RADIO "PONCHOSVERDES.FM"

martes, 9 de marzo de 2021

Decálogo ecofeminista para salir de la pandemia


Fuentes: Ecologistas en acción

– Con motivo de la celebración del 8M, Ecologistas en Acción pone de manifiesto que la crisis sanitaria provocada por el coronavirus ha agudizado y acelerado la crisis ecológica, económica, social y de género que la precedían.

– La organización ecologista propone diez medidas ecofeministas para construir la nueva normalidad encaminada a la sostenibilidad ambiental, justicia social y equidad de género.

– Asimismo, desde el ecofeminismo se aprovecha esta fecha para visibilizar y reconocer la labor de colectivos como las jornaleras en lucha, las mujeres de la PAH, Ganaderas en Red, los colectivos de empleo de hogar o las defensoras del territorio contra los proyectos extractivistas. 

La pandemia de la COVID-19 ha mostrado las costuras de un sistema sostenido en relaciones desiguales, de expolio y violencia, y ha agudizado y acelerado las múltiples crisis estructurales que existían previamente: ecológica, económica, social y de género. Nos encontramos ante un prólogo civilizatorio, un acontecimiento que incide en todos los ámbitos de la vida y lo cambia todo. Esta coyuntura nos ha mostrado la rapidez con la que la sociedad puede transformarse y qué actividades y trabajos han sido y son esenciales para sostener la vida.

La respuesta a la emergencia sanitaria solo afronta los síntomas, pero no las raíces, las  que son la fuente causal de la misma, provocados por la acelerada desaparición y degradación de los ecosistemas debido a la acción humana, el mal uso de las energías fósiles, la hipermovilidad, la ganadería industrial, las industrias extractivas, la deforestación y la destrucción de la biodiversidad. De la misma manera que nuestro modelo de desarrollo se apropia de la naturaleza, también se apropia del trabajo y los cuerpos de las mujeres, especialmente de aquellas que viven en territorios del Sur global. La desigualdad de género, el sexismo, el racismo, la LGTBfobia y otras formas de dominación, han condicionado el devenir de la pandemia para miles de personas.

Todos estos factores nos han llevado a adoptar un modelo de habitar el planeta incompatible con la vida, que solo atiende al beneficio a corto plazo y al crecimiento ilimitado, en un planeta con recursos finitos. Un modelo que funciona gracias a los trabajos de cuidados y mantenimiento de la vida -realizados principalmente por mujeres- que se realizan en condiciones de explotación y precariedad.

La desconexión entre el neoliberalismo global y las bases materiales que permiten la vida ignora nuestra dependencia como especie -tanto de la naturaleza como de otras personas que cuidan de nuestros cuerpos vulnerables- así como las profundas desigualdades que nuestro modelo de desarrollo genera.

Aunque durante la pandemia la presión sobre los ecosistemas ha disminuido drásticamente, mejorando algunos indicadores ambientales, la actividad extractivista en otros lugares no solo se ha consolidado, sino que se ha visto aumentada. También se han agudizado las diferencias sociales y la exclusión de muchas personas, la mayoría mujeres.

Además de la pérdida de cientos de miles de vidas, de empleos e ingresos, la salud de las mujeres se ha visto afectada de forma dramática. Son las mujeres las que en situación de mayor precariedad y con diferente estatus migratorio, realizan mayoritariamente los trabajos considerados como esenciales, sobre todo de cuidados, tanto en el ámbito laboral como privado, en los hogares, con graves impactos psicosociales en algunos casos.

En este contexto de crisis civilizatoria, Ecologistas en Acción señala que se necesita  promover otro orden social que enfrente las desigualdades y relaciones de poder existentes y tenga en cuenta la interdependencia y la ecodependencia. Por ello, la organización ecologista ha elaborado un decálogo de medidas que haga posible vivir vidas dignas y compatibles con el equilibrio de la naturaleza, y que defiendan  la justicia social, la equidad, la sostenibilidad y lo comunitario:

1. Una transición ecológica justa, para alcanzar una sociedad sin energías fósiles, que revierta la pérdida de biodiversidad y que respete los límites de los ecosistemas. Fomentar el consumo de cercanía adaptado a los ciclos de la naturaleza y sustituir los sectores productivos más contaminantes. Es necesario establecer mecanismos para que la producción y distribución estén arraigadas en el territorio, sin depender de la rentabilidad monetaria, garantizando su accesibilidad y sostenibilidad. Los Fondos Europeos de Recuperación, Transformación y Resiliencia y la llamada política Palanca VIII (Nueva economía de los cuidados y políticas de empleo), deberían emplearse  para la construcción de una nueva economía y acelerar la urgente y necesaria transición ecológica.

