Christine Vanden Daelen
CADTM
Traducido del francés por Caty R. |
La deuda, caballo de Troya de una guerra social sin precedentes contra los pueblos europeos, no es neutra en absoluto desde el punto de vista del género. Las medidas impuestas en nombre de la austeridad tienen género, tanto en sus características como en sus cifras.
Para la Unión Europea, el FMI y sus gobiernos cómplices, el único medio de resolver la crisis es aplicar rígidas medidas de austeridad.
Según el dogma neoliberal dichas medidas permitirían a los estados endeudados reembolsar sus deudas y recuperar el sacrosanto equilibrio presupuestario. En realidad ese «todo-austeridad» solo engendra un saqueo social sin precedentes en los países donde se aplica. El desastre humanitario que asola Grecia desde 2010 es la espantosa materialización de la aplicación de los Memoranda of Understanding (MoU) (1), que acompañados de reformas estructurales socialmente retrógradas destruyen el país a golpe de privatizaciones, aumento de impuestos injustos como el IVA, recortes de salarios, pensiones, sanidad, educación, cultura, etc. Además de la contradicción entre desarrollo social y austeridad cualquier análisis mínimamente profundo de la crisis de la deuda demuestra sin ambigüedad que tiene género, tanto en sus características como en sus efectos. Lejos de atacar a los responsables de esta crisis, los ricos y los grandes patrimonios, la austeridad afecta a las poblaciones más frágiles, las más precarias y por desgracia mayoritariamente a las mujeres, especialmente a las más vulnerables (madres solteras, jóvenes, ancianas, inmigrantes, mujeres procedentes de minorías étnicas, del medio rural…).
Así como los planes de ajuste estructural empobrecieron a las mujeres del Sur, los planes de austeridad están desangrando a las europeas. Privatizaciones, liberalizaciones y restricciones presupuestarias rebanan los derechos sociales de las mujeres, acentúan su pobreza, endurecen y agravan las desigualdades entre los sexos y socavan las «conquistas» feministas.
Vamos a analizar a lo largo de este artículo cómo las políticas de la deuda hacen retroceder los derechos sociales y económicos de las mujeres y castigan su emancipación en toda Europa.
Las mujeres en el centro de la destrucción de la protección social
Para llevar a cabo las economías dirigidas a gestionar la «crisis de la deuda», los presupuestos de protección social sufren en Europa restricciones draconianas. Por todas partes asistimos a rebajas de las prestaciones por desempleo, sociales, ayudas a las familias, prestaciones por maternidad, por dependencia, etc.
Estos recortes afectan particularmente a las mujeres en tanto que todavía asumen el papel de responsables principales de las familias y sufren una mayor precariedad económica. Las mujeres dependen más de las prestaciones sociales que los hombres. Dado que las prestaciones y ayudas sociales constituyen una parte sustancial de sus ingresos en comparación con los hombres (2), son ellas quienes sienten más dolorosamente los efectos de los recortes en la vida diaria. Los grupos más vulnerables son las madres solteras, las ancianas y las inmigrantes.
Esta constatación resulta particularmente clamorosa en dos ámbitos:
- Las medidas de austeridad frenan las políticas familiares de los estados
La decisión de la Comisión Europea de julio de 2015 de retirar la propuesta de ley para la ampliación del permiso por maternidad de 14 a 18 semanas es un ejemplo del fracaso de la UE, de sus Estados miembros, de invertir en una protección digna y humana de las mujeres europeas (3).
En el Reino Unido todas las subvenciones por embarazo, las prestaciones familiares y las rebajas de impuestos vinculadas al nacimiento de los hijos se han restringido o congelado. Otros recortes de prestaciones sociales, como las ayudas a la vivienda, afectan a las mujeres de forma desproporcionada. De hecho más mujeres que hombres dependen de esas ayudas. Un estudio del sindicato británico TUC revela que después de todas esas medidas las madres solteras han perdido al menos el 18 % de sus ingresos netos (4).
Mientras que a menudo las mujeres están desfavorecidas en términos de acceso y de nivel de las prestaciones por desempleo [en Alemania en 2010, del 47 % de mujeres desempleadas solo el 28 % accedía a las prestaciones por desempleo (5)] (6), las políticas de austeridad pretenden recortar más. En Bélgica, tras la reforma Di Rupo que preveía una rebaja mayor de las prestaciones por desempleo, la eliminación de la pensión vitalicia y el endurecimiento de la política de apoyo a los parados, el nuevo Gobierno MR-NVA ha puesto en marcha una auténtica caza al parado. Esas medidas restrictivas afectan especialmente a las mujeres, que son el 61 % de las personas excluidas del desempleo en 2016 (7).
