Por El Salto
En 2017, al menos 445 personas fueron asesinadas en crímenes homofóbicos o transfóbicos en Brasil, la cifra más alta del mundo.
En el mes de agosto del año pasado Sérgio Rodrigo, estudiante de doctorado en Comunicación en la Universidad Federal de Bahia (UFBA), salía del cine. Era un día como cualquier otro y en un gesto automático encendió su móvil al terminar la película. Su teléfono vibró frenético: un torrente de mensajes de odio lo sorprendió.
El día anterior había asistido a una muestra de arte en la que un performer se desnudaba para, acto seguido, exponer su cuerpo para la libre manipulación por parte del público. Sérgio nunca se imaginó que después de compartir un vídeo sobre dicha performance sería acosado violentamente por haters, trolls y personas desconocidas en las redes sociales.
“Había ido a ver la performance La Bête, la publiqué en mi Instagram con el nombre de la exposición, el nombre del artista y los etiqueté. Ahí me fui al cine, desconecté el celular y cuando lo encendí otra vez estaba recibiendo centenas de ataques. Personas que me llamaban pedófilo. Otras decían que iban a cortar mi mano, mi miembro, que me iban a cortar la cabeza, que tenía que ser fusilado. Tuve que cerrar el acceso a Instagram con un candado virtual porque muchas personas me mandaban invitaciones. Luego comenzaron a buscarme en otras redes sociales. Primero me buscaron en Twitter y después en Facebook”.
A primera vista quizá resulte complicado vincular la vivencia de Sergio con las recientes noticias acerca del radical aumento de las muertes violentas de personas LGBT en este país. Se denuncia que 445 personas murieron víctimas de crímenes homofóbicos o transfóbicos durante 2017, un 30% de aumento con respecto a 2016, según un informe publicado por el Grupo Gay de Bahía basado en las noticias publicadas en medios de “comunicación tradicionales, internet e informaciones personales”. Es el mayor número de muertes que se registra en ese estudio en 37 años. Entre ellas, 179 víctimas son transexuales y travestis y el 80% son negras, de acuerdo con la reciente investigación de la Asociación Nacional de Travestis y Transexuales (Antra) publicada en el Día Nacional de la Visibilidad Trans.
LAS CAUSAS
Las razones del aumento de los crímenes de odio contra personas LGBT en Brasil no responden a una causa única ni reciente. El aumento de la violencia, especialmente después del proceso de impeachment que expulsó del Gobierno a la presidenta Dilma Rousseff, responde a una trama compleja que incluye una mayor militarización en el territorio, una agenda político-económica conservadora y reaccionaria movida por el establishment del gigante del sur.
Sonia Onufer Corrêa es antropóloga, experta en políticas sexuales y coordina el observatorio de políticas sexuales (Sexuality Policiy Watch – SPW) en Rio de Janeiro. Apunta a que no es posible mirar los datos de violencia, en este caso marcada por rasgos de género —mujeres y personas LGBT—, si no se los enmarca en un contexto de violencia estructural: “Esto también pasa en México, Colombia y Centro América. En Brasil hay 62.000 asesinatos por año, una ciudad entera que se va cada año, hay que ubicarla en una situación de guerra civil de baja intensidad”.
La SPW publicó un resumen de noticias durante el mes de septiembre de 2017, llamando la atención sobre varios episodios graves de censura artística e intelectual vinculados con el micro caso de Sérgio. A causa de la presión de grupos evangélicos pero también del grupo neoconservador y de derechas Movimiento Brasil Libre (MBL), la exposición de arte Queermuseu: cartografías de la diferencia en América Latina fue cancelada el 10 de septiembre de 2017 en el centro cultural Santander en Porto Alegre. La medida repercutió en el cierre de otras exposiciones.