2. Una reforma profunda y urgente del sistema fiscal para que sea progresivo, justo, verde y ecofeminista.

3. Reconocer el derecho al cuidado como un derecho fundamental universal en todos los niveles, tanto público como comunitario, sacarlo del ámbito privado y doméstico y de la responsabilidad exclusiva de las mujeres, que los vienen realizando de manera gratuita e invisible. Se debe garantizar la corresponsabilidad del trabajo doméstico y de cuidados entre todas las personas, la sociedad y el Estado.

4. Reorganización socioeconómica de nuestro sistema productivo, orientándolo hacia una economía de los cuidados que priorice las tareas necesarias para el mantenimiento de nuestras vidas y evite su mercantilización. Un nuevo equilibrio social que corrija las desigualdades por razón de sexo, género, raza (entendida como contrucción social) clase, diversidad funcional, orientación sexual o identidad de género, con una redistribución y democratización del  trabajo, productivo y reproductivo, que sea indispensable y necesario.

5. Justicia antirracista y decolonial. Los territorios del Sur global y sus saberes son expoliados desde hace siglos, perpetuando el desequilibrio de poder y legitimando la violencia hacia estos colectivos de forma sistémica. Es necesario atajar el racismo estructural, revertir estas dinámicas y ubicar los límites de cada posición (histórica, política, subjetiva) para hacer un frente común contra la dominación colonial, capitalista, racista y patriarcal. No habrá justicia climática sin justicia decolonial.

6. Abogar por una dieta sana, ecológica y sostenible sustentada por la soberanía alimentaria y la implementación de la agroecología, en donde el papel de las mujeres siempre ha estado muy presente y vinculado a estas prácticas, compatibles con el respeto a la naturaleza y animales no humanos. La experiencia y demandas en materia de igualdad de colectivos de mujeres rurales  deben ser escuchadas. No podemos seguir manteniendo las prácticas de la agricultura y ganadería intensivas ni asumiendo prácticas que agudicen las desigualdades.

7. Garantizar servicios y suministros esenciales (agua, comida, saneamiento, energía, vivienda digna) y el derecho a la educación pública de calidad, incluyendo la educación para la sostenibilidad, la educación ecofeminista, educación para la paz, educación sexual, la justicia restaurativa, la interculturalidad y empoderamiento de mujeres y hombres como ciudadanos y ciudadanas globales.

8. Garantizar el derecho a la salud (física, ambiental, comunitaria, sexual, mental). Esto exige una sanidad 100 % pública y universal, protección frente a la contaminación, impulso a la atención primaria, a la medicina preventiva y a la salud pública, así como a la educación respetuosa con la diversidad de identidades de género y relaciones sexoafectivas bajo la lógica público-social-comunitaria, en detrimento de la lógica de mercado.

9. Ciudades y pueblos sanos y habitables, con especial cuidado a las periferias, donde se priorice la participación comunitaria y no organizando el trabajo y el consumo en función del capital y en oposición y disociación con la naturaleza. Deben ser entendidas como espacios comunes, producidos y reproducidos por quienes los habitan. Lugares inclusivos y saludables que prioricen la coexistencia intergeneracional y la proximidad de espacios naturales, una movilidad sostenible que prime la cercanía, el uso peatonal y en bicicleta y el transporte colectivo, basadas en una economía no lineal sino circular, que cierre ciclos.

10. Sociedades libres de violencias machistas y racistas, que garanticen los derechos humanos (entre ellos los derechos sexuales y reproductivos) de todas las personas, especialmente de quienes los ven amenazados de manera especial (mujeres, personas LGTBQ+, migrantes, habitantes del Sur global, personas amenazadas por defender el territorio).

Además de publicar este decálogo ecofeminista, Ecologistas en Acción quiere poner en valor luchas de mujeres que trabajan en dirección a los objetivos planteados. «Desde el sindicalismo feminista de las jornaleras en lucha, a las activistas de la PAH dejándose la piel por el derecho a la vivienda, Territorio doméstico luchando por el 189, Ganaderas en red visibilizando la situación de las mujeres en la ganaderías, o las defensoras del territorio poniendo el cuerpo contra los proyectos extractivistas», destacan.

