Nacer, vivir y morir, tres movimientos del canto de un alma en esta existencia. Venimos de una nada que apenas se puede nombrar, de una metafísica a una física que se gesta en lo oculto de un vientre materno. Tras nueve meses de milagro alquímico, la naturaleza abre una puerta. Un nuevo ser, único, llega a la existencia. Nuestro primer acto sobre la Tierra se ejecuta al ritmo sabio de oxitocinas y endorfinas, notas de una bioquímica primal, mamífera y amorosa. La mujer se ve sumida en un acto sumo de creación; su fisiología dirige cada gesto, cada paso, se contrae y se relaja en una cadencia exacta que ablanda tejidos, que dilata el útero, que descorre velos, puertas de acceso a un encuentro entre madre e hijo. Ambos, unidos en un momento sin tiempo, ejecutan la partitura exacta que la naturaleza gravó en las arcas de su cerebro, en la cámara oculta de su corazón. La mujer sabe parir, el bebe sabe nacer.... Pero nuestra cultura ha caído en un profundo olvido, y ya no sabemos ni nacer, ni vivir, ni morir. Descargar para seguir leyendo
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