RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 4 de mayo de 2021

Una fuerza liberadora “El feminismo es una forma de ver la vida, de construirla y de transitarla”



Entrevista a Lucila Puyol, militante argentina

Los movimientos feministas y las mujeres presentes en las calles marcan los ritmos de muchas de las principales movilizaciones sociales de los últimos años en buena parte de América Latina.

El feminismo juega un rol preponderante, significa una entrega ilimitada y constituye una fuerza liberadora: síntesis del pensamiento de Lucila Puyol, quien integra desde su creación la agrupación H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio). Puyol es hija de dos militantes de la década del 70: su padre está desaparecido desde diciembre de 1976 –en plena época de la Dictadura Militar–, y su madre fue presa política durante casi seis años entre 1975 y 1980.

Se autodefine como feminista, militante en derechos humanos y de género. Es abogada en causas donde se juzgan delitos de lesa humanidad. En diciembre de 2019 fue designada Secretaria de Derechos Humanos y Diversidad de la Provincia de Santa Fe, Argentina.

P: ¿Cómo presentaría, muy brevemente, el movimiento feminista?

Lucila Puyol (LP): Los Encuentros Nacionales de Mujeres (ENM), la Campaña Nacional por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito y el Movimiento Ni Una Menos son prueba de que las mujeres tenemos imaginación, sabemos lo que queremos y contamos con una visión estratégica. El ENM es, tal vez, una experiencia única a nivel mundial. El primero, se convocó en Buenos Aires en 1986 y hasta ahora se han realizado 35 encuentros.

Es interesante comprobar que, en estos años, todas las reformas legislativas que se refieren a la mujer nacieron de estos encuentros: divorcio, patria potestad compartida, el primer taller de anticoncepción y aborto, la lucha por la visibilidad de la violencia contra la mujer, el surgimiento de la Campaña Nacional por el derecho al aborto, entre otras.

En cuanto a nuestra visión, el feminismo en nuestro país –y en América Latina– es un movimiento profundamente político –aunque no partidario–, potente, con definiciones claras a favor de los derechos humanos.

P: ¿También en Argentina, como en tantos otros países, existen diversas concepciones de feminismo?

LP: Es cierto. No hay un solo feminismo. Junto con otros miles de mujeres, lo entendemos como un feminismo popular. Es decir, anticapitalista, antiimperialista, antirracista y profundamente anti patriarcal. Nos definimos como movimiento feminista de mujeres, lesbianas, travestis y trans. Por lo tanto, otro desafío es la ruptura del binarismo y el cuestionamiento a la heteronormatividad impuesta.

Nuestro principal desafío es abolir el patriarcado: sistema político, cultural y económico que nos somete a las mujeres, a las disidencias y a todos los sectores oprimidos desde hace siglos.

Y en ese camino, es mucho lo que nos falta todavía: la autonomía sobre nuestros cuerpos es prioritaria; la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), también es fundamental. Pero no son suficientes. La lista de reivindicaciones es extensa:  el derecho al acceso a los métodos anticonceptivos y a la educación sexual; las tareas de cuidado equitativas; la erradicación de la violencia de género y su máxima expresión: los femicidios y la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual.

No menos significativa es la disputa por el lenguaje. Es otra batalla que también estamos dando las feministas, ya que lo que no se nombra, no existe. Fue así que hace años empezamos a nombrarnos: nosotras y nosotros, todas y todos…


La pandemia limitó la movilización

P: ¿En qué medida las organizaciones de mujeres de Argentina han debido readaptar su trabajo y movilización en época de pandemia?  

LP: Uno de los mayores obstáculos que impuso esta crisis sanitaria es no poder movilizarnos en la calle. Nuestro movimiento mueve miles de mujeres y disidencias en marchas, encuentros, festivales, luchas concretas, etc.

Sin embargo, cuando en diciembre de 2020 el Parlamento Nacional trató el proyecto de la IVE, recuperamos nuevamente las calles. Con barbijos, distanciamiento, y todos los cuidados. Era esencial mostrar la fuerza del movimiento porque los grupos anti derechos –que no cumplen con las disposiciones anti pandémicas– también habían salido a la calle.

Lucha esencial de Madres y Abuelas

P:  A nivel internacional, la lucha argentina antidictatorial y por la democracia se conoció, principalmente, a través de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo.

LP: En Argentina, y América Latina en general, el feminismo nació en las organizaciones del pueblo y al calor de las luchas de resistencia contra las dictaduras. En nuestro país está íntimamente unido al movimiento de derechos humanos.

En ese combate resaltamos el papel central de las mujeres y especialmente de nuestras Abuelas y Madres de Plaza de Mayo. La irrupción de estas mujeres en el ámbito público transformó ese espacio –“la plaza”- a partir de la lucha para encontrar sus familiares, incluyendo a los nietos y las nietas desaparecido-as.

El concepto “lo personal es político”, tal como lo definía la feminista estadounidense Kate Millet, se encarnó en estas mujeres gigantes.

Estamos persuadidas de que la perspectiva de género y de derechos humanos debe atravesar todas las políticas públicas y todos los aspectos de la sociedad. Sólo así construiremos un mundo más humano.

Los valores internacionalistas de una lucha común

P: ¿Ese mundo más humano del cual habla requiere una visión de feminismo bien amplia?

LP:  El feminismo popular en el que me inscribo es profundamente revolucionario e internacionalista porque plantea un horizonte emancipatorio: vino a romper con el orden injustamente establecido, a discutir lo que quieren callar, a dar luz lo que se pretende ocultar. ¡Ya no hay vuelta atrás, a este mundo lo vamos a cambiar!

El feminismo tiene la mirada amplia: sabemos lo que es la discriminación, sabemos lo que es el maltrato y el no reconocimiento, porque los hemos sufrido por siglos. Por eso abrazamos a quienes también sufren esa discriminación y maltrato en sus cuerpos en cualquier parte del mundo. Para nosotras, el feminismo es una forma de ver la vida, de construirla y de transitarla.




