RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

miércoles, 10 de diciembre de 2014

La amante oculta del dictador, Eva Braun (1912-1945)


Uno de los elementos en común con muchas de las mujeres que estuvieron al lado de dictadores fue su total y completa sumisión a ellos. Amantes o esposas dispuestas incluso a morir por unos hombres que no las trataron precisamente con respeto. Uno de los casos más conocidos es el de Eva Braun, quien consiguió casarse con Adolf Hitler dos días antes de suicidarse. Eva pasó toda su corta vida intentando llamar la atención de un hombre que la mantuvo en secreto incluso para sus colaboradores más cercanos. Cuando el final estaba próximo ejerció de "secretaria" del Führer. Aun así, y aunque pudiera parecer sorprendente, Eva Braun se pasó años navegando entre la alegría de ser la amante de Hitler y la desesperación de verse constantemente relegada de su lado. 


La niña que quería ser actriz
Eva Anna Paula Braun nació el 6 de febrero de 1912 en el número 45 de la Isabellastrasse de Múnich. Eva era la segunda hija de Friedrich Braun, un maestro de escuela, y Franziska Kronenberg, modista. Tras Isle, su hermana mayor, y ella, llegaría la pequeña Margaret. Eva había nacido en el seno de una familia de tradición católica y conservadora por lo que fue educada junto a sus hermanas primero en un colegio de monjas y después en el liceo católico de Múnich. Ya desde entonces, Eva se mostraba como una estudiante revoltosa a la que le gustaba mucho más el deporte que las ciencias y soñaba con ser actriz de cine mientras disfrutaba escuchando música de jazz. 

Al terminar sus estudios en el liceo muniqués, Eva ingresó en el Institut der Englischen Fraülein de Simbach, situado en la frontera austrobávara donde aprendió distintos idiomas y disciplinas como mecanografía o economía doméstica.

La joven que conoció a Hitler
En 1929 Eva Braun terminaba sus estudios y su padre pronto se afanó en buscarle un trabajo. Lo encontró en la tienda de fotografía de Heinrich Hoffmann, fotógrafo afín al partido nacionalsocialista, donde Eva trabajó durante muchos años como aprendiz de fotografía.

A finales de aquel mismo año, en la tienda de Hoffmann, cuando Eva tenía tan sólo diecisiete años, conocía a Adolf Hitler quien se presentó con el nombre falso de señor Wolf. Hitler tenía entonces cuarenta años y no fue reconocido por la joven Eva. Pero poco a poco empezó entre ellos una relación inocente y platónica que se alargó durante unos años. En aquel tiempo, Hitler mantenía una estrecha y extraña relación con su sobrina Geli Raubal que terminó trágicamente con el suicidio de ésta en 1931.

Mientras tanto Eva continuaba manteniendo en secreto su relación con Hitler en contra de su voluntad. Este secretismo y las constantes ausencias de Alfi hicieron tomar una determinación a Eva. Seguiría el mismo camino que la desaparecida Geli pero sin llegar hasta el final. Como una drástica llamada de atención, Eva se disparó una bala en el corazón pero antes de caer inconsciente llamó a gritos a su hermana quien trajo al médico que la salvó. 

La amante secreta
Hitler cayó en la trampa. Además, no se podía permitir otra trágica muerte de alguien cercano a él, sobre todo en aquellos momentos complicados para el partido nazi. Pero la aparente victoria de Eva Braun se convirtió en una larga espera en la sombra. Hitler la convirtió en su amante, pero no hizo pública su relación. Eva continuó viviendo con sus padres y trabajando para Hoffmann.

Cuando en 1933 Adolf Hitler era nombrado canciller, Eva Braun no se alegró demasiado pues era consciente de que la presencia de su amante en Múnich se reduciría drásticamente.




