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domingo, 17 de marzo de 2019

Karo Moret: “No creo que exista un feminismo global”


Por Berta Gómez Santo Tomás
Esta profesora de historia de origen cubano investiga la influencia de las diásporas africanas en la cultura occidental. Construir una nueva historia de nuestro país que incorpore las “otras voces” es para Moret una cuestión de justicia y, sobre todo, de supervivencia.
Por Berta Gómez Santo Tomás
“Como emigrante solo tienes un camino y ese camino siempre es hacia delante porque has abandonado tu ítaca, ese sitio original y quieres llegar a otro lugar, ese viaje es en un solo sentido”. Karo Moret es afrodescendiente y hace 23 años que hizo ese viaje de Cuba a España. Ahora enseña Historia en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y es, sin pretenderlo, una excepción. No solo por la escasa presencia de mujeres racializadas que hay en los claustros, sino también por el tema que desarrolla en su doctorado: la influencia de las diásporas africanas en la cultura occidental. Construir una nueva historia de nuestro país que incorpore las “otras voces” es para Moret una cuestión de justicia y, sobre todo, de supervivencia.
Últimamente parece que poco a poco se está desmantelando el mito de la unidad racial de España y que se empieza a dar visibilidad a las comunidades racializadas después de mucho trabajo ¿Crees que es una realidad?
Sí creo que se están visibilizando las diferentes comunidades, pero todavía falta mucho. Yo llevo 23 años aquí y hace bien poco, tres o cuatro años, que empiezo a tomar conciencia del yo con perspectiva. Creo que lo que estamos viviendo ahora es solo el inicio.
Una de las manifestaciones de este reconocimiento se muestra en el creciente interés por el llamado arte africano contemporáneo, aunque la gran mayoría de estos artistas pertenecen a una elite de ascendencia africana formada en EEUU. ¿Es realmente una muestra del arte que se está haciendo en África? ¿Es adecuada la etiqueta?
Yo creo que la etiqueta de arte africano se podría utilizar ahora, en esta época de lo contemporáneo, pero lo que entendemos por arte africano en la antigüedad no existía como tal, es Occidente quien le da la categoría de arte. En África eran todo objetos que tenían una función y un uso, por ejemplo las máscaras que tanto utilizan en el arte occidental tanto Man Ray, Picasso o Magrit, en realidad tienen una función ritualística dentro de la sociedad africana. Si lo que me preguntas es por lo que se está haciendo ahora, en gran parte y sobre todo por el soporte, responde a lo occidental porque las obras no tienen la dimensión de objeto y herramienta que tenían en la antigüedad.
Entonces, como ha pasado con la moda y todo el debate de la apropiación cultural, ¿crees que en el arte lo “afro” es más bien una etiqueta comercial?
Lo primero que tenemos que tener muy claro es qué significa la apropiación cultural y sobre todo lo que significa el uso de esos objetos por parte de la sociedad occidental. Yo ni siquiera creo que sea algo que se tome prestado de otras sociedades. Tiene que ver más con el hecho de arrancarlo del significado original y no dar crédito al origen.
 En el libro Inapropiados e inapropiablesSilvia Albert Sopale dice: “La nueva dramaturgia que queremos impulsar en este país parte de un principio muy simple: nuestras historias las contamos nosotras”. ¿Estás de acuerdo? ¿Cómo conseguirlo?
Seguro que estás al tanto de lo que ha pasado en el Lliure. El hecho de que las historias las contemos nosotras es el ideal, es así como tendría que ser. Hasta ahora las voces fuera del mainstream no occidental no se recogían, no interesaban, y siempre se han dado versiones de todas esas otras culturas. Yo creo que la cuestión es que por lo menos ahora hay la posibilidad de incorporar a esos otros y a esas otras Cataluñas para que cuenten esas otras historias desde su punto de vista y sobre todo incorporando a las personas que viven esas historias. Es ahí por donde tiene que cambiar todo.
Sobre la polémica del Lliure quizá lo más sintomático es la excusa que da el director: aunque hubiera buscado actores negros para el papel, no los hubiera encontrado porque no están en igualdad de oportunidades.
Yo creo que él mismo se califica con eso, y ya para rematarlo añade: “Y yo tengo una hija negra adoptada, no soy racista”. Eso no te lleva al paraíso. Además lo fuerte es que el Lliure tiene actores negros, tan solo bastaba con abrir la puerta de la sala de ensayo.
Es habitual que se exija a las y los artistas racializados que sus obras tengan un componente político, que sean activistas, ¿Es también una forma de racismo, contribuye a estereotipar el sentido de las obras?
.@KaroMoret: “Las personas que se siguen citando en las clases son, casi exclusivamente, hombres blancos muertos norteamericanos o europeos”CLIC PARA TUITEARYo lo creo así, el problema es que para que eso no suceda tendríamos que estar viviendo en una utopía. Y como esa utopía no ha llegado, es necesario que se fuercen ese tipo de vías, que allá donde no haya una mujer, en una obra, en una exposición, o un pintor de origen no europeo, se reclame su presencia. Yo misma estoy más a favor de buscar la excelencia, pero para que todo el mundo pueda llegar a esa excelencia, lo primero es que todo el mundo tenga acceso. Con lo cual ahora mismo es necesario ese componente político, tanto por parte de las mujeres, como de personas racializadas y otras minorías. A lo mejor si a este director de teatro se le hubiera exigido un mínimo de cuota, no le hubiera quedado otra que lanzarse a la calle a buscar actores negros.
No he podido encontrar ningún dato sobre el número de mujeres racializadas en las universidades españolas. ¿Cómo es tu experiencia como investigadora? 
Yo creo que esa va a ser la segunda parte de mi tesis doctoral: mi experiencia como investigadora racializada en una universidad europea. Hace falta más presencia, aunque es evidente que no puedo reclamar una cuota de paridad siendo minoría, lo que sí exigiría de manera inmediata es el tema de los contenidos. Esto es muy importante, porque no solo se ignora a personas de otros orígenes dentro de las universidades, sino que se ignoran e invalidan agendas bibliográficas no occidentales. Lo que se estudia, las personas que se siguen citando y exigiendo en las clases siguen siendo hombres blancos muertos norteamericanos o europeos. Y casi diría exclusivamente, porque además los mismos docentes ni siquiera son conscientes de ello, no le dan a los alumnos herramientas para ir a buscar otras agendas bibliográficas que complementen la que tienen.
¿Notas que por lo menos ahora hay más interés en que esto ocurra?
No, la cuestión es que ni siquiera hay ese interés. Es mi deseo, pero muy utópico. Ahora estamos luchando por que los alumnos pidan más y sean capaces de exigir a los profesores ampliar la bibliografía y que pregunten qué pasa con el resto del mundo, por qué no se estudia.
Tu trabajo de investigación se basa en un estudio sobre la influencia de las diásporas africanas en la cultura occidental, especialmente en la europea. ¿Por qué es importante este reconocimiento para las nuevas generaciones racializadas? 
Yo creo que es una cuestión de recuperar las voces y el crédito de las culturas originarias, de darle al César lo que es del César. Durante muchísimo tiempo la cultura occidental ha sido el origen de todo y la fuente de todo, ni siquiera ha habido un interés por pensar que no puede ser casual que haya tantos cambios en la misma cultura. Hay que recuperar esos momentos en los cuales la cultura occidental se ha apropiado y se ha mimetizado con otras culturas, porque además en la mayor parte de los casos lo ha hecho empleando el terror.
¿Crees que hacen falta más referentes propios para las generaciones de afrodescendientes que existen en España?
Evidentemente que sí, porque la historia española no es la historia de EEUU. Necesitamos una historia propia, ya es hora de que esos referentes se incorporen y formen parte de esa nueva historia española..@KaroMoret: «Los afrodescendientes hemos tomado casi exclusivamente como referencia la lucha de los negros en EEUU. Necesitamos construir una historia propia»CLIC PARA TUITEAR
¿Ocurre algo parecido dentro de los afrofeminismos?
Está claro que es la parte norteamericana la que más ha impulsado el tema de los  afrofeminismos, eso ha facilitado que todas las luchas de la población negra en EEUU, y sobre todo el pensar sobre esas luchas, esté reflejado en los libros y las investigaciones. El inconveniente de esto es que muchos afrodescendientes del mundo, a falta de esas mismas investigaciones en nuestros países, hemos tomado casi exclusivamente como referencia la lucha de los negros en EEUU, olvidándonos de todos los referentes que tenemos en nuestras propias culturas. Ya es hora de que se invierta en eso y de que nosotros nos dediquemos a buscar nuestros propios referentes. Es una cuestión de supervivencia, porque ni mi vida ni la de mis antepasados es igual a la de los negros en EEUU.  Tenemos muchas cosas en común pero también muchas cosas que poco tienen que ver. Yo creo que es hora de buscarlos en Cuba, en el Caribe y también en la diáspora, porque es ahí donde nos encontramos la mayoría.
 ¿Dónde se pueden encontrar esos referentes?
Hay mucha gente haciendo muchas cosas en España, sobre todo muchas mujeres. Gran parte del interés que vemos ahora mismo se generó después de las visitas de Chimamanda [Ngozi Adichie] y de Angela Davis, ese fue el gran colofón de todo. Ha servido incluso para hablar otra vez de la conexión entre África y Caribe, con el tema del afrofuturismo o a través de la llamada filosofía africana. Es una filosofía que se establece casi de forma comunitaria, no es fija.
 Algunas ideas para empezar…
Yo recomiendo libros, los referentes que se los busque cada uno, creo que la gente ha de hacer sus propios deberes y empezar a identificar el racismo moral, el institucional y el estructural. Ahí van algunos: ‘Ser mujer negra en España’, de Desirée Bela-Lobedde, ‘El ocaso del liderazgo sacerdotal femenino en el Xangô de Recife: la ciudad de las mujeres que no será’, de Aida Bueno Sarduy, ‘On son les dones negres?: Feminisme africà i la representació de les dones africanes a la premsa catalana’, de Duodu, ‘Las que se atrevieron’ de Lucía Mbomío, ‘No hay sexo sin racialización’, ‘Las mujeres hablan mucho y mal’ o ‘Mujeres africanas’, de Remei Sipi.
Tu trabajo habla de la importancia de que los sujetos racializados, tanto si han nacido aquí como si no, tengan constancia de su proceso diaspórico. ¿Para qué puede servir?
No es algo que eliges. Yo creo que eso lo tienen a favor los sujetos que migran en relación a los sujetos que nacen en el territorio. Esto últimos generalmente se suelen olvidar del viaje que hicieron sus padres, sin embargo, notan que la sociedad les reclama algo, porque España no les reconoce como propios. Yo como puedo hablar como migrante ese viaje te obliga a situarte en cada uno de los momentos en los que estás y lo tienes súper claro, es fácil porque no te queda otra. Solo tienes un camino y ese camino es hacia delante porque has abandonado tu ítaca y quieres llegar a otro lugar, ese viaje es en un solo sentido.
A través del concepto de interseccionalidad explicas que existen tantas formas de vivir e identificarse como individuos existen. Pero al mismo tiempo, reconocer que hay opresiones comunes puede ayudar a llevar a cabo una lucha conjunta más efectiva. ¿Cómo se conjugan estas dos ideas?
En eso estamos, no tengo ni idea. Es algo que se está haciendo. Yo creo que es importante la idea de que no somos una sola cosa: tú no puedes decir cómo es alguien, porque esa persona es tan compleja como lo puedes ser tú. Hay que empezar por reconocer todas esas variantes dentro de un mismo grupo, pero no tengo una receta de cómo se puede conseguir. Creo que es algo que ha surgido a partir de los dos o de los tres últimos 8 de marzo. Ese momento en el que las feministas catalanas blancas, poderosas, las que ya llevan la lucha muy aprendida y sobre todo son muy académicas, se encontraron que las mujeres emigrantes que trabajaban en sus casas también querían ir al 8 de marzo. Todas quieren luchar por lo mismo, puede ser, pero esa tensión está ahí y el feminismo no ha sabido resolverla todavía. No le interesa conocer al otro, se cree que la simplificación sirve para todo el mundo, pero yo no creo que exista un feminismo global. Va a ser muy complicado darle la especificidad a cada una de las mujeres, porque sobre todo falta sentarse a escuchar.
¿Para ello primero es importante crear espacios negros no mixtos?
Yo creo que es importante porque a día de hoy seguimos ocupando estos puestos de la sociedad que no nos dan acceso a hablar libremente, a tener ese poder sobre nuestros actos y sobre nuestras palabras. Necesitamos lugares seguros, pero al mismo tiempo necesitamos lugares donde poder decirle al otro lo que nos está pasando, porque si no todo quedará entre nosotros. Hacen faltas espacios donde bajar esas violencias verbales y físicas al mínimo, y establecer procesos de verdadero diálogo, darte la oportunidad de entender y conocer al otro.
¿Existen esos espacios?
Se dan por momentos, yo lo intento en los cursos que doy, por eso me interesa tanto que la gente de la calle venga, porque al fin y al cabo la universidad no deja de ser un gueto; y la gente viene, sobre todo mucha gente nacida aquí que no conoce sus raíces.
 Tienes una niña. ¿Crees que vivirá en una España menos racista?
A mí me gustaría, yo sería feliz, pero en la vida real creo que mi hija incluso lo tendrá más difícil porque ella es mestiza, y esta sociedad sigue sin estar preparada. Seguimos en el nosotros y los otros, imagínate con esos mestizos, a medio camino entre una cosa y otra.
Me gusta mucho la frase con la que terminas un artículo que publicaste en la web del CCCB: “Acerquémonos a otras alteridades no solo desde la rabia y la deuda por la reclamación de nuestro espacio para ser. La invitación no es desde tu periferia, sino desde mi centro”. ¿Qué significa? 
Significa lo que te he comentado, darnos la oportunidad de conocernos y de entender que la periferia nunca está formada por un grupo en concreto, y que solamente el centro no es tu centro. Para esto lo principal es la generosidad. Hace poco me preguntaban si yo estaba de acuerdo con el tema de las reclamaciones, creo que apostaría por otro tipo de demandas, por el hecho de que se dé un reconocimiento, así daríamos un paso más directo para construir el futuro, y no esperando a que ese país me dé el dinero que yo creo que me debe, porque a partir de ahí es difícil construir nada más.
 Hay que construir algo nuevo.
Sí.




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