Estas olas de censura y pánico moral confluyen en una necropolítica que hace de “Brasil un campeón mundial de asesinatos de personas LGBT”
Al poco tiempo se canceló la pieza El Evangelio según Jesus, Reina del cielo, que protagonizaba una actriz trans en el papel de Jesús en el centro cultural SESC Jundiaí. En el sur de Mato Grosso, un cuadro titulado Pedofília fue retirado de una exposición después de la denuncia de diputados de ese Estado. No obstante, señalan varios medios de comunicación brasileños, la ola de censura artística no es nueva aunque se viene intensificando en los últimos años.
Estas olas de censura y pánico moral en el escenario brasileño enmarcadas en el ataque a la homosexualidad y a los cuerpos trans confluyen, tal como apuntan desde la SPW, en una necropolítica que hace de “Brasil un campeón mundial de asesinatos de personas LGBT. Es, en un país en el que cada 23 horas muere una persona cuyo género y sexualidad difiere de la norma dominante, que el gobierno (de huelga) redujo a cero el financiamiento de las políticas contra la discriminación por razones de orientación sexual e identidad de género”.
Desde la organización llaman la atención sobre las decisiones del Supremo Tribunal Federal que consideró la enseñanza religiosa confesional como un derecho constitucional, y fue por tal razón objeto de crítica por parte de juristas y activistas de los derechos a la educación. Tales decisiones favorecen las campañas contra la sensibilización en temas de género en el sistema público de educación, son ataques a visiones plurales que tendrán consecuencias nefastas en el futuro de niñas, mujeres, jóvenes y personas adultas LGBT.
FUNDAMENTALISMO Y CRÍMENES DE ODIO
Bárbara Alves, activista lesbiana integrante del Fórum Bahiano LGBT señala dos factores en confluencia desde los cuales entiende el aumento de los crímenes de odio “es la extensión del sistema capitalista en tensión con el propio sistema y el aumento del fundamentalismo religioso. Ese fundamentalismo que solo intensifica el odio” reflexiona en un mensaje de audio. Consultada acerca de su percepción sobre los impactos de la violencia describe: “Nos quieren demostrar que la calle no nos pertenece, que tenemos que volver para los guetos, que podemos ser asesinadas en cualquier momento. Es mi mirada aquí en Salvador, después de diez años de actuación, de ser combativas, de estar en la lucha, construyendo políticas públicas. De ser consciente de que no somos una aberración. Hoy esa violencia lleva al suicidio en muchos casos. Tanto que la última vez que me puse a observar esta problemática pude notar que del 1 al 10 de enero ocurrieron nueve suicidios de mujeres. Con los gays, la forma es tornarlos invisibles, que seamos conscientes de nuestra sexualidad pero que no transitemos por espacios heterosexuales. Es muy complicado el momento que estamos viviendo”.
“Nos quieren demostrar que la calle no nos pertenece, que tenemos que volver para los guetos, que podemos ser asesinadas en cualquier momento”
El estudio difundido por el Grupo Gay de la Bahia constituye un punto de inflexión, una alarma para la toma de medidas de precaución. Sin embargo, Corrêa señala que no existe una base sólida de información sobre crímenes LGBT en Brasil. “El estudio que hace el GGB lo hace en base a artículos de prensa, no hay aún en Brasil un estudio serio para identificar en esa base de datos quiénes son las personas LGBT, por que la única manera en que se consigue esa información es a través de investigación cualitativa. La base de datos cuando hay un registro de asesinatos esta desagregada por los ítems femenino / masculino y raza. Si quieres captar información mas fina, es complicado. Por ejemplo, miras la base del GGB y miras una zona del país en donde se ve que hay violencia muy concentrada. Después debes ir a la base de datos de homicidios, luego ir a buscar a la familia o amigos y averiguar haciendo un trabajo profundo y multidisciplinario para saber si la persona era trans o lesbiana”.
DOGMATISMOS RELIGIOSOS Y ATAQUES
Brasil fue uno de los principales escenarios de ataque por parte de los dogmatismos religiosos frente a quienes piensan de forma teórica las políticas sexuales. En noviembre del año pasado esto se visibilizó con el ataque de fanáticos conservadores contra Judith Butler. A fines de octubre, una petición firmada por una variedad de sectores conservadores repudiaban la visita de la teórica queer y pedían que el evento fuese cancelado.