Cansada de esperar, Eva volvió a usar la táctica de la amenaza jugando de nuevo con su propia vida. Su segundo intento de suicidio, esta vez con una caja de somníferos fue la llave para viajar a Berlín. En 1935 Hitler accedió a que Eva permaneciera a su lado en calidad de secretaria. Pero incluso en esa ocasión, la amante secreta continuó alejada de los actos públicos y nunca fue presentada oficialmente ni tan siquiera a las personas más cercanas al Führer. 


En los años siguientes Eva pasó mucho tiempo en Obersalzberg, en el refugio conocido como Berghof, que Hitler se hizo construir y donde ella ejerció como ama de casa y vivió totalmente alejada de la oscura realidad que empezaba a amenazar Europa. Mientras Hitler visitaba a su "Evchen" ("tontita" o "cabeza de chorlito") los fines de semana, Eva disfrutaba de veladas con amigas y de su gran pasión por la cámara. Sus largas horas de filmación y las imágenes que hizo se convirtieron con el tiempo en un valiosísimo documento histórico de aquellos años.

La esposa de un día
El universo paralelo en el que vivía Eva con lujo, banquetes y demás riquezas mientras el mundo se moría de hambre y era exterminado por el largo brazo del nazismo, se rompió en 1944 cuando Hitler y sus tropas fueron conscientes de que la victoria de Alemania ya no era algo factible.

Con una extraña lucidez que contrastaba con el mundo idílico en el que había vivido hasta entonces, Eva Braun se trasladó a Berlín y se refugió en el búnker de Alfi. Adolf no consiguió convencerla de que huyera y salvara su vida. Eva tenía claro que iba a quedarse con él hasta el final.




Eva se despidió de los suyos y mantuvo una asombrosa calma. El 28 de abril de 1945 alcanzaba su objetivo vital largamente soñado, se casaba con Adolf Hitler. Dos días después, el señor y la señora Hitler terminaban con su vida. Sus cuerpos, por expreso deseo, fueron quemados. Terminaba así una vida breve marcada por una profunda obsesión. 

 Si quieres leer sobre ella 


Las mujeres de los dictadores
Diane Ducret
Las mujeres de los nazis
Anna Maria Sigmund
Valquirias. Mujeres del Tercer Reich
Miguel del Rey y Carlos Canales









Por Sandra Ferrer

martes, 9 de diciembre de 2014

La naturaleza en mil lienzos, Marianne North (1830-1890)


Un día de junio de 1882 una dama inglesa de cincuenta y un años permanecía medio escondida en un rincón de la imponente sala que llevaba su propio nombre. 832 pinturas se exponían por primera vez al público en la Marianne North Gallery, ubicada en el Jardín Botánico de Kew, uno de los más importantes y prestigiosos del mundo. Eran el testimonio de una vida apasionante y unas impactantes ventanas a los lugares más recónditos del mundo a los que viajó Marianne North y en los que descubrió, observó e inmortalizó con su pincel, una naturaleza que convirtió en arte. Más de mil invitados, entre ellos muchos personajes de renombre del mundo de la ciencia, observaron impactados la obra de Marianne mientras ella permanecía con el catálogo de sus lienzos entre las manos pensado muy posiblemente que aquel hermoso espacio aún debía completarse. Nuevos viajes la estaban esperando.

Marianne North nació el 24 de octubre de 1830 en Hastings, Inglaterra. Hija de un reputado político de su tiempo, Frederick North, Marianne vivió su infancia a caballo entre las distintas mansiones de su familia y rodeada de cultura e intelectuales que visitaban su hogar en múltiples ocasiones. La música y la pintura fueron disciplinas artísticas que la atrajeron desde pequeña.

Marianne tuvo siempre una estrecha relación con su padre que se acentuó aún más con la muerte de su madre en 1855. Empezó entonces una época agridulce en la que, huyendo de la pérdida de su madre, Marianne viajó con su padre a lo largo y ancho de Europa y de otros lugares como Oriente Próximo. Pero en 1869 volvía a sufrir un duro golpe con la desaparición de su padre. La soledad fue entonces su compañera de viaje hasta el final de sus días y viajar pasó de ser un mero entretenimiento a una manera de vivir. 




