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miércoles, 11 de julio de 2018

Que viva México: ¿A dónde van que revuelven tanto?


Mabel Bellucci recupera la experiencia libertaria de La Revuelta, la primera publicación feminista de divulgación mexicana. Con lenguaje claro y directo, el feminismo y el anticapitalismo convergieron en sus páginas. Como regla: la horizontalidad, el debate político y la amistad.
Por Mabel Bellucci
Hacia 1975, a pocos meses de finalizada la Conferencia del Año Internacional de la Mujer convocada por Naciones Unidas, en México, surgió el colectivo La Revuelta. De un rabioso cuño radical, se presentó como una escisión del Movimiento de Liberación de la Mujer (MLM) de ese país. Ocho fueron sus pioneras: Elionor Bartra y Muriá, más conocida por Eli Bartra, María Brumm, Chela Cervantes, Bea Faith, Lucero González, Dominique Guillemet, Berta Hiriart, Ángeles Necoechea.
Para sus fundadoras resultaba prioritario editar un periódico que obrara como un estandarte del feminismo para traccionar la potencialidad del movimiento. Entonces, apenas pisado el terreno público, ellas dieron inicio a una prensa feminista y se lanzaron como cometas en el espacio a editar La Revuelta; lo cual significó la creación del primer medio impreso de divulgación del feminismo en México. Apareció en Distrito Federal, desde septiembre de 1976 hasta mayo de 1977. En el lanzamiento, sus integrantes explicaban la necesidad de disponer de un medio gráfico: “Se creó para concretar en una publicación el proceso de nuestra toma de conciencia”.
La Revuelta intentaba generar un impacto sociocultural en torno al machismo dominante y la explotación capitalista. En el primer número en su editorial “Las mujeres tomamos la palabra” planteaban lo siguiente: “Nosotras sin perder de vista la noción clasista de la sociedad, nos proponemos luchar contra el sexismo, es decir, contra la división de la sociedad por sexo, que nos discrimina como personas en todos los niveles en la escuela, en la casa, en la calle, en el trabajo”.
Las temáticas eran de un variopinto colorido de anhelos e impaciencias. Encerraba cuestiones relacionadas a la violación y abuso sexual, aborto voluntario, maternidad, creación y pensamiento feminista, infancia e identidad de género; sexualidad; maternidad y familia; mujeres trabajadoras; vulnerabilidad de la mujer en la sociedad contemporánea; amor romántico, salud y  violencia, entre otros tantos debates centrales. En relación al aborto se abordó en varias oportunidades (Legalización=utopía del aborto libre; ¿Qué es el aborto?; Algunos datos sobre el aborto; Contra la ley sobre el aborto; El aborto como defensa de la vida; La anticoncepción, ciencia masculina para mujeres). En verdad, ésta era una de las cuestiones que les quitaba el sueño a estas damiselas. Por ello, fue una época de fuerte visibilidad, más que nada centrada en denunciar las más aberrantes expresiones del tradicionalismo católico que aún hoy impera en esta sociedad.
De acuerdo con el talante libertario de sus activistas, ellas lo redactaban, lo diseñaban y luego lo entregaban en la calle para entrar en diálogo con el peregrinaje urbano. Se vendía en la zona de los Bosques de Chapultepec, en las esquinas, en la entrada de los supermercados, de las escuelas y de los hospitales. En fin, repartirlo en esos lugares permitía establecer un contacto cara a cara con otras mujeres, una acción política directa. Todas las ediciones fueron impresas en letras grandes y vistosas para facilitar la lectura de una amplia gama de sectores sociales: desde trabajadoras formales, amas de casa hasta estudiantes universitarias. Las contribuciones estaban escritas con un lenguaje accesible, alejado de tecnicismos que entorpecieran su lectura para aquellas que probablemente tuvieran su primer contacto con una publicación feminista. Así, invitaban a unirse al colectivo, a participar en diálogos y grupos reflexivos así como manifestarse en las calles. Por ejemplo, en septiembre de 1977 se convocaron frente a la embajada de Italia para repudiar el veto del Senado contra la ley de aborto presentado en esos momentos. Luego fue aprobada el 22 de mayo de 1978 y confirmada mediante un referéndum en 1981.
De manera errática, salieron nueve números de La Revuelta, sin ninguna periodicidad frente a la falta de recursos económicos y a las dificultades que implicaba su distribución. Ninguna de sus integrantes disponía de experiencia profesional en el periodismo gráfico o en la literatura acreditada, por lo tanto, su producción constituía un esfuerzo épico. En efecto, se armó un proyecto editorial sin precedentes; todo había de ser construido desde cero, para lo cual se requirió reuniones tras reuniones por más de un año.
