Por Alba Díaz de Sarralde
La activista y portavoz de Stop Desahucios Gipuzkoa recibirá el 20 de enero el Tambor de Oro de San Sebastián 2019, un premio que elige la ciudadanía de la ciudad.
García lleva toda su vida como activista, desde su juventud luchando contra el franquismo hasta el día de hoy, que es una de las caras más visibles de la plataforma a sus 70 años.
No se imagina viviendo fuera del activismo: “Es mi generación, que somos los mismos que estamos reivindicando pensiones justas en las calles de todo el Estado. Habría que dar muchos Tambores de Oro a todos los que están en la calle”.
Tiene 70 años y sigue al pie del cañón. Su cara es visible en numerosos actos de Stop Desahucios Gipuzkoa, en primera fila, reivindicando el derecho a la vivienda como portavoz del colectivo. A Rosa García poco puede pararla y San Sebastián la ha reconocido: después de sus años de trabajo como activista de la plataforma, recibirá el 20 de enero el premio Tambor de Oro de 2019.
La actriz Ane Gabarain, la escritora Dolores Redondo, la artista Esther Ferrer y la bailarina Alicia Amatriain eran las otras cuatro candidatas. Sin embargo, la ciudadanía ha elegido a García, lo que significa que la capital guipuzcoana reconoce su lucha, el derecho a una vivienda digna y el trabajo diario de su colectivo. Para ella, es un orgullo y una alegría ver la solidaridad de San Sebastián.
Stop Desahucios ha paralizado todos los casos que han llegado hasta la plataforma. Aun así, la situación en Euskadi sigue dejando sin casa a muchas personas. 1.083 familias fueron desahuciadas el pasado año, 200 más que en 2016.
¿Desde cuándo lleva en esto del activismo?
Yo llevo bastantes más años que en la plataforma, que nace a partir del 15M en 2011. En 2012 se suicidó la compañera Amaia Egaña en Barakaldo, y a partir de ahí, que fue un momento de inflexión, de representación de la cara más cruel y más criminal de la estafa financiera, es cuando nosotros tomamos un impulso tremendo. He estado desde el inicio de la plataforma Stop Desahucios.
Antes de eso he sido sindicalista donde trabajaba, en Correos, aquí en Donosti. Y antes de esto pues, evidentemente, he estado luchando contra el franquismo porque es lo que le tocó a nuestra generación. Yo nací en el 48, y cuando tenía 20 años fue el Mayo francés y vivía en Madrid. Nos tocó abrirle el camino a la democracia y, cuando se instaló más o menos, nos tocó construir el estado de bienestar. Claro, porque en todo el tema de las viviendas dignas, en los 80, había un movimiento vecinal muy fuerte, sobre todo en los barrios populares. No tenían los equipamientos necesarios, escuelas, polideportivos…
Y luego pues reivindicar los derechos sindicales. Y los derechos laborales, que se han ido absolutamente por tierra con las reformas, primero la del PSOE y luego la del PP, lo de la negociación colectiva, que se regulen las jornadas, las pagas extraordinarias… Evidentemente, luchar por todo eso.
Entonces, con esa situación empezó todo.
Todo eso me tocó antes de jubilarme. Una vez que me jubilo, surge la estafa financiera, lo de la burbuja inmobiliaria, las familias se ven hipotecadas hasta dentro porque las viviendas estaban infladas… Entonces, como la vivienda en Euskadi es carísima, los bancos empezaron a pedir avalistas, porque sabían que eso iba a explosionar y ni con las nóminas de antes, que eran más altas que las de ahora, se podían pagar hipotecas a 35 años.
Entonces los bancos desahuciaban, han desahuciado a más de 600.000 familias con el impago de una sola cuota, después pasó a tres cuotas, aplicaban la cláusula abusiva del vencimiento anticipado… Y digo abusivo porque así se declaró en febrero de 2017 por el Tribunal de Justicia Europeo. Entonces te metían al juzgado, te pedían toda la deuda que tenías que pagar en 30 o 35 años, cuando ni siquiera podías pagar las cuotas, te metían la demanda, ponían la casa a subasta y ahí te desahuciaban.
En seis meses las familias se quedaban sin vivienda y con eso arrastraban a los avalistas, que muchas veces avalaban con sus propias viviendas y eso los desahuciaba a ellos también. Y si no, iban a por las pensiones o los ahorros porque el avalista avalaba con todos sus bienes presentes y futuros. Esto ha sido una auténtica tragedia.
