El nombre de Fabiana Tron es un arma cargada de historia les. Integró, hace casi 20 años, Lesbianas a la vista, que buscaba volver cotidiana la presencia torta para desandar un camino de negación y closet que aún continúa. Formó parte de Potencia Tortillera, archivo primerizo de la memoria lésbica local. Ahora, desde Córdoba, aviva un nuevo proyecto: desde Teresa de Lauretis hasta val flores, fueron editadas por el sello Bocavulvaria, que desde el nombre motoriza la rebelión de los placeres con la lengua, la pluma y la palabra.
“En el último encuentro de la Celebración de las amantes, charlé con Teresa de Lauretis sobre Monique Wittig. Me parece que era inevitable porque las dos la admiramos mucho. A los dos meses, recibí un correo en el que me decía que le gustaría que un texto suyo se difundiera”, cuenta la activista Fabi Tron. El texto del cual aquí se habla es Cuando las lesbianas no éramos mujeres y, traducido al español por la neuquina Gabi Herczeg, es uno de los títulos inaugurales que integran el catálogo de Bocavulvaria, editorial de provocativo nombre que la misma Tron dirige. En este corto ensayo, la italiana se ocupa de desbaratar la categoría “mujeres” por considerarla opresiva. Pero el asunto de las categorías no se hace oír sólo en este texto, también cobra lugar protagónico en otros de la colección, como, por ejemplo, en De catamitas y reyes. Reflexiones sobre butch, género y frontera, de Gayle Rubin, la antropóloga y activista norteamericana creadora en 1978 del Samois, primer grupo de sadomasoquismo lésbico. Este texto tiene una historia. En 1998, María Luisa Peralta tradujo especialmente para Fabi Tron —cuando ambas eran pareja— este ensayo de Rubin escrito en 1992, donde su autora analiza las diferentes identificaciones sexuales y de género, para terminar considerándolas imprescindibles a la hora de organizar nuestra vida social y movimientos políticos. “Hace casi veinte años tengo ese texto en mi computadora —dice Fabi—, un día pensé: este material no puede seguir así, sin circular.”
Veinte años no es nada
Cuando dice “hace casi veinte años”, se refiere a los tiempos en que tanto María Luisa Peralta como ella estaban, junto a otras activistas, al frente de la ya legendaria agrupación Lesbianas a la vista. Tron, que había estudiado teología (una teología de la liberación) un poco por mandato familiar y otro poco para poder leer autorxs prohibidos en otras carreras durante la dictadura, había tenido su primer acercamiento al activismo por la disidencia sexual a finales de los ’80, cuando se abrió de la Iglesia Evangélica Valdense para ingresar como pastora a la Iglesia Metropolitana. Poco tiempo después, perdida completamente su fe en Dios, puso todas sus energías en la militancia que nunca abandonó y que actualmente, con Bocavulvaria, toma la forma de un proyecto editorial. “El conocimiento que busco distribuir está por fuera de la academia –dice—, no se dirige exclusivamente a las personas que hacen estudios de género en la universidad. Es para cualquiera, para quien está caminando por la calle, para que, si se copa, compre estos libros (que se pueden conseguir en CABA, en La tribu y en Periférica Distribuidora). Además, yo sigo conservando mi puesto en la feria de Córdoba, donde los vendo. A veces me sorprendo. Es muy raro que una persona que se para a mirarlos no termine comprando alguno. La idea es editar teoría de género, feminista o queer y poesía también. En cuanto a la teoría de género quisiera, fundamentalmente, poner en circulación traducciones de autoras que no se conocen en la Argentina, o de teóricas y activistas locales a las que les cuesta mucho publicar.” Se refiere, seguramente, a libros como ¿dónde es aquí?, el último de val flores. Esta es una de las últimas publicaciones incluidas en el catálogo y presentada recientemente en Buenos Aires, luego de haberlo hecho en la ciudad de Rosario. “Publicar materiales es un viejo sueño activista”, dice, no sin cierta nostalgia, Fabi Tron.