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sábado, 1 de mayo de 2021

Historia del feminismo Mary Wollstonecraft: la educación de las mujeres como principio básico de igualdad e independencia



Mary Wollstonecraft, la primera filósofa feminista de la historia. Causó un enorme revuelo en su época. La vida y la obra de Mary Wollstonecraft son un ejemplo de la búsqueda de la independencia, que trató de contagiar a las mujeres de su tiempo, pero también, y muy especialmente, a las generaciones que estaban por venir.


En el siglo XVIII se difundió en Europa la idea de la igualdad de las personas, ligada a la Revolución Francesa de 1789. Un gran número de mujeres tomó parte en los levantamientos, como en la legendaria «Marcha sobre Versalles» del 5 de octubre, a la que se unieron más de 8000 trabajadoras y ciudadanas. La libertad, igualdad y fraternidad eran los tres pilares que se reclamaban a viva voz. Si bien la movilización social iba generando cambios, como la creación de nuevas formas de gobierno, el poder seguía estando en mano de los hombres. La Constitución Francesa de 1791 abogaba por la eliminación de los privilegios aristocráticos en nombre de los «Derechos del hombre y del ciudadano», pero denegaba a las mujeres los derechos de ciudadanía igualitaria. La artista y activista francesa Olympe de Gouges escribió ese mismo año Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, cuestionando que el elevado objetivo de construir una nueva sociedad en la cual todos los hombres fueran libres e iguales, se dirigiera solo a la mitad de la humanidad. Otros temas que ya habían motivado su activismo eran la abolición de la esclavitud y el derecho al divorcio, pero en 1793 la guillotina puso fin a su vida. Siguiendo las ideas de su libro, en 1792 la escritora inglesa Mary Wollstonecraft publicó Vindicación de los derechos de la mujer, denunciando el estado de ignorancia y dependencia civil en el que se seguía relegando a las mujeres, así como también apelando a legisladores y a la población en general para generar conciencia social sobre la necesidad de un cambio aún mayor.

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En una época en la que una fuerte tradición misógina difamaba a aquellas escritoras que intentaban entrar en el «universo masculino de la literatura», considerando una «falta de recato» que osaran publicar y llevando a muchas a permanecer en el anonimato, Wollstonecraft desafió con sus escritos las sesgadas miradas de prominentes figuras intelectuales y formó parte del estimulante círculo que incluía a Samuel Johnson y Thomas Paine. Como una gran pionera de los movimientos feministas que surgirían años después, tanto sus cartas como sus libros reflejan con gran audacia y originalidad una exploración de los problemas sociales desde una posición que reconoce la humanidad en su totalidad. Los ideales que defendía no habían sido alcanzados hasta el momento ya que delineaban, sin considerar distinciones de clase o casta, la igualdad social e intelectual de los sexos a la vez que asociaban los privilegios de los hombres con la subyugación de la mujer. La consistencia de su planteamiento por la justicia social permea toda su obra, engranando un amplio espectro de temas como la tiranía con que ciertas instituciones sociales oprimen al ser humano, la educación como base de independencia y libertad, las nefastas consecuencias del matrimonio como única alternativa «decente» para una mujer, las degradantes condiciones de los trabajadores pobres y la corruptibilidad de los políticos. El pensamiento filosófico de John Locke y el de Richard Price influyeron en su trabajo, con la afirmación recurrente de que el crecimiento moral e intelectual eran inseparables, iluminándose mutuamente la fe y la mente. Pero su referente destacado fue la historiadora Catharine Macaulay que en 1790 publicó Cartas sobre la educación, afirmando que si hombres y mujeres eran iguales ante Dios también debían serlo en su vida terrenal, proponiendo un modelo educativo que dejara de suprimir la energía natural de las mujeres hasta convertirlas, según el ideal femenino de entonces, en personas dependientes, sentimentales y débiles.

En Reflexiones sobre la educación de las hijas, primer libro de Wollstonecraft de 1786, ya pueden identificarse ciertos trazos de las temáticas que se expondrán en su Vindicación. Se trata de un conjunto de ensayos sobre los cuidados en la infancia, con especial énfasis en la educación de las niñas. Si bien eran comunes los libros de conducta, el suyo se diferenciaba de los tradicionales, y fue su sorprendente enfoque lo que llamó de inmediato la atención del editor Joseph Johnson, quien apostaría por su trabajo desde ese momento. En un capítulo titulado «Situaciones desafortunadas», describe las dificultades a las que se enfrentaban las jóvenes que debían ganar su sustento porque sus padres habían perdido sus medios económicos. Gran parte del contenido surgió de su propia experiencia, puesto que su progenitor era alcohólico y había despilfarrado la herencia familiar. A los 19 años Mary dejó su hogar para trabajar como dama de compañía de una viuda adinerada y luego también como institutriz en una familia de raíces aristócratas. En contraste con la realidad de su propia familia, estas vivencias le brindaron la oportunidad de conocer y reflexionar sobre ciertos estilos de vida que conducían a existencias superficiales y ociosas; puntualizando en la formación que se dirigía a las mujeres, basada en una excesiva importancia en el aspecto exterior, trivialidades y modales artificiales, pensados para impresionar al «sexo opuesto». También ejerció como docente y en su firme compromiso con la educación de todas las personas, expresó ideas revolucionarias para la mentalidad de la época, como promover el ejercicio mental sin descuidar el desarrollo emocional de niños y niñas, sin temor a formar mujeres inteligentes e independientes y hombres preparados para experimentar y mostrar su sensibilidad.

