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sábado, 20 de mayo de 2017

Enemistad entre mujeres: el arma infalible del patriarcado


Feminismo y sororidad

Enemistad entre mujeres: el arma infalible del patriarcado

Hoy iba a escribir sobre proactividad y autocuidado feministas. Iba a trazar un mapa de estrategias de visibilización y posicionamiento frente al sistema patriarcal y sus manifestaciones en las redes sociales. Vamos, que iba a contaros #FemiTrucos. Será otro día. 

¿Por qué?

Porque voy a hablar de mí. (¿Otra vez? Van dos en un mes. Sí, lo sé). Voy a hablar de por qué escribo hoy, por qué tengo un blog, por qué sigo viva. 

  • Vivo gracias al feminismo y la sororidad porque mujeres feministas me apoyaron, me acogieron y me dieron esperanza cuando no la tenía. Y no hablo de forma metafórica. 
  • Tengo un blog porque quiero compartir esa esperanza. Contar con mis palabras cómo desmontar el machismo que pervierte todas y cada una de las parcelas de nuestra vida. Desde el amor hasta nuestra forma de contarnos e imaginarnos en el mundo. De cuidarnos y descuidarnos. Y buscar cómo ser feliz y disfrutar el tránsito a una sociedad más justa, aunque nos duelan cada segundo las injusticias a las que se nos somete. 
  • Por último, escribo hoy porque la falta de buenas prácticas de sororidad ha sido el motivo de ataques a mujeres que me rodean. Y ni voy a callarme, ni voy a consentirlo ni voy a dejarme desanimar por ello. [i]

Voy a aferrarme a mi sueño. Al bienestar y la felicidad que espero para todas, al mundo más justo que siento que existirá. Que imagino cada día. 

Divide y vencerás: la estrategia patriarcal

No sé si hay algo más antiguo, más sabido −y no por ello menos efectivo− en la Historia de la humanidad que el "divide y vencerás". Nos lo contaban en las fábulas infantiles, se traslada a parábolas en las diferentes religiones monoteístas, se ejemplifica en enseñanzas del budismo y el taoísmo.
Las mujeres aprendemos desde niñas que existe una "otra" como antítesis de lo que somos. Y se nos hace creer que es algo natural. Eva y su manzana. Pandora y su caja. Helena de Troya y su belleza. Las niñas buenas y las malas. Las madrastras, las brujas, las hermanastras de los cuentos. Las novias para entretenerse y las novias para casarse. Las jefas que son peores que un jefe. Las mujeres que cuando queremos somos más malas que los hombres. La otra que busca la ruina de hombres y matrimonios (pobres hombres siempre a nuestra merced). La mala. Las malas. Las que no somos nosotras. Las otras. 

Divide y vencerás. 

Los ejemplos de solidaridad, de ayuda, de unión o de alianzas de mujeres son vistos como excepción o usados como ejemplos de mujeres contra otras mujeres o mujeres defendiendo causas para otros. Nunca, o casi nunca, por sí y para sí. 
Somos diversas, afortunadamente; somos distintas, como no podía ser menos; nos complementamos a veces y nos superponemos otras. O nos alejamos. Perfecto también. En ocasiones nos detestamos, nos ignoramos, nos criticamos o nos castigamos con toneladas de indiferencia. No me parece tan perfecto pero no creo que vivamos en un mundo ideal, lo asumo, e intento evitarlo en la medida de lo posible. 
El sistema patriarcal es férreo y nos educa para acatar el pacto originario del respeto entre hombres pero no a respetarnos entre nosotras. Cuando estamos dolidas, rabiosas, cansadas o enfadadas acabamos recriminando a quienes esperábamos que nos acompañaran incondicionalmente; esas esperanzas desmedidas siempre sobre otras mujeres. 
Divide y vencerás. 
Y sí, a veces, entre nosotras nos herimos profundamente (queriendo o sin querer) y sentimos una traición al movimiento el decirlo en voz alta. O queremos gritarlo a los cuatro vientos y acabamos adjetivándonos y atacándonos exactamente igual que nos atacan desde el machismo: según nos ajustamos o no al rol, ahora, de activista perfecta con una etiqueta correcta. Un "deber ser" más en el check list de mujer-mujer. 
Divide y… exacto. No creo que tenga que repetirlo más. 
Si el divide y vencerás es su estrategia ¿Cuál es la nuestra? Porque no podemos permitirnos avanzar sin una hoja de ruta. Sin unas pautas claras más allá de la buena intención y los posicionamientos personales o grupales. 

La unión hace la fuerza: la respuesta feminista 

La unión hace la fuerza ha sido la base de las grandes consecuciones sociales, de los movimientos por los derechos humanos, por lo derechos civiles, del movimiento feminista. Quien carece del poder de la fuerza, tiene la fuerza de la unión. Un poder que libera. La antítesis del poder individualista de las sociedades posmodernas. 

La sororidad: mi sueño, mi obsesión, nuestra fuerza. 

Son temas diferentes, pero muy relacionados. El patriarcado como sistema y nuestros propios patriarcas interiores como instrumentos de ese sistema hacen del divide y vencerás un mandato vital. La sororidad como proceso es el el nudo de nuestras redes. Lo que permite que esos huecos liberen el peso muerto sin rasgarse y destrozarse por el peso.

La unión hace la fuerza.

La sororidad. La sororidad como herramienta de empoderamiento personal y colectivo. Como estrategia de superviviencia, de visibilización y de disidencia. Frente al mandato patriarcal de unas y las otras, un nosotras enorme. Una red en la que la fuerza es la diversidad, la diferencia y su aceptación. 

