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lunes, 8 de abril de 2019

Marzo feminista en La Juanita

Más allá de la contingencia, el centro y la oficialidad
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Ignacio Andrés
Rebelión


El 9 de marzo, al día siguiente de la histórica huelga feminista que tuvo lugar en Chile y el mundo, se realizó la conmemoración del día de la mujer en la Plaza Granada (Conchalí). La jornada contó con una feria libre y de oficios, una exposición gráfica, presentaciones de danza, comedia en vivo y dos conversatorios. Todo esto en el marco del “Marzo feminista y Poblacional en la Juanita” [2] , que fue realizado en el Centro Cultural La Juanita (a partir de ahora La Juanita) y organizado por colectivos feministas y compañeras del sector norte de la capital.
Con la multitudinaria marcha del 8 de marzo culmina una semana de intervenciones y meses de preparativos a lo largo del país. Este suceso confirma una nueva fase para los movimientos sociales en la región y reconoce la madurez del movimiento feminista, nutrido de diversas organizaciones territoriales de mujeres, las que además de ser antisistémicas, describen una larga historia de luchas, pero que al ubicarse en la periferia de la ciudad (como es el caso de La Juanita), les es más difícil ser visibilizadas dentro de la misma, por más relevante que pueda llegar a ser su rol en el sector donde se encuentran. El presente artículo intenta palear dicho problema, sirviendo asimismo de síntesis de los contenidos expuestos en la jornada. Lo anterior fue enriquecido por la información provista por compañeras durante la misma.
Ubicado en la Población Juanita Aguirre de la comuna de Conchalí, La Juanita se conforma a mediados del 2013, a partir de la ocupación de una vivienda deshabitada que, tras un acuerdo con su dueño, cumple un rol cultural a través de talleres y diversas actividades. Es así como durante el año pasado los talleres, conformados en su mayoría por mujeres, comienzan a profundizar en el vínculo y la formación con círculos femeninos, espacios gestados para la contención y el afecto antes que para la discusión formal. Círculos que eran compuestos en su mayor parte por mujeres que vivían cerca del centro cultural y cuyo rango etario abarcaba desde la niñez hasta la tercera edad. Por otro lado, para muchas de ellas la experiencia fue algo completamente nuevo, un proceso en donde lograron superponerse colectivamente la violencia sexual y doméstica que habían sufrido o todavía sobrellevan en sus hogares, lográndose además un vínculo con otras organizaciones de la zona norte de Santiago como es el caso de la Colectiva Con Ellas [3] .
Para Valentina (La Juanita) la instancia supone la manifestación de un marzo feminista y poblacional, en donde no predomine ningún discurso elitista, academicista, punitivo o de “quién es más feminista que la otra”. Para ella el feminismo que se practica en La Juanita es una propuesta política que busca desarticular las relaciones sociales de poder, no se viéndose reducido a solo una reivindicación. El mismo lema de la actividad esclarece donde el colectivo centra su foco de atención: la visibilización del feminismo en las poblaciones.
Sobre la jornada, esta comenzó con el rap de Winy (Mawiza), quien en sus letras abordó a la lucha feminista, la inmigración y de cómo esta salpica de color la vida y la resistencia en los barrios, así como también del horror que se vive en el Servicio Nacional de Menores, refiriéndose a casos como el de Lissette Villa [4] , por citar tan solo uno.
Luego tuvo lugar el conversatorio “Historia y Memorias feministas para un 8 de marzo”, a cargo de Belén y Carolina (Somos Minerva [5] ). La primera, profesora de Historia, siguiendo la premisa de que lo personal es político, relató cómo cuando niña, determinada ya en ser historiadora, se le ilustró sobre los diversos límites que tendría en su profesión al ser mujer. Luego en la Universidad de Chile, se enfrentó al machismo allí presente. “Ojalá no hagas historia sobre las mujeres porque eso sería mirarse el ombligo”, le señalaron alguna vez.
Para Belén, revisar la historia de la mujer en nuestro país supone saber cómo desde 1839 existen iniciativas que buscan el sufragio y la igualdad cívica de la mujer, reconocer al Movimiento Pro-Emancipación de las Mujeres de Chile (MEMCH) [6] y su reivindicación del aborto desde la década del treinta o cómo las mujeres abordaron el dilema sobre la crianza durante la Unidad Popular, por citar tan solo algunos hitos. Pero además, considerar el cómo la colonia, y más tarde la aristocracia criolla, se encargaron de tergiversar el lugar de las mujeres en las sociedades indígenas de la región.