En 1788 publicó la novela Mary y el ejemplar de literatura infantil Relatos originales de la vida real, que en su reedición de 1791 contó con ilustraciones del poeta y grabador William Blake, xilografías que en perfecta armonía con el estilo de Wollstonecraft rompían con la ornamentación rococó de principios del siglo dieciocho y se centraban en iluminar los estados del ser. Hasta ese momento, sus escritos se habían mantenido dentro de lo que se consideraba géneros literarios menores, abiertos en parte a las mujeres: ficción, libros de comportamiento e infantiles. Pero en 1790, con la edición de Vindicación de los derechos del hombre, la escritora entra en un ámbito reservado en ese periodo solo a los varones: la política. Se trató de una respuesta a Reflexiones sobre la Revolución francesa, elocuente y enérgico ataque que Edmund Burke hacía al levantamiento y a sus simpatizantes ingleses. Su aplomo, resolución e integridad la llevaron a desafiar a un oponente del calibre de Burke, quien había sido durante años uno de los principales oradores en la Cámara de los Comunes, representando siempre los intereses de la nobleza y los valores asociados a la caballería. La magnífica argumentación que ella presenta como contrapartida a esa nostalgia por los obsoletos códigos de comportamiento de las clases altas, es un ataque al sistema de valores de la aristocracia que mantenía sometida a la mayor parte de la humanidad, y en sus pasajes más reivindicativos, representa las desventajas y sufrimientos de las clases bajas inglesas, impugnando las verdaderas motivaciones de Burke.

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A pesar de los importantes cambios que la revolución proclamaba, Wollstonecraft sintió un duro golpe tras confirmar que no afectarían materialmente la posición de la mujer en la sociedad. Fue entonces cuando escribió Vindicación de los derechos de la mujer, un libro sin precedentes en cuanto a las observaciones de primera mano que brindaba sobre los obstáculos y situaciones indignas a las que se enfrentaban las mujeres, condenando esa injusticia de manera articulada y contundente. En el Capítulo V, dedica una sección entera a rebatir las teorías expuestas por Rousseau en Emile, sobre la debilidad innata e inferioridad intelectual de las mujeres. Cada una de las páginas de Vindicación está destinada a demoler el estigma que las asociaba con criaturas sentimentales e intuitivas, carentes de capacidad para desarrollar su intelecto, pero muy proclives a desplegar astutamente su coquetería para conseguir sus fines. Afirma que el diferente tipo de educación que hombres y mujeres habían recibido hasta entonces se debía a prejuicios irracionales sobre sus diversas naturalezas, promoviendo mujeres oprimidas, centradas en aspectos superficiales que lograran atraer la protección de un hombre y satisfacer sus necesidades. En sus palabras: «…Es tiempo de realizar una revolución en las formas de conducta enseñadas a las mujeres —tiempo de devolverles la dignidad perdida—…»; «Fortalecer la mente de la mujer para otorgarle amplitud, y de esta forma terminar con la obediencia ciega; pero como la obediencia ciega es algo que necesitan quienes ostentan el poder, tiranos y hedonistas están en lo cierto cuando se esfuerzan por mantener a la mujer en la oscuridad, porque los primeros quieren esclavos, y los segundos objetos de placer»; «Mi deseo no es que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre sí mismas». Su perspectiva era notablemente radical en un periodo en el que las mujeres no poseían derechos políticos; los roles que podían desempeñar fuera de sus hogares se limitaban a unos pocos como empleadas domésticas, institutrices o cuidadoras; y como personas perdían sus derechos legales tras el matrimonio, pasando a manos de sus maridos todos sus bienes.

El libro causó sensación, tuvo una segunda edición ese mismo año en Inglaterra, otras en Estados Unidos y traducciones al francés y alemán. Resultó escandaloso para las mentes más conservadoras e incluso recibió respuestas satíricas, como Vindicación de los derechos de las bestias, del filósofo neoplatónico Thomas Taylor; pero, por otro lado, ecos de sus lúcidos análisis se vislumbran ya en la literatura femenina del siglo XIX. En Villette y en Jane Eyre, la escritora Charlotte Brönte retrató muy bien los aprietos experimentados por las jóvenes que sin dinero y sin una «posición adecuada» debían ejercer como institutrices o maestras en internados. En las novelas de Jane Austen Orgullo y prejuicio, Mansfield Park y Persuasión, algunos de sus personajes femeninos reprueban el modelo tradicional que se espera de ellas, como Elizabeth Bennet que opta «engreídamente» por defender su independencia; Fanny Price que rechaza las trivialidades; y Anne Elliot, quien afirma: «Los hombres han tenido la ventaja sobre nosotras de contar su propia historia. La educación que se les ha brindado ha sido superior a la nuestra: la pluma ha estado en sus manos». La futura poeta Elizabeth Barret solo tenía 18 años cuando leyó Vindicación en 1818 y dos años más tarde declaró su natural independencia de mente así como su repudio por la superficialidad asociada a la vida de las mujeres. En su poema narrativo «Aurora Leigh», escrito en 1857, el énfasis en la educación de la heroína es evidente, así como su necesidad de desarrollarse como artista. Por su parte, en la década de 1850 la escritora George Eliot escribió un interesante artículo en Westminster Review, luego de leer con admiración el libro y observó que en la Inglaterra Victoriana, el libro casi no se vendía, hecho que no resulta sorpresivo siendo una época que se caracterizó por considerar a la mujer «el ángel del hogar». Casi un siglo después, en 1929, Virginia Woolf publicaría un ensayo sobre Wollstonecraft, afirmando: «Está viva y activa, debate y experimenta, escuchamos su voz y rastreamos su influencia, incluso entre los vivos». Y, efectivamente, su trabajo es considerado hoy un clásico de influencia trascendental en la historia social de las mujeres, lectura de referencia de líderes de los movimientos feministas.

