RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 28 de mayo de 2019

Colombia. ¿A construir feminismo comunitario y popular?


Por América Niño
Cada 8 de marzo a nivel nacional  e internacional se convoca una movilización para que las mujeres se tomen las plazas públicas, demostrando que la lucha feminista sigue vigente.
Sin embargo, hablar de esta fecha solo como una conmemoración histórica de las mujeres representada en el “tratado de Copenhague” al recordar la fábrica textil incinerada con sus obreras dentro, es reducir las reivindicaciones actuales del movimiento de mujeres en Latinoamérica, pues este tiene asidero en las luchas sociales en que las mujeres se han dejado el pellejo en la calle y en la casa por la defensa de sus cuerpos y sus territorios.
Escribo este texto reconociendo la labor de aquellas que han sido invisibilizadas, abusadas, violadas, asesinadas y constantemente maltratadas, pero que aun así trabajan por la vida digna de pueblos, comunidades y barrios marginales. Si bien Las revoluciones francesa, industrial, Bolchevique** y el movimiento sufragista son referentes de la lucha histórica, hoy las mujeres en Latinoamérica tenemos el deber de replantear cuál es la historia que legitimamos a través de nuestro discurso y accionar evaluando qué tanto esto nos acerca o nos aleja de la realidad que vivimos.
Es necesario dar el lugar que merece a la construcción colectiva del feminismo comunitario y popular como un concepto vivo que se forja al calor de la lucha organizada comenzando en los pueblos indígenas de Bolivia, Guatemala y México y que poco a poco permeó otros países y sectores sociales, pues no se trata de un movimiento de mujeres histéricas y enojadas que buscan a toda costa enfrentarse a los hombres para ejercer violentamente la misma opresión de la que han sido objeto históricamente, sino que parte de la necesidad de construir colectivamente movimiento social que reconozca el capitalismo de la mano del patriarcado como los elementos fundamentales de todas las dominaciones que impiden la libertad de hombres y mujeres.
No es preciso continuar pensando que una es la lucha del feminismo por los derechos de las mujeres y otra la de la clase popular por la defensa de los territorios
El elemento de clase es fundamental en esta construcción, ya que pone un escenario en el que compara los cuerpos de las mujeres con los territorios de la madre tierra, en este sentido, los pueblos empobrecidos de América Latina que han sido despojados violentamente por las transnacionales, representan los cuerpos de las mujeres puestas al servicio del capital y el consumo. Tal afirmación nace de las cosmovisiones indígenas que reconocen la tierra como la gran madre que nos da sustento y al sol como al padre que la fertiliza, pero es necesario plantear que son los territorios que habitan los pobres en América Latina los que han sido históricamente despojados y explotados, agudizando así las condiciones de desigualdad determinadas por el uso y propiedad de la tierra.
No es preciso continuar pensando que una es la lucha del feminismo por los derechos de las mujeres y otra la de la clase popular por la defensa de los territorios, pues somos las mujeres de la clase popular integradas a las lógicas del movimiento social quienes hoy estamos asumiendo la construcción del feminismo comunitario y popular y reconocemos que este debe ser antipatriarcal, anticapitalista, antiimperialista y decolonial.
En Colombia puntualmente muchas colectivas de mujeres y organizaciones han acogido al feminismo comunitario y popular como una de sus banderas de lucha, ya que pone en el centro del debate la necesidad de la organización alrededor de las problemáticas y las necesidades de las comunidades, si bien en Centro Oriente las asociaciones de mujeres como ASMUC, AMAR y la asociación de mujeres del Centro Oriente María Antonia Santos Plata no se han declarado abiertamente feministas populares, sus declaraciones políticas del 8 de marzo recogen elementos muy importantes dentro de la construcción colectiva del feminismo comunitario y la lucha por los derechos de las mujeres, los pueblos y las comunidades.
En Colombia puntualmente muchas colectivas de mujeres y organizaciones han acogido al feminismo comunitario y popular como una de sus banderas de lucha, ya que pone en el centro del debate la necesidad de la organización alrededor de las problemáticas y las necesidades de las comunidades
Ejemplo de ello es la movilización de las mujeres de ASMUC en Yopal en la que no solo exigen una vida libre de violencias, reconociendo así la vulnerabilidad de las mujeres en contextos plenamente patriarcales y machistas, sino que además su lucha se afianza en las exigencias por una vivienda digna, educación, salud, agua y territorio para el trabajo y la vida, esto muestra con hechos que las mujeres no estamos por fuera de los procesos de lucha de la clase popular, sino que al construirlo hombro a hombro junto a nuestras familias y compañeros. Somos conscientes de la explotación a la que hemos sido sometidas y que aquella trasciende todos los espacios de nuestra vida pública y privada.
Para nosotras es vital que se garanticen los derechos a una vivienda digna, porque allí cimentamos las bases de la familia y de la sociedad, así como del agua porque es la fuente de la vida y de la salud, la tierra para trabajar dignamente y tener acceso a bienes de consumo colectivo que nos garanticen la vida digna en todos los niveles y finalmente del acceso a la salud y la educación porque son derechos que hemos ganado históricamente y a los cuales no vamos a renunciar.
Otro ejemplo se halla en la declaración política de AMAR que manifiesta “Marchamos y luchamos contra todas las formas de opresión, violencias, e injusticias laborales del sistema capitalista, reconociendo que el conflicto en Colombia además de ser armado, es social, político económico y cultural, que su origen está en las desigualdades e iniquidades sociales producidas por el sistema capitalista basado en la explotación y la dominación de una clase sobre la otra, donde se mercantiliza la vida, la dignidad de los seres humanos y sus territorios.” Lo que confirma que somos las mujeres en Latinoamérica quienes frente a un sistema completo de opresión y múltiples escenarios de violencia en los cuales somos doblemente oprimidas, no nos rendimos o abandonamos la lucha por la libertad de los pueblos oprimidos sino que la enriquecemos aportando a las discusiones y disputas las condiciones específicas de las mujeres.
Es preciso abordar las luchas de las mujeres desde una perspectiva que vincule nuestras necesidades y nos permita tejer en condiciones de igualdad y equidad reconociendo el capitalismo y el patriarcado como sistemas de valores que es necesario transformar en todos los escenarios de la vida.
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