En 1871 Marianne North vendía la propiedad familiar de Hastings y emprendió su primera gran aventura. Jamaica fue el inicio de una nueva vida. Con su silla plegable, sus pinceles afilados para la ocasión y su sombrilla a prueba del sol y la lluvia, podía pasar horas enteras mirando un camaleón o una planta de impronunciable nombre latino, sin percatarse del paso del tiempo1Así empezaría una extensa colección de cuadros en los que reflejó la naturaleza que se le presentaba ante sus ojos.

Desde Jamaica viajó hasta Brasil, donde permaneció un año entero y después de realizar más de cien lienzos de gran realismo y precisión de plantas y animales exóticos volvió a Inglaterra donde permaneció muy poco tiempo.

A principios de 1875, acompañada de una amiga, partía en su segundo viaje que la llevarían a lugares tan lejanos como Japón o la India. Cuando en verano de 1879 regresaba de nuevo a Inglaterra tuvo verdaderos problemas para trasladar todos los cuadros que había pintado en aquellos cuatro años de viaje.

Sus lienzos fueron primero expuestos en una pequeña galería londinense que alquiló ella misma pero pronto se puso en contacto con los responsables del Jardín Botánico Real de Kew y decidió donar sus pinturas a cambio de que estas fueran expuestas en un lugar adecuado.




Pero antes de la inauguración de la Marianne North Gallery y siguiendo los consejos del director del Jardín Botánico y las sugerencias de Darwin, quien había sido durante años amigo de su padre, viajó durante un año a Australia y Nueva Zelanda para completar su catálogo.

De vuelta a casa, en 1882, se inauguraba el que sería el hogar de sus lienzos hasta el día de hoy. Aquel mismo año, Marianne realizaba un nuevo viaje. África era el único continente que aun no había explorado, así que desembarcó en Ciudad del Cabo y continuó su periplo por lugares tan hermosos como las islas Seychelles.




A finales de 1884 emprendería el que sería su último viaje. Chile fue el destino; el objetivo, pintar la araucana imbricada. 

Cuando regresó de Chile con su ansiado dibujo bajo el brazo, Marianne North alquiló una casa en Gloucestershire donde permanecería el resto de su vida aquejada de fiebres tropicales y de otras enfermedades fruto de una agitada e intensa existencia. Aun tuvo tiempo sin embargo de escribir sus memorias, Recollections of a happy life y Further recollections. El 30 de agosto de 1890 fallecía en su último refugio. 

Su obra permanecería en la Marianne North Gallery para deleite de los amantes de la pintura, de la ciencia y de la naturaleza. Una naturaleza que fue bautizada con su nombre en alguno de sus pequeños rincones, pues existen muchas especies que llevan el nombre de la gran exploradora. 

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Notas: 

1. Viajeras de leyenda, Pilar Tejera. Pág. 59




 Si quieres leer sobre ella 


Viajeras de leyenda, Pilar Tejera








Viajeras intrépidas y aventureras, Cristina Morató










Por Sandra Ferrer

domingo, 7 de diciembre de 2014

La segunda esposa, Ana Bolena (1501-1536)


El 19 de mayo de 1536 subía al patíbulo en la Torre de Londres una de las mujeres más controvertidas de la historia de Inglaterra. Acusada por algunos de haber provocado la ruptura con Roma, alabada por otros como mártir y víctima de un marido caprichoso y obsesionado con un heredero, Ana Bolena es sin lugar a dudas uno de los personajes que más juego han dado en el mundo de la literatura y cine. Su matrimonio con Enrique VIII fue una de las razones por las que Inglaterra se separó de las doctrinas de Roma viendo nacer la religión anglicana. Para poder separarse definitivamente de su primera esposa, el rey no dudó en proclamarse cabeza de la iglesia de Inglaterra y decidir por sí mismo su propio destino y el de todo su pueblo. Ana fue una mujer decidida a llegar a lo más alto pero su reinado fue efímero. 