Forma y fondo
Buscando un formato de diseño que propusiera una diferencia respecto de las ediciones tradicionales, surgió la idea de aplicar para su hechura otros saberes asociados a los oficios tradicionalmente masculinos, como el uso del remache por ejemplo, que es el método que une, a falta de domesticada costura, las páginas de estos libros a los que su editora define como butch. Los seis libros de Bocavulvaria han sido hechos con fuerza física, con maña, con los dedos machucados y cortajeados de Tron. Completan el catálogo La vida en la frontera, una compilación de hermosísimos textos de la chicana y mestiza Gloria Anzaldúa, quien falleció en 2004 dejando una obra teórica y poética que con belleza y lucidez interpela, entre otras cosas, la hegemonía del feminismo blanco; Lesbianas y prostitutas: una hermandad histórica, el texto de 1987 de Joan Nestle que fue traducido por Gabi Adelstein en 2012, y finalmente Quienes mataron a la Pepa Gaitán. Crónicas del juicio a Daniel Torres, título que sugiere la complicidad de todo un sistema por sobre la responsabilidad personal de un imputado. Estas crónicas fueron escritas por la mismísima Tron. “A la Pepa Gaitán le pegaron el tiro el 6 de marzo de 2010 y murió en la madrugada del 7 —dice—. En el 2011 fue el juicio a Daniel Torres, el tipo que la mató. Y me pareció que estaba bueno poder cubrirlo. Pedí un grabador prestado y fui todos los días. Empecé cada noche a escribir en Facebook lo que había vivido a la mañana cuando iba al juicio. Por supuesto que es una visión personal, subjetiva. Fue registrar lo que me parecía importante y también lo que me estaba pasando en ese momento. Ya se estaba pensando mucho esto de ‘Justicia es que no vuelva a pasar’, que es una frase acuñada por nuestra querida Macky Corbalán.”
¿Cuál es tu posición frente al castigo penal?
—Yo soy crítica de la cuestión punitiva en general, del ojo por ojo, de la venganza. Todo este sistema de vigilancia y control me parece que debemos repensarlo. No hace falta que lo diga yo, ya habló de esto Foucault. ¿Qué sería lo mejor? La Pepa no va a resucitar, y pidiendo cadena perpetua abonamos el mismo espiral de violencia. Yo no tengo la solución, pero el tema me desvela: ¿cómo encontrar formas superadoras? Cuando Daniel Torres deje la cárcel va a salir con una bronca bárbara y con alguien se va a descargar. Alguna gente me puede decir: Tron, te pusiste vieja y blanda. A lo mejor es que solamente he vivido muchos años. El castigo no sirve de nada, cada vez matan más mujeres.
Tron sabe bien de lo que habla. Durante los últimos tiempos de Lesbianas a la vista, en los albores de los 2000, se dedicó a coordinar un taller explosivo en el que comenzó a esbozarse su búsqueda futura. “Yo trabajaba ahí, en el área de violencia —dice—. Aunque trabajar es un decir, porque nunca cobramos nada.” Desalambrando, el primer programa en Argentina dedicado a la prevención, asistencia e investigación de violencia entre lesbianas, fue el paso siguiente, la obra que siguió a la disolución de Lesbianas a la vista. “El proyecto original es del 2002, 2003. Poco después me fui. Lo dejé más o menos rápidamente —dice—. Una vez en Córdoba empecé a participar fuertemente en el proceso de la aprobación de la ley para sancionar, erradicar y prevenir la violencia contra las mujeres, de Córdoba, que antes de que se aprobara la última ley nacional fue la mejorcita de todas.”
Decidida a seguir afincada en aquella provincia, la santafesina Fabi Tron no piensa volver a Buenos Aires, ciudad en la que comenzó su activismo y que en su memoria es el lugar con más recuerdos y más lucha. Es en Villa Allende, a pocos kilómetros de la capital cordobesa, donde planea continuar con este proyecto editorial, que aunque ha partido de ella depende en gran medida del trabajo de muchas otras activistas del país que traducen, tipean y escriben para Bocavulvaria, sello que, como su nombre lo indica, une la lengua y la sexualidad, haciendo de la cabeza un arma imbatible para el goce.
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/soy/1-4094-2015-07-19.html
Por Paula Jiménez España
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