RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 24 de julio de 2018

Colombia. La confesión que nos debemos a nosotr@s y al mundo, porque al mundo nos debemos

Por Daniela Huertas, Trochando Sin Fronteras
Qué escribir lleva siendo mi pregunta por un número de horas indeterminadas frente a un ordenador que refleja mi vacío mental en una hoja blanca. Es que leer un texto y expresar mi opinión o hacer lo que considero un análisis del mismo para agregar a mi mundo nuevos conceptos no es sencillo, pero no […]
Qué escribir lleva siendo mi pregunta por un número de horas indeterminadas frente a un ordenador que refleja mi vacío mental en una hoja blanca. Es que leer un texto y expresar mi opinión o hacer lo que considero un análisis del mismo para agregar a mi mundo nuevos conceptos no es sencillo, pero no me deja en blanco. Es que ver imágenes, hablar de historia, procesar las que parecen ser verdades ocultas, sorprenderme, criticar, sentir dolor e incomprensión, asombrarme con lo poco o nada que sabía y lo perdida, engañada o distraída que estaba es el humano resultado de mi proceso académico y tampoco me deja en blanco, pero escribir y plasmar mi perspectiva desde lo simple, no resulta en lo más mínimo ser lo mismo.
He pensado por el eco imparable, persistente y demasiado fuerte de Man in the mirror de Michael Jackson, si me miré en algún momento realmente en el espejo y fui capaz de empezar por cambiar a quien veo en el reflejo, me conteste sin duda alguna, como cuando escuché la canción con la sinceridad de mis sentimientos. A lo largo de los años critiqué y me indigné, señalé y acusé, cuestioné y maldije. Tuve momentos fugaces de iniciativa y busqué caminos, pero los dejé y simplemente me alejé, no vi más noticias a diario, no leí, no me conmoví igual, perdí la fe si se quiere decir, vi todo igual y monocromático, preferí el mar, el sol y utilizar las viejas dolencias de injusticia solo para clases universitarias o buenas impresiones que dieran luces de intelectualismo. Debo decirme a mí misma que guardé en un cajón que siempre llevo conmigo una parte de mí y que sin dejar de ser yo, omití partes de mí.
Hoy me hice y me hicieron el favor de reaprender y reensayarme conceptos que si bien no comprendemos, sí escuchamos constantemente como burguesía y proletariado, capitalismo y comunismo, guerras mundiales, acumulación de riquezas, centros de poder y periferias de pobreza, guerra fría, manipulación mediática, conquista de los imaginarios, divisiones y bloqueos económicos, países desarrollados y subdesarrollados o tercermundistas, economía global, terrorismo, ataques,  manejo y manipulación de la información, entre otros muchos, y con el privilegio de otra perspectiva traté de borrar la niebla que cargamos en los ojos a causa de un sinfín de basura para poder vislumbrar lo que llamamos contexto mundial.
No tengo por intención desarrollar un ilustre y muy académico texto donde ponga posturas y definiciones con citas de grandes pensadores, pero sí intento mostrar cómo ver que la moneda tiene dos caras y tratar de comprender los mismos contextos desde el revés puede a lo menos traernos un montón de dudas razonables que nos den la capacidad de cuestionar y nos despierten el deber de inquietarnos constantemente con lo que leemos, escuchamos, vemos y vivimos. Tomándonos en serio nuestras realidades y no dejándolas al paso de los días nos confesaremos a nosotros mismos las mentiras que trae el ansia, la codicia, la avaricia, la envidia y la competencia de los pocos ricos que sostiene a costillas de millones pobres, o alcanzados el sistema que conocemos como capitalismo, confesándonos con nosotros mismos veremos lo insensibles que nos vuelven al normalizarnos o escondernos las tragedias que cubren el sostenimiento de este modelo económico. Nos debemos esa confesión y se la debemos al mundo, o lo que está quedando de él y de nuestra humanidad tan poco humanizada.
Simplemente preguntemos para poder así sea inventarnos respuestas y soluciones, cuestionemos si las guerras mundiales dejaron efectos secundarios tan graves que aún los sentimos, o si seguimos en una guerra mundial maquillada. Preguntémonos si es real que los ataques civiles tan de moda y dolorosos son simples arrebatos religiosos o si pueden tener otras causas, si tal vez solo se pasó por alto en medio del afán de paz juzgar los crímenes de guerra que cometieron EEUU y sus aliados en la segunda guerra mundial, y solo se alcanzó a juzgar a los alemanes. Cuestionémonos si aún es válido un mundo de malos y buenos en blanco y negro. Analicemos si el capitalismo es el único modelo económico que esta supremamente racional generación de humanos puede usar, si la historia es contada de la misma manera por los vencidos, si es necesario borrar nuestra identidad para saciarnos de felicidad con el consumismo. Cómo un pueblo tan pobre es capaz de tener un armamento y una inteligencia tan avanzada que coordina el mayor atentado a la cuna del capitalismo y derrumbas las conocidas torres gemelas, si es cierto que nos invaden para ayudarnos a combatir la corrupción que contamina hasta las más altas cúpulas de nuestro gobierno, pero no rosa ni una esquina política del país más consumidor de esa droga que producimos. Preguntemos y preguntemos, e inquietemos para tener nuestra visión del mundo y no la de otros.
Eso sí, no te asustes, no fatalices, no desesperes, no abandones, no odies, no huyas, no te mientas, no te escondas, no cambies lo que eres, no camines sin preguntarte si te gusta a dónde vas, no desconfíes ni confíes, no seas extremista, no apuntes con el dedo, no te permitas la ignorancia, no desfallezcas, no veas imposibles, no te menosprecies ni menosprecies, no tragues entero como dicen las mamas. No te atragantes con tu conocimiento e inquietudes y multiplícalas, niégate y di todos los No que no te permitirás para que el mundo siga siendo tan tóxico como lo es, ponte todos los Sí en frente que necesites. Sí sueño, sí puedo, sí hay alternativas y cambio, sí hay verdad, sí voy a donde quiero, sí aprendo y entiendo, sí me transformo y transformo, sí podemos, sí cuestiono, sí confío y creo en mí, sí apoyo, sí hay felicidad con sabiduría, con mi pueblo y sin fama, sí y sí y sí.
Empoderarse no es un término exclusivo del feminismo, de un grupo minoritario exclusivo o nuevo, es un término que fue muy bien aprendido y mal empleado por algunos pocos y que le fue negado o escondido a otros muchos, empoderarse es quererse, es querer las raíces, la tierra, el territorio, la cultura, la idiosincrasia, las tradiciones y las innovaciones, las diferencias y las similitudes. Es comprensión absoluta, es ser y hacer tejido social, es  entendernos como pueblos y comprendernos como comunidades, es proponer trabajar juntos y cambiar, es sin lugar a dudas tener el poder en nuestras manos y saber compartirlo al tocar la mano de los demás.
Los individuos, las familias, las comunidades, los pueblos, las regiones, los países, el mundo se merecen que nos confesemos con nosotros mismos ante el espejo en un proceso de autocrítica y cambio, pues nos debemos al mundo y tenemos una deuda milenaria con él mismo. Yo me prometo intentarlo, como, a lo mejor, otros muchos ya lo hicieron y lo lograron, unos muchos que a lo mejor buscan el cambio; por mí, mientras, me veo en el espejo solo para peinarme o maquillarme.
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