Asimismo, según la historiadora y desde una revisión de Julieta Kirkwood [7] , podemos entender la participación política de las mujeres en Chile en tres fases. Una primera en que se concibe a las mujeres como sujetas pensantes, “incluyéndosele” en las organizaciones políticas a la mujer, pero en calidad de apoyo. Una segunda, como sostenedoras de una jerarquía, en donde su participación no puede exceder el rol que se les ha otorgado. Una tercera en donde las mujeres realizan la política de forma autónoma, a través del estallido social. Lo anterior en movimientos “no políticos”, según la perspectiva de ciertos historiadores, toda vez que no son parte de un partido político o cuya organización no se expresa en lo electoral. En cualquier caso, a pesar de que la obtención del sufragio, supuso a su vez la cooptación y el declive de las movilizaciones, las mujeres se siguen organizando en torno a su particularidad, formándose en resistencia debido a las dificultades que supone ser mujer en nuestra sociedad, y vinculándose entre sí desde la empatía.
Sobre el origen de la conmemoración del 8 de marzo, la expositora ve una estrecha relación con el incendio en Guatemala del 2017 [8] , a través de un modus operandi que parece no haber sido abandonado.
Para Carolina, profesora de ciencias y segunda expositora, el feminismo es una situación de crisis, de autorreflexión y autocrítica. Una constante lucha por saber qué lugar quieren habitar las mujeres y cómo desean hacerlo.
Desde la disciplina de la ciencia, reconoció las diferencias de género en el laboratorio: o eres buena madre o eres científica. Pareciese pues, que las mujeres no son buenas para ciertas áreas, profesiones u oficios, algo que las mismas mujeres parecen haber interiorizado.
Lo anterior es refutado por casos como el de Marie Curie, Rosalind Franklin o Dian Fossey, mujeres que no suelen aparecer en libros, o si lo hacen, no de forma proporcional a lo que sus aportes sugieren. Esto quizás se deba, sugiere Carolina, al hecho de que si las niñas leen a autoras como las anteriormente mencionadas, pueden tomar conciencia de lo lejos que pueden llegar.
Las dos expositoras reconocen haber sufrido del machismo mientras cursaron sus estudios. En el caso de Belén, En el caso de Carolina quién estudió en un primer momento en el Pedagógico, sufrió acoso sexual en su primer año, cuando ni siquiera habían protocolos para casos como estos, algo que le llevó a dejar la carrera, pues la cofradía académica se puso del lado del acosador.
Asimismo, en su calidad de profesionales, ambas coincidieron en la necesidad de valorarse a sí mismas y a otras mujeres por antes que los títulos de carrera, para no olvidar las mujeres que se esfuerzan para sostener a sus familias, (muchas veces por cuenta propia), aquellas referentes fundamentales e insoslayables: nuestras madres.
Posteriormente el taller de danza [9] presentó una muestra en donde se honró a las awalim, las que como se indicó, fueron bailarinas de Egipto que eran respetadas porque además de bailar (con vestimentas gitanas) recitaban, caracterizándose por otorgarle espiritualidad a la estética de su baile. En el intertanto la comedia estuvo a cargo de Bárbara Calderón. La segunda muestra fue la danza del zaar (o danza del trance), que según se recalcó, es un ritual estrictamente femenino que se atribuye a la sanación de malestares, limpiando el alma y alejando a los malos espíritus de esta. Asimismo, las mujeres que practican esta danza incursionan en nuevos estados de consciencia, buscando liberar sus emociones.
Por último tuvo lugar el conversatorio “Feminismo y urbanismo: una relación violenta”. Presentado por Jerónima (que también forma parte del Movimiento Solidario Vivienda Digna), quien se refirió a cómo el patriarcado no sólo opera en nuestras relaciones sociales sino que también se opera en nuestras viviendas, desde que estas son ubicadas en sitios específicos de la ciudad, con acceso limitado a servicios tales como la salud, educación o el transporte, entre otros aspectos, que determinan un habitar precarizado. Esto bajo un modelo económico que concibe el espacio urbano como una selva: competitivo, violento y cruel. En este sentido, para Jerónima las poblaciones se construyen en función de hombres igualmente violentos, y no para mujeres y niños.