- Las políticas de austeridad minan los programas instaurando la desigualdad entre los géneros
Mientras que las medidas de promoción de la igualdad de géneros no debe ser un «lujo» reservado únicamente a los períodos de crecimiento económico, se constata muy claramente que la crisis de la deuda conlleva una disminución tanto de las políticas de atención como de financiación de los mecanismos de igualdad de los géneros, así como de la puesta en práctica de las leyes en la materia. En España se suprimió el ministerio de Igualdad y lo absorbió el ministerio de Sanidad en 2010 mientras en Italia el presupuesto de las políticas familiares pasó de 185,3 a 19,8 millones de euros entre 2011 y 2013 (una rebaja del 89%) (8), a pesar de que la importancia de esas políticas es particularmente clamorosa en períodos de recesión.
Las asociaciones de promoción de las mujeres también están en el ojo del huracán de las restricciones presupuestarias impuestas en nombre de la deuda. Por todas partes de Europa la planificación familiar, los centros de mujeres, casas de acogida para mujeres violadas y maltratadas, líneas de escucha y ayuda telefónica para mujeres en situación de crisis, refugios para mujeres y niños… se enfrentan a una disminución de subvenciones tanto públicas como privadas. Claramente la crisis es sinónimo de una feminización de la pobreza y de una acentuación de su precariedad, tanto económica como psicológica y física (las cifras demuestran que las violencias domésticas aumentan con las crisis), las asociaciones de mujeres –que podrían ofrecer apoyo y perspectivas- cada vez son menos accesibles y deben reducir la cantidad y la calidad de los servicios que pueden proporcionar a las mujeres.
Del Estado social a la «Madre social»
La austeridad constituye un ataque en regla a los servicios públicos: servicios sociales, sanidad, educación energía, transportes, infraestructuras… ¡A todos! Todos se reducen, se suprimen, se privatizan y/o sus precios aumentan considerablemente. Este saqueo del Estado social afecta en primer lugar y triplemente a las mujeres, ¿por qué?
- Siendo mayoritarias en la función pública (9) las mujeres son las primeras víctimas de las políticas de despidos masivos impuestos por todas partes en Europa.
- Además las mujeres son las usuarias mayoritarias de los servicios públicos. Su participación en el mercado del trabajo depende de servicios a la infancia accesibles, también tienen que recurrir más a los servicios sanitarios para sí mismas (atención ginecológica, al embarazo, a la maternidad y también a una vida más larga…) o para sus próximos, ellas utilizan más los transportes públicos, etc. Los servicios colectivos de calidad, en número suficiente y asequibles económicamente, constituyen mecanismos insoslayables de la igualdad de los sexos, de la autonomía financiera de las mujeres y finalmente de su independencia.
- Finalmente son ellas quienes deben, con un aumento de su trabajo sin remunerar e invisible, garantizar las tareas de cuidados y educación abandonadas por la función pública. En muchos casos esta carencia de servicios públicos es suplida por el trabajo de mujeres inmigrantes y sin papeles, muy a menudo explotadas, sin acceso a ninguna forma de protección social y expuestas a violencias racistas y sexistas. Asistimos así a una verdadera sustitución de los papeles y las responsabilidades esenciales del Estado hacia lo privado y por lo tanto hacia las mujeres, impidiéndoles participar plenamente en todas las esferas de la vida. En nombre de la deuda pública ha tenido lugar una traslación: del concepto de «Estado social» hemos pasado al de «Madre social». Y eso gratuitamente para reducir los gastos, reembolsar a los banqueros y pagar la deuda: ¡Qué bonita es la crisis! Las políticas de austeridad, al penalizar el derecho de las mujeres al empleo obligándolas a regresar a la esfera privada y volver a endosarles su papel «tradicional» de madre y/o esposa en el hogar, además son poderosos mensajes de reactivación de una ideología patriarcal, conservadora y sexista.
La disminución de la financiación pública en el sector de la sanidad, debido a las políticas de austeridad, tiene repercusiones directas sobre la salud sexual y reproductiva de las mujeres, así como sobre sus condiciones de trabajo (son trabajadoras mayoritarias en el sector de la sanidad).
Por todas partes en Europa cada vez se destinan menos ayudas públicas a la prevención del VIH, al aborto, a la planificación familiar, a los servicios sanitarios pre y posparto y a los cuidados sanitarios preventivos de las mujeres. Las maternidades y centros ginecológicos son generalmente los primeros servicios hospitalarios suprimidos en nombre de las economías a realizar para reembolsar la deuda. Así, durante el último decenio, al menos el 20 % de las maternidades francesas se han cerrado (10).