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Recientemente (noviembre de 2020) se inauguró una escultura dedicada a Mary Wollstonecraft en la plaza Newington Green en Londres, ciudad en la que más del 90% de los monumentos celebran a hombres. La artista Maggi Hambling ha sido su creadora, dando forma a una figura de mujer desnuda en bronce que emerge sobre lo que parece ser la cumbre de un agudo peñasco. Un gran número de críticas surgieron de inmediato, causando furor entre quienes consideran inadecuado un cuerpo desnudo como su homenaje. Hambling ha explicado su decisión proclamando que la ropa define y restringe las reacciones de la gente, la figura está desnuda, libre de las ataduras de su época y representa a todas las mujeres; ella fue una escritora rebelde y pionera, la escultura motiva un diálogo visual con todos los obstáculos que tuvo que superar y los ideales por los que luchó. En el pedestal, las palabras «For Mary Wollstonecraft» dejan claro que es una obra de arte dedicada a la artista, y no un reflejo de su aspecto físico como pueden ser los retratos que de ella se han realizado. La Tate Gallery de Londres conserva un cuadro pintado por John Opie en 1791, en el que se puede ver a Mary retratada con un aspecto muy acorde al estilo de su época. Fue encargado por un admirador, mientras la autora se encontraba escribiendo Vindicación de los derechos de la mujer, y fue ella quien le dijo: «Si el retrato no se me parece, podrá encontrar un boceto mucho más fidedigno en mi próximo libro… en el cual yo misma apareceré… en mente y corazón». Falleció a los 38 años, días después de dar a luz a su hija Mary Shelley, quien también dejaría una huella indeleble en la historia de la literatura universal como autora de la novela gótica Frankenstein.


Bibliografía—-

FLEXNER, Eleanor (1972) Mary Wollstonecraft. A biography. New York: Coward, McCann & Geoghegan
GORDON, Lyndall (2005) Mary Wollstonecraft: A New Genus. London: Little, Brown & Company
GREENBLATT, Stephen (ed.) (2012) The Norton Anthology of English Literature. Volume 2. New York: W.W. Norton & Company, Inc.
MAZEL, Ella (ed.) (1995) Ahead of her time. A sample of the life and thought of Mary Wollstonecraft. New York: Bernel Books
WOLLSTONECRAFT, Mary (1989) A Vindication of the Rights of Women. New York: Prometheus Books


Fuente:https://tribunafeminista.elplural.com/2021/04/mary-wollstonecraft-la-educacion-de-las-mujeres-como-principio-basico-de-igualdad-e-independencia/





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martes, 9 de marzo de 2021

Decálogo ecofeminista para salir de la pandemia


Fuentes: Ecologistas en acción

– Con motivo de la celebración del 8M, Ecologistas en Acción pone de manifiesto que la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha agudizado y acelerado la crisis ecológica, económica, social y de género que la precedían.

– La organización ecologista propone diez medidas ecofeministas para construir la nueva normalidad encaminada a la sostenibilidad ambiental, justicia social y equidad de género.

– Asimismo, desde el ecofeminismo se aprovecha esta fecha para visibilizar y reconocer la labor de colectivos como las jornaleras en lucha, las mujeres de la PAH, Ganaderas en Red, los colectivos de empleo de hogar o las defensoras del territorio contra los proyectos extractivistas. 

La pandemia de la COVID-19 ha mostrado las costuras de un sistema sostenido en relaciones desiguales, de expolio y violencia, y ha agudizado y acelerado las múltiples crisis estructurales que existían previamente: ecológica, económica, social y de género. Nos encontramos ante un prólogo civilizatorio, un acontecimiento que incide en todos los ámbitos de la vida y lo cambia todo. Esta coyuntura nos ha mostrado la rapidez con la que la sociedad puede transformarse y qué actividades y trabajos han sido y son esenciales para sostener la vida.

La respuesta a la emergencia sanitaria solo afronta los síntomas, pero no las raíces, las  que son la fuente causal de la misma, provocados por la acelerada desaparición y degradación de los ecosistemas debido a la acción humana, el mal uso de las energías fósiles, la hipermovilidad, la ganadería industrial, las industrias extractivas, la deforestación y la destrucción de la biodiversidad. De la misma manera que nuestro modelo de desarrollo se apropia de la naturaleza, también se apropia del trabajo y los cuerpos de las mujeres, especialmente de aquellas que viven en territorios del Sur global. La desigualdad de género, el sexismo, el racismo, la LGTBfobia y otras formas de dominación, han condicionado el devenir de la pandemia para miles de personas.

Todos estos factores nos han llevado a adoptar un modelo de habitar el planeta incompatible con la vida, que solo atiende al beneficio a corto plazo y al crecimiento ilimitado, en un planeta con recursos finitos. Un modelo que funciona gracias a los trabajos de cuidados y mantenimiento de la vida -realizados principalmente por mujeres- que se realizan en condiciones de explotación y precariedad.

La desconexión entre el neoliberalismo global y las bases materiales que permiten la vida ignora nuestra dependencia como especie -tanto de la naturaleza como de otras personas que cuidan de nuestros cuerpos vulnerables- así como las profundas desigualdades que nuestro modelo de desarrollo genera.

Aunque durante la pandemia la presión sobre los ecosistemas ha disminuido drásticamente, mejorando algunos indicadores ambientales, la actividad extractivista en otros lugares no solo se ha consolidado, sino que se ha visto aumentada. También se han agudizado las diferencias sociales y la exclusión de muchas personas, la mayoría mujeres.

Además de la pérdida de cientos de miles de vidas, de empleos e ingresos, la salud de las mujeres se ha visto afectada de forma dramática. Son las mujeres las que en situación de mayor precariedad y con diferente estatus migratorio, realizan mayoritariamente los trabajos considerados como esenciales, sobre todo de cuidados, tanto en el ámbito laboral como privado, en los hogares, con graves impactos psicosociales en algunos casos.