De cualquier modo, Chile no es el mismo que hace diez años. Actualmente se promueve la solidaridad entre mujeres, la confianza y la conformación de redes entre ellas. Ya que, hoy las mujeres no solo temen ser asaltadas, abusadas o agredidas, sino que se suma el riesgo de que puedan ser drogadas a la fuerza y secuestradas.
Jerónima señala que el feminismo poblacional es reciente y complejo de realizar, debido a como se articula la vida en las poblaciones, además de estar limitado por el territorio, ya que éstas en su mayoría se encuentran en periferias. ¿Cómo ayudar a una compañera violentada si ella misma, sus familiares y vecinos consienten la violencia? En un barrio organizado en cambio, la cuestión sería completamente distinta.
Según fue relatado en el conversatorio, lo último es dificultado debido a que las juntas de vecinos [10] suelen ofrecer escasos recursos pero por sobre todo, porque éstas se encuentras cooptadas por partidos que relentecen la movilización. Ha sido la necesidad de una vivienda lo que en muchos casos ha roto la apatía en las poblaciones, pues el tenor del problema exige a pobladoras y pobladores organizarse a como dé lugar para obtener una solución. Pero aquí surge una peculiaridad. A pesar de que los movimientos sociales por la vivienda están compuestos en su mayoría por mujeres, quienes conducen los mismos suelen ser comúnmente hombres. De este modo, la calidad del barrio respecto a lo anterior planteado, no se plantea como una problemática ni tampoco se cuestiona a pesar de que no invite a solucionar necesidades concretas para un hogar digno, tales como iluminarias y áreas verdes, espacios transitados e incentivo del comercio local, algo que sí reconocen las mujeres en su calidad de sostenedoras del hogar, asegura Jerónima, para quien las organizaciones feministas no tienen comparación a la hora de organizar la vida cotidiana, es decir, problematizar el espacio urbano.
Sin embargo, a partir de la experiencia de las mujeres presentes, quedó de manifiesto cómo en primera instancia el feminismo suele ser un concepto extraño o brusco, si no es que rechazado por las mujeres pobladoras, ya que, cuando se habla de feminismo se asume el feminismo hegemónico con luchas que no representan a las mujeres en sus respectivos territorios. Es menester por tanto, transformar lo anterior para que así las mujeres accedan libremente a espacios donde se autoconozcan, se sanen y relacionen sororamente. Al decir de Jerónima, la sororidad, como concepto nuevo, tiene relación con la reciprocidad antes que un intercambio equivalente en la economía, en donde el valor del acto de una mujer por otra, se distingue cualitativamente entre sí y se adecúa a la necesidad de cada una de ellas.
De todo lo anterior, se desprende que, como señala Raúl Zibechi, hace tiempo que no podemos poner en duda el papel central de las mujeres en los movimientos sociales, como sostenedoras de la organización y la vida colectiva. Él mismo observa tres aspectos importantes en el movimiento feminista.
En primer lugar, que las multitudinarias manifestaciones de Ni Una Menos, así como la masividad del 30° Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata [11] y del 31° en Rosario [12] dan cuenta de la envergadura y madurez del movimiento de mujeres en la región, y que en nuestro caso consideramos una antesala del hito que marcó la última marcha.
En segundo lugar, que el rol que las mujeres han decidido ocupar en las comunidades y movimientos sociales atañe a las actividades relacionadas con la alimentación y la salud, en donde suelen desenvolverse de manera colectiva y sin buscar de cargos de alta visibilidad, a diferencia de los varones. De modo tal que, siguiendo a Raquel Gutiérrez, el pensador sostiene que las mujeres “han politizado la reproducción al sacarla del hogar y, al hacer visible esa sociedad doméstica, comenzaron a construir una política propia, comunitaria, anclada en los trabajos colectivos y en la defensa de los bienes comunes, que podemos denominar también política en femenino ya que es el ámbito de las mujeres y varones no violentos” [13] .
En tercer lugar, reconoce que el recorrido que el feminismo ha realizado en la última década le ha diversificado y enriquecido a tal punto que hoy podemos observar el desarrollo de feminismos comunitarios, negros, indios, anticoloniales, ecológicos, así como muchos otros feminismos sin categoría, a los que cabe sumar el feminismo poblacional que sostiene La Juanita y otras organizaciones.
Finalmente, preservar la práctica feminista, nutrirla de nuevas experiencias y visibilizarla en el territorio, son solo algunos de los desafíos que el colectivo de Conchalí lleva afrontando desde hace tiempo, mientras se desarrolla autónomamente y lucha por un mundo nuevo. El marzo feminista y poblacional acaba, pero La Juanita apostando a por que las mujeres rebeldes se reconozcan, reúnan y multipliquen por todos los territorios.


Agradezco enormemente a Paula (Rufián Revista), Valentina y Jerónima por haberme corregido y orientado tan bien en el desarrollo del presente artículo.
[2] El concepto “poblacional” proviene de población, denominación que se da en Chile a los asentamientos informales y tomas de terrenos que se sucedieron a lo largo del siglo XX y que más tarde devinieron en conjuntos de viviendas formales, muchas de las cuales mantuvieron tal denominación al ser bautizadas. Se ubican generalmente en la periferia de las ciudades, asemejándose en cuanto a historia y composición a las villas en Argentina, los cantegriles en Uruguay o las favelas en Brasil. Las poblaciones son asimismo, sinónimo de organización comunitaria con una identidad fuertemente arraigada en el territorio, como también en las últimas décadas, de sectores en donde prolifera la delincuencia y narcotráfico. Tales problemáticas, a las que cabe sumar la destrucción del tejido social, fueron fomentados en dictadura y actualmente son dilemas ineludibles para los movimientos sociales que se desenvuelven en las poblaciones.
[3] Según Jerónima, quien forma parte de la colectiva, ésta surge en la comuna de Quilicura a partir de un grupo de amigas que compartían feminismo y que, tras analizar su realidad, deciden apostar por un rol práctico en el sector. La organización cuenta hasta el momento con dos generaciones más o menos marcadas. Una primera que se enfocó en el acompañamiento, primero en casos aborto y de violencia doméstica, y más tarde ante situaciones de prostitución y consumo de drogas. Esto último les llevó a conformar una casa de resguardo, labor de la que debieron desistir tras algunos meses. Este proceso de acompañamiento significó un enorme desgaste físico y emocional, además de una constante exposición a la violencia por parte de varones al momento de rescatar a mujeres. El acompañamiento es para Gerónima, no solo algo crucial en las poblaciones, sino que además una experiencia sobre la que hace falta teorizar. Una segunda generación apostó por impartir talleres al principio para luego desarrollar círculos de sororidad en el territorio, labor que mantienen hasta el día de hoy.
[4] https://www.eldesconcierto.cl/2016/12/19/informe-revela-que-lissette-villa-fallecio-por-asfixia-y-fiscalia-se-querella-por-torturas-contra-funcionarias-del-sename/
[5] Organización sociopolítica que fomenta, promueve y defiende la educación sexual y placer, bajo el marco de los derechos sexuales. Fuente: https://www.instagram.com/somosminervaong/
[6] http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3611.html
[7] Julieta Kirkwood es una socióloga y cientista política chilena, referente ineludible del feminismo en el país. En el portal Memoria Chilena podemos encontrar algunos documentos de su autoría: http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-3494.html#documentos
[8] https://www.eldesconcierto.cl/2017/03/09/guatemala-20-ninas-muertas-incendio-protestaban-abusos-sexuales-hogar-menores/
[9] El grupo de danza árabe del centro cultural la Juanita se ha ido conformando desde el mes de octubre del 2018, hoy las representaciones que han preparado hacen alusión a las primeras danzas del medio oriente. Danzas que han sido prohibidas pero jamás pudieron ser erradicadas y se mantuvieron en secreto (información cedida por La Juanita).
[10] En Chile las juntas de vecinos son el espacio de organización comunitaria más básico. Poseen personalidad jurídica propia, y suelen colaborar con las municipalidades y el Estado.
Las juntas de vecinos se constituyen y desarrollan sus funciones en una unidad vecinal, que corresponde al territorio, determinado en conformidad con la ley, en que se subdividen las comunas, para efectos de descentralizar asuntos comunales y promover la participación ciudadana y la gestión comunitaria.
[11] http://mujeresurbanas.com.ar/30-encuentro-nacional-de-mujeres-en-mar-del-plata-cuando-el-mar-fue-de-mujeres/
[12] https://actualidad.rt.com/actualidad/220811-encuentro-nacional-mujeres-argentina-evento
[13] Zibechi, Raúl. El “mundo otro” en movimiento. Movimientos sociales en América Latina. (1ª. Ed.). Santiago de Chile: Quimantú.

Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

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