Por Domingo Sanz
Quizás porque no existen, nadie habla de primeras mandatarias tan crueles como para declarar guerras contra sus mismos pueblos o invasoras de terceros, como sí hicieron los machos Franco y Hitler, malditos ejemplos.
Por Domingo Sanz
A punto de cumplirse un mes desde el 8 de marzo voy caminando y encuentro una exposición de carteles al aire libre con imágenes de mujeres protagonizando eventos culturales, deportivos y otros, cosa que cuadra con lo que se puede leer y escuchar ahora más que antes en los medios, historias de mujeres decisivas como Marie Curie y otras, todas ejemplares. Sin dejar de pensar busco noticias y leo en una portada de confianza que “Pensionistas y empleados públicos son los principales receptores de las ‘zanahorias’ de Montoro”. Inmediatamente recuerdo dos cosas.
La primera es la gran huelga general del 14D de 1988, cuando los sindicatos obligaron a Felipe González a retirar su Plan de Empleo Juvenil, un triunfo sin paliativos porque era lo que pedían. De haberse aplicado aquel PEJ puede que muchos pensionistas de hoy cobrarían todavía menos. En cambio, de la acción feminista nada nos permite pensar que hayan conseguido una victoria tangible, a la altura de la mayor movilización en el mundo y que, aunque solo fuera por eso, premiara lo mucho y muy positivo que hicieron por la denominada “marca España”.
Y también reparo en que, quizás porque no existen, nadie habla de primeras mandatarias tan crueles como para declarar guerras contra sus mismos pueblos o invasoras de terceros, como sí hicieron los machos Franco y Hitler, malditos ejemplos. ¿Una guerra menos si en el “Trio de las Azores” alguno hubiera sido ella? Es probable. Le tocó a Thatcher lo de las Malvinas, pero fueron dictadores y hombres los que tiraron la primera “piedra”. En cambio, como Agustina de Aragón hay más heroínas.
En 2019 habrá elecciones. Si las feministas siguen con sus protestas deberían reclamar a los partidos políticos una decisión que estos podrían adoptar si quisieran, pues no hay excusas para negarse ni hace falta cambiar leyes: Que elijan mujeres para encabezar todas las listas electorales de municipales, autonómicas, europeas y generales. Contribuirían de manera decisiva a la igualdad y habría menos guerras. Al menos durante los siglos que tarden en malearse tanto como los hombres.
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