En este contexto de crisis civilizatoria, Ecologistas en Acción señala que se necesita  promover otro orden social que enfrente las desigualdades y relaciones de poder existentes y tenga en cuenta la interdependencia y la ecodependencia. Por ello, la organización ecologista ha elaborado un decálogo de medidas que haga posible vivir vidas dignas y compatibles con el equilibrio de la naturaleza, y que defiendan  la justicia social, la equidad, la sostenibilidad y lo comunitario:

1. Una transición ecológica justa, para alcanzar una sociedad sin energías fósiles, que revierta la pérdida de biodiversidad y que respete los límites de los ecosistemas. Fomentar el consumo de cercanía adaptado a los ciclos de la naturaleza y sustituir los sectores productivos más contaminantes. Es necesario establecer mecanismos para que la producción y distribución estén arraigadas en el territorio, sin depender de la rentabilidad monetaria, garantizando su accesibilidad y sostenibilidad. Los Fondos Europeos de Recuperación, Transformación y Resiliencia y la llamada política Palanca VIII (Nueva economía de los cuidados y políticas de empleo), deberían emplearse  para la construcción de una nueva economía y acelerar la urgente y necesaria transición ecológica.

2. Una reforma profunda y urgente del sistema fiscal para que sea progresivo, justo, verde y ecofeminista.

3. Reconocer el derecho al cuidado como un derecho fundamental universal en todos los niveles, tanto público como comunitario, sacarlo del ámbito privado y doméstico y de la responsabilidad exclusiva de las mujeres, que los vienen realizando de manera gratuita e invisible. Se debe garantizar la corresponsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados entre todas las personas, la sociedad y el Estado.

4. Reorganización socioeconómica de nuestro sistema productivo, orientándolo hacia una economía de los cuidados que priorice las tareas necesarias para el mantenimiento de nuestras vidas y evite su mercantilización. Un nuevo equilibrio social que corrija las desigualdades por razón de sexo, género, raza (entendida como contrucción social) clase, diversidad funcional, orientación sexual o identidad de género, con una redistribución y democratización del  trabajo, productivo y reproductivo, que sea indispensable y necesario.

5. Justicia antirracista y decolonial. Los territorios del Sur global y sus saberes son expoliados desde hace siglos, perpetuando el desequilibrio de poder y legitimando la violencia hacia estos colectivos de forma sistémica. Es necesario atajar el racismo estructural, revertir estas dinámicas y ubicar los límites de cada posición (histórica, política, subjetiva) para hacer un frente común contra la dominación colonial, capitalista, racista y patriarcal. No habrá justicia climática sin justicia decolonial.

6. Abogar por una dieta sana, ecológica y sostenible sustentada por la soberanía alimentaria y la implementación de la agroecología, en donde el papel de las mujeres siempre ha estado muy presente y vinculado a estas prácticas, compatibles con el respeto a la naturaleza y animales no humanos. La experiencia y demandas en materia de igualdad de colectivos de mujeres rurales  deben ser escuchadas. No podemos seguir manteniendo las prácticas de la agricultura y ganadería intensivas ni asumiendo prácticas que agudicen las desigualdades.

7. Garantizar servicios y suministros esenciales (agua, comida, saneamiento, energía, vivienda digna) y el derecho a la educación pública de calidad, incluyendo la educación para la sostenibilidad, la educación ecofeminista, educación para la paz, educación sexual, la justicia restaurativa, la interculturalidad y empoderamiento de mujeres y hombres como ciudadanos y ciudadanas globales.

8. Garantizar el derecho a la salud (física, ambiental, comunitaria, sexual, mental). Esto exige una sanidad 100 % pública y universal, protección frente a la contaminación, impulso a la atención primaria, a la medicina preventiva y a la salud pública, así como a la educación respetuosa con la diversidad de identidades de género y relaciones sexoafectivas bajo la lógica público-social-comunitaria, en detrimento de la lógica de mercado.

9. Ciudades y pueblos sanos y habitables, con especial cuidado a las periferias, donde se priorice la participación comunitaria y no organizando el trabajo y el consumo en función del capital y en oposición y disociación con la naturaleza. Deben ser entendidas como espacios comunes, producidos y reproducidos por quienes los habitan. Lugares inclusivos y saludables que prioricen la coexistencia intergeneracional y la proximidad de espacios naturales, una movilidad sostenible que prime la cercanía, el uso peatonal y en bicicleta y el transporte colectivo, basadas en una economía no lineal sino circular, que cierre ciclos.

10. Sociedades libres de violencias machistas y racistas, que garanticen los derechos humanos (entre ellos los derechos sexuales y reproductivos) de todas las personas, especialmente de quienes los ven amenazados de manera especial (mujeres, personas LGTBQ+, migrantes, habitantes del Sur global, personas amenazadas por defender el territorio).

Además de publicar este decálogo ecofeminista, Ecologistas en Acción quiere poner en valor luchas de mujeres que trabajan en dirección a los objetivos planteados. «Desde el sindicalismo feminista de las jornaleras en lucha, a las activistas de la PAH dejándose la piel por el derecho a la vivienda, Territorio doméstico luchando por el 189, Ganaderas en red visibilizando la situación de las mujeres en la ganaderías, o las defensoras del territorio poniendo el cuerpo contra los proyectos extractivistas», destacan.

Rosana Cervera, portavoz de Ecologistas en Acción: «Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Ecologistas en Acción hacemos un llamamiento a todas las personas, y especialmente a las mujeres, para seguir tejiendo alianzas entre las organizaciones feministas y las ecologistas, junto con organizaciones sociales de todo tipo, como las organizaciones que trabajan en defensa de los servicios públicos o los derechos humanos. Porque sabemos que está en riesgo la sostenibilidad de la vida, y que solo podremos asegurarla trabajando desde el ecofeminismo por la justicia socioambiental. El futuro será ecofeminista, o no será».

Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/163738/decalogo-ecofeminista-para-salir-de-la-pandemia/





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Sólo el 1,1% de feminicidios en el país llega a una sentencia condenatoria



La viceminitra de Igualdad de Oportunidades, Mirám Huacan, informó que el proceso de modificación de la ley 348 se encuentra en la etapa de sistematización y diagnóstico, análisis que visibilizó que sólo el 1,1% de casos de feminicidios en el país llega a una sentencia condenatoria.

El diagnóstico lo realiza el Ministerio de Justicia, tras recibir más de 1.000 propuestas de la ciudadanía respecto a la modificación de la ley 348, la viceministra de Igualdad de Oportunidades, asegura que la población no quiere una modificación total de la ley 348 sino la reforma de algunos artículos de esta normativa que sea acorde a las necesidades de las mujeres para evitar la violencia de género y hechos de feminicidio.

Sin embargo manifiesta que si bien la ley es un mecanismo de sanción no es la solución a la reducción de la violencia de género.




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lunes, 8 de marzo de 2021

Billy Tipton, el pianista de jazz que en realidad era Dorothy Lucille



Billy Tipton Trio, con Billy al piano.

Muchas son las mujeres que a lo largo de la historia se han vestido y actuado como hombres para conseguir su propósito (la Monja Alférez, la Dama de Arintero, las piratas Mary Read Anne Bonny…). La pianista y saxofonista de jazz Dorothy Lucille Tipton decidió hacerse pasar por hombre cuando tenía unos veinte años, al comprobar que sólo siendo Billy podría dedicarse a la música, su verdadera pasión. Y no se descubrió su verdadero sexo hasta su muerte, cuando contaba 74 años.

A comienzos de 1989, Billy Tipton, un veterano músico de jazz que se había pateado gran parte del circuito de pequeñas salas de EEUU, cayó fulminado en su autocaravana en SpokaneWashington. Su hijo William llamó rápidamente a una ambulancia para que atendieran a su padre; cuando los sanitarios le abrieron el pijama para intentar la reanimación se llevaron una enorme sorpresa, pues vieron que tenía pecho de mujer…, cosa que se confirmó al bajarle el pantalón. Los médicos le preguntaron a William si su padre se había sometido a un cambio de sexo, a lo que el joven respondió con una negativa y el asombro pintado en su cara.



Quienes lo conocían no daban crédito a la evidencia, Billy era en realidad Dorothy. Había tenido cinco esposas y adoptado tres hijos, además de  compartir carretera, camerino y escenario con docenas de hombres durante décadas. Tal vez fuera fácil engañar al público, pero tuvo que resultarle mucho más difícil que su entorno más cercano ni siquiera sospechara. Debió ser muy convincente, pues cuando las que fueron sus esposas, sus hijos y sus compañeros se enteraron de que Billy era Dorothy y siempre había sido mujer se quedaron con la boca abierta y sin habla.

Billy-Dorothy nació en Oklahoma en 1914 en una familia acomodada. Creció en Kansas City, donde estudió piano, órgano y saxo, demostrando gran talento y capacidad artística. Su pasión era la música, el jazz, por lo que intentó integrarse en alguna de las bandas que se formaban en el colegio, pero siempre se le negaba por ser Dorothy. Luego buscó trabajo en grupos y orquestas de jazz profesionales, pero la respuesta era siempre la misma: sólo hombres (había una excepción, la pianista de jazz y clásica Hazel Scott), pues existía una norma no escrita que primaba a los hombres, ya que se supone que ellos trabajaban y ellas quedaban en casa. Eran los años 30 del siglo XX.



Entonces, a mediados de esa década, Dorothy decidió probar suerte como Billy. Se vendó el pecho y se puso relleno (cuando alguna vez la venda quedaba al descubierto decía que se había roto las costillas en un accidente). Dado su talento no le fue difícil entrar en el grupo Banner Cavaliers, y lo más importante, obtuvo su tarjeta del sindicato y la Seguridad Social. En adelante sería siempre Billy Tipton, un gran músico. Y no le faltó trabajo, pues en los 30 y 40 del siglo XX, con el potente respaldo de la radio, el jazz sonaba en los escenarios de las ciudades y pueblos más recónditos de Estados Unidos.

Desde el primer momento observó y aprendió a imitar perfectamente los movimientos de hombre, ya fuera en escena o en el trato cotidiano con su familia y sus compañeros. Sólo así pudo mantener su secreto. Según las biografías que se han escrito, Tipton no pensaba que había nacido en un cuerpo equivocado ni era lesbiana; si a efectos legales y sociales se convirtió en hombre fue sólo con el propósito de dedicarse a la música.



Y Billy Tipton, músico de jazz, también flirteaba con chicas. Cuando tenía veinte años empezó a salir con una chica que había logrado éxitos en los concursos de baile (tan de moda entonces), Non Earl Harrell, 14 años mayor que Tipton y una estrella de la modalidad de baile maratón. Luego, con el paso de los años fue cambiando de pareja; June, cantante, una jovencísima camarera llamada Bety Cox, una prostituta llamada Marianne Catanach, y luego Kitty Kelly, una stripper conocida como ‘la Venus irlandesa’, con la que adoptó a sus tres hijos (John, Stuart y William). A finales de los sesenta se separó y se fue a vivir con sus hijos a una autocaravana.

Para no tener relaciones conyugales plenas con sus parejas decía que había sufrido un accidente que le había afectado al pecho y a los genitales, o que una enfermedad le impedía mantener relaciones sexuales; iba al baño solo cuando no había nadie e incluso logró un certificado médico para no enrolarse en el ejército, documento con el que justificaba su imposibilidad sexual. Sólo Cox afirmó haber mantenido una relación sexual completa (cómo lo haría es una incógnita, aunque se pueden suponer algunas posibilidades), e incluso declaró que jamás sospechó que Tipton fuese mujer.