En Grecia, antes de la llegada de Syriza al poder, la troika obligó a las mujeres a pagar 1.000 euros por traer al mundo a sus hijos (11).
Además hay que señalar que en los países donde, después de duras batallas, las mujeres conquistaron la autodeterminación reproductiva esta se ataca sin cesar. Lejos de hallarse generalizado en Europa, el derecho al aborto siempre es frágil. En 2014 en España casi desaparece. Sin las manifestaciones masivas en la calle y la solidaridad internacional las españolas no podrían practicar la interrupción voluntaria del embarazo. Y aunque generalmente el derecho al aborto es el resultado de intensas movilizaciones su aplicación real está lejos de estar garantizada. Paralelamente a las presiones de los lobbies políticos-religiosos, las coacciones puramente pragmáticas, como las dificultades de acceso a los servicios y centros de interrupción voluntaria del embarazo, los plazos de espera más largos, una falta de médicos especialistas y un fallo manifiesto de información, impiden a numerosas mujeres recurrir en la práctica al aborto. Al obstaculizar los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, la deuda no solo aniquila la libertad de las mujeres de escoger qué tipo de vida quieren tener y en qué momento, sino que además refuerza simultáneamente las corrientes de pensamiento reaccionarias por las cuales las mujeres son en primer lugar madres y preferentemente madres en el hogar.
Cuando se toma en consideración el conjunto de los perjuicios causados por el «sistema deuda» sobre la salud pública y por extensión sobre la de las mujeres, se impone una conclusión: con la aplicación de la austeridad, la salud ya no se considera un derecho humano fundamental, sino una mercancía que hay que comprar en el mercado. Cualquier noción de asistencia y de servicio público accesible a todas las personas independientemente de sus rentas y/o su posición social se elimina. Solo domina la lógica del beneficio privado.
Movilizaciones feministas frente a la crisis
Como hemos visto a lo largo de este artículo, la deuda y sus políticas son contrarias a cualquier intención liberadora de las mujeres: no solo socavan su autonomía económica, así como cualquier posibilidad de acceder a los medios para conciliar sus diferentes etapas de vida (12) –por la vía, entre otras, del acceso a los servicios públicos- sino que además pretenden que las mujeres soporten mayoritariamente el peso de la crisis. A causa de su posición más frágil en el mercado laboral, y por lo tanto de un poder de negociación disminuido, las mujeres aceptan más «fácilmente» que los hombres las condiciones precarias, con un salario menor y sin seguridad social. Ellas están en primera línea de los recortes en los sectores de la sanidad, la educación, del sector servicios en el que son al mismo tiempo usuarias y empleadas mayoritarias. Por todas partes la austeridad impulsa una feminización de la pobreza, una precarización del empleo femenino, un aumento considerable de su carga de trabajo gratuito para amortiguar los efectos devastadores de la crisis que además destruye las «conquistas» feministas… y por lo tanto las mujeres, dado que soportan las peores consecuencias de la crisis, no tienen por qué pagar ninguna deuda de ningún tipo. Son ellas las auténticas acreedoras a nivel nacional e internacional. Son titulares de una enorme deuda social. Sin su trabajo gratuito de producción, de reproducción y de cuidados a las personas nuestras sociedades simplemente se desmoronarían.
Por todas partes en Europa los movimientos feministas trabajan para reforzar la resistencia de las mujeres frente a la destrucción de sus derechos. A principios de 2011 se creó en Grecia la iniciativa «Mujeres en movimiento contra la deuda y las medidas de austeridad». El objetivo de este movimiento independiente, pionero en Europa en la lucha contra la deuda y las medidas de austeridad, es establecer un frente coordinado de las feministas europeas contra el «sistema deuda».
Esas mujeres exigen auditorías de las cuentas públicas nacionales y locales y también auditorías de hospitales, centros sociales, escuelas… Iniciaron y participaron en los movimientos «nosotros no pagamos», que rechazan pagar los transportes públicos cuyo precio se triplicó para reembolsar la deuda en Grecia, los nuevos peajes de carreteras y los nuevos impuestos injustos aplicados a los pobres y a la clase media. A finales de 2014 contribuyeron a la creación de una casa de solidaridad de las mujeres, espacio abierto y autogestionado que tiene el objetivo de ayudar a todas aquellas que sufren a causa de la austeridad, a las mujeres que viven en la pobreza absoluta y están angustiadas.
En los últimos años se está desarrollando una gran solidaridad europea desde muchos países de Europa hacia Grecia en colaboración con la iniciativa «Mujeres en movimiento contra la deuda y las medidas de austeridad»: caravanas ciudadanas desde Italia, Francia, Bélgica, etc., continúan organizándose para aportar medicamentos, bienes de primera necesidad y para sensibilizar a los demás pueblos europeos sobre la crisis humanitaria que ese país atraviesa.
La Marcha Mundial de las Mujeres organizó en 2015 una caravana feminista para aportar el apoyo de esta organización a todas las mujeres de Europa en lucha contra las políticas de austeridad, el patriarcado y la represión gubernamental (13).
El 6 de marzo de 2015 los colectivos Elles s’enmêlent, Vie Féminine Bruxelles, el CADTM, Monde selon les Femmes, la Marcha Mundial de las Mujeres y la CSC (Confederación de Sindicatos Cristianos) lanzaron públicamente el Comité de Acción « ¡V’là la facture!» (¡Aquí está la factura!). Su objetivo consiste en poner de relieve los impactos específicos sobre las mujeres de las medidas de austeridad decididas por el Gobierno belga: pérdida de plazas para niños y personas mayores, fin de la prestación de inserción vitalicia (14), etc. Las militantes del Comité «¡V’là la facture!» rechazan la socialización de las deudas de los bancos y las medidas de austeridad que recortan los gastos públicos. Para ellas el Estado no tiene una deuda con los bancos, sino con las mujeres que trabajan gratuitamente a falta de servicios públicos suficientes y de calidad. De ahí la idea de enviar una factura al Estado: «se enviará la factura al Estado para que reembolse todas las horas de trabajo gratuito que nosotras hacemos para compensar, entre otras, la falta de guarderías y de asistencia a las personas mayores. Queremos que el Estado invierta esas sumas en la refinanciación de los servicios públicos y la protección social».
La plataforma exige:
- La detención inmediata de los planes de austeridad impuestos en nombre de una deuda que no ha beneficiado a las poblaciones.
- Una auditoría feminista con el fin de identificar la deuda ilegítima y el impacto específico de la austeridad sobre las mujeres tras el desmantelamiento de los servicios públicos y la protección social. Todo el dinero economizado a costa de las mujeres debe reinvertirse en los sectores sociales, especialmente en la refinanciación de las prestaciones sociales y en los servicios de acogida a los niños y a las personas dependientes.
- Una fiscalidad que deje de favorecer a los ricos.
Así, a través de diversos y múltiples modos de acción, las mujeres están claramente en marcha contra la deuda ilegítima. Sus iniciativas, determinación y solidaridad refuerzan los movimientos sociales que denuncian la austeridad total en provecho exclusivamente del mundo de las finanzas y contra los pueblos. Apropiándose y encarnando las luchas y reivindicaciones de las feministas, esos movimientos serán más representativos y añadirán las fuerzas de las poblaciones más afectadas por esa austeridad absurda, recesiva y totalmente injusta que destruye cualquier forma de Estado social susceptible de contribuir a la auténtica liberación de todas y todos.
Notas:
(1) «Planes de rescate económico» impuestos a Grecia por la troika.
(2) En el Reino Unido, en promedio, una quinta parte de la renta de las mujeres está compuesta de prestaciones, ayudas sociales y exenciones fiscales en comparación con una décima parte, en promedio, para los hombres.
(4) Confederación Europea de Sindicatos, CES, encuesta del 8 de marzo de 2011, p. 19. https://www.etuc.org/IMG/pdf/8_Marc...
(5) M. Jaspeen, European Trade Union Institute (ETUI), «Aspects contemporains de la crise au féminin», intervención en el Seminario Le nerf de la guerre… des sexes. Rapports sociaux et argent, organizado por la Universidad de las Mujeres, Bruselas, 16 de diciembre de 2010.
(6) Los sistemas de protección social continúan basándose en el concepto de una carrera ininterrumpida durante una vida profesional de 40 a 50 años, lo que raramente corresponde al ciclo de la vida profesional de las mujeres.
(8) Malfer L. & autres, Family audit: la certificazione familiare aziendale, Franco Angeli, 2014.
(9) En Europa las mujeres representan el 70 % de la fuerza laboral de los servicios sociales y de sanidad y el 60 % de las enseñanzas primaria y secundaria. Ver Oxfam International/European Women’s Lobby, Op. Cit., p 24-25.
(10) «Ces maternités qui doivents améliorer… ou fermer», Guillaume Guichard, 22/01/2015, Le Figaro, http://www.lefigaro.fr/conjoncture/...
(12) Equilibrio entre tiempo de vida profesional, familiar y personal de las mujeres.
(14) La prestación de inserción es una prestación para demandantes de empleo accesible después de los estudios. Desde el 1 de enero los jóvenes sin empleo que tienen más de 25 años podrán beneficiarse de una prestación de inserción.
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