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miércoles, 14 de noviembre de 2018

Colombia. Policarpa Salavarrieta: Valentía y coraje


Por Colombia Informa
Policarpa Salavarrieta fue el enlace directo entre las guerrillas urbanas y rurales que llevó al ejército Libertador a obtener muchas victorias y a emprender el camino de la libertad soñada por Bolívar. Salavarrieta, representa a la mujer colombiana: luchadora, valiente, idealista, inteligente y activista.
¿Quién fue Policarpa Salavarrieta?
Lo que sabemos de Policarpa son supuestos; debido a su popularidad mucha de la información que nos brindan los medios la hacen ver como verídica. Lo que más se comenta es que nació en el municipio de San Miguel de Guaduas (Cundinamarca) en el año 1790 o 1792 o tal vez 1796, eso no está claro.
No se ha comprobado si su verdadero nombre fue Policarpa, pues su partida de bautismo fue quemada para eliminar cualquier dato sobre ella, pues participaba como espía para el ejército libertador.
En algunos libros la podemos encontrar como Gregoria Polonia Salavarrieta, aunque algunos historiadores comentan que ese fue el nombre que se puso cuando empezó su trabajo de espionaje en la casa de los españoles. La fecha de su nacimiento se precisa por la fecha de nacimiento de sus hermanos, de quienes sí se tiene información.
Estando en Bogotá y habiendo quedado huérfanos, la señora María Matea de Zaldúa, quien era una allegada de la familia Salavarrieta Ríos, le dio estudio a Policarpa en el convento de la soledad, donde aprendió a leer, escribir y tocar guitarra.
Pasados algunos años, Policarpa fue nombrada por el gobierno como profesora, pero al poco tiempo fue destituida de su cargo por influenciar a los niños en contra de la corona española. Empezó a sentirse atraída por motivos revolucionarios cuando se enteró que su padre perteneció al movimiento revolucionario comunero que exigía abolir los impuestos y que se privilegiara a los americanos sobre los españoles, pues estos consideraban inferiores a los nativos.
Conoce sobre la Revolución Francesa y sobre la declaración de los derechos del hombre, enterándose de que el general Antonio Nariño había hecho la traducción del francés al español en 1794. Supo que debido a este documento empezaron a aparecer protestas y a organizarse diferentes grupos conspiradores contra la opresión del tirano español.
Un día en 1808, conoce a Leandro y Alejo Sabaraín, hijos de Joaquín Sabaraín, funcionario de las reales minas de Mariquita (Tolima) y quienes eran nativos de Honda (Tolima). Alejo y Policarpa eran de la misma edad y compartían las mismas inquietudes políticas y sociales. Pero lo que llamó la atención de Alejo no fue la figura esbelta de Policarpa, sino su inteligencia.
Pasado algún tiempo, la situación en Guaduas se empezó a complicar debido a los rumores sobre las conspiraciones entre criollos y realistas. Alejo le había contado a la Pola que el general Napoleón Bonaparte, había puesto en el trono español a su hermano José y que en Santafé se había pronunciado en contra de este, Camilo Torres.
El domingo 22 de julio, había algarabía en Guaduas. Los hermanos Salavarrieta madrugaron para asistir a la misa mayor y a la salida se enteran de lo ocurrido en Santafé dos días antes, el 20 de julio de 1810. Se unieron todos a la celebración y a los gritos.
Lo que siguió fue una especie de anarquía por los enfrentamientos entre las provincias. Se generó una guerra civil de dos bandos, uno liderado por Nariño quien defendía el centralismo y el otro liderado por Camilo Torres quien defendía el federalismo. La Pola mientras tanto iba enterándose de todo lo que estaba ocurriendo debido a que Nariño contaba con el apoyo de los padres agustinos, sus amigos declarados patriotas, que le permitían estar al tanto de la situación.