La hija del diplomático

Ana Bolena nació en el castillo de Hever, la mansión de la familia Boleyn, en el condado de Kent en 1501. Ana era hija de Thomas Boleyn, un diplomático respetado en la corte y su esposa, Lady Elizabeth Howard. Ana tenía dos hermanos, María y Jorge, con los que pasó su infancia tranquila en Kent hasta que su padre fue enviado por el entonces rey Enrique VII en misión diplomática a distintas ciudades europeas. 

Cuando los Boleyn llegaron a los Países Bajos, la entonces gobernadora Margarita de Austria, tía del emperador Carlos V, quedó prendada de la elegancia de Ana hasta tal punto que la acogió como menina en su corte, donde permaneció hasta 1514. Su presencia fue reclamada en París junto a su hermana María para ejercer de dama de honor de la entonces reina de Francia María Tudor, esposa de Luis XII y tiempo después de la nueva reina Claudia.

Una dama en la corte inglesa
En 1522 Ana volvía a Inglaterra convertida en una dama elegante y educada que pronto atrajo las miradas de los miembros de la corte del nuevo rey Enrique VIII. En el nuevo escenario cortesano, el rey estaba casado con Catalina de Aragón, con quien sólo había tenido una hija, María, y mantenía una relación extramatrimonial con María Bolena, hermana de Ana.

Fue en un baile de la corte donde Ana brilló con luz propia y captó la atención del rey quien desde entonces estuvo obsesionado con ella. Además, Ana supo jugar muy bien sus cartas. Si algo tenía claro era que no quería ser una amante más. Ella quería ser reina. Para ello no dudó incluso en poner tierra de por medio y ponerle las cosas difíciles a Enrique aunque fuera el rey. La jugada le salió bien y Enrique VIII llevó su obsesión a las últimas consecuencias.

La segunda esposa de Enrique VIII
La decisión de separarse de Catalina no fue solamente por su enamoramiento de Ana. Su primera esposa no le había dado el heredero deseado. A esto se añadía que Catalina era tía del emperador Carlos V, su máximo enemigo en Europa, por lo que hacía muy complicada su política exterior. La opción de estar con Ana no sólo le daría esperanzas de concebir un vástago sino también le abría las puertas a enfrentarse abiertamente con el imperio.




El hecho de que Catalina hubiera estado casada primero con su hermano mayor, el fallecido príncipe Arturo fue el argumento utilizado por Enrique y sus asesores políticos para afirmar que su matrimonio con la esposa de su hermano no podía ser válido. Catalina de Aragón murió años después asegurando con firmeza que no había consumado su matrimonio con Arturo y que ella había sido la única reina legítima de Inglaterra.

En 1527 Enrique VIII solicitó la nulidad al Papa Clemente quien, por su parte, se encontraba amenazado por el emperador Carlos V y sus tropas.que habían entrado en la Ciudad Eterna en el conocido como Saco de Roma.

Mientras el rey lidiaba con el papado para conseguir anular su primer matrimonio, Ana se quedaba embarazada. En 1532 Ana comunicaba a Enrique que esperaba un hijo, lo que precipitó los acontecimientos. Pocos meses después desheredaba a su primera hija, María, anunciaba la anulación de su matrimonio con Catalina y se casaba con Ana quien fue coronada reina de Inglaterra el 1 de junio de 1533. Tres meses después Ana daba a luz a una niña a la que pondrían de nombre Isabel

En noviembre de 1534 Enrique VIII firmaba el Acta de Supremacía por la que se autoproclamaba cabeza de la iglesia de Inglaterra. 

