Para la vasta mayoría de las mujeres la primera menstruación significó el comienzo de una relación que ellas no eligieron, una relación impuesta a fuerza de bombardeos mediáticos y convenciones sociales: una relación con la industria de la “higiene femenina”.
¿Con cuánta naturalidad nos ofrecieron productos desechables para lidiar con la menstruación? Al parecer esos productos eran los más prácticos, cómodos e higiénicos, ¿cierto? No se ha puesto en duda, sino hasta recientemente, que esa fuera la verdad y se ha comenzado a discutir el problema de la salubridad de dichos productos femeninos, un problema que atañe a aproximadamente un tercio de la población.
Nuestra piel es el órgano más grande de nuestro cuerpo, pero también el más delgado: apenas una milésima nos separa de potenciales toxinas en el ambiente. Peor aún, nuestra piel es muy permeable, especialmente la piel de la vulva y la vagina. Las sustancias que ponemos en contacto constante con la piel eventualmente entrarán a nuestro torrente sanguíneo y de ahí al resto del cuerpo.
La exposición cutánea a sustancias tóxicas es peor que si decidiéramos comernos esas sustancias: el tracto digestivo tiene varias maneras de desechar toxinas, pero la permeable piel es un atajo para llegar a la sangre y a órganos vitales.
Así que si no es algo que quisiéramos comer, ¿por qué lo ponemos en contacto con nuestra piel? Porque no hay información ampliamente disponible acerca de los peligros que conllevan estas sustancias. La exposición prolongada a los productos desechables es una bomba de tiempo: en promedio, una mujer usa a lo largo de su vida 16,800 toallas o tampones desechables.
En este video, Andrea Donsky nos explica que en los Estados Unidos las empresas de desechables no tienen que etiquetar ni hacer público lo que contienen sus productos por ser considerados “dispositivos médicos”. Así que ella se comunicó directamente con la empresa Procter & Gamble que produce las toallas Always para preguntar por sus ingredientes. Sólo le dijeron que sus toallas contenían espuma e Infinicel –un producto súper absorbente capaz de retener 10 veces su peso en líquido.
En el video, Donsky prende fuego simultáneamente a dos toallas, una de Always, cuyos ingredientes se desconocen, y otra de Natracare, que está hecha 100% con algodón orgánico. Al quemarse, la toalla de Natracare se quema de manera lenta, sin hacer mucha flama y despidiendo un humo blanco. En cambio, la toalla de Always se quema rápidamente, dejando residuos de plástico en el plato y despidiendo un humo negro y apestoso. Esto es indicativo de que la toalla seguramente contiene petroquímicos, fibras sintéticas y dioxinas.
De hecho, una toalla desechable, cualquiera que esta sea, puede contener el equivalente a 4 bolsas de plástico y es de sobra conocida la naturaleza tóxica de los químicos plásticos. Por ejemplo, químicos plastificantes como BPA y BPS interfieren con el crecimiento del embrión. Además, están relacionados con problemas del corazón y diversos tipos de cáncer. Los ftalatos o ésteres de ácido ftálico, que le dan flexibilidad al plástico y un acabado brilloso y suave, provocan desequilibrios en las expresiones genéticas y el DEHP puede generar daño en diversos órganos internos. Además de plásticos, las toallas desechables pueden contener otros ingredientes potencialmente tóxicos como neutralizadores de olor y fragancias.
Por si todo esto fuera poco, basta con pensar en nuestra experiencia personal con estos productos para recordar la incomodidad del calor que producen, pues al estar hechas con plástico y fibras sintéticas, las toallas desechables impiden el paso de oxígeno a la vulva lo que promueve el crecimiento de hongos y bacterias que generan infecciones.
Estos productos son, entonces, un caldo de cultivo perfecto para potenciar problemas no sólo ginecológicos sino también de salud en general. Normalizar el uso de estos productos ha sido un éxito para una industria que obtiene ganancias millonarias a partir de la explotación de recursos renovables y no renovables, de la contaminación del cuerpo de millones de mujeres en todo el mundo y del planeta. La pregunta es ¿hasta cuándo?
En el siguiente artículo ahondaremos en una sustancia en particular que tienen tanto toallas y tampones desechables y que conlleva numerosas afecciones para las mujeres: las dioxinas. Y platicaremos sobre qué alternativas tenemos para vivir una menstruación no sólo cómoda, sino también sana, ecológica y económica.
Por Emilia Almanza Towgood/La Crecida Ecofeminismo y Menstruación Consciente
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Ecofeminismo, decrecimiento y alternativas al desarrollo
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