Por Atziri Ávila || @AtzirieAvila
Entre finales del mes de noviembre y principios de diciembre se realiza cada año a nivel global la “Campaña 16 días de activismo contra la violencia de género[1]” que tiene como objetivo eliminar la violencia contra las mujeres. Dicha campaña inicia el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer y concluye el 10 de diciembre Día Internacional de los Derechos Humanos.
La campaña surgió en 1991 impulsada por 25 mujeres de 23 diversos países, entre ellas la feminista Charlotte Bunch, primer mujer en señalar que los derechos de las mujeres también son derechos humanos.
Lo que en un inicio fue impulsado por mujeres activistas y organizaciones de la sociedad civil a través del Centro para el Liderazgo Global de la Mujer de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, Estados Unidos, más tarde fue retomado por la ONU y hoy en día se ha convertido en una acción internacional que desde diversas trincheras busca hacer un llamado a la sociedad y a los Estados para concientizar, prevenir, atender y erradicar la violencia contra las mujeres en todas sus formas.
El objetivo no ha sido fácil, la batalla para eliminar la violencia hacia las mujeres sigue siendo un reto pendiente, sobre todo cuando su normalización forma parte del sistema y condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en las que vivimos; ademas de que históricamente hemos sido víctimas de siglos de opresión, injusticia y violencia.
A pesar de que se impulsa que la violencia de género sea un asunto central de la agenda de las naciones, de manera cotidiana las mujeres continuamos siendo objeto de acoso callejero, celos, control del dinero, cuestionamientos por la forma de vestir, insultos con leguaje sexista y machista, comportamientos violentos en las relaciones de pareja, manipulación emocional, incesto, acoso sexual, matrimonio infantil, agresiones físicas, violencia obstétrica, prohibición para ejercer el derecho a trabajar, impedimento para estudiar, prohibición de practicar algún deporte, humillaciones, burlas, subvaloración, violencia sexual, feminicidio, entre muchas otras formas de violencia.
Si bien los hombres también son víctimas de la violencia, la violencia contra las mujeres se caracteriza por su alta prevalencia al interior de la familia, su aceptación por la sociedad y su grave impacto a largo plazo sobre la salud y bienestar de las mujeres[2], además de la afectación a sus hijas e hijos.
El reto es aún mayor cuando la violencia de género parece ser, ademas de naturalizada, fomentada desde el hogar, escuela, medios de comunicación y demás instituciones, a través de las cuales se promueven relaciones sociales basadas en la desigualdad.
Ejemplo de ello son los roles asignados desde el núcleo familiar que reproducen patrones de comportamiento sobre el significado de ser hombre y mujer, en los que se impone el dominio masculino sobre el femenino; se considera a la mujer como propiedad del hombre o que es incapaz de tomar sus propias decisiones.
La reproducción de los estereotipos de género construidos socialmente como: que las responsabilidades del hogar atañen únicamente a las mujeres; que las mujeres están limitadas a la procreación y a la atención del esposo; el matrimonio; han servido para legitimar la subordinación femenina y han fomentado que la violencia contra las mujeres comience incluso desde antes de su nacimiento y continúe a lo largo de su vida.
Si bien muchas veces es ocultada, la violencia de género es una problemática presente en todas las esferas sociales, en el ámbito público y privado, por lo que debe ser reconocido como un problema social.
En ese sentido, uno de los logros de la Campaña de 16 días de activismo ha sido que la Asamblea de la ONU adoptara en 1998, el 25 de noviembre -16 días antes del Día Internacional de los Derechos Humanos- como el “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.”[3]
Durante 16 días continuos, mujeres de diversos países a través de foros públicos, performace, manifestaciones y múltiples acciones, visibilizan que la violencia psicológica, física, sexual, política, económica, doméstica, siguen siendo una realidad en el mundo.