Después el 7 de noviembre, se sucedieron manifestaciones callejeras en las que una imagen de Butler fue incinerada. Unos pocos días más tarde, cuando la referente queer-feminista embarcaba en San Pablo hacia Rio de Janeiro, Judith Butler y su compañera Wendy Brown fueron agredidas otra vez.
“Creo que la LGBTfobia siempre fue muy grande en Brasil, el aumento tiene que ver con la identificación del crimen como LGBTfobia. Tiene que ver con sujetos LGBT orgullosos de ser quiénes son y encontrándose víctimas de violencia por ser quiénes son”, resalta Sérgio quien estudia el devenir de las subjetividades trans en internet. Por otro lado, para muchas de las personas entrevistas en Brasil se vive un momento único. Según defienden llegó la hora de nombrar esa violencia como una violencia dirigida a personas con opciones e identidades sexuales diferentes y disidentes.
Corrêa explica que “desde hace muchos años en Brasil se ataca el aborto y la homosexualidad. Pero los ataques se realizan [ahora] de manera muy concentrada”
Las cuestiones de género y sexualidad están bajo ataque. Esto no es nuevo y está sucediendo en toda América Latina. Responde a algunos avances visibles sobre la agenda LGBT, en especial relativas al casamiento igualitario y las leyes de identidad de género. Son cuestiones de naturaleza política en las que las fuerzas conservadoras y religiosas, aunque no exclusivamente, se colocan en un lugar central de la disputa, pujando hacia la restauración de un orden conservador. Corrêa explica que “desde hace muchos años en Brasil se ataca el aborto y la homosexualidad. Pero los ataques se realizan de manera muy concentrada, con campañas contra lo que llaman la ‘ideología de género’ con fuerza desde 2015 cuando culminan con un ataque a Judith Butler. Pero hay muchas otras señales como todas las intervenciones legislativas para suspender los planes de estudio que incluyen estos debates en las escuelas. Estamos hablando del dogmatismo religioso, no de la religión per se, son actores institucionales clericales, dogmáticos y conservadores. No son todas las comunidades religiosas”.
Brasil es uno de los países que más avanzó en la discusión y obtención de derechos LGBT aunque la discusión sobre el aborto, como en casi todos los países de la región, se ve continuamente bloqueada en su avance hacia la despenalización. El año pasado, el derecho al aborto fue directamente atacado en las opciones de acceso para interrupciones legales de la gestación. Los derechos pospuestos de mujeres y personas de las disidencias sexuales son, actualmente, la moneda de cambio en una sociedad dominada por una clase política de corte conservador con un Congreso de mayoría evangélica. Por otro lado, el debate, la discusión y la polémica que generan las controversias y la visibilidad sobre estos temas puede ayudar a que la opinión pública cambie su postura hacia visiones más progresistas, aunque no siempre esto se da de manera lineal.
Los derechos de mujeres y personas LGTB son la moneda de cambio en una sociedad dominada por una clase política de corte conservador con un Congreso de mayoría evangélica
Los ataques organizados en enjambre por grupos homofóbicos en redes sociales digitales, la censura en museos y las violencias directas contra los cuerpos de las personas LGBT están siendo constantemente repudiados por los movimientos sociales. En Brasil, el clima de inestabilidad política es mayor a causa de un año electoral plagado de persecuciones judiciales y campañas mediáticas de descrédito dirigidas al expresidente Lula da Silva, quien cuenta con la mayor aprobación e intención de voto en el presente. La postura de los partidos progresistas y la izquierda es más bien refractaria a la hora de un compromiso continuado sobre los temas de género, sexualidad y aborto. Serán los propios movimientos y los colectivos LGBT y transfeministas quienes jugarán un papel clave para el avance en el derecho a una vida libre de violencias.
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https://www.elsaltodiario.com/brasil/brasil-un-actual-escenario-violento-para-la-diversidad-sexual
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