A partir de ahí empezaron a luchar; y a ganar.
Tenemos la satisfacción, no solamente la plataforma de Gipuzkoa sino también la de Araba, de que todos aquellos afectados que han venido donde nosotros con una demanda, la hemos suspendido. La hemos retirado. Hemos contado con el apoyo de las instituciones, ayuntamientos y juntas generales, que han intermediado con entidades financieras y no ha habido necesidad, de verdad que estamos muy orgullosos, con mayúsculas, de que no hayamos tenido que hacer ningún piquete en la puerta de una vivienda para evitar el desahucio. Lo hemos abortado incluso en la etapa previa a la subasta.
Esto se debe a una cosa muy importante, de la que estamos muy orgullosos, y sobre todo también en Donostia con el Tambor de Oro. Y es que nosotros, a nivel de Euskadi, propusimos, y fue el de Donostia el primero, y luego las Juntas Generales, que se declararan “territorios” o “municipios libres de desahucios”. Esa moción implicaba que ante desahucios de familias vulnerables, deudores de buena fe que no es que no quisieran pagar, las instituciones intermediaran con los bancos para que retiraran la demanda y no se efectuaran ni la subasta ni el desahucio.
Han impulsado aún más medidas.
En mayo o junio de 2015, Stop Desahucios Euskadi sacó un decálogo contra los desahucios, la pobreza y la desigualdad. A ese decálogo se adhirió casi todo el arco político. Sindicatos, organizaciones de pensionistas… una serie de plataformas sociales. Y con esos hicimos manifestaciones contra los desahucios y participaron casi 5.000 personas en Donostia, en Navidades de 2013 o 2014.
Todo eso ha ido propiciando la complicidad de la ciudadanía, no solo donostiarra, sino guipuzcoana o alavesa o vizcaína; cuando se han enterado de que había que apoyar a una familia estafada por las entidades financieras, con riesgo de perder su vivienda, en las concentraciones hemos contado siempre con el apoyo ciudadano además de todo el resto de organizaciones sociales, sindicatos y partidos adheridos.
El próximo día 20 de enero Donostia reconocerá esa lucha y le entregará el Tambor de Oro de 2019. Entre las candidatas solo había mujeres, ya que desde 1967 se ha entregado el galardón a 68 hombres y solo a 7 mujeres. ¿Cree importante haber tenido este criterio a la hora de nominar?
Yo soy de la época en que estaba el franquismo, con todo lo que eso significa de cara a la desigualdad de las mujeres. He pasado mi juventud y mi adolescencia en una ideología absolutamente machista y patriarcal, era lo que había. Entonces claro, para mí, a mis 70 años, el que haya una iniciativa por parte de determinados grupos políticos que han apoyado una plantilla exclusivamente femenina, en un año de grandes movilizaciones como la del 8M o por el juicio de ‘La manada’ y no solamente en el Estado español, me parece un justo reconocimiento. Precisamente para compensar la desigualdad de género.
En todos los aspectos hay desigualdad de género y esta es una buena oportunidad para compensarla. Eso no quiere decir que pueda haber candidatos al Tambor de Oro igual de válidos, somos abiertas, si queremos igualdad no queremos la desigualdad de cara a los hombres; pero este reconocimiento me parece que es justo.
Volviendo al trabajo que hacéis en la plataforma. De estos últimos años, ¿destacarías algún momento vivido en especial?
Hay muchos y ya yo no tengo mucha memoria. Lo que sí voy a decir, y quiero recalcar, es la parte humana de nuestra plataforma. Es que lo hemos vivido todos los compañeros y compañeras, que hemos acogido por primera vez a una familia afectada. Normalmente, las personas que tienen el problema reciben un tocho de ochenta hojas que dice que tienen una demanda metida y que van a subastar su casa. En ese momento de zozobra, de intranquilidad, las personas se desmoronan. Muchas veces les cuesta trabajo llamar al teléfono de esta plataforma. Además, lo primero que piensan es que ellos son los culpables de que el banco les vaya a quitar la vivienda cuando ellos son las víctimas.