A pesar de esa merma, sus mujeres decían que era amable y cariñoso, y que era capaz de “entrar en intimidad” sin que ellas sospecharan. Kelly lo recordaba como “una persona maravillosa, decente y honesta; era divertido y un gran ser humano, nos gustaba el mismo tipo de música, nos gustamos el uno al otro”. Y también desveló que “ahora sé que quería decírmelo, pero nunca se atrevió”. Según sus hijos, Tipton era un padre ideal al que le encantaba ir de campamento con ellos. William, quien vivía con él en el momento de su muerte, declaró: “Fue el único padre que conocí. Estuvo siempre junto a nosotros. Nunca trasnochó ni se emborrachó ni nos pegó. Teníamos una relación cercana, y como buenos amigos Íbamos al cine, salíamos a cenar o nos sentábamos a charlar. Nunca se me ocurrió pensar que era una mujer”. Incluso Kitty Kelly le reprochaba no ser más duro con sus hijos cuando iban llegando a la adolescencia y se volvían más rebeldes.



Tampoco sus compañeros de trabajo sospecharon…, excepto uno. En 1938, cuando empezó a tocar profesionalmente, compartió escenario con un bajista llamado Wayne Benson, que contó que “parecía un niño, no dije nada, pero siempre me pareció que tenía maneras de mujer, y llegué a convencerme de que era una mujer. Por eso, cuando murió y todo se desveló me sorprendió que nadie más se hubiera dado cuenta”. Sin embargo, otro de los que tocaron junto a Tipton se quedaron perplejos al conocer que Billy había nacido Dorothy; Kenny Richards, cantante y bajista, dijo que “no tenía ni idea de que Billy fuera mujer, no lo supe hasta que murió”.

A comienzos de los cincuenta formó su propio grupo, Billy Tipton Trio, con el que grabó dos álbumes en 1957; sonaban un poco como la banda de Benny Goodman e interpretaban muchos de los éxitos del momento. Los discos tuvieron buena acogida, de modo que les llamaron para tocar en un hotel  de modo estable, pero él rechazó la oferta ante el riesgo de que se descubriera su secreto. También trabajó como promotor y agente de otros músicos.



Desgraciadamente, al ocultar su sexo dejó de acudir al médico, de manera que al fallecer se supo que padecía artritis, enfisema y una úlcera gastro-duodenal que fue la causa de su muerte; ninguna de sus dolencias había sido tratada.

Sólo dos primas suyas estaban en el secreto desde el principio, pero nunca se fueron de la lengua. Por desgracia, Billy no contó nada ni dejó nada escrito.





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domingo, 28 de febrero de 2021

Violencia callejera & Machismo: Machismo callejero


Fuentes: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com

No me extraña que la nave “Perseverance” ni ninguna otra de las anteriores no hayan encontrado marcianos en Marte, porque todos deben estar aquí en la Tierra. Es lo que se deduce del comportamiento de muchos cuando su conducta se muestra tan alejada de la realidad que dicen habitar.


La “violencia callejera” que estamos viendo estos días forma parte del modelo machista que busca con ella conseguir dos objetivos principales. Por un lado, el resultado concreto de cada una de las acciones, y por otro, la reivindicación de quiénes están legitimados para usarla, qué son los hombres y sus estrategias. De ese modo, se refuerza la alianza impuesta por el androcentrismo entre lo individual y lo social para apuntalar lo cultural: los hombres son más hombres al usar la violencia, y el sistema machista es más sólido con la violencia “normalizada” y “justificada” que ejercen los hombres que así lo deciden. 

Sólo hay que ver cómo algunos de los violentos compiten entre sí para ver quién hace la “hombrada” más grande al ponerse frente a la policía o al quemar el contenedor de mayor tamaño, o al romper la luna del comercio más significativo, o directamente al golpear a los policías ante la admiración del resto de violentos. ¿Creen que alguno de estos agresores es cuestionado por el resto del grupo al llevar a cabo estas acciones? Todo lo contrario, con ellas logran la heroicidad de ser reconocidos por su violencia, para luego continuar con la estrategia violenta de su modelo y ocupar en ella puestos más relevantes. 

Un partido de izquierdas debe tener claro cuáles son los elementos que definen el modelo de convivencia que busca la izquierda.

Siempre he dicho que la diferencia fundamental entre la derecha y la izquierda no está en el número de machistas, sino en el número de feministas. Quienes defienden la violencia desde las posiciones de izquierdas no buscan transformar el modelo patriarcal, sino reforzarlo para beneficiarse de él a la hora de desarrollar sus ideas. Podrán hacer planteamientos muy diferentes con las políticas que implementen, redistribuir la riqueza, potenciar un modelo social, defender y reforzar lo público… y todo lo que desde sus posiciones consideren necesario, pero lo harán con unos valores machistas que perpetuarán el protagonismo de los hombres y lo masculino, la jerarquización como modelo de relación en la sociedad, y la consecuente injusticia social que se deriva de todo ello. Así ha ocurrido en las dictaduras de izquierdas, que han sido de izquierdas y machistas.

La única referencia transformadora de la realidad es el feminismo, y el feminismo es pacifismo. No se puede ser de izquierdas a medias o de 8 a 3, es algo que deben entender quienes buscan transformar la realidad, no sólo hacer algunos cambios en ella. Y quienes hablan desde posiciones referentes de la izquierda, como ha hecho Pablo Echenique al amparar la violencia en nombre de los objetivos que se pretenden alcanzar a través de ella, deben tenerlo aún más claro, y apartarse de todo lo que signifique mantener las referencias del modelo patriarcal. La utilización de la violencia es tan machista que al final, cuando se defiende, se utilizan los mismos argumentos para minimizarla, y se dice que “sólo son unos pocos”, o que desde el otro lado también hay violencia, pero “de otro modo”, justo lo mismo que dicen los maltratadores. 

