Por Antonia Amada
En el espacio público y en redes sociales, se observan propagandas de mujeres y hombres que hacen campaña tomando partido de las luchas de las mujeres, de los feminismos o de las disidencias sexuales. ¿Oportunismo político en época electoral?
Sin el ánimo de profundizar en el debate sobre los feminismos, es indispensable aclarar que por ser mujer no se es feminista, ni por ser solidaria o solidario en un momento de exacerbación de la violencia machista, se pueden tomar a su favor los logros, nombres, colores o movilizaciones de las organizaciones sociales que apuntan a la igualdad y reconocimiento de los derechos de las mujeres.
María Sol Corral, aspirante a la Alcaldía de Quito, presenta, por ejemplo, una campaña desenfocada, equivocada y mal intencionada que, al contrario de evidenciar que la violencia es algo que requiere cero tolerancia en el Estado y en la sociedad, con imágenes confusas acompañadas de un slogan como “#YaToca”, revictimiza a las mujeres al reproducir las imágenes de las marcas en el cuerpo de las mujeres, ubicándolas en un lugar pasivo como receptoras de las conductas violentas, e incluso invita a pensar que son ellas las que llaman a que las toque.
El desconocimiento de la candidata sobre las bases fundamentales, conceptos y enfoques de la lucha contra la violencia hacia a las mujeres es evidente. En lugar de demostrar que la responsabilidad de la violencia está en los agresores, violadores y feminicidas, y asumir una lucha frontal contra la impunidad, esta campaña promueve la idea de que son las mujeres las llamadas a cuidarse. Y nada más peligroso que hacer una campaña contra la violencia enviando un mensaje que resulta en todo lo contrario. Nada más equivocado que asumirse como parte de un movimiento sin serlo.
Pero no es el único caso, hay otros patéticos de agresores, torturadores o acosadores que públicamente se proclaman, o bien solidarios con la lucha contra la violencia, o incluso sin pudor se autodefinen como “feministas”. Orlando Pérez, quien fue director de Diario El Telégrafo y actualmente está al frente del programa EnClavePolítica y EnClaveMediatica que se transmite en Telesur, personaje público, quien después de un escandaloso caso de violencia contra su ex pareja, se ubica en este grupo. Los hombres, solidarios con el movimiento de mujeres, quienes asumen un rol activo para erradicar la violencia, empiezan por cuestionar sus privilegios como hombres nacidos en un sistema en el que la figura masculina ejerce un rol de dominación sobre las mujeres. Por ello, los movimientos de mujeres exigen a los varones coherencia y ética, requisitos fundamentales para hacerle frente a la violencia.
Oportunismo político en un escenario donde el Estado es incapaz de responder a la urgencia determinada por los datos de feminicidios y violencia sexual en el país, oportunismo de políticos cínicos que se toman el nombre de las organizaciones de mujeres, oportunismo frente a una sociedad que no asume su responsabilidad sobre la naturalización de la violencia machista y un Estado que no ha sabido responder con planes y políticas efectivas, que aún no se pronuncia acerca de la implementación de la Ley de Erradicación de la Violencia hacia las Mujeres.
En la tarima de los oportunismos también aparece un hombre que representa al pensamiento ultraconservador del país. Con un historial de violación de derechos humanos sobre sus espaldas, Jaime Nebot utiliza abusivamente los colores de la Plataforma Vivas Nos Queremos y sus mensajes posicionados en la opinión pública, a fin de capitalizar un momento doloroso dentro del movimiento feminista.
A estos personajes y a aquellos que tienen una ética dudosa o carecen por completo de ella, a ellas y ellos, políticos oportunistas, dejarles en claro que las mujeres no somos objetos electorales.
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