A pesar de que en la IV Conferencia de Naciones Unidas sobre las Mujeres, realizada en Beijing en 1995, se definió que “la violencia que se ejerce contra la mujer es un obstáculo de igualdad, desarrollo y paz, y viola menoscaba e impide el disfrute de los derechos humanos”, atentar contra los cuerpos y la vida de las mujeres es una realidad que lamentablemente se vive e incrementa en nuestro país.
Según el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en México son asesinadas 7 mujeres al día. Muchas veces, a manos de sus propias parejas o familiares.
El incremento de la desaparición de mujeres y feminicidios, así como la impunidad que prevalece en la mayoría de los casos, obligó a que en estados como: Veracruz, Oaxaca, Guanajuato, Estado de México, Morelos, entre otros, se exija la emisión de alertas de género y la urgente atención a la problemática por parte de las autoridades.
Lamentablemente el desconocimiento y cerrazón ante el fenómeno de la violencia contra la mujer ha obstaculizado que las propias autoridades atiendan de manera pronta e integral este problema, contrario a ello la impunidad prevaleciente fomenta su continuidad.
Ante este alarmante contexto, tenemos que seguir visibilizando la violencia de género como un problema social con un trasfondo sociocultural a combatir desde diferentes ámbitos. Es necesario romper el silencio e impulsar acciones para visibilizarla; es imprescindible que como sociedad nos hagamos conscientes de su gravedad y afectaciones, y dado que las sociedades no son fenómenos acabados o inamovibles, generemos y construyamos nuevas formas de relacionarnos y mejores condiciones sociales, económicas, políticas y culturales que eliminen la discriminación en todos los órdenes de la vida.
Sociedades que reconozcan que “la máxima participación de la mujer en igualdad de condiciones con el hombre en todos los campos, es indispensable para el desarrollo pleno y completo de un país, el bienestar de mundo y la paz” como se establece en la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer.
Las mujeres somos sujetas de derechos, tenemos el derecho a vivir una vida libre de violencia; al acceso a la justicia; a ejercer nuestra autonomía; a sostener relaciones no violentas; a decidir el número de hijos que queremos tener y si queremos tenerlos o no; a la tenencia de la tierra; a la participación política; a una vida plena.
Es necesario ir removiendo patrones socioculturales que promueven y sostienen la desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres; prestar atención a esta problemática; redimensionar el papel que la educación tiene para construir y deconstruir estereotipos de género; ir desmantelando la estructura, ideología, cultura y educación patriarcal; cuestionarnos la injusta inequidad y visibilizar el importante papel de la mujer en la construcción de nuevas realidades.
Es urgente que las autoridades de todos los niveles de gobierno generen y ejecuten acciones para informar, prevenir, sancionar y erradicar la discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones y ámbitos; desarrollar estrategias y políticas públicas que eviten la revictimización y atiendan los impactos de la violencia de género a nivel físico, psicológico, social, etc.
A 24 años del impulso de la “Campaña 16 días de Activismo contra la Violencia de Género”, las mujeres seguimos alzando la voz, visibilizando la violencia de género como una problemática social y reivindicando la importancia de nuestra participación para la transformación de la sociedad, reconocemos que el propio espíritu humano no está en el ámbito de lo cautivo por lo que desde diversos espacios continuaremos sembrando y cosechando la libertad y trabajando a favor de una vida libre de violencia para las mujeres.
Notas:
[1] La ONU ha definido la violencia contra la mujer como “todo acto basado en el género que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como la amenaza de tales actos, la coerción o la privación de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada (OPS/OMS, 1995).
[2] Hernández L.: “Violencia de Género, Una mirada desde la sociología”, Editorial Científico Técnica, La Habana, 2014.
[3] Se determinó esta fecha como una manera de conmemorar el asesinato de Las Hermanas Mirabal, tres mujeres que fueron ejecutadas en 25 de noviembre de 1960 por su oposición a la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en la República Dominicana.
___
Atziri Ávila es comunicóloga social, activista y defensora de derechos humanos y Coordinadora de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos.
La foto es de Elena Anosova*
No hay comentarios.:
Publicar un comentario