Rosana Cervera, portavoz de Ecologistas en Acción: «Este 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, Ecologistas en Acción hacemos un llamamiento a todas las personas, y especialmente a las mujeres, para seguir tejiendo alianzas entre las organizaciones feministas y las ecologistas, junto con organizaciones sociales de todo tipo, como las organizaciones que trabajan en defensa de los servicios públicos o los derechos humanos. Porque sabemos que está en riesgo la sostenibilidad de la vida, y que solo podremos asegurarla trabajando desde el ecofeminismo por la justicia socioambiental. El futuro será ecofeminista, o no será».

Fuente: https://www.ecologistasenaccion.org/163738/decalogo-ecofeminista-para-salir-de-la-pandemia/





Para tener más información sobre la página y nosotrxs, nos puedes escribir al mail: ecofeminismo.bolivia@gmail.com

Sólo el 1,1% de feminicidios en el país llega a una sentencia condenatoria



La viceminitra de Igualdad de Oportunidades, Mirám Huacan, informó que el proceso de modificación de la ley 348 se encuentra en la etapa de sistematización y diagnóstico, análisis que visibilizó que sólo el 1,1% de casos de feminicidios en el país llega a una sentencia condenatoria.

El diagnóstico lo realiza el Ministerio de Justicia, tras recibir más de 1.000 propuestas de la ciudadanía respecto a la modificación de la ley 348, la viceministra de Igualdad de Oportunidades, asegura que la población no quiere una modificación total de la ley 348 sino la reforma de algunos artículos de esta normativa que sea acorde a las necesidades de las mujeres para evitar la violencia de género y hechos de feminicidio.

Sin embargo manifiesta que si bien la ley es un mecanismo de sanción no es la solución a la reducción de la violencia de género.




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lunes, 8 de marzo de 2021

Billy Tipton, el pianista de jazz que en realidad era Dorothy Lucille



Billy Tipton Trio, con Billy al piano.

Muchas son las mujeres que a lo largo de la historia se han vestido y actuado como hombres para conseguir su propósito (la Monja Alférez, la Dama de Arintero, las piratas Mary Read Anne Bonny…). La pianista y saxofonista de jazz Dorothy Lucille Tipton decidió hacerse pasar por hombre cuando tenía unos veinte años, al comprobar que sólo siendo Billy podría dedicarse a la música, su verdadera pasión. Y no se descubrió su verdadero sexo hasta su muerte, cuando contaba 74 años.

A comienzos de 1989, Billy Tipton, un veterano músico de jazz que se había pateado gran parte del circuito de pequeñas salas de EEUU, cayó fulminado en su autocaravana en SpokaneWashington. Su hijo William llamó rápidamente a una ambulancia para que atendieran a su padre; cuando los sanitarios le abrieron el pijama para intentar la reanimación se llevaron una enorme sorpresa, pues vieron que tenía pecho de mujer…, cosa que se confirmó al bajarle el pantalón. Los médicos le preguntaron a William si su padre se había sometido a un cambio de sexo, a lo que el joven respondió con una negativa y el asombro pintado en su cara.



Quienes lo conocían no daban crédito a la evidencia, Billy era en realidad Dorothy. Había tenido cinco esposas y adoptado tres hijos, además de  compartir carretera, camerino y escenario con docenas de hombres durante décadas. Tal vez fuera fácil engañar al público, pero tuvo que resultarle mucho más difícil que su entorno más cercano ni siquiera sospechara. Debió ser muy convincente, pues cuando las que fueron sus esposas, sus hijos y sus compañeros se enteraron de que Billy era Dorothy y siempre había sido mujer se quedaron con la boca abierta y sin habla.

Billy-Dorothy nació en Oklahoma en 1914 en una familia acomodada. Creció en Kansas City, donde estudió piano, órgano y saxo, demostrando gran talento y capacidad artística. Su pasión era la música, el jazz, por lo que intentó integrarse en alguna de las bandas que se formaban en el colegio, pero siempre se le negaba por ser Dorothy. Luego buscó trabajo en grupos y orquestas de jazz profesionales, pero la respuesta era siempre la misma: sólo hombres (había una excepción, la pianista de jazz y clásica Hazel Scott), pues existía una norma no escrita que primaba a los hombres, ya que se supone que ellos trabajaban y ellas quedaban en casa. Eran los años 30 del siglo XX.



Entonces, a mediados de esa década, Dorothy decidió probar suerte como Billy. Se vendó el pecho y se puso relleno (cuando alguna vez la venda quedaba al descubierto decía que se había roto las costillas en un accidente). Dado su talento no le fue difícil entrar en el grupo Banner Cavaliers, y lo más importante, obtuvo su tarjeta del sindicato y la Seguridad Social. En adelante sería siempre Billy Tipton, un gran músico. Y no le faltó trabajo, pues en los 30 y 40 del siglo XX, con el potente respaldo de la radio, el jazz sonaba en los escenarios de las ciudades y pueblos más recónditos de Estados Unidos.

