a la toma de conciencia cada vez más profunda de las mujeres como sujetos de pleno derecho, las exigencias acerca de la igualdad real que diversas organizaciones feministas han articulado y la interlocución de estas con las administraciones públicas. “Es necesario un cambio de paradigma económico que ponga en el centro el cuidado de la vida y desplace a la acumulación capitalista”, señala Alicia Rius, Doctora en Políticas y Sociología y miembro del Instituto Mujeres y Cooperación en su artículo “Diálogos entre el movimiento feminista y las políticas municipales de Madrid en tres actos, tres frentes y un final abierto”. Frente a esta desigualdad, la economía feminista propugna una “redistribución de recursos (no sólo económicos), que involucre tanto a ciudadanía, empresas y estado”, apunta la doctora en su artículo.
Cuidados y ciudad
El envejecimiento de la población, la emancipación de las mujeres y los nuevos modelos de familias, conllevan un aumento de las necesidades de cuidado y la consiguiente “crisis de cuidados”. Las políticas de austeridad han agravado la crisis al producirse la “refamiliarización” de una serie de cuidados que son asumidos de forma gratuita en los hogares. “Como el trabajo asalariado es el eje central que organiza la vida, de modo que el cuidado se desarrolla en los márgenes, en el tiempo restante, un tiempo invisible y sin valor, ya que no es tiempo transformable en dinero”, señala Christel Keller Garganté, cátedra UNESCO Mujeres, Desarrollo y Culturas de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya, en su artículo, “Hacia una agenda feminista de los cuidados” . Keller defiende una apuesta política que “procure que la familia cargue menos peso, el sector público se responsabilice más y que el mercado no vaya en detrimento de la calidad del cuidado ni de los derechos de las personas cuidadoras”, a la vez que apuesta por dar “un mayor protagonismo a la comunidad en la organización social del cuidado, ya que tiene una gran capacidad performativa”.
Los análisis y entrevistas relacionados con el tema central del Boletín ECOS se complementan con una selección de libros y recursos en red para ampliar la información y el conocimiento sobre género y calidad de vida que puedes consultar en el propio Boletín ECOS , la revista electrónica trimestral que publica FUHEM Ecosocial.
Una de estas políticas municipales que tratan de mitigar la desigualdad tiene que ver con la contratación pública, priorizando unas empresas sobre otras, “ aquellas empresas que quieran trabajar con el Ayuntamiento deberán tener planes de igualdad, tener protocolos de acoso, tener medidas de conciliación y corregir la brecha salarial”, explica Ada Colau, a lo largo de la entrevista.
Por su parte, desde el mundo académico, María Eugenia Rodriguez Palop, jurista y profesora titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Carlos III de Madrid apunta a que ”cuando la visión feminista y de género penetra en los planes municipales cambia sustancialmente la orientación de los derechos, los servicios o la planificación económica”.
La representación política es otro de los muros que tienen que derribar las mujeres para alcanzar espacios históricamente dominados por hombres. Frente a los 6.570 alcaldes, hay 1.550 mujeres. Descendiendo en la jerarquía de poder, el número de mujeres concejalas aumenta hasta situarse en el 35,6%: con 23.994 concejalas frente a 43.466 concejales. En el artículo titulado “¿Feminización de la política local? Nuevo municipalismo e igualdad” , Gemma Ubasart, profesora de Ciencia Política de la Universidad de Girona señala que la actividad política “está asociada a toda una serie de componentes que tradicionalmente han sido asignados a los hombres: la competencia, la jerarquía, la disputa pública, la presencia, la imposición, etc.”. Aunque ya son muchas las voces que aseguran que “la entrada de mujeres en política puede aportar otra forma de hacer, que priorice, entre otros, los cuidados, el trabajo en red, la valoración de la cotidianidad, la negociación y el pacto, etc.”. Además, afirma que “las mujeres que han abierto camino, que han accedido a instituciones muy masculinizadas lo han tenido que hacer adoptando roles que tradicionalmente se ha asignado a hombres, ya que de lo contrario no hubieran podido sobrevivir en el medio”, señala Ubasart.