En julio de 1813 el pacificador Pablo Morillo llega a Santa Marta, entonces empieza el conocido régimen del terror y periodo de reconquista. Cartagena fue una de las primeras ciudades en sufrir el acoso por Morillo, cuando al final fue vencida, muchos de sus habitantes se fueron en barco hasta Panamá; allí surgió hoy en día otra heroína, Juana María Blanco quien cayó presa y sufrió los maltratos por parte de los soldados de Morillo.
Ambrosio Almeyda, pertenecía a una familia de mucho dinero en Pamplona y cuando se entera que Policarpa es perseguida en Guaduas promete protegerla, entonces le envía una carta de recomendación a Andrea Ricaurte y Lozano.
La casa de doña Andrea Ricaurte servía de lugar donde se mandaban las comunicaciones, noticias, recursos y gentes para el ejército patriota que se estaba reforzando. Con la llegada de la Pola los trabajos políticos se aceleraron y como ella no era recordada en Santafé, salía con libertad a entregar la correspondencia.
La Pola estuvo presente en varias reuniones en fondas, tertulias literarias y conversaciones de personajes importantes y era de allí donde sacaba la información privilegiada que hacía llegar a los patriotas. Gracias a Policarpa Salavarrieta muchos compatriotas se escaparon de cuarteles españoles. También informó sobre los planes de Sámano de fortalecer Paya, Sogamoso, Labranzagrande y San Martín.
Escribía con frecuencia a las guerrillas de los Llanos en San Martín y Casanare. Auxiliaba a los que querían marchar e incorporarse en las guerrillas y compraba con el dinero que ganaba, elementos de guerra que enviaba a los campamentos.
De ser una auxiliar de tercera en la resistencia, pasó a ser la figura central de este movimiento. Husmeaba en las puertas de los cuarteles y así se enteraba de los movimientos militares. Como Sámano descubre que los patriotas tienen juntas y que auxilian a las guerrillas fusilan a varios paisanos; Andrea Ricaurte se traslada entonces a una casa en la carrera Bolívar.
Sabaraín y sus compañeros fueron detenidos en Gachetá y las autoridades españolas le encargan al sargento Anselmo Iglesias apresar a Policarpa, por lo que esto se vuelve una obsesión para Iglesias. Como nadie sabía nada sobre Policarpa, un día Iglesias entra a un bar con unos tragos encima y le comenta a la tendera que busca a Policarpa, ya que uno de sus soldados se enamoró de ella. La tendera le cuenta que a veces frente a aquel bar, pasa su hermano Bibiano.
Efectivamente días después ven pasar a Bibiano y lo siguen. Llega entonces hasta la casa de Andrea Ricaurte. Iglesias entra por la fuerza diciendo groserías contra Policarpa, quien a su vez le responde con firmeza. Policarpa le dice a Andrea que esconda los papeles que comprometan a los patriotas. Entonces agarra todos los papeles que tenían en el cuarto y sin que Iglesias se diera cuenta, cruza hacia la cocina y los mete en el fogón que estaba prendido, ya que estaban cocinando maíz.
Iglesias y sus hombres se llevan a Policarpa, primero al cuartel del Tambo para la celebración del consejo de guerra, el 10 de noviembre de 1817 y luego al colegio del Rosario, escogido por Sámano de manera arbitraria como capilla, a donde llevaron a los 9 reos que iban a ser condenados: Alejo Sabaraín, Francisco Arellano, José María Arcos, Jacobo Marufú, Manuel Díaz, José Manuel Díaz, Joaquín Suárez, Antonio Galeano y Policarpa Salavarrieta.
Gracias a José Hilario López, a quien ubicaron como centinela de los presos, podemos saber cómo fueron las reacciones de Policarpa frente a su encierro y cómo se comportó ante la pena de muerte. Contaba López que la Pola les replicaba a los sacerdotes, que la exhortan a confesarse y a aplacar la ira.