La reina decapitada
La felicidad de la nueva reina de Inglaterra duró muy poco tiempo. Tras la muerte de Catalina de Aragón en 1536, Ana daba a luz a un niño muerto. Enrique no se dignó a acudir al lecho de su esposa a consolarla. Ya había encontrado consuelo en otra dama, Juana Seymour.




Obsesionado por conseguir el ansiado varón, el rey decidió deshacerse de Ana y no dudó en hacerlo de la manera más cruel. La reina fue acusada de adulterio por haber mantenido relaciones con distintos caballeros de la corte que confesaron bajo tortura y haber tenido relaciones incestuosas con su propio hermano.

Ana Bolena fue trasladada a la Torre de Londres donde donde fue decapitada el 19 de mayo de 1536. Ana subió al patíbulo con toda la dignidad de la que fue capaz y defendiendo en todo momento su inocencia.

Enrique VIII no esperaría demasiado para casarse con Juana Seymour, la que se convertiría en su tercera esposa. 

 Si quieres leer sobre ella 

Reinas en la sombra
María Pilar Queralt

La otra Bolena
Philippa Gregory







 Películas y series sobre ella 

La otra reina







Los Tudor








Por Sandra Ferrer

viernes, 5 de diciembre de 2014

La esposa del rey noble, Leonor de Trastámara (1360-1415)


Leonor de Trastámara es otra de muchas reinas del solar hispano de la que se sabe muy poco pero cuyo papel en la corte castellana y navarra fue importante para el devenir de aquellos reinos. Hija de Enrique II, se casó con Carlos III de Navarra, conocido como El noble. Durante la regencia de su sobrino ayudó a gobernar en Castilla y después en Navarra, como reina, tuvo siempre un papel activo en el gobierno del reino. La muerte de seis de sus ocho hijos sumiría a la reina en una terrible tristeza y soledad. 

Leonor de Trastámara nació en el año 1360, hija de Enrique II de Trastámara y doña Juana Manuel, hija a su vez del poeta don Juan Manuel. Su abuela paterna, de la que recibió su nombre, fue la amante de Alfonso XI de Castilla, doña Leonor de Guzmán

Leonor pasó su infancia viajando por distintos puntos de la península junto a sus padres. Y es que en aquel tiempo, Enrique, su padre, se encontraba sumergido en el conflicto dinástico con su hermanastro, Pedro el Cruel, que, como es bien sabido, terminaría con la muerte de este y el inicio de la Dinastía Trastámara en el trono. Pero en el momento de nacer Leonor, Enrique aún no había ganado la batalla y se encontraba refugiado con su esposa en Zaragoza donde esta dio a luz. 


Virgen de Tobed | Jaume Serra
En la parte inferior derecha, aparece Leonor junto a su madre Juana Manuel


No fue hasta seis años después que la pequeña Leonor y su madre se reunían con el entonces rey Enrique II quien fue coronado en las Huelgas de Burgos. La tranquilidad familiar y dinástica duró muy poco y Juana tuvo que marchar de nuevo a Zaragoza con su hija y después al Languedoc. En Francia dejaron sus padres a la infanta pues aún no estaba asegurada la corona en la testa de Enrique.

El 23 de marzo de 1369 Enrique asesinaba a Pedro en Montiel y Enrique y Juana se convertían definitivamente en reyes de Castilla. Fue entonces cuando Leonor fue reclamada por su padre para utilizarla en sus acuerdos políticos. Primero intentó que la infanta fuera moneda de cambio para sellar la paz con Portugal pero terminaron casándola con el heredero de Navarra.

En 1375 se celebrara el matrimonio entre Leonor y Carlos y este se trasladaba a vivir a la corte castellana según los acuerdos firmados entre los reyes de Castilla y Navarra.

La tranquilidad vivida por la nueva pareja los primeros meses de matrimonio se vio rota tres años después cuando Carlos fue hecho prisionero en Normandía por el ejército francés. Tres años pasaría retenido en Francia, un tiempo en el que al desconsuelo por la lejanía de su esposo se sumó las muertes de su padre, en 1379 y su madre, en 1381.




