En los últimos años de la Guerra de los Treinta Años, reinaba en Francia un rey-niño bajo la regencia de su hermana mayor. El padre de ambos, Luis XI, había dictaminado en su lecho de muerte que su hija Ana fuera nombrada regente de quien se convertiría en Carlos VIII. Casada con el duque de Borbón, Ana fue una mujer poderosa, que movió los hilos del gobierno con sabiduría, no en vano fue recordada como "Madame la Grande". Además, Ana pasó a la historia por escribir uno de los pocos libros escritos por una mujer en el declinar de la Edad Media.
El 3 de abril de 1461 nació en el castillo de Genappe, en Brabante, la primera hija del rey Luis XI de Francia y su segunda esposa, Carlota de Saboya. Sus hermanos pequeños fueron Carlos, quien reinaría como Carlos VIII y Juana, quien reinó brevemente en Francia como la primera esposa de Luis XII.
Ana se casó en 1473 con Pedro, duque de Beaujeau y de Borbón, más de dos décadas mayor que ella, con quien tuvo dos hijos Carlos, futuro conde de Clermont y Susana. Diez años después de su boda, fallecía Luis XI. Este, en su lecho de muerte, nombraba a su hija regente de su hermano pequeño, quien subía al trono como Carlos VIII a los trece años de edad. Ana no lo tuvo fácil para pacificar un reino en el que la facción del duque de Órleans estaba en pie de guerra y los enemigos que habían sufrido bajo el reinado de Luis XI, pensaron que podrían socabar el poder de la regente. Pero tal fue la eficacia de Ana que sería recordada como “Madame la Grande”.
El mismo año que terminaba la regencia, Ana daba a luz a su hija Susana. Años después escribiría para ella sus Enseignements á ma fille (Enseñanzas a mi hija), una obra pedagógica que pretendía instruir a su hija, que por aquel entonces era aún una niña, para que se convierta en una buena cristiana y en una dama digna de su rango. Además de cuestiones más mundanas como la forma de vestir, comportarse en público o cómo tratar a los sirvientes, Ana quiso con sus consejos que su hija fuera una mujer de gran virtud.
Ana de Beaujeau pudo escribir sus Enseñanzas a mi hija en un espacio reservado para ella y rodeada de una extensa biblioteca en la que podía consultar obras de autores cristianos como San Ambrosio, San Agustín o San Bernardo de Claraval y de autores clásicos como Sócrates o Aristóteles, textos que aconsejaba a su hija leer siempre para no dejar nunca de estudiar. Junto a todos ellos, descansaba una copia de La ciudad de las damas, de Cristina de Pizán, que había heredado de su propia madre Carlota de Saboya. Además de instruir a su propia hija, Ana de Francia asumió la educación de otras damas de la aristocracia como Diana de Poitiers o Luisa de Saboya.
Cuando falleció Pedro de Borbón en 1503, su hijo ya había fallecido por lo que el ducado fue heredado directamente por su hija Susana. Pero fue su madre quien una vez más tomó las riendas del poder, esta vez en los dominios de su difunto esposo.
Ana de Francia falleció el 14 de noviembre de 1522 en Chantelle.
Si quieres leer sobre ella
Lessons for my Daughter (Library of Medieval Women) of Anne of France
Sharon L. Jansen
Ana se casó en 1473 con Pedro, duque de Beaujeau y de Borbón, más de dos décadas mayor que ella, con quien tuvo dos hijos Carlos, futuro conde de Clermont y Susana. Diez años después de su boda, fallecía Luis XI. Este, en su lecho de muerte, nombraba a su hija regente de su hermano pequeño, quien subía al trono como Carlos VIII a los trece años de edad. Ana no lo tuvo fácil para pacificar un reino en el que la facción del duque de Órleans estaba en pie de guerra y los enemigos que habían sufrido bajo el reinado de Luis XI, pensaron que podrían socabar el poder de la regente. Pero tal fue la eficacia de Ana que sería recordada como “Madame la Grande”.
El mismo año que terminaba la regencia, Ana daba a luz a su hija Susana. Años después escribiría para ella sus Enseignements á ma fille (Enseñanzas a mi hija), una obra pedagógica que pretendía instruir a su hija, que por aquel entonces era aún una niña, para que se convierta en una buena cristiana y en una dama digna de su rango. Además de cuestiones más mundanas como la forma de vestir, comportarse en público o cómo tratar a los sirvientes, Ana quiso con sus consejos que su hija fuera una mujer de gran virtud.
Ana de Beaujeau pudo escribir sus Enseñanzas a mi hija en un espacio reservado para ella y rodeada de una extensa biblioteca en la que podía consultar obras de autores cristianos como San Ambrosio, San Agustín o San Bernardo de Claraval y de autores clásicos como Sócrates o Aristóteles, textos que aconsejaba a su hija leer siempre para no dejar nunca de estudiar. Junto a todos ellos, descansaba una copia de La ciudad de las damas, de Cristina de Pizán, que había heredado de su propia madre Carlota de Saboya. Además de instruir a su propia hija, Ana de Francia asumió la educación de otras damas de la aristocracia como Diana de Poitiers o Luisa de Saboya.
Cuando falleció Pedro de Borbón en 1503, su hijo ya había fallecido por lo que el ducado fue heredado directamente por su hija Susana. Pero fue su madre quien una vez más tomó las riendas del poder, esta vez en los dominios de su difunto esposo.
Ana de Francia falleció el 14 de noviembre de 1522 en Chantelle.
Si quieres leer sobre ella
Lessons for my Daughter (Library of Medieval Women) of Anne of France
Sharon L. Jansen
Autoria de Sandra Ferrer
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