RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

jueves, 30 de julio de 2015

Chile: El pueblo trabajador conquistó la Maestranza San Eugenio para vivir con dignidad. Ahora el futuro está más cerca.


Doris Ukamau
El 23 de julio del 2015, el Servicio de Vivienda y Urbanismo Metropolitano firmó la contratación a los profesionales que son parte del Movimiento de Pobladores Ukamau para desarrollar el proyecto de vivienda autogestionado “La Maestranza de San Eugenio”. Esta es una ganada del pueblo en su conjunto.
La ganada de las y los pobladores de Ukamau es un enorme avance para aquellos que luchan por la vivienda digna en Chile. Esta no es una simple firma para contratar a los profesionales que acompañarán la construcción del barrio en la Maestranza de San Eugenio. Es el premio al esfuerzo, trabajo y lucha que se ha llevado adelante durante años, dándonos la razón a quienes decimos que sí podemos concretar nuestros sueños en la realidad. Este es un hito de potente relevancia que abre el camino hacia la edificación de barrios al servicio de sus comunidades y no al servicio del mercado que impone una política habitacional caduca e inhumana.
Hace más de 40 años que a las organizaciones de pobladores se les prohíbe autogestionar sus proyectos. En Chile son las empresas privadas quienes opinan y deciden acerca de cómo tienen que vivir miles de familias. Pero nosotros resolvimos colectivamente no transformarnos en una empresa y seguir siendo una organización que lucha por el derecho a la vivienda, al barrio y a la ciudad. Así tal cual, y con la convicción profunda de que sólo con la lucha podemos conquistar lo que el patrón y la ley del patrón nos imponen.
Ukamau lleva más de 4 años trabajando el proyecto de la Maestranza de San Eugenio, para buscar la solución a más de 400 familias que hoy no tienen un lugar adecuado para vivir. Desde ese pequeño empeño que hoy tiene espalda de gigante, nos fuimos auto educando, formando, alimentando diariamente nuestra conciencia para pasar de ser sujetos pasivos hasta convertirnos en actores sociales que luchamos por la vida buena. Nos echamos a andar y a luchar desde los diversos espacios, haciendo nuestras todas las herramientas necesarias para avanzar cada día en cambiar la realidad. ¡Nuestra lucha es más grande que una casa, nuestra lucha es dignidad!
Los que nunca han confiado en la inteligencia, en la imaginación, en la fortaleza y en las capacidades infinitas del pueblo nos dijeron que no podríamos lograrlo. Que nosotras y nosotros no sabemos de estas cuestiones, que no conocemos cómo funcionan las cosas. Pero, una vez más, se equivocaron. Con nuestra organización y conducta demostramos que sí, que sí podemos. Sí sabemos cómo funcionan las cosas. ¿Cómo podría ser de otro modo si somos mujeres y hombres trabajadores que hemos creado todo lo que existe en la sociedad? Conquistamos y conseguimos la expropiación del terreno, los subsidios de las familias, la mesa de trabajo con todos los actores involucrados, a los arquitectos que pusieran sus conocimientos al servicio de nuestro empeño, en un primer momento con don Fernando Castillo Velasco a la cabeza. Y así, paso a paso, avanzamos a puro ñeque, con mucha lucha y aprendizajes cotidianos. ¡Ahí está la construcción del poder popular, obligando a las autoridades a realizar lo que ellos decían que era un imposible!
Sin duda, nada de esto sería real sin luchar junto a nuestras compañeras y compañeros por la recuperación de nuestros recursos naturales, por la educación gratuita y de calidad para todas y todos, por el respeto a nuestra cultura y nuestros pueblos ancestrales, porque las políticas públicas se pongan al servicio de los pueblos y no al servicio de los dueños del poder y la riqueza. ¡Luchamos junto a las y los trabajadores porque el pueblo trabajador somos todos!
El llamado es a no bajar los brazos, a intensificar la lucha, a apuntalar la esperanza, a seguir coordinándonos con otros y seguir formándonos, para lograr acabar con este sistema de injusticia y postergación, y apurar el tranco del futuro. Adelante, adelante con todas las fuerzas de la historia.
Por Doris González

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