Cuando Carlos regresó de su reclusión en Francia, él y su mujer fueron puestos bajo la protección de Juan I, hermano de Leonor con quien Carlos congenió desde el primer momento. Fueron unos años tranquilos en los que empezaron a nacer los primeros vástagos de la pareja. 

En 1387 fallecía Carlos II de Navarra y su hijo heredaba el trono. Leonor se convertía entonces en reina de Navarra. Pero Leonor permaneció muy poco tiempo en su nuevo reino. Aquel mismo año partía a Castilla, para permanecer junto a su hermano en un viaje que se suponía una breve temporada de recuperación tras una enfermedad pero que terminó convirtiéndose en una larga estancia de siete años. Celos, falta de ayuda económica e incluso un miedo patológico a ser envenenada por el propio rey su marido, fueron algunos de los argumentos que se barajan para intentar entender la huída de Leonor de Navarra. 

Durante su estancia en Castilla fallecía su hermano y subía al trono el niño rey Enrique III. Leonor se volcó entonces de lleno en el gobierno del reino de su sobrino. Fue en 1394, cuando Enrique III tenía dieciséis años que negoció con Carlos III de Navarra la vuelta de su tía con su marido. Tras un tiempo de resistencia y de intento de Leonor de no volver a Navarra, en abril de 1395 volvía de nuevo a su reino.

Desde entonces y hasta su muerte, Leonor fue una reina respetada por su pueblo y reconciliada con su marido. En 1402 empezaba sin embargo un tiempo oscuro para la reina al ver perder a seis de sus ocho hijos. En 1413, poco después de la muerte de su hija Juana, Leonor redactaba su testamento. Fallecería dos años después. 

 Si quieres leer sobre ella


Reinas de Navarra
Julia Pavón (dir.)








Por Sandra Ferrer

jueves, 4 de diciembre de 2014

El primer Pulitzer femenino, Edith Wharton (1862-1937)


Edith Wharton plasmó en sus libros la alta sociedad estadounidense, rica e hipócrita, a la que ella nunca se adaptó. Y lo hizo con fina ironía, criticando aquel mundo en el que ella nunca encajó. Escribió novelas, ensayos y artículos en distintos medios creando una amplia obra literaria de gran éxito. Su famosa Edad de la Inocencia le valdría el Premio Pulitzer en 1921. Apasionada de la Vieja Europa, Edith Wharton pasaría largas temporadas en Francia donde terminó sus días, rodeada de belleza natural que ella misma diseñó. El éxito profesional no fue sin embargo unido a la felicidad personal. Un triste matrimonio y un constante buscar su lugar fueron determinantes en su vida.


Edith Wharton nació el 24 de enero de 1862 en la ciudad de Nueva York. Sus padres, George Frederic Jones y Lucretia Stevens, eran una pareja rica que, además de Edith tuvieron dos hijos más. La pequeña recibió una muy buena educación gracias a la holgada situación económica de su familia. Aun así, Edith ya se sintió sola desde pequeña, sin encajar con sus padres, ni con el mundo que le había tocado vivir. Estos tampoco entendían demasiado bien las inquietudes literarias de la pequeña Edith.

Un matrimonio de conveniencia a los veintitrés años tampoco mejoró su vida. En 1885 se casaba con Edgar Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Edgar, que había sido elegido por los padres de Edith para que fuera su marido, compartía con ella la pasión de viajar. Pero este único vínculo no fue suficiente para salvar un matrimonio afectado sobre todo por las continuas depresiones de Edgar. En el hogar que habían creado juntos, una casa conocida como The Mount, y que la propia Edith se encargó de decorar por dentro y por fuera, ella vio con desconsuelo cómo él se sumía cada vez más en un estado depresivo sin retorno. Cinco años antes de divorciarse, Edith empezaba una relación extramatrimonial con un periodista de The Times llamado Morton Fullerton. 

