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jueves, 12 de septiembre de 2019

El asesinato de Israa Gharib no tiene nada que ver con el honor



Yara Hawari
Al-Jazeera

Traducido del inglés por J. M.

Israa, como muchas otras antes que ella, fue asesinada porque los hombres en su vida creían que ella y su cuerpo les pertenecían.

Mujeres palestinas se manifiestan por los derechos de las mujeres frente a la oficina del primer ministro en la ciudad ocupada de Ramallah, Cisjordania [AFP]

El miércoles miles de palestinos en Cisjordania y en la diáspora protestaron contra el asesinato de Israa Gharib, una mujer palestina de 21 años de la aldea de Beit Sahour en el área de Belén. Israa era una entusiasta maquilladora y experta artista a punto de comprometerse. Su vida se vio truncada la semana pasada cuando, según los informes, fue asesinada por miembros de su propia familia por publicar una foto en Instagram con su futuro prometido.

Se ha afirmado que sus hermanos la golpearon con tanta fuerza que, mientras intentaba escapar de ellos, se cayó por una ventana y sufrió graves lesiones en la columna vertebral que provocaron su hospitalización. Luego fue agredida en el hospital, donde, según testigos, se la escuchó gritar y llamar a la policía.

Su familia negó haber cometido algún delito y afirmó que Israa había sido poseída por un espíritu maligno (un Jin) y sufrió un ataque al corazón. La investigación de su muerte a cargo de la Autoridad Palestina está en curso, pero gran parte de los medios de comunicación ya le llaman "asesinato por honor", en otras palabras, asesinato de una mujer o niña por un pariente masculino para preservar el honor de la familia.

La ministra palestina de asuntos de la mujer, la doctora Amal Hamad, emitió un comunicado en Facebook asegurando una revisión del sistema legal para ofrecer una mejor protección a las mujeres, así como para buscar mecanismos para prevenir la violencia antes de que se intensifique. Mientras tanto, las activistas árabes y las feministas en las redes sociales han estado condenando el horrible asesinato e insistiendo en que el término "asesinato por honor" debe abandonarse y el crimen simplemente debe llamarse asesinato.

De hecho, el problema con el término "asesinato por honor" es que ayuda a validar la narrativa de que este crimen es de alguna manera excepcional o separado del crimen más general de feminicidio. El término también alienta a las personas a considerarlo un problema específicamente del Medio Oriente o Asia. Sin embargo las mujeres son asesinadas en todo el mundo por hombres que invocan ideas de vergüenza, celos, deshonra y humillación en una muestra de masculinidad tóxica. Por eso es importante que estos crímenes sean entendidos y vistos dentro del contexto de la violencia estructural del patriarcado.

El asesinato de Israa es parte de un fenómeno global de violencia contra las mujeres infligidas por sus parejas y/o parientes. Este fenómeno es apoyado y mantenido por sistemas patriarcales que aseguran el dominio masculino y las jerarquías masculinas. Si bien el patriarcado afecta a todos, sus manifestaciones violentas afectan desproporcionadamente a las mujeres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada tres mujeres en todo el mundo ha sufrido violencia física y/o sexual por parte de su pareja. Con base en cifras recientes, también se estima que a nivel mundial 137 mujeres son asesinadas por miembros de su familia todos los días. Lo que permite este tipo de violencia es una narrativa de la propiedad masculina sobre las mujeres y sus cuerpos, en la que las mujeres y la feminidad son vistas como inferiores a los hombres y la masculinidad.

La historia de Israa es un ejemplo horrible y brutal de las manifestaciones violentas del patriarcado en Palestina y existen pocos mecanismos institucionales y legales para proteger a las mujeres de este tipo de violencia intrafamiliar. Muchas otras mujeres palestinas han sufrido varios niveles de abuso psicológico y físico por parte de parejas o familiares varones. Según la ONU, alrededor del 30 por ciento de las mujeres casadas en Cisjordania han sido víctimas de violencia doméstica por parte de sus esposos; en Gaza este número es tan alto que llega al 50 por ciento.

También es importante reconocer que la violencia del patriarcado también se produce de formas más insidiosas: filtrando nuestro lenguaje y comportamiento cotidianos, afectando de muchas maneras cómo se imponen los estereotipos de género en entornos familiares y en el lugar de trabajo.
Es por eso que el feminismo no puede ser simplemente una ideología, debe integrarse en los valores sociales, políticos y nacionales y practicarse como tal. Esto no solo significa cuestionar constantemente y rechazar las normas en nuestras sociedades y comunidades que imponen el dominio machista, sino también organizarse para desmantelarlos.

Debe haber mecanismos institucionales establecidos y herramientas legales utilizadas para que los autores de tales crímenes, como los familiares de Israa, puedan ser procesados ​​y castigados. Las mujeres no pueden estar solas en este esfuerzo. Los hombres no solo tienen que participar activamente, sino que también tienen que focalizarse y acompañar a las mujeres. Así es como podemos honrar colectivamente a Israa y a todas las mujeres a las que se una cultura de masculinidad y patriarcado tóxicos les ha quitado la vida.

Las opiniones expresadas en este artículo son de los autores y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera .

Yara Hawari es miembro de Política Palestina de Al-Shabaka, la red de política palestina.


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