No hacerlo tiene una doble consecuencia, por un lado, la ya comentada de perpetuar el modelo, y por otro, legitimar la violencia y darle espacio dentro de la convivencia bajo el argumento de que hay razones para usarla. Una vez que acepta esta premisa del modelo, la consecuencia es que cada uno utiliza sus razones para llevarla a cabo, pero sin dudar de que la violencia es una parte esencial de la estrategia del sistema.

La irresponsabilidad de quienes actúan de ese modo desde posiciones institucionales es mayor, pues junto al mensaje aparece la legitimidad de quienes ven en su posición un refuerzo de sus ideas y decisiones. Es lo mismo que ocurre cuando desde la derecha y la ultraderecha cuestionan la realidad de la violencia de género, y luego muchos utilizan ese respaldo institucional para cuestionar y atacar con más intensidad las medidas dirigidas a erradicarla.

En democracia existen mecanismos para actuar contra las decisiones o contra, como se ha dicho, la “violencia policial”. Pero la violencia nunca justifica la violencia ni una decisión injusta. Esa es otra de las trampas del machismo para no renunciar a su estrategia y permitir la continuidad de sus instrumentos y tácticas; o sea, su propia continuidad.

La democracia no se debilita ni es deficitaria cuando se aplican las leyes elaboradas por el Parlamento, la deficiencia democrática se produce cuando las críticas se hacen a través de la violencia, sobre todo cuando se acompañan del respaldo o la justificación de quienes están en posiciones institucionales y en condiciones de impulsar el desarrollo nuevas leyes.

La democracia no se puede imponer a la fuerza, debe ser parte de la manera de entender la convivencia.Y la violencia es incompatible con la convivencia y con la Igualdad. No se deben confundir los límites democráticos con la imposición que establece el modelo patriarcal, y, por tanto, no se puede usar la violencia en nombre de la libertad, porque al hacerlo no se defiende la libertad y la democracia, sino el modelo de poder injusto que tiene en la violencia un instrumento estructural.

La violencia siempre conduce a más violencia.


Fuente: https://miguelorenteautopsia.wordpress.com/2021/02/19/machismo-callejero/amp/?__twitter_impression=true




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viernes, 12 de febrero de 2021

El decrecimiento no es una elección






El decrecimiento no es una teoría, ni una elección posible. Es un fenómeno degradante y suicida de la biosfera, generado por el crecimiento oligárquico, crecimiento del 1% que origina un decrecimiento infeliz sobre el 99%, y lo realiza a partir de dos enfermedades mentales suicidas y pandémicas: la obsesión por la y acumulación y la manía de la hegemonía. Estas dos enfermedades están expoliando y esquilmando todos los recursos planetarios: las energías no renovables (energías fósiles, materias minerales, etc.) y las renovables (el suelo vivo cargado de micro-fauna y nutrientes naturales). Están haciendo decrecer vertiginosamente los recursos del planeta.

En la actualidad ya estamos decreciendo; muestra de ello son: el pico del petróleo, la desertificación subsahariana (que está originando una intensa emigración climática que termina en multitud de muertes en las pateras que atraviesan el Mediterráneo), la salinización masiva del agua dulce de los casquetes polares, contaminación de suelos, agua y aire, etc. Todo esto dará lugar a un multicolapso, que será energético, económico, socio-laboral, cultural, sanitario, de subsistencia, etc.

En esta tesitura, el decrecimiento puede seguir dos rumbos opuestos: un decrecimiento infeliz o un decrecimiento feliz.

a. El decrecimiento infeliz. Consiste en que la élite del decrecimiento oligárquico al ver y comprender que los recursos planetarios empiezan a ser muy limitados, emprendan, para reservarse para ellos estos escasos recursos, unas acciones atroces como lo son: la necro-política y el eco-fascismo, que serán generadoras de exterminio masivo y global de miles de millones humanos. Esto ya lo está practicando Bolsonaro al incendiar las moradas naturales de los pobladores indígenas de la selva amazónica, y con su negacionismo de la pandemia covid-19. Otra necro-política a destacar, entre otras muchas, puede ser la construcción del muro fronterizo gringo-mexicano que condena a la hambruna a millones de latinoamericanos.

b. El decrecimiento feliz. Para evitar mencionado decrecimiento infeliz el 99% deberemos lograr percatarnos de que la única salida de este multicolapso, que ya empezamos a padecer (pandemias y grandes migraciones, hambrunas, calentamiento global, etc.), es decantarnos por sustituir este decrecimiento infeliz por un decrecimiento feliz, basado el la desaparición del crecimiento oligárquico mediante huelga de consumismo, pues el suicida crecimiento oligárquico muere si no vende cosas absurdas e inútiles (seudonecesidades); y también basado en la austeridad global digna y saludable, en el apoyo mutuo, en el localismo emancipante y en el ruralismo como base.

Pero este decrecimiento feliz no podrá nunca realizarse mientras persista el crecimiento oligárquico esquilmador y exterminador. Así que lo primero que hay que hacer, según ya se ha insinuado, es una huelga de consumismo y de trabajo indefinida, sobre todo de consumismo, porque el crecimiento oligárquico morirá por asfixia si deja de vender seudonecesidades e inútiles que inundan todo de mercancías efímeras, como lo son las que se obtienen con la obsolescencia programada.

Sólo a partir del desmontaje y aniquilación de esta gigantesca máquina del crecimiento oligárquico podremos comenzar con el liberador decrecimiento feliz.

Julio García Camarero es doctor en Geografía por la Universidad de Valencia, ingeniero técnico forestal por la Universidad Politécnica de Madrid, exfuncionario del Departamento de Ecología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias y miembro fundador de la primera asociación ecologista de Valencia, AVIAT. 



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