O sea, esta sociedad es tan perversa y tan cruel, tan de consumo y de decir que “has vivido por encima de tus posibilidades”, que ha hecho que muchas familias que por tener un techo para vivir, no estamos hablando de una segunda residencia o de un Audi sino de cuatro paredes, se hipotecaron hasta las narices y también a sus padres que les pusieron de avalistas; encima, ellos se hacen responsables de todo ese fracaso. Hay que culpabilizar a los bancos, que los hemos rescatado con dinero público quitándolo de la sanidad o la educación, y hay una Ley Hipotecaria abusiva y puesta del lado de los intereses financieros.
No llamaban, pero cuando lo hacían, llamaban llorando. Les decíamos: “Tranquilos, no te preocupes y ven a ver, que igual hay mucha gente como tú”. Y no se lo creen. Cuando nos vemos con ellos para conocerles y los llevamos a la reunión, se ven delante de 30 o 40 personas que les dicen “tranquilos, yo he pasado por lo mismo”, “he estado tomando somníferos”, “yo he estado sin comer”… Cuando ven eso, ven la plataforma, ven que hay salidas… Salen… Salen riéndose. Y eso es lo más emocionante. Que cada vez que lo recuerdo me emociono. Es que es como una terapia, es cuando son personas, cuando sienten la solidaridad en sus carnes.
Este Tambor de Oro es un reconocimiento precisamente al sufrimiento de todas estas familias donostiarras a las que hemos ayudado y a las que no hemos podido ayudar porque no han llamado. Y tienen que llamar al 669 42 85 98 para que podamos ayudarles. Porque en este momento, gracias a toda esta lucha solidaria, podemos luchar con los bancos y decir “estos son nuestros derechos”, “a estas familias hay que ayudarlas” y, por supuesto, “no a los desahucios”. Cuando una familia no puede pagar la cuota le decimos que deje de pagarla, porque lo primero es comer.
Recientemente han anunciado que denunciarán a aquellos bancos que no informen a las personas en situación de vulnerabilidad sobre su derecho a firmar una carencia para reducir la cuota de la hipoteca y evitar ser desalojados de su vivienda.
De hecho, en este momento, estamos preparando alguna reclamación en concreto. Porque los bancos no solamente no avisan o informan de que tiene este derecho, sino que cuando nosotros vamos con el hipotecado y les decimos “oye, demostramos que es una persona vulnerable y tiene ese derecho”, ponen pegas.
Cuando la nueva Ley Hipotecaria salga, los bancos, sin ninguna necesidad de recurrir al vencimiento anticipado, una cláusula declarada nula por la justicia europea, van a decir que en vez de doce cuotas, les pueden interrumpir el préstamo y reclamar toda la deuda pendiente. Es una trampa que hemos denunciado este jueves ante el Parlamento vasco. Van a poder desahuciar a familias a las cuales, interesadamente, en esos doce meses no les han ofrecido la carencia, con la cual dejas de ser moroso.
A pesar de todo el trabajo que realiza y el esfuerzo que supone, ¿se imagina viviendo fuera del activismo?
No. Y no creo que yo sea una excepción. Es mi generación, que somos los mismos que estamos reivindicando pensiones justas en las calles de todo el Estado, no solo para nosotros, sino para vosotros. Para las nuevas generaciones. Estamos luchando por el mantenimiento del estado de bienestar. Estamos en la calle luchando por una sanidad pública, por una educación pública, por una ley de dependencia. Estamos yendo a las manifestaciones feministas, también los viejos y las viejas.
Lo hemos mamado, hablando en plata. Somos los que hemos estado corriendo delante de los ‘grises’ y delante de la Guardia Civil. Por lo tanto, todo eso, toda esa memoria histórica que tenemos, no se pierde. Todo lo contrario. Somos los mismos los que estamos en la calle otra vez. Y es impresionante ver abuelas con su andador o su bastón, gritando con una fuerza que ya quisiéramos que los hijos y los nietos la tengan.
Hace falta un relevo generacional, porque la gente que viene por debajo de nosotros lo tiene muy duro. No tiene ni vivienda, ni pensiones, ni trabajo. Y tenemos que luchar con un espíritu unitario y transversal. Defender los intereses populares. Los intereses del bien común frente a las élites económicas. Sobre todo el poder financiero. Somos pueblo trabajador, y ese es nuestro estandarte. Habría que dar muchos Tambores de Oro a todos los que están en la calle.
Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com
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