Edith pasaba mucho tiempo escribiendo y diseñando los jardines de The Mount y los interiores de la casa. Una pasión por el diseño que se vio reflejada en su primera obra de este estilo titulada La decoración de las casas, en 1897. No sería la única que realizaría sobre una de sus grandes pasiones.

En 1902, siendo aún la señora de Edgar Wharton, Edith publicó su primera novela, El valle de la decisión y tres años después, La casa de la alegría.

The Mount


Después de divorciarse, Edith decidió instalarse en Francia, a donde ya había viajado en varias ocasiones y le había cautivado. Primero se instaló en París, en el número 53 de la Rue de Varenne, un apartamento que pertenecía a la poderosa familia Vanderbilt.

Poco tiempo después de llegar al que sería su nuevo hogar por muchos años, estallaba la Gran Guerra. Edith usó sus contactos en el gobierno francés que le permitieron acceder al frente, donde muy pocos extranjeros podían acceder. Su testimonio se reflejaría en una serie de artículos que se publicaron bajo el nombre Luchando en Francia: De Dunkerque a Belfort.

Edith Wharton se implicó en la ayuda humanitaria de las víctimas de la guerra. De la mano de la Cruz Roja, organizando conciertos, abriendo hospitales o ayudando a las mujeres desamparadas, fueron algunos de los actos que le valieron la Cruz de Honor del gobierno francés. Estas vivencias fueron también inmortalizadas en un libro, El libro de los desamparados



En 1918, Edith dejaba su apartamento de París y tras viajar a Marruecos como invitada del General francés Hubert Lyautey, se instaló en Hyères, en la Provenza. Fue allí donde terminaría en 1920 La edad de la inocencia, novela sobre su visión de la alta sociedad neoyorquina en la que había crecido y que le valdría al año siguiente el Premio Pulitzer, siendo la primera mujer en recibir este importante reconocimiento. 

En 1923 su labor literaria era también reconocida por la Universidad de Yale que la nombró Doctor Honoris Causa, convirtiéndose en la primera mujer en recibir dicha condecoración de esta universidad. También fue la primera mujer en recibir la medalla de oro del Instituto Nacional de los Estados Unidos.

Edith continuó escribiendo hasta el final de sus días, tanto novelas y ensayos como libros sobre decoración e interiorismo. Fue amiga de muchos intelectuales como Henry James o F. Scott Fitzgerald y Ernest Hemingway. 

En 1927 Edith compraba una villa en Hyères, el Castillo de Santa Clara, un antiguo convento, en el que diseñó un bello jardín con cactus y plantas tropicales. Diez años después fallecía en otro de sus rincones favoritos, en Saint-Brice-sous-Forêt, cerca de París. Era el 11 de agosto de 1937 y dejaba inconclusa su última obra, Las bucaneras

POR SANDRA FERRER

lunes, 1 de diciembre de 2014

LA ELECCIÓN DE NUESTRA COPA MENSTRUAL

Elegir una copa menstrual parece muy sencillo cuando una se decide a comprar una. En un principio bastan con elegir una marca (en función de nuestro presupuesto, gusto o accesibilidad) y la talla pequeña si no hemos tenido hijos y la talla grande si ya hemos pasado por un embarazo o somos mayores de 30 años.
Sin embargo yo, y la gran parte de distribuidoras de copas menstruales, discordamos con esta aseveración. A continuación les expongo el porqué.



La mayor parte de los fabricantes asumen que una mujer sin hijos tendrá una vagina más pequeña y más tonificada que una mujer que ha pasado por los cambios físicos y hormonales de un embarazo. Por eso para las mujeres sin hijos recomiendan una copa más pequeña y blanda que para las mujeres que han dado a luz.

Pero,  ¿qué es una copa pequeña?

