Durante el transcurso de este año, la expresión más terrible de la violencia machista ha terminado con la vida de
51 mujeres en Chile. Apuñaladas, estranguladas, violadas o degolladas, no constituyen aún una preocupación real para la clase política y sus muertes siguen siendo objeto de deformación o caricatura por parte de los medios.Ni siquiera están complemente visibilizadas en los organismos oficiales. Desde el Servicio Nacional de la Mujer, las deficiencias de la Ley 20.480 –que estableció la figura del femicidio-, se evidencian por sí solas
al registrar sólo 38 víctimas durante este año, excluyendo a aquellas mujeres que no fueron asesinadas en el contexto familiar o de convivencia.
La historia de Tania Águila (14), es una prueba de las inconsistencias de la legislación: el 27 de mayo pasado, la adolescente fue asesinada a piedrazos en la cabeza por su pololo de 16.
“La maté porque me engañó”, resumió el adolescente en las declaraciones entregadas por su madre a la policía. Águila, una de las víctimas más jóvenes de las que se tenga registro durante este año, recibió tantos golpes que perdió masa encefálica y piezas dentales antes de ser encontrada por los padres del victimario.
Hoy su caso no está siendo juzgado por la ley como femicidio debido a que Tania y su pololo no vivían juntos, lo que jurídicamente deja su muerte fuera de la tipificación legal. Lo mismo ocurre con las pequeñas María de Lourdes (7) y María Jesús (5), quienes fueron estranguladas en La Florida por su padre, Miguel Santiago Donoso, minutos después de que éste decidiera asesinar de la misma forma a su esposa.
Para las organizaciones comprometidas con la lucha contra la violencia de género, la misma ley se ha constituido como un obstáculo a la visibilización de estos crímenes y su verdadero motor: la relación de sometimiento, poder y dominación sobre las mujeres.
CHILE: UN ESTADO QUE NO LAS PROTEGE
Desde la irrupción de la figura de femicidio en el país, numerosas son las voces que han cuestionado la legitimidad del concepto, muy ligada a la comprensión de la violencia contra la mujer como un hecho ocurrido en el contexto estrictamente familiar o de relación de convivencia en común.
“Esto refleja la visión parcial que se tiene en este país sobre qué entendemos por violencia de género”, explica Paula Sáez, directora de Psicología en la Universidad Diego Portales e investigadora en temas de género. “Sabemos que esta excede los límites sociales tradicionales y
se funda en una concepción de la mujer más allá de las relaciones afectivas que se establezcan con ella”.
Los cuestionamientos al rol del Estado no se acaban en la inexactitud del concepto femicidio. Lorena Astudillo, abogada de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia la Mujer –quienes convocan a una
manifestación nacional para este miércoles- asegura que Chile no se protege la vida de las mujeres, tal como se comprometió en el plano internacional.
“En 1996 Chile ratificó
la convención Belem do Pará, o sea, se obligó a prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. A casi 20 años de esa obligación, aún ni siquiera ha recogido el concepto de violencia contra las mujeres, ya que en Chile no existe legalmente dicha concepto”, explica. Y agrega: “Si en nuestro país no existe legalmente el concepto,
es imposible crear políticas públicas y destinar recursos a algo que no existe”.
Pese a los 51 casos de víctimas de femicidios de este año a la fecha, no se han escuchado pronunciamientos del Ejecutivo o de la clase política en general frente al problema, algo que indigna a las organizaciones y colectivos feministas que luchan contra la escasa atención pública que obtiene la violencia contra las mujeres.
De la mano de la despreocupación de las autoridades, tampoco se han resuelto
las dificultades que la Ley de Violencia Intrafamiliar presentó desde un principio, como los obstáculos que enfrentan las mujeres a la hora de realizar denuncias o la escasa fiscalización del cumplimiento de las medidas de protección sobre sus victimarios.
“No ha habido un cambio cultural potente que permita frenar esta situación. El número de femicidios parece no escandalizar a nadie, lo que sólo es muestra de su naturalización. Es horroroso cómo a diario nos enfrentamos a femicidios y episodios de violencia de género que no perturban ni a nuestros gobiernos ni a los ciudadanos.
Urge sensibilizar a la clase política y a los gobernantes”, enfatiza la psicóloga.
Desde hace unos años, en sintonía con el resurgimiento del movimiento feminista, una serie de organizaciones han enfatizado que el femicidio es sólo la expresión radical de la violencia machista. Detrás, sostienen, existe un amplio contexto histórico –con pasmosa vigencia en el presente- de negación de derechos y reproducción de desigualdades con repercusiones para las mujeres en el ámbito y privado. Desde niñas a ancianas, éstas enfrentan un profundo problema cultural que a veces termina por cobrar sus vidas.
“LA MATÓ POR AMOR”: LA NEGLIGENCIA DE LOS MEDIOS
Además de ser invisibilizadas cada año por la misma ley, las víctimas de femicidios suelen ser caricaturizadas desde la perspectiva del crimen pasional en la cobertura de los medios de comunicación. A veces, las situaciones de violencia son convertidas en bromas en el estilo popular de La Cuarta –como su reciente portada “
Hizo un anticucho con la polola”, hoy editada- que provocó la indignación de varias organizaciones y en otras casos,
el tratamiento del hecho abunda en justificaciones sobre el crimen del femicida.
En este sentido es recordado el reportaje de La Tercera sobre la muerte de Vania Tartakowsky (41), quien fue asesinada por su pareja Luis Reyes, un doctor de Gendarmería. El artículo, llamado “
Historia de un femicida”, se sostenía sobre la tesis de que el comportamiento de Reyes, quien terminó con la vida de Tartakowsky agrediendo incluso a su hijo, obedeció a un comportamiento aislado y casi provocado por la víctima.
La cobertura generó la reacción de los familiares de la víctima y fue el propio padre de Vania, Alejandro Tartakowsky, quien escribió
una carta al director del diario para manifestar su rechazo. “Como padre de Vania Tartakowsky, quien fuera brutalmente asesinada por su pareja, no puedo entender cómo un diario como el que usted dirige se pueda prestar para publicar un reportaje en el que se trata de poner como víctima a un asesino”, señaló.
El juicio por la muerte de Vania aún no se inicia. Su hermano, Alexei, confirma a
eldesconcierto.cl que el hecho, ocurrido en junio de 2014, sigue en investigación, mientras que el femicida se mantiene en prisión preventiva en el
anexo Capitán Yáber de la Cárcel de Santiago 1, compartiendo una reclusión más cómoda que el promedio de victimarios con algunos de los procesados por el Caso Penta.
“Él declaro que él tuvo una discusión con ella y después de eso dice no acordarse de nada, sólo se acuerda cuando estaba huyendo. Del hecho en sí convenientemente no recuerda detalles, de hecho dice que pasó a llevar al hijo de Vania, no que lo intentó matar, aunque también está acusado de intento de homicidio”, señala Tartakowsky.
Meses más tarde, Alexei denunció al Consejo Nacional de Televisión y se quejó por la cobertura dada al caso de Vania en los noticieros. Hoy enfatiza que los medios no tienen rigor para enfrentar estos temas, aunque los especialistas aseguran que deberían ser los principales aliados a la hora de contribuir a erradicar la violencia por la masividad que alcanzan.
Así lo sostiene Lorena Astudillo, de la Red Chilena Contra la Violencia Hacia la Mujer: “Los medios podrían ayudar mucho a visibilizar los distintos tipos de violencia, educando y generando en la sociedad reproche público frente a estas conductas. Sin embargo, lo que terminan haciendo es naturalizarla: hay un matinal (en
Bienvenidos, Canal 13) que tiene un espacio semanal que se llama “
Amores que matan” y recrean femicidios. ¿Desde cuándo es el amor el que mata? Lo que mata es el machismo, el sentido de dominación y propiedad que tienen los hombres machistas sobre las mujeres, pero ese matinal, semana a semana, le cuenta a su público que a las mujeres el amor nos puede matar, que los grandes celos son muestras de amor, que el amor enferma a los hombres y eso es una mentira horrible que nos va poniendo como natural algo que es aberrante”.
Apuntados como los mayores reproductores de estereotipos de género, los medios acumulan una responsabilidad cada vez más pesada en el escenario de violencia sistemática que las mujeres viven en Chile y en todo el mundo. Una dimensión cultural que requiere de esfuerzos en diversas áreas de la sociedad.
“Urge intensificar una campaña contra la violencia transversal, que interpele y atraviese los distintos ámbitos de la cultura: medios de comunicación, educación, cultura, trabajo, etc. Si no intentamos de manera enérgica, masiva y clara intervenir en la cultura social,
las mujeres seguirán siendo objeto de violencia invisibilizada”, recuerda Sáez.
Muchos coinciden en que no hay leyes que puedan impedir la continuidad de la violencia machista en Chile si la sociedad misma no está dispuesta a mirar la realidad de las mujeres, más allá de los números de femicidios de cada año y de los supuestos crímenes pasionales de los diarios. Una realidad compleja que acumula, a lo largo de sus vidas, múltiples tipos y episodios de violencia. Mientras algunas mujeres y niñas logran sortear su expresión más radical, otras se la encontraron de frente y terminó por arrebatarles la vida.
Fuente:
http://www.eldesconcierto.cl/pais-desconcertado/2015/11/25/con-luto-y-con-rabia-la-violencia-machista-ya-mato-a-51-mujeres-en-chile-este-ano/