Ella les decía en voz alta, con ira, resolución y entusiasmo patriótico: “En vano se molestan, padres míos, si la salvación de mi alma consiste en perdonar a los verdugos míos y de mis compatriotas, no hay remedio, ella será perdida; porque no puedo perdonarlos ni consentir en semejante idea. Déjenme ustedes desahogar de palabra mi furia contra esos tigres, ya que estoy en la impotencia de hacerlo de otro modo. Con qué gusto viera yo correr la sangre de esos monstruos de iniquidad. Pero ya llegará el día de la venganza, día grande en el cual se levantará del polvo este pueblo esclavizado y arrancará las entrañas de sus crueles soñadores”.
Los padres le suplicaban que se callara, a lo que la Pola respondió que aceptaba que la fusilaran en ese instante, ya que no se callaría, era imposible para ella guardar silencio al ver a los tiranos de su patria.
Al día siguiente a las 9 de la mañana las víctimas iban en fila hacia el cadalso. Policarpa iba acompañada de dos sacerdotes. José Hilario López estaba angustiado al pensar que podía ser él al que le tocara dispararle. Negoció con un cabo y alegó que su fusil no estaba en muy buen estado y se libró de aquella terrible tarea.
La Pola se resistía a marchar. Una vez vio al mayor de plaza, gritó con ira a los sacerdotes que la fusilaran ahí mismo, que sus ojos no podían ver que un americano fuera irónicamente su ejecutor.
Finalmente, después de los suplicios de los sacerdotes para que se callara, la Pola marchó con paso firme hasta el suplicio y en vez de repetir lo que decían los sacerdotes, no hacía sino maldecir a los españoles y encarecer su venganza. Al salir de la plaza y ver al pueblo agolpado exclamó: “Pueblo indolente, cuán diversa sería hoy vuestra suerte si conocierais el precio de la libertad. Pero no os preocupéis, mirad que mujer y joven, me queda valor para aguantar esta muerte y mil muertes más. No olvidéis este ejemplo”.
Llegada al pie del banquillo, volvió otra vez los ojos al pueblo y dijo: “Miserable pueblo, yo os compadezco, algún día tendréis más dignidad”. Entonces se le ordenó que se montase sobre la tableta del banquillo porque debía ser fusilada por la espalda, por traidora; ella contestó: “ni es propio, ni es decente, en una mujer, semejante posición; pero sin montarme yo daré la espalda si esto es lo que se quiere. Muy orgullosa por defender los derechos de mi patria”.
Se la vendó y aseguró con cuerdas, en cuya actitud recibieron la muerte ella y sus compañeros. Los 9 cadáveres fueron recogidos y llevados a la iglesia de la Veracruz de la Hermandad del Monte de Piedad. La noticia del fusilamiento de la Pola produjo profunda tristeza entre los habitantes de Guaduas. “Polita”, como la recordaban sus amigos y familiares, se convertiría en una víctima más del régimen del terror que ha perseguido a Colombia hasta nuestros días.
Pero el sacrificio de Policarpa y sus compañeros no fue en vano, ya que cada vez se unían más hombres a los ejércitos patriotas. Se desataron una serie de enfrentamientos entre los ejércitos realistas e independentistas y después de un largo periodo de enfrentamientos, en 1819 cuando las guerrillas de Cundinamarca se unieron a las tropas de Simón Bolívar, el ejército patriota tomó fuerza y resultó victorioso, logrando así cambiar radicalmente la historia del pueblo americano.
En 1967, durante la presidencia de Carlos Lleras Restrepo se declaró el 14 de noviembre como el “Día Cívico de la Mujer Colombiana” en conmemoración al aniversario del fusilamiento de nuestra heroína. Como muchos, Policarpa Salavarrieta fue víctima de una sociedad violenta, con un destino trágico pero de una personalidad indomable, valiente y luchadora. Un gran ícono de la revolución.
CI  JO/AO/14/11/18/09:05





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