Poco se conoce de la vida de esta dramaturga medieval. Pero su abundante obra nos pone ante una mujer excepcional que renunció a la vida de su siglo y aceptó la libertad intelectual de un convento.
Canonesa rica e intelectual
Se desconocen las fechas exactas del nacimiento y muerte de Hroswitha, una mujer perteneciente a la aristocracia sajona que optó desde muy joven por la vida intelectual. Hroswitha eligió el convento benedictino de Gandersheim, en la Baja Sajonia, famoso por su labor educativa. La joven entró en el cenobio como canonesa, de modo que sólo hizo los votos de castidad y obediencia, siendo eximida del voto de pobreza. Al contrario, las canonesas que entraban en Gandersheim eran todas pertenecientes a la alta aristocracia, por lo que podían llevar consigo riquezas y sirvientes.
La Abadía femenina de Gandersheim se encontraba bajo la protección del emperador Otón I y contaba con gran poder político (la abadesa podía participar en la Dieta imperial), económico (acuñaban moneda) e intelectual, pues contaba con una extensa biblioteca de autores clásicos y medievales.
Hroswitha consiguió en Gandersheim lo que fuera de sus muros no habría podido conseguir nunca, una libertad intelectual y un acceso al conocimiento totalmente vetado a las mujeres que optaban por la vida matrimonial.
En defensa de la castidad
Buena parte de su producción liberaria, a pesar de beber de fuentes paganas latinas y griegas, tenía un tema en común, la fuerza de voluntad, perseverancia y tenacidad de las mujeres cristianas, devotas y orgullosas de su pureza y castidad.
Así, Hroswitha copió el estilo de autores como Terencio, pero cambió la temática profana por la cristiana.
Escritora, dramaturga, poeta
La producción literaria de Hroswitha es muy extensa concentrada en cuatro libros. El primero recoge la vida de santos y mártires en ocho leyendas ejemplificantes; el segundo son seis obras dramáticas; el tercero recoge la vida del emperador Otón el Grande y el cuarto es un poema que rememora el origen de Gandersheim.
Hroswitha representa a muchas mujeres de su época que optaron por la vida religiosa para poder desarrollar con éxito todas sus capacidades intelectuales.
Por Sandra Ferrer
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