¿Qué es ser mujer en la ciudad?
En un mundo en el que se estima que, en unas décadas, el 80% de la población mundial vivirá en las ciudades, la necesidad de incluir una perspectiva de género surge para dar respuesta al modelo de ciudad actual etnocéntrico, eurocéntrico, androcéntrico, antropocéntrico y mesocéntrico (es decir, relativo a las clases medias). Así lo manifiesta Marta Domínguez Pérez, profesora de Sociología Urbana de la Universidad Complutense de Madrid, en su artículo “Repensar la ciudad desde la vulnerabilidad y la perspectiva de género” en el que señala que “ser mujer en la ciudad es una condición de vida diferenciada, es vivir de otro modo y percibir la ciudad desde otro prisma”.
En el área de la movilidad, por ejemplo, las mujeres hacen desplazamientos en la ciudad más cortos, más numerosos, más variados, en muchos casos ligados al acompañamiento y cuidado de otros ciudadanos. En el área de vivienda y urbanismo, una idea sería considerar como públicos las nuevas formas de familia que, en ocasiones, tienen a mujeres como cabeza de las mismas (familias monomarentales), y que no se corresponden con el modelo tradicional. En cuanto a la política de espacio público, como ejemplo, se podría visibilizar tareas del ámbito de lo privado, como el amamantamiento de los hijos que se oculta, se dificulta o no se considera; preservar y anteponer la acera versus la calzada (las mujeres realizan más trayectos a pie que los hombres); el ámbito de la educación; y aunque no es el único agente transformador, sí es muy importante: favorecer la mezcla de colectivos y no en función de la clase, la ideología, el sexo o la nacionalidad. Por último, en el ámbito de la comunicación y la identidad urbana habría que visibilizar las prácticas femeninas diferenciales y su visión particular de la ciudad.
Si han avanzado las políticas de igualdad ha sido gracias a la toma de conciencia cada vez más profunda de las mujeres como sujetos de pleno derecho, las exigencias acerca de la igualdad real que diversas organizaciones feministas han articulado y la interlocución de estas con las administraciones públicas. “Es necesario un cambio de paradigma económico que ponga en el centro el cuidado de la vida y desplace a la acumulación capitalista”, señala Alicia Rius, Doctora en Políticas y Sociología y miembro del Instituto Mujeres y Cooperación en su artículo “Diálogos entre el movimiento feminista y las políticas municipales de Madrid en tres actos, tres frentes y un final abierto”. Frente a esta desigualdad, la economía feminista propugna una “redistribución de recursos (no sólo económicos), que involucre tanto a ciudadanía, empresas y estado”, apunta la doctora en su artículo.
Cuidados y ciudad
El envejecimiento de la población, la emancipación de las mujeres y los nuevos modelos de familias, conllevan un aumento de las necesidades de cuidado y la consiguiente “crisis de cuidados”. Las políticas de austeridad han agravado la crisis al producirse la “refamiliarización” de una serie de cuidados que son asumidos de forma gratuita en los hogares. “Como el trabajo asalariado es el eje central que organiza la vida, de modo que el cuidado se desarrolla en los márgenes, en el tiempo restante, un tiempo invisible y sin valor, ya que no es tiempo transformable en dinero”, señala Christel Keller Garganté, cátedra UNESCO Mujeres, Desarrollo y Culturas de la Universitat de Vic-Universitat Central de Catalunya, en su artículo, “Hacia una agenda feminista de los cuidados” . Keller defiende una apuesta política que “procure que la familia cargue menos peso, el sector público se responsabilice más y que el mercado no vaya en detrimento de la calidad del cuidado ni de los derechos de las personas cuidadoras”, a la vez que apuesta por dar “un mayor protagonismo a la comunidad en la organización social del cuidado, ya que tiene una gran capacidad performativa”.
Los análisis y entrevistas relacionados con el tema central del Boletín ECOS se complementan con una selección de libros y recursos en red para ampliar la información y el conocimiento sobre género y calidad de vida que puedes consultar en el propio Boletín ECOS , la revista electrónica trimestral que publica FUHEM Ecosocial.
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