La sororidad no es una palabra, ni un remedo de la condescendencia masculina por ser mujeres. La sororidad es una práctica personal, intelectual y política. No es la exigencia del quid pro quo a otras mujeres. No es como yo hago, tú tienes que hacer. Es la consciencia de que, por encima de las diferencias de todo tipo existentes entre las mujeres, hay una opresión común por el hecho de ser mujeres. Y es previa a ser mujeres de una u otra raza, cultura, origen social, familiar o económico, o del origen biológico. 

Como hace poco decía Ángeles Briñón en una conversación de Facebook sobre la sororidad: ”Es una meta, una utopía por la que hay que trabajar”. O un ideal, como dice Beatriz Gimeno. O un “ideal regulativo” como dice la filósofa Mª José Guerra Palmero

Porque no podemos permitirnos pasar el día sacando el feministómetro a quien piensa distinto. Ni tiene sentido alguno. 

Porque me preocupa cómo nuestras diferencias se convierten tantas veces en fosas insalvables y no en hilos que hacen más flexible la red. 

Y me repito cada día y repito a mis amigas, a mis alumnas, a mis seguidoras en redes sociales: la unión hace la fuerza, la unión hace la fuerza, la unión hace la fuerza ¿cómo tenemos que recordárnoslo tantas veces?

Sororidad


Y, ahora voy a contradecirme (lo hago varias veces cada hora) y a contaros qué creo que es feminista y quién creo que no. Por sus obras las conoceréis. 

No es feminista 
  • No es feminista quien aprende dos frases (o tres) y las cita como un loro. 
  • No es feminista quien alguna vez, porque le interesa, se suma a una causa concreta. 
  • No es feminista quien en nombre del feminismo agrede, coacciona, desprecia, se burla, amenaza o ataca a mujeres que no están en su exacta posición ideológica. 
  • No es feminista quien se dice feminista, solo por decirlo. 
  • No es feminista quien divide. 
Ni siquiera hace falta llamarse feminista para ser feminista. Yo lo era muchísimo antes de reconocerme como tal. Lo mejor es que, una vez ves, ya no puedes “desver”. 

No tenemos los diez mandamientos de las feministas y si no los cumples, fuera. Ni nos hacen falta. Esto no es un movimiento que haya aparecido hoy, somos las herederas de millones de mujeres que nos precedieron y nos alzaron al lugar desde el que, a veces, las olvidamos. 

Venimos de la mano de feministas que llevan siglos trabajando para que las mujeres pensemos lo que nos da la gana y hagamos lo que nos da la gana. Cada una lo que quiera, no todas los que yo diga. La sororidad nos hace fuertes en la diferencia. 

Esto no es un club, es una visión. Esto no es un capricho, es trabajar por un sueño. Nuestro presente fue el sueño, la utopía, de nuestras ancestras. 

Es feminismo (y no es lista excluyente)
  • Si lo que se hace contribuye a la emancipación de las mujeres como género, es feminismo. 
  • Si lo que se hace nos hace fuertes individual y colectivamente, es feminismo. 
  • Si lo que se hace nos hace avanzar posiciones ante un sistema que nos ningunea, nos coacciona, nos invisibiliza, nos tortura, abusa de nosotras, nos juzga y nos ridiculiza; es feminismo. 
  • Si desmonta en algún grado los poderes de dominio y expropiación de nuestra sexualidad, de nuestro trabajo, de los productos y las creaciones de las mujeres, es feminismo. 
  • Si permite que recuperemos el mundo, la libertad y el bienestar para las mujeres 
  • Si nos da poder y capacidad de elección sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas, es feminismo. 
  • Si permite desarraigar del imaginario colectivo la cosificación de las mujeres, es feminismo. 
  • Si nos aleja de la violencia de género, es feminismo 
  • Si nos une y nos protege, es feminismo.

Hay que aprender a crear un espacio de compromiso: no tratarnos entre nosotras como nos trata el patriarcado. Y no hablo de darnos palmaditas en el hombro unas a otras solo por ser mujeres. Ni de no criticar lo que las mujeres hagan mal. Hablo de no llevar el argumento al "buena/mala", "verdadera/falsa", de no hundir el dedito en la herida llamándonos machistas, patriarcales, paternalistas. 

Señalarnos lo que nos parecen desaciertos puede hacerse de forma empática, amorosa, con respeto y apertura al dialogo. No va a aparecer sola frotando una lámpara mágica. Esto es método científico en estado puro: ensayo y error. Y todas nos equivocamos ¿o tú no? La admiración por las otras, el concederles autoridad, el permitirlas elegir es la clave. 

Nos necesitamos todas porque estamos cambiando el mundo, la Historia. Todos los feminismos, todas las feministas. Las de la igualdad, las de la diferencia, las postcolonialistas, las marxistas, las anarquistas, las burguesas, las independientes, las de doble militancia, las trans, las radfem, las cis, las lesbianas, las jóvenes, las históricas, las que ni fú ni fá y las no sé cuántas clasificaciones más que me abruman cada día. 

No de palabra, sino en la práctica. No porque yo lo diga, sino porque todas lo hagamos, cada una a nuestra manera. No porque seamos iguales, sino porque vamos todas a una. Para nosotras. Entre nosotras. Por nosotras. 


Es mi sueño. ¿Cuál es el tuyo? ¡Cuéntamelo! 

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