De entrada debe decirse que si bien la crisis en la justicia es un hecho que es transversal a todos los estratos y espacios en Bolivia, identificarla ha sido el paso primordial para, en la teoría, salir de la misma. En los hechos, en Bolivia se vive hace mucho tiempo a sabiendas de que la justicia es un hecho mercantil y que a pesar de cualquier modificación a cualquier ley o cualquier gobierno, existe un núcleo inalterable que está compuesto por jueces, fiscales, abogados, policías y el Estado que, en principio es el principal responsable de lograr un sistema de justicia incorruptible y neutral.
A partir de aquí, el debate que se genera en torno a la justicia boliviana es intenso: las organizaciones sociales que representan a aquellos que sufren más las incongruencias del sistema judicial boliviano se encuentran entre dos acontecimientos: uno, sobrevivir en los márgenes de la política, donde se incluyen movimientos indianistas, feministas, LGBTI o ecologistas; otro, ser asimilados en el movimiento del Estado y al hacer esto, perder su forma crítica para dar paso a una estatización/estatalización de su movimiento.
Así como el indigenismo fue alguna vez crítico respecto a la asimilación del indígena a lo boliviano (aunque en sus raíces declaraba ya ser un movimiento reivindicativo del orden), su estatización/estatalización significó la romantización de lo indígena, una posición acrítica del orden plurinacional desde las bases indígenas cooptadas por el Movimiento Al Socialismo.
En esto, la ley de identidad de género es un hecho similar: se trata de restar toda crítica a la ley por un sector que ha sido siempre vulnerable, enfrentando al sector en cuestión a, por ejemplo, psicólogos poco preparados a la hora de brindar certificados a la persona en busca de cambiar de identidad o a costos que en muchos casos, son poco accesibles para personas que en su mayoría, se dedican a la prostitución.
Tanto en el indigenismo como en lo LGBTI, se pone énfasis en la “inclusión” y no tanto así en la crítica de lo estructural que podría reforzar a lo estatal. No es coincidencia que a pesar de lo inclusivo, según datos del propio Viceministerio de Descolonización, la cifra de denuncias sobre discriminación es más frecuente dentro del aparato estatal (55%).
El fenómeno de la estatización/estatalización de un movimiento no es exclusivo del Movimiento Al Socialismo, es un fenómeno que se da en otras formas estatales y funciona en base a un sistema de oposiciones, dejando a los movimientos ideológicos en los márgenes, tachados de “irracionales”. Si se pone atención al movimiento “Yo Soy Mi Primer Amor” de la esposa del alcalde paceño, se trata una estatización del feminismo, de mantener al feminismo de izquierda, crítico o anarquista en los márgenes, en función a oposiciones: se trata de una exmodelo rubia, exitosa en términos convencionales de carrera, dinero y amor, arquitecta y ex periodista, que apela a niñas y jóvenes en las ciudades, en oposición a movimientos feministas, ideológicos y críticos que al denunciar a la justicia y al Estado, interpelan a un público consciente de las incongruencias en la justicia y de las diversas crisis que afectan a la coyuntura, todo desde una posición apartidaria.
Se trata de oponer a la crítica, la autoestima en niñas y jóvenes, de oponer lo ideológico a lo trivial, de oponer lo supuestamente irracional de movimientos feministas a lo racional de un movimiento dotado de psicólogos y especialistas que se enfocan en jóvenes, se trata –entre líneas- de oponer lo viejo a lo joven, un movimiento dirigido por una esposa joven, de un alcalde que pertenece a una nueva generación de políticos que se enfocan en la gestión y no en las bases de un partido.
Se trata, en resumen, de una narrativa conservadora que no busca alterar las estructuras machistas que operan a todo nivel, sino que a través de la autoestima y el amor por una misma, legitimar una posición política. Porque si hay una verdad objetiva en todo esto, es que Ribera es la esposa del alcalde Revilla y que a pesar de lo aparentemente “antiideológico” de su movimiento, ser ella la “cara” de tal emprendimiento, ya es un fenómeno político, que significa detener el movimiento de otras demandas en la sociedad.
Wim Kamerbeek es analista político del Sistema RTP.
Subido por M.C. Méndez Bejarano
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