Las diferencias en tamaño entre las tallas pequeñas o grandes de las diferentes marcas son en muchos casos considerables dado que no hay unas medidas estándar para cada una de las tallas.
Por ejemplo la Ladycup S mide 40 mm de diámetro y 45 mm de largo, mientras que la Diva S tiene un diámetro de 43 mm y 57 mm de largo. Para que nos hagamos una idea de la diferencia de tamaño pinchad en el enlace y al final de la págian podréis ver una imagen de una copa contra la otra, para que os fijéis en la diferencia de tamaño.
Esta diferencia de tamaños entre marcas ya es un primer indicativo de que el sistema talla pequeña para nulíparas y talla grande para mujeres que han pasado por un embarazo no siempre va a funcionar.

¿Una mujer nulípara tiene un canal vaginal más pequeño?

Sí y no. El canal vaginal de una mujer va a ser más pequeño antes de dar a luz que después de dar a luz, sin embargo hay que tener en cuenta las diferencias anatómicas entre las diferentes mujeres. Una mujer que haya dado a luz puede tener un canal vaginal más pequeño que otra que nunca ha pasado por un embarazo, porque aunque se haya ensanchado debido a las hormonas del embarazo y el parto su tamaño “original” era menor.
 Dicho así puede parecer difícil de entender, por lo que lo voy a explicar con la analogía de los pechos y el sujetador. A una mujer le van a crecer los pechos durante el embarazo y la lactancia, y los tendrá más grandes que antes; sin embargo eso no quiere decir que tenga los pechos más grandes que una mujer nulípara, ya que eso depende de la talla de la que partamos en un principio.
Debido a estas diferencias propias de la anatomía de cada mujer recomiendo medir la longitud del canal vaginal, desde la entrada hasta el cérvix, antes de elegir una copa.

¿Una mujer que ha dado a luz tiene una musculatura vaginal más pobre?

Como en el caso anterior sí y no. Tras el embarazo y el parto los músculos de la vagina han perdido tonicidad, pero con el paso del tiempo y su entrenamiento pueden volver a tonificarse.
Además su tonicidad depende del uso que les demos, una chica joven puede tener un suelo pélvico más pobre que una mujer de 40 años que ha pasado por 2 embarazos pero que usa bolas chinas a diario para mantener su suelo pélvico tonificado.
Debido a esta creencia de que las mujeres que pasan de la treintena o que han dado a luz tienen una musculatura vaginal más pobre se les suele recomendar copas más anchas y más firmes. Sin embargo vemos que en este apartado la genética y nuestra actividad física también juegan un papel muy importante.
Otro aspecto a tener en cuenta es que muchas mujeres tras haber dado a luz tienen una vagina más sensible que antes, por lo que usar copas más bien rígidas puede resultarse molesto. Debido a eso considero importante tener en cuenta la textura de las diferentes marcas de copas antes de lanzarnos a por una.

¿Y la capacidad?

Las tallas pequeñas tienen menor capacidad que las tallas grandes de una marca, sin embargo al igual que pasaba con los tamaños la capacidad varía increíblemente al comparar un fabricante y otro.
Siguiendo con el ejemplo de la Ladycup S y la Diva S que pusimos anteriormente la primera tiene una capacidad ligeramente superior a 21 ml y la segunda una capacidad aproximada de 27 ml.
Como la abundancia de nuestro período cambia a lo largo de los años y es un factor muy personal recomiendo tener también este componente a la hora de elegir copa.

Con estas preguntas creo que ya he explicado, muy por encima, porqué las indicaciones dadas por el fabricante no siempre son las más adecuadas a la hora de elegir la copa menstrual que mejor se adapte a nuestras necesidades y anatomía.

Si esta entrada os ha parecido interesante os animo a leer “¿Cómo elegir una copa menstrual?”, en la que explico paso a paso como elegir la copa que mejor se adapte a cada una.