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martes, 20 de febrero de 2018

¿Y yo qué tengo que hacer? El papel de los hombres en la huelga del 8M

Por Martín Cúneo
La huelga, convocada por la Plataforma 8 de Marzo, donde participan más de un centenar de organizaciones feministas, ha sido planteada como huelga laboral, huelga de cuidados, huelga de consumo y huelga estudiantil.
Si soy hombre y apoyo la huelga feminista del 8 de Marzo, ¿qué tengo que hacer exactamente? La pregunta sobrevoló la última parte del debate ¿Qué es una huelga feminista?, organizado por El Salto el 3 de febrero, en el que participaron ocho mujeres del movimiento feminista y más de 150 personas entre el público.
Un hombre preguntaba a la mesa si tenía que hacer huelga. Otro cogía el micrófono para sondear a quién cuidaba si no tenía personas a su cargo. “¿Tengo que organizarme con otros hombres?”, preguntaba otro.
Técnicamente, la huelga de 24 horas a la que se ha adherido CGT, CNT, la Intersindical-CSC o el Movimiento Asambleario de Trabajadores/as de la Sanidad —así como CC OO y UGT con paros parciales— está dirigida por igual a hombres y mujeres, tal como exige la ley. Todas las personas que deseen ir a la huelga estarían por tanto amparadas por las leyes que regulan el derecho a la huelga. Sin embargo, el movimiento feminista acota: se trata de una huelga de mujeres.
“Precisamente lo que queremos es visibilizar que si paramos nosotras se para el mundo. Si quisiéramos otra cosa llamaríamos a una huelga general de todo el mundo”, dice Justa Montero
“Precisamente lo que queremos es visibilizar que si paramos nosotras se para el mundo. Si quisiéramos otra cosa llamaríamos a una huelga general de todo el mundo”, dice Justa Montero, histórica activista del movimiento feminista, desde la mesa de ponentes.
La huelga, convocada por la Plataforma 8 de Marzo, donde participan más de un centenar de organizaciones feministas, ha sido planteada como huelga laboral, huelga de cuidados, huelga de consumo y huelga estudiantil. Una huelga que forma parte, tal como insisten desde la Comisión, de un proceso: “Porque dejar de responsabilizarnos nosotras de los cuidados un día, igual que dejar de consumir un día, no significa nada… la propuesta es para cuestionar y hacer visible socialmente y en nuestros entornos cercanos qué pasaría si las mujeres hacemos huelga”.

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Carlota Álvarez Maylín, de la Comisión 8 de Marzo, se muestra tajante: “Nosotras llamamos a la huelga a todas las mujeres desde la interseccionalidad, es decir, a mujeres, bolleras y trans, no a más gente. ¿Cuál es el papel de los hombres? Cubrir los servicios mínimos. Van a tener que ir al trabajo igualmente. Porque nosotras no vamos a valorar el éxito de la huelga si se paralizan tantas fábricas, porque la mayoría de nosotras no estamos en las fábricas. Estamos en otro montón de sitios, en el sector de los servicios, en los cuidados”.
Sin embargo, los interrogantes son muchos, no solo para los hombres. Entre el público, una mujer pregunta en voz baja a su vecino de silla: “Si hago huelga de cuidados y no llevo a mis hijos al colegio, tengo que quedarme con ellos en casa. ¿O tiene que quedárselos mi compañero y hacer huelga él?”.
“Cuando nos preguntan cómo vamos a parar no tenemos todas las respuestas. No se han hecho huelgas de cuidados masivas, es algo nuevo”, comenta Viviana Dipp Quitón, también de la Comisión 8 de Marzo. “Por suerte, algo que nos sobra a las feministas es imaginación, pensar un mundo diferente, imaginarnos otros mundo posibles, tener esa inteligencia colectiva y comunitaria, resolver problemas. Las mujeres lo hemos venido haciendo durante siglos, así que encontremos las soluciones”, añade.
Consultado sobre este tema, Miguel Lázaro, de la Asociación de Hombres por la Igualdad de Género (AHIGE), aclara a El Salto la posición de su colectivo: “Los hombres debemos dar apoyo, cobertura, acompañamiento y colaboración para permitir la participación de las mujeres. Y especialmente debemos informarnos sobre los motivos de la huelga y reflexionar sobre la desigualdad estructural que denuncian, y así involucrarnos individual y colectivamente para acabar con ella”.
Se trata de una huelga, dice Lázaro, que debe ser liderada por mujeres: “Si los hombres también hacemos huelga laboral limitamos su impacto y alcance, y les restamos protagonismo [a las mujeres]. En sectores con alta presencia femenina debemos cubrir los servicios mínimos, e instamos a compartir la paga de ese día con las mujeres en lucha que hagan huelga. Los hombres sí podemos y debemos participar en la huelga estudiantil y de consumo”.

UNA HUELGA DIFERENTE, UN PROCESO

Muchas de las presentaciones de la huelga del 8M en barrios y pueblos han terminado, cuenta Haizea Miguela, hablando en torno al empleo y al papel de los hombres, cuando se trata en este caso de “una huelga de mujeres”. Esta activista feminista identifica este 8M como una oportunidad, como lo fue su precedente en Islandia en 1975, para luchar contra la violencia machista, las fronteras, las desigualdades y conseguir un reparto justo de los cuidados. Aunque, reconoce con ironía, “quizá no todo se consiga cambiar este día”. Lo realmente importante, continúa Haizea, es “que los hombres se pregunten por qué se propone esta huelga y qué tienen que hacer para evitar una segunda huelga”.
Es una oportunidad, enlaza desde la mesa Rafaela Pimentel, del colectivo Territorio Doméstico, para reflexionar sobre “por qué esa amiga tiene que correr para llevar al niño o a la niña a la escuela o por qué le toca siempre a ella tener que cuidar a su madre”. Y augura un mes movido: “Febrero debe ser nuestro, vamos a quitárselo a ese San Valentín asqueroso y vamos a tenerlo para hablar de nosotras, que se dejen de regalos del Corte Inglés”.
En una huelga de mujeres, el trabajo de cuidados —realizado en su enorme mayoría por mujeres— necesariamente debe estar en el centro. Para Justa Montero, la huelga del 8M debería servir para reflexionar y hablar en el entorno familiar, en el círculo de amistades, en la pareja, en el barrio o en los colectivos sobre cómo se van a organizar ese día las tareas que normalmente asumen las mujeres. “Antes del 8M tendríamos que haber hablado sobre cómo nos organizamos en la vida cotidiana para ver qué pasa con las personas en situación de dependencia, en las escuelas infantiles, en los centros de día, ver qué carencias hay y exigir… porque el 8M es un día de exigencia a los hombres, a la sociedad y a todo el mundo”.
Para Justa Montero, la receta para “acabar de hablar de los hombres” es que estos escuchen. “Escuchad a las mujeres que tenéis a vuestro alrededor y os dirán un montón de cosas muy importantes que podréis hacer: si no se os ocurre nada seguro que es un día perfecto para hacer limpieza general de la casa”, dice Montero, y suenan los aplausos en la sala. “Para nosotras sería un apoyo en ese día pero también os vamos a emplazar para que sea igual al día siguiente, porque si no, no nos sirve de nada la palmadita en la espalda del 8M”.
“Si tienes hijos, igual te tienes que quedar con ellos”, les dice Haizea Miguela a los hombres de la sala. “Y entonces es muy difícil que puedas ir a tu trabajo”
Una huelga de cuidados es una huelga muy particular. ¿Se puede dejar de cuidar? En muchos casos —reconocen desde la mesa— no se puede. ¿Quién cuida entonces? Cada caso es distinto, como los modos de convivencia y tipos de familia, pero como respuesta genérica las ponentes responden: los hombres. En efecto, eso supondrá en muchos casos que tengan que hacer huelga laboral. De otra forma, la huelga de cuidados sería literalmente imposible.
“Si tienes hijos, igual te tienes que quedar con ellos”, les dice Haizea Miguela a los hombres de la sala. “Y entonces es muy difícil que puedas ir a tu trabajo. Si te tienes que encargar de los cuidados que normalmente se encargan las mujeres de repente puedes contar en esa huelga”, añade.
Entonces, ¿qué tengo que hacer: ir o no ir a la huelga?
“¿Y yo que tengo que hacer?”, parodia Haizea Miguela la pregunta que tantas veces le han hecho. “Coño, tío, que es que hacemos la huelga por esto, porque todo el rato nos preguntáis ‘¿y yo qué tengo que hacer?’”.



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