El 9 de octubre conocimos que Paz Rodríguez, presidenta de la Asociación “Carla Vive” había sido condenada a 20 días de arresto domiciliario, no consecutivos, por la frase «nos estáis dejando pocas soluciones a las mujeres y las pocas que nos quedan no os van a gustar».
Por Asociación de Mujeres
El 9 de octubre conocimos que Paz Rodríguez, presidenta de la Asociación “Carla Vive” había sido condenada a 20 días de arresto domiciliario, no consecutivos, por la frase «nos estáis dejando pocas soluciones a las mujeres y las pocas que nos quedan no os van a gustar». Además agentes de la Policía Nacional comprueban, hasta tres veces al día, si Paz Rodríguez está en la vivienda, si cumple la sentencia de una magistrada de Castilla y León.
La Asociación “Carla Vive” de Gijón, está especializada en ayuda a mujeres víctimas de violencia de género. En estos momentos acuden a cualquier provincia del país (Málaga, Zaragoza, Huelva, Madrid…) para recoger mujeres que están en riesgo y las ponen a salvo en Asturias. Las ayudan a empezar de nuevo y las acompañan a los juicios. Además han llegado a un acuerdo con una promotora para que faciliten viviendas a precios económicos a mujeres víctimas.
La indignación antes tales hechos, ha llevado a la Asociación de Mujeres “María de Padilla de Toledo a elaborar este comunicado de apoyo a la asturiana Paz Rodríguez.
¡Paz no estás sola! Desde la Asociación de Mujeres “María de Padilla” de Toledo queremos que te sientas arropada con nuestro apoyo. Porque somos muchas las mujeres que estamos a tu lado trabajando día a día junto a otras que sufren el maltrato al que les someten hombres “honestos” y “decentes”, hombres cobijados bajo el manto de una sociedad que prefiere tapar sus crímenes y abusos. A fin de cuentas son “buenos” hombres, con plenitud de “derechos” sobre sus mujeres, mujeres que seguimos siendo consideradas ciudadanas de segunda. Ellos se hacen fuertes al sentirse cobijados por el poder de instituciones que dejan desprotegidas a las víctimas que supuestamente deberían defender, convirtiéndose en cómplices de sus atrocidades. El maltrato institucional se hace cada vez más patente. Día a día se conocen nuevos casos como el que tú nos relatas, como el de esa mujer que tú has defendido y a la que has tratado de proteger, y en ti misma cuando has hecho lo que te correspondía como mujer y como ser humano en pos de la justicia.
Parece ser que esa justicia teme más la fuerza de la palabra que los abusos y las agresiones a las que han sido sometidas las víctimas de violencia machista, abusos y agresiones que tal vez no sean considerados tan graves por algunos responsables de impartir justicia porque simplemente han sido sufridos por una mujer.
La solución según la señora jueza no está en “andar llamando maltratador a la gente por las redes sociales”, y en eso estamos completamente de acuerdo. La solución a la violencia de género pasa por unas leyes adecuadas a las crudezas de las agresiones perpetradas contra las mujeres, leyes que impongan penas, que protejan a las mujeres y a sus hijos, que prevengan, que eduquen, leyes ecuánimes que declinen la balanza en favor de la verdad y la razón.
Como tú bien dices, parece que nos quieren calladas, porque la palabra, cuando va cargada de fundamento y cordura, cuando denuncia, cuando sirve para concienciar y para poner lo blanco sobre negro, molesta. Tal vez la palabra muestre la vergüenza de muchas de las acciones judiciales que convierten a los agresores en auténticos corderitos inofensivos frente a las agredidas, histéricas insatisfechas que no aguantan nada y que se atreven a levantar la voz. Por fortuna, somos muchas las que te apoyamos y las que vamos a seguir reclamando justicia, demandando y exigiendo una solución a este drama humano que sufren muchísimas mujeres bajo el yugo de sus parejas o exparejas, en el silencio de sus casas convertidas en auténticas cárceles para ellas, y muchas otras víctimas invisibles en la sombra que son sus hijos e hijas y a los que no podemos ni debemos olvidar. La palabra puede que en muchos casos sea un arma de destrucción masiva de un poder arbitrario y abusivo, por eso tal vez les haga tanto daño, porque muestra sus vergüenzas y les señala con el dedo. Ya hay demasiado silencio en las bocas de tantas y tantas mujeres que continúan sufriendo, algunas de ellas desgraciadamente, acalladas para siempre. No olvidemos que, solo en mes de septiembre han sido asesinadas nueve mujeres y tres niñas por causas de la violencia de género.
Es cierto que nos están dejando pocas soluciones a las mujeres y que las pocas que nos quedan no les van a gustar, pero ellos tal vez en esa expresión entienden una llamada a la violencia. Nosotras así no lo entendemos, vemos en ellas una llamada a la insurrección contra un poder que cambia el rumbo de los dardos y dispara contra las verdaderas víctimas, una llamada a seguir denunciando, gritando y reclamando justicia.
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com
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