En  2017, Mario Tonatiuh Meléndez Huerta en su artículo “El Periódico La Revuelta… Y las brujas conspiraron” publicado en la revista Estudios Latinoamericanos, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que “De las 90 colaboraciones, artículos, notas y demás que aparecieron en La Revuelta, sólo dos poseen mención de autoría: un relato de Melba Hernández sobre los preparativos al Asalto del Cuartel Moncada titulado “Notas acerca de la creatividad y las mujeres” que salió en el número II, octubre de1976 y un fragmento del ensayo de Emma Goldman titulado “Matrimonio y amor”. Este famoso escrito que recorrió el mundo del ideario libertario se publicó en La Revuelta, número VI, mayo de1977.[1] Hubo razones para que fuera así: los principios de horizontalidad en la distribución de la tarea editorial, objetaban las firmas individuales de las crónicas editadas.
Una década más tarde, en 1983, Eli Bartra se convirtió en coautora del libro La Revuelta. Reflexiones, testimonios y reportajes de mujeres en México, 1975-1983. Editorial Martín Casillas. En su tapa aparecen los nombres de las que firmaron este texto y que estuvieron en su producción: Eli Bartra, María Brumm, Chela Cervantes, Bea Faith, Lucero González, Dominique Guillemet, Berta Hiriart y Ángeles Necoechea. Sin embargo, muchas otras prosistas participaron en el grupo a lo largo de tanto tiempo y este material también encierra el fruto de un sinnúmero de esfuerzos mancomunados.
En el prefacio se proponen el siguiente desafío: “Escribirlo surgió de una necesidad. En general, la producción feminista latinoamericana es una producción efímera. Se basa en folletos, volantes, guiones, notas periodísticas o publicaciones con una distribución muy limitada. Entonces quisimos recoger reflexiones, testimonios y reportajes de mujeres en México de 1975 a 1983. Hacía falta un libro así: producto de ocho años de trabajo solidario, de cambios constantes, de militancia coherente”. Mientras que en el prólogo se mencionan las recomendaciones a tener en cuenta por si las cruzabas: “Al ingresar a las filas del movimiento feminista, una de las primeras advertencias que se recibe es ¡Aguas, con las de La Revuelta! ¿Ya leíste su periódico? ¿A dónde van que revuelven tanto? Encontrarse entonces con LAS DE LA REVUELTA era toda una experiencia. Seguras de sí mismas, estrafalarias sin ningún recato en ponerse una de esas faldas exóticas que una quiso llevar siempre”.
Tras los nueve números que se publicaron, los cuales componen la totalidad del material se puede consultar en el sitio web Archivos Históricos del Feminismo del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.[2] Este periódico encarnó un grupo solidario, politizado en el que, con matices, nunca separó el feminismo de un concepto socialista y revolucionario. Resultó ser producto de un esfuerzo sostenido a puro pulmón hasta que no pudo más y el tiempo que parecía haberlo sepultado, se lo rescata primero con el libro La Revuelta y luego el CIEG, hace lo suyo. Así, ambas oportunidades operan como testimonios de que un hecho existió y le indican al movimiento feminista mexicano de dónde vienen para anticipar hacia dónde van. Mirar atrás, es una de las maneras de no volcarnos nunca al olvido. Una revisión al pasado, una reflexión al futuro.
[1]“Matrimonio y amor” constituye uno de los once ensayos recopilados en su libro Anarchism and Other Essays (Anarquismo y otros ensayos). Esta publicación salió por primera vez, en 1910, en Estados Unidos. Emma Goldman abordaba la lucha feminista junto con la de la clase obrera, con un fuerte hincapié en la sexualidad femenina.
[2] En los Archivos Históricos del Feminismo se pueden consultar cinco de las primeras revistas feministas de México: La Revuelta (1976-1978), Cihuat (1977-1978), La Boletina (1982-1986), La Correa Feminista (1991-1998) y FEM (1976-2005). Un equipo de jóvenes becarios bajo la dirección de J. Félix Martínez Barrientos catalogaron y digitalizaron 5 mil 884 artículos y 305 ejemplares de las cinco publicaciones. Buscar por tema, título o autor el acervo de este valioso material. http://www.mujeresnet.info/2017/12/de-biblioteca-rosario-castellanos-a-computadora-los-archivos-historicos-del-feminismo.html
*Mabel Bellucci es activista feminista queer. Integrante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades (GES) en el Instituto de Investigación Gino Germani (IIGG)-UBA y de la Cátedra Libre Virginia Bolten de la UNLPlata. Autora Historia de una desobediencia. Aborto y Feminismo. Capital Intelectual. Segunda edición 2018.
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