Desde el primer momento observó y aprendió a imitar perfectamente los movimientos de hombre, ya fuera en escena o en el trato cotidiano con su familia y sus compañeros. Sólo así pudo mantener su secreto. Según las biografías que se han escrito, Tipton no pensaba que había nacido en un cuerpo equivocado ni era lesbiana; si a efectos legales y sociales se convirtió en hombre fue sólo con el propósito de dedicarse a la música.



Y Billy Tipton, músico de jazz, también flirteaba con chicas. Cuando tenía veinte años empezó a salir con una chica que había logrado éxitos en los concursos de baile (tan de moda entonces), Non Earl Harrell, 14 años mayor que Tipton y una estrella de la modalidad de baile maratón. Luego, con el paso de los años fue cambiando de pareja; June, cantante, una jovencísima camarera llamada Bety Cox, una prostituta llamada Marianne Catanach, y luego Kitty Kelly, una stripper conocida como ‘la Venus irlandesa’, con la que adoptó a sus tres hijos (John, Stuart y William). A finales de los sesenta se separó y se fue a vivir con sus hijos a una autocaravana.

Para no tener relaciones conyugales plenas con sus parejas decía que había sufrido un accidente que le había afectado al pecho y a los genitales, o que una enfermedad le impedía mantener relaciones sexuales; iba al baño solo cuando no había nadie e incluso logró un certificado médico para no enrolarse en el ejército, documento con el que justificaba su imposibilidad sexual. Sólo Cox afirmó haber mantenido una relación sexual completa (cómo lo haría es una incógnita, aunque se pueden suponer algunas posibilidades), e incluso declaró que jamás sospechó que Tipton fuese mujer.

A pesar de esa merma, sus mujeres decían que era amable y cariñoso, y que era capaz de “entrar en intimidad” sin que ellas sospecharan. Kelly lo recordaba como “una persona maravillosa, decente y honesta; era divertido y un gran ser humano, nos gustaba el mismo tipo de música, nos gustamos el uno al otro”. Y también desveló que “ahora sé que quería decírmelo, pero nunca se atrevió”. Según sus hijos, Tipton era un padre ideal al que le encantaba ir de campamento con ellos. William, quien vivía con él en el momento de su muerte, declaró: “Fue el único padre que conocí. Estuvo siempre junto a nosotros. Nunca trasnochó ni se emborrachó ni nos pegó. Teníamos una relación cercana, y como buenos amigos Íbamos al cine, salíamos a cenar o nos sentábamos a charlar. Nunca se me ocurrió pensar que era una mujer”. Incluso Kitty Kelly le reprochaba no ser más duro con sus hijos cuando iban llegando a la adolescencia y se volvían más rebeldes.



Tampoco sus compañeros de trabajo sospecharon…, excepto uno. En 1938, cuando empezó a tocar profesionalmente, compartió escenario con un bajista llamado Wayne Benson, que contó que “parecía un niño, no dije nada, pero siempre me pareció que tenía maneras de mujer, y llegué a convencerme de que era una mujer. Por eso, cuando murió y todo se desveló me sorprendió que nadie más se hubiera dado cuenta”. Sin embargo, otro de los que tocaron junto a Tipton se quedaron perplejos al conocer que Billy había nacido Dorothy; Kenny Richards, cantante y bajista, dijo que “no tenía ni idea de que Billy fuera mujer, no lo supe hasta que murió”.

A comienzos de los cincuenta formó su propio grupo, Billy Tipton Trio, con el que grabó dos álbumes en 1957; sonaban un poco como la banda de Benny Goodman e interpretaban muchos de los éxitos del momento. Los discos tuvieron buena acogida, de modo que les llamaron para tocar en un hotel  de modo estable, pero él rechazó la oferta ante el riesgo de que se descubriera su secreto. También trabajó como promotor y agente de otros músicos.



Desgraciadamente, al ocultar su sexo dejó de acudir al médico, de manera que al fallecer se supo que padecía artritis, enfisema y una úlcera gastro-duodenal que fue la causa de su muerte; ninguna de sus dolencias había sido tratada.

Sólo dos primas suyas estaban en el secreto desde el principio, pero nunca se fueron de la lengua. Por desgracia, Billy no contó nada ni dejó nada escrito.





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