Por Raízes Bilbo
Tras el pasado 8M, muchas nos hemos llevado a casa sentimientos encontrados. Estamos contentas y satisfechas por haber salido a la calle, pero seguimos sintiendo que estamos fuera de lugar, que vivimos en los márgenes del margen.
Cuando gritamos “la ley de extranjería mata mujeres cada día”, “mi madre y mi hermana no son tus chachas” o “escucha feminista no nos gustan las racistas” tenemos que soportar vuestras miradas. Porque nos miráis. Muchas con curiosidad, otras con desdén y algunas directamente con desaprobación. Porque pensáis que nuestros reclamos como racializadas no tienen cabida en espacios feministas. Sorpresa: no podemos separar nuestra raza de nuestro género y no pensamos elegir qué parte de nosotras queremos que deje de ser oprimida. O somos totalmente libres o no lo somos.
“Bizitzak erdigunean” dice uno de los eslóganes de la huelga en Bilbao. Se traduce como “las vidas en el centro”. Éste año se ha repetido una y otra vez la importancia de los cuidados, tanto los que proporcionamos como los que necesitamos. Y como mujeres racializadas, doblemente marginadas, necesitamos cuidados que las feministas blancas no necesitáis y que, francamente, no amparáis. De ahí nuestra decisión de crear espacios racializados tanto en público como en privado. Necesitamos cuidarnos y negar la necesidad de éstos cuidados es arrebatar nuestro derecho a decidir cómo nos cuidamos y cómo nos curamos.
Marchamos en bloque racializado (personas racializadas somos las personas cuya raza se nos es recordada siempre y va intrínseco con nuestra identidad, mientras que lo blanco es lo “normal”, lo neutral y el centro) porque la igualdad no existe. La lucha feminista de las mujeres racializadas va completamente ligada a la lucha antirracista, es una doble opresión indivisible y muchas veces no nos sentimos representadas por el feminismo blanco hegemónico.
No somos iguales y, hasta que eso no se vea y se entienda, no va a cambiar nada y se invisibiliza nuestra posición de desigualdad y opresiones al clamar que somos iguales.
Nuestro feminismo quiere visibilizar que hay desigualdades entre mujeres y, hasta que no las veamos y luchemos todas por un feminismo interseccional, no nos sentiremos representadas, amparadas, incluidas o protegidas por ese feminismo.
Y no os engañéis, necesitamos curarnos. Desde el sufragismo, en el que se nos pedía marchar en la parte trasera, hasta hoy, cuando se nos calla y se nos acusa de dividir la lucha, las feministas blancas nos habéis abierto heridas que se suman a las heridas que el cisheteropatriarcado blanco burgués y capacitista ha generado en nuestras cuerpas.
Y éste ocho de marzo, habéis abierto una herida más.
En la manifestación que tuvo lugar en Madrid varias mujeres blancas intentaron introducirse en el bloque racializado, a lo que las compañeras, de manera totalmente legítima, se negaron. Las mujeres blancas, actuando de la misma manera que los hombres, acostumbrados a que todas las puertas estén abiertas para ellos, se sintieron “ofendidas” ante este espacio no mixto y tomaron una actitud ofensiva, increpando y acusando de “racismo inverso” a nuestras hermanas. Ellas, como haría cualquiera en su situación, mantuvieron su posición y se defendieron. El momento escaló y terminó en un enfrentamiento entre las mujeres blancas y las feministas racializadas.
Enfrentamiento entre blancas y racializadas, no entre españolas e inmigrantes,como enuncian algunos de los vídeos colgados en la web. No son conceptos intercambiables. Éste encuentro está siendo utilizado para difundir xenofobia y fomentar el racismo, porque en éstos momentos hasta grupos de ideología neo-nazi están difundiendo las caras de feministas racializadas en Twitter, YouTube y WhatsApp. No estamos exagerando, una cuenta de un partido ultraderechista de Twitter ha publicado una parte de uno de los vídeos grabados (en el que ninguna de las partes usa el término “puta blanca”) y en el momento en el que escribimos ésto tiene más de 3000 retweets y setecientas respuestas. A lo que hay que sumar artículos faltos de imparcialidad, conversaciones en foros de dudosa moralidad…
Mientras los videos se están compartiendo y comentando como críticas a las compañeras del bloque no-mixto, personas racializadas podemos apreciar la agresión y violencia de una imagen, mil veces reproducida en la historia, de una persona blanca señalando con el dedo e increpando a un grupo de personas racializadas diciéndoles qué es lo que tienen qué hacer. Además, les graba con su teléfono móvil sin su consentimiento. Es una agresión racista en toda regla que, lejos del feminismo y de los cuidados, no respeta el consenso de un grupo de mujeres y monitoriza sus decisiones. Exactamente como hacen los hombres.
Nosotras como Raízes mostramos de manera pública nuestro apoyo a las compañeras del bloque racializado de Madrid que fueron atacadas y se vieron agredidas. Así como mostramos nuestro apoyo público a todos los bloques racializados que tuvieron el valor y la fuerza de salir ese día. Pedimos, por favor, que hagáis lo que esté en vuestra mano para solventar la difusión de las caras y los datos personales de nuestras compañeras. Su seguridad y bienestar es nuestra prioridad.
Cómo decíamos, el feminismo payoblanco cishetero clasista y capacitista nos crea heridas constantemente, callando nuestras voces pero reclamando nuestros rostros para que la foto pase el sello de interseccionalidad. No nos vamos a mantener en silencio ni a moderar nuestro volumen. Somos perfectamente conscientes de que siempre vamos a hablar demasiado alto para un mundo que no fue diseñado para escucharnos.
Nos estamos levantando y, ahora que os tenemos a la altura de los ojos, queremos deciros que la idea del feminismo es acabar con las estructuras de poder del patriarcado, no reproducir sus conductas entre nosotras.
Basta ya de falsas aliadas. Estamos cansadas de gestos simbólicos y palabras vacías; como añadir estrofas sobre mujeres inmigrantes en situación irregular en las canciones feministas, añadirnos como atrezzo en vuestros carteles y utilizar nuestra racialización como símbolo del 8M, a pesar de no incluirnos, pero hacer caso omiso a las convocatorias de acciones y manifestaciones en contra del racismo. Queremos acciones tangibles. Escuchad, leed, aprended, todo ello desde la humildad. Corregid todo lo que sea necesario, deconstruid y decolonizad vuestras mentes. Y actuad. Gritad nuestras consignas para hacer eco de nuestras palabras respetando el espacio que por derecho nos pertenece. No os quedéis calladas ni inmutables ante las agresiones que sufrimos en los que deberían ser espacios seguros. Actuad.
Demostradnos que sois dignas de que dejemos de tener que gritar “todas hermanas no sólo las blancas”.
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