Mujer de fuerte carácter y decisión, Agripina la Menor manchó sus manos de sangre para conseguir que su familia subiera al trono del imperio romano. Costara lo que costara, incluso su propia vida. Ante la afirmación que unos astrólogos le hicieron de que su hijo Nerón, efectivamente llegaría a ser emperador pero también que mataría a su propia madre, respondió con estas duras palabras: Que me mate, con tal de que reine.
Una familia marcada
Agripina la Menor, o Agripinila, había vivido la extraña muerte de su padre el general Germánico y el destierro de su madre, Agripina la Mayor. Convencida desde pequeña de que fue el emperador Tiberio quien mandó envenenar a su padre y forzó la muerte de su madre, Agripina creyó que su familia debería ser restituida en su legítimo poder.
Nacimiento de un monstruo
Así calificó Cneo Domicio Enobardo a su futuro hijo. Agripinila se había casado en el año 28 con el cónsul romano Enobardo, con el que no tuvo una buena relación. La infertilidad de la pareja durante los primeros años de matrimonio no ayudaron. Casi diez años transcurrieron hasta que nació el que sería el odiado emperador Nerón.
Poco tiempo después, cuando Agripinila tenía sólo 25 años, enviudó por primera vez.
Su hermano emperador
Un año después, el año 41, moría Tiberio. Para mayor alegría de Agripina, al morir sin descendencia masculina, nombró emperador a su hermano Calígula. Tras restituir el honor de su familia, trasladando los restos de su madre y sus hermanos al mausoleo de Augusto, dio a Agripina y otras dos hermanas un trato preferente en la corte imperial.
Sin embargo, el carácter inconstante de Calígula, que desembocaría en una peligrosa locura, cambió con la muerte de una de sus hermanas, Drusila. Una enfermedad mental se despertó en el emperador y relegó a Agripina y Livila. Acusadas de conspirar contra él, fueron condenadas al destierro en la isla de Poncia. Mientras Agripina marchaba a cumplir su condena, su hijo quedaba al cargo de su cuñada.
Su tío emperador
Agripina aguantó paciente su destierro. Tras el asesinato de Calígula, el nuevo emperador, su tío Claudio, hizo volver a Agripina y su hermana a Roma. Convencida de que debía continuar luchando por su hijo, lo primero que hizo fue volverse a casar. Necesitaba dinero para mantenerse en la corte imperial, así que no dudó en unirse a un millonario llamado Pasieno Crispo. Poco tiempo después moría, según los rumores, envenenado por su propia esposa.
Viuda de nuevo, Agripina se fue acercando a su tío, mientras los pasos imprudentes de su hermana la llevaban de nuevo al exilio final y la tercera esposa del emperador, Mesalina, cavaba su propia tumba al casarse en público con uno de sus amantes. Agripina vio el camino despejado hasta el trono. Tras la ejecución de Mesalina, Claudio se casó con su sobrina.
Emperatriz y Augusta
Agripina había dado un paso de gigante en su carrera hacia el afianzamiento de su estirpe. Ahora le quedaba un último paso. Desbancar a Británico, hijo de Claudio, en favor de Nerón, en el puesto de heredero imperial. Primero consiguió que Claudio aceptara la unión entre su hija Octavia y Nerón; después lo adoptó. Mientras Nerón ganaba peldaños, Británico los bajaba gracias a que su prima empezó una campaña de desprestigio contra él. La epilepsia de Británico, un defecto que lo hacía poco apto para gobernar, se lo puso en bandeja.
El golpe final llegó el año 54 cuando Agripina envenenó a Claudio durante la cena. Nerón lo tenía todo dispuesto para ser nombrado emperador.
El desprecio de un hijo
Agripina había conseguido su objetivo. Pero pagaría un alto precio por ello. A la enemistad y animadversión que Nerón sentía por su madre se unió el odio de la esposa del emperador, Popea Sabina.
La pareja imperial decidió terminar con Agripina. Tarea que, sin embargo, no resultó fácil. Agripina, quien sospechaba de los planes de su hijo y su nuera, tomaba a diario pequeñas dosis de veneno para conseguir inmunizarse. Descartado el envenenamiento como forma de asesinar a su madre, Nerón intentó hundir el barco en el que viajaba. Agripina escapó a nado. Finalmente, la madre del emperador encontró la muerte en su villa de Antium, el mismo sitio donde había dado a luz al que ahora se iba a convertir en su asesino. Una espada terminó con su vida.